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viernes, 24 de julio de 2020

LA COFRADÍA DE LA VIRGEN DEL CARMEN DE LA PEÑUELA


En este período de julio, mes carmelita por excelencia quiero compartir un trocito histórico en torno a la devoción a la Virgen del Carmen en la provincia de Jaén. Esto que les vengo a contar es una parte que tuve que extraer de mi trabajo dedicado a la historia y veneración a esta popular advocación mariana en la ciudad de Linares y que ya salió publicado el pasado año de 2019. Fue un extenso artículo que fue divulgado en la revista que edita el Centro de Estudios Linarenses llamada “Siete Esquinas” (pinche aquí para leerlo).
Debido a la extensión que marcan las normas de la publicación me vi obligado a aminorar el relato y contenido, decidiendo que esta parte se debía de quedar fuera al tratar asuntos relacionados directamente con Linares pero que versaban sobre hechos que encajaban, tal vez, más en la historia de La Carolina o incluso en la de Baeza.
Esta parte complementa aquel artículo insertándolo tras el punto 4 (LANGUIDECIMIENTO DE LA COFRADÍA), por lo que apenas lo he modificado de lo que escribí hasta entonces. Porque el tiempo ha pasado, y nuevos documentos han aparecido para poder completar aquel guion basado exclusivamente en fuentes directas de archivo. Por ejemplo, limitamos la antigüedad de la cofradía de Linares hasta 1742, pero en mi última “peoná” investigadora entre los protocolos notariales de Linares pude encontrar su existencia ya en 1703 en una escritura que trataba sobre unos asuntos administrativos de un juicio por los réditos de un censo de 37.400 maravedís de principal que recaía a favor de la cofradía que era regida en la administración de sus bienes y rentas por D. Luis José Pérez. También, por ejemplo, en aquel artículo verán que nos preguntábamos si en Linares existió un hospicio perteneciente al convento de carmelitas de La Peñuela. Pues he podido encontrar su origen en la generosidad de la vecina de Linares, Dª. Juana María de Cozar Higueras que donó su casa para ello, estando situada en la actual esquina entre la plaza Ramón y Cajal o del Bermejal y la calle Antón de Jaén. Esta donación la hizo bajo manda testamentaria en 1744.
El desaparecido convento de La Peñuela, estaba situado en Sierra Morena (lugar místico por donde paraba San Juan de la Cruz), donde hoy se asienta la ciudad de La Carolina. De hecho, la iglesia del convento es la actual parroquia de la Inmaculada Concepción de la antigua capital de lo que fueron las Nuevas Poblaciones de Andalucía, que serían creadas poco después de lo hechos que narraremos.
¿Y porque hablamos de la Virgen del Carmen en La Peñuela y Linares? Pues porque cuando se me planteó realizar este trabajo nos encontramos ciertos aspectos confusos que nos pudieron llevar a meter la pata. Los pocos que habían tratado esta documentación (original del Archivo Diocesano de Jaén y fotocopiado en el Archivo Municipal de Linares) los llevaban a pensar que la cofradía de la Virgen del Carmen de Linares era una cofradía que se fundó en aquel convento. Entre el manuscrito decimonónico de Federico Ramírez que dice que el terreno donde se levanta La Carolina fue expropiado a Linares (cuando fue a Baeza) y que muchos de los documentos estaban clasificados como pertenecientes a asuntos de aquel convento, era fácil caer en una narración de una historia equivocada. Pero para eso están los documentos, para examinarlos, o por lo menos hice lo que pude y tras estudiar bastante más de lo que me apetecía la historia de La Carolina y consultar con aquellos que conocieran más del tema (gracias a  Juan Manuel Patón Crespo), pues expliqué lo que a continuación leerán y que le faltó a aquel artículo. Si es cierto que el amor a aquel convento y la devoción a aquella Virgen del Carmen (que no tenía que ver nada con la de Linares) era muy patente en dos de las villas que citan en la documentación; Baños de la Encina y Linares, como he podido comprobar en la lectura de muchos testamentos durante el siglo XVII y XVIII. Como ejemplo, como ya hemos visto, la donación de una casa en el lugar más destacado de la villa para que le convento tuviese en Linares un hospicio.
Le dediqué tanto tiempo a aquella parte que no quería dejar el trabajo por perdido, y como no encuentro el lugar perfecto para publicarlo, pues lo haré en mi blog, para que el conocimiento no quede relegado en el olvido. Tal vez tenga errores, pero he decidido dejarlo tal como lo finalicé para la entrega del articulo a “Siete Esquinas”.
Prespectiba de la entrada de La Peñuela, capital de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena. Foto: Archivo Nacional de Madrid.

 
     5. LA COFRADÍA DE LA VIRGEN DEL CARMEN DE LA PEÑUELA
     Llegados a este punto, debemos abordar la cuestión de una antigua cofradía de la Virgen del Carmen ubicada en el desaparecido convento de la Peñuela. Se trata de un asunto un tanto especial puesto que puede llevar a confusión sobre si dicha cofradía estaba radicada en la misma villa de Linares o en el citado convento. Como soporte documental para tratar este asunto, contamos con un nuevo pleito desarrollado a lo largo del año 1766. Analizaremos este asunto, ya que la documentación está catalogada como de la ciudad de Linares en el Archivo Diocesano de Jaén, y por consiguiente, con su correspondiente copia en el Archivo Municipal de Linares[1].
     Para aproximarnos al tema en cuestión, habría que recordar que La Peñuela era una pequeña aldea donde se levantaba un Convento de Carmelitas Descalzos[2]en Sierra Morena, sobre los terrenos que hoy ocupan la ciudad de La Carolina. La iglesia de aquel convento es la actual parroquia de la Inmaculada Concepción de la que, a partir de 1767, fuese la capital de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena fundadas por Carlos III.
     En este pleito interviene el prior de la parroquia de Santa María de Linares y Miguel Sotés, vecino de Linares, que envía una misiva al obispado declarando ser el prioste[3] de la cofradía de Ntra. Sra. del Carmen sita en el Convento de Carmelitas Descalzos de La Peñuela en Sierra Morena. En su Informe, desglosa que la cofradía, con 109 años de antigüedad, venía por entonces recogiendo limosnas en Linares, hasta que, a finales del año anterior [1765], el prior de la parroquia de dicha villa, les ordenó que se abstuvieran de seguir pidiendo las limosnas y de asistir a los entierros con el gallardete y la cera. Por ello, Sotés suplicó a la máxima autoridad eclesiástica de Jaén que intercediera para que el prior los permitiese seguir con la práctica recaudatoria y asistencial en los sepelios.
    No debemos de olvidar que en la documentación que llevamos estudiada, no se cita nada de que la cofradía de la Virgen del Carmen rindiera culto a una imagen en el convento de La Peñuela, el cual se encontraba fuera del término, tanto municipal como parroquial de Linares y sí en el de Baeza. En cualquier caso y como más adelante se demostrará pensamos que no se trata de la misma cofradía con actividad en la villa de Linares entre 1745-46 según deducimos de los documentos estudiados.
    No obstante, también pudo haberse tratado de una cofradía que conviviese con la establecida en Santa María y que naciese para rendir culto a la Virgen del Carmen de La Peñuela, pero establecida en la parroquia de Linares. Es decir, como podría ser hoy una cofradía filial de la Virgen de la Cabeza o del Rocío. Pero este extremo tampoco se daba, porque según se ha indicado, Miguel Sotés deja claro que está establecida en el Convento de Carmelitas de La Peñuela. Vista la petición del prioste y el informe del prior, el obispo fray Benito Marín (obispo de Jaén entre 1750-1769) pidió se pasase la instancia al fiscal general eclesiástico «para que en vista de todo pida lo que convenga en nuestro tribunal de justicia».
     Para conocer resumidamente la parte esencial del pleito nos remitiremos a uno de los autos del proceso firmado en Jaén el 1 de septiembre de 1766 por el Licenciado, Provisor y Vicario General de la diócesis, D. Antonio Miranda. En el citado auto se narra a modo de resumen como en 1766, existía en Linares una cofradía que rinde culto a la Virgen del Carmen del convento de La Peñuela. Dicha hermandad realizaba las funciones comunes de una cofradía de aquel periodo, preocupada en recaudar fondos a través de la recogida de limosnas por la villa para el culto de la imagen de La Peñuela y para la asistencia a los hermanos en sus defunciones, aunque no administraba bienes raíces[4]. En este punto hay que recordar que la cofradía citada anteriormente en Linares entre 1745-46 si lo hacía.
     En el citado auto, se puede apreciar cómo llegó un nuevo prior a la parroquia de Linares y se interesó por la legitimidad de aquella actividad, solicitando licencias eclesiásticas aprobadas por las diócesis para poder desarrollar aquellas actividades en Linares. El prior ordenó que se cesara la práctica de la cofradía mientras no se presentara documentación que acreditara la legalidad aprobada por aquella jurisdicción. El prioste [mayordomo] de la cofradía, llamado Miguel Sotés pide la intervención del obispado para poder seguir con su cometido. Por ello, el prior de Linares (tras solicitárselo el obispado), respondió con un largo informe en el que refleja que la cofradía no tenía estatutos aprobados, ni por la parroquia de Linares ni por la diócesis.
     Además, el prior informó que desde La Peñuela se le envió un documento con una aprobación de la cofradía fechado el 14 de julio de 1657. Pero aludió que el mismo sigue siendo insuficiente para que la supuesta hermandad siguiese funcionando al estar erigida por el padre general de la orden, que era seglar, sin ninguna autoridad para aprobar hermandades. Es decir, que la cofradía estaba erigida por los frailes sin ninguna aprobación del obispado, a lo que podríamos añadir, que recaudaban dinero de Linares para invertirlo en una iglesia que no pertenecía a Linares. Por consiguiente, la clave de la cuestión es que la parroquia a la que pertenecían esos cofrades no se beneficiaba de ese dinero.
     La información aportada desde el convento de La Peñuela, fue transcrita y remitida el 15 de agosto de 1766 por el religioso carmelita descalzo D. Alonso de San José. Dicho fraile consultó en el archivo del convento y notificó de una aprobación de la cofradía en 1657 por parte de D. Diego de la Presentación, general de la orden de los religiosos descalzos de Ntra. Sra. del Carmen. Su transcripción es la siguiente:
     «A nuestros amados hermanos los vecinos de La Peñuela […] les damos licencia para que instituyan y funden la cofradía de N. Sra. del Carmen con los oficios, y requisitos que para su conservación y gobierno fuesen necesarios y para que puedan entrar en ella los vecinos de la sierra, Vilches, Baños, Linares y los demás circunvecinos y agregamos esta cofradía a la que está fundada y aprobada por nosotros en la ciudad de Baeza en nuestro colegio de San Basilio, para que puedan gozar todas las gracias, indulgencias y privilegios, sacrificios, oraciones, vigilias, ayunos, disciplinas y demás obras penitenciales, de que hacemos, cuanto es de nuestra parte, participantes a los cofrades de la ciudad de Baeza, con tal que guarden los institutos y ordenaciones de dicha cofradía; y damos así mismo licencia para que el día de Ntra. Sra. del Carmen, que es a diez y seis del mes de julio, o en otro de los inmediatos, que fuere de la mayor comodidad puedan celebrar su fiesta, y hacer procesión y lo mismo podrán hacer en otras festividades…».
     Estas ordenanzas fueron selladas con «el sello de nuestro oficio» y refrendadas por el secretario carmelita fray Pedro de San Pablo en Sabiote el 14 de julio de 1657. Esto quiere decir, que la cofradía es creada por la orden carmelita y se funda para establecerse en el convento de La Peñuela, para sus pocos habitantes y con vistas a que pudiesen entrar como cofrades, vecinos de los pueblos con los que lindaba su término, pero dejando muy claro que queda agregada a la cofradía de Baeza.
     Siguiendo con el estudio del pleito, en el mismo encontramos que desde el palacio episcopal se le requiere al prior que le pida al prioste, D. Miguel Sotés, que le entregue los estatutos, obviamente, aprobados por aquella jurisdicción eclesiástica. El prioste Sotés no los pudo presentar, ya que no los tenían y añadió que solo tenían a modo de inventario:
«Siete libras de cera; dos libros de acuerdos, una cuerda de cáñamo para el uso de traer los toros que la devoción de los fieles ha dado a Ntra. Sra. y cual presente no hay maravedíes algunos de limosnas en su poder, porque ha[ce] casi cerca de un año que de orden del prior de esta parroquia se cesó en pedir, y por la misma razón no se ha hecho asistencia a ningún entierro de hermano que ha muerto, ni menos se ha hecho en dicha iglesia parroquial oficio ni misa alguna por dichos hermanos difuntos por razón de haber cesado dichas limosnas». Sin duda, significativa la donación de los devotos de toros al convento.
     Visto esto, el prior ordenó a Miguel Sotes «se haga inventario de los bienes que entregase dicho prioste pieza por pieza, con distinción y claridad, para cuyo efecto se nombra por depositario de dichos bienes a D. Fernando Joseph Martínez vecino de la villa [de Linares]».
     El inventario presentado y entregado al prior por Miguel Sotes el día 10 de septiembre de 1766 se componía de:
     «Un arca de madera de pino nueva, como de cinco cuartas de largo y media vara de ancho, con su cerraja y llave. Siete libras de cera en toral. Un estandarte nuevo de damasco blanco con una imagen de Ntra. Sra. del Carmen en medio y una cruz dorada para lo alto, con su vara de palo. Un libro de folio entero en el que están escritos varios cabildos y juntas todo el escrito. Otro libro de folio entero, forrado en badana encarnado en el que está empezado a escribir varios acuerdos y cuentas tomadas a D. Manuel de la Cueva, tesorero de las limosnas de dicha cofradía. Una cuerda de cáñamo, y a mediada de treinta varas de largo poco más o menos y de lo recio de una muñeca que servía para lidiar los toros que los fieles dan a dicha cofradía. Se previene y nota que, aunque esta cofradía se le hizo a Ntra. Sra. del Carmen, un manto de tela de plata este se entregó al Prior del convento de La Peñuela y es el que tiene su majestad puesto en dicho convento por lo que desde que se hizo esta en dicho convento».
     El informe elaborado por el prior de Linares, D. Juan Luis García de Robles es muy rico en detalles y se puede extraer que deja claro que el convento de La Peñuela donde esta cofradía realizaba sus cultos, estaba en el término de Baeza. Que los cofrades pagaban de limosna seis reales al año y que pedían las limosnas por las calles haciendo sonar un tambor. Conocemos este detalle del tambor, al permitirles un año seguir con la recaudación mientras se presentaban las nuevas constituciones.
     El prior, tras tomar referencia sobre este grupo de cofrades, comunica que es cierta la fundación en el convento de La Peñuela, tal como cita el informe que le envían los frailes carmelitas. En su información, el prior sigue indicando que la actividad de la misma duró algún tiempo pero que después vino en decadencia, juntándose no más de seis u ocho personas para seguir celebrando la función, volviendo a retomar más esplendor como para alcanzar una cifra cercana a los seiscientos cofrades. Tal vez este auge fuese promovido por los devotos de Linares lo que hizo que pareciese una cofradía de la localidad.
     Ante esta recaudación, el prior informó que pronto surgieron controversias entre los hermanos a la hora de gestionar los fondos económicos de la cofradía, ya que varios se quejaban al prior de que aun con todos los gastos de la cofradía «sobraban muchos maravedíes de los que alguno han dado al convento más de cien ducados de limosna, deseando saber la legítima distribución». Este fue el motivo esencial para que el prior pidiese la documentación a la cofradía, ya que de lo contrario «la cofradía o congregación con gastos tan crecidos no subsistiría mayormente no teniendo bienes raíces». Con esto podemos seguir desestimando que la cofradía de Linares que hemos estudiado entre los años 1745-46 sea esta. El motivo principal, es que aquella sí contaba con bienes raíces y esta de La Peñuela no, argumento que exponía el prior, que no se podía explicar cómo podían gestionar tales cantidades de dinero con tan solo las limosnas y no con la administración de bienes raíces.
     Además de la recolecta de limosnas que hacían cuatro cobradores con dos cuadrantes, también cita que sobre los años de 1756 o 1757 «que por cada hermano que muriese habían de dar un cuarto los vivos para sufragar al difunto con un oficio y vigilia en esta iglesia [la de Linares]». También informó que el carmelita fray Alonso de San José le pidió que permitiese nuevamente la colecta de las limosnas en Linares, a lo que el prior se negó remitiéndole a que presentasen para ello la supuesta autorización de las constituciones, algo que nunca hicieron. Obviamente, el convento no quería perder ese beneficio económico que desde Linares se le había cercenado.
     También cita como fray Alonso de San José «en el día de San Lorenzo [10 de agosto] permitió en su hospicio o enfermería la junta de unos doce o catorce sujetos...» para otorgar un poder notarial por el que la cofradía se seguiría rigiendo «con la falta de regla que hasta ahora». Curioso este dato del hospicio del que se queja el prior que «los P.P tienen cerrado […] y cuando hay enfermos en ella, solo abren el postigo que da a la calle con la correspondiente reserva y en orden a las limosnas, he visto un lego, que pide por las eras la limosna de granos. No sé si le está vedado [prohibido] pedir por el pueblo». ¿Podría tratarse del hospicio linarense citado en el Catastro de Ensenada?[5]Por último, también cita que el estandarte que llevaban a los entierros se realizó en aquel periodo y que incluso llegaron a celebrar una fiesta en la parroquia de Linares cada 16 de julio (además de las celebraciones en La Peñuela), solicitando que predicase un padre carmelita, negándose a esto último por faltas de licencias. Como podemos comprobar, el grueso de los hermanos era netamente linarense, sin ser cofradía de Linares.
     No deberíamos pasar por alto los datos que aportara el escritor linarense Federico Ramírez (1999: 372-374) en sus Apuntes escritos en 1890. En el mismo se indica que el convento de La Peñuela se fundó sobre unos terrenos que pertenecieron al término de Linares, hasta que «le expropiaran dos terceras partes de su término municipal con destino a las colonias que Carlos III fundó en Sierra Morena». Ramírez cita que el convento se levantaba en una zona denominada como los Zebadales, aludiendo que esta zona era término de Linares. Con esto podríamos pensar que el convento, pertenecería eclesiásticamente a Linares y con ello, la cofradía que en el mismo fundaron los frailes en 1657.
     Pero lo cierto es que, lo único que tenía el término de Linares más próximo al convento de La Peñuela era la «Venta Linares»[6], situada al norte de la dehesa de Martín Malo, donde hoy se levanta la población de Las Navas de Tolosa.[7]Aunque existe abundante documentación que señalan a La Peñuela en al término de Baeza, se puede consultar el trabajo «La organización territorial de la provincia de Jaén, 1750-2000: permanencia y cambio», donde figuran en unos mapas de términos municipales y operaciones catastrales realizadas en 1751-53. Dichos mapas señalan a La Peñuela en la dehesa de Martín Malo como perteneciente a Baeza (Ferrer Rodríguez, Nieto Calmaestra, Camarero Bullón, 2000: 27)
     La cofradía de La Peñuela desaparecería en 1766, marchándose los frailes del convento en 1768, dejando allí aquella imagen de la Virgen del Carmen. Dicha efigie pudo desaparecer, ya que, en el siglo XIX, se reorganiza la cofradía de la Virgen del Carmen en la actual ciudad de La Carolina (de carácter devocional y no procesional) y para ello tienen que adquirir una nueva imagen[8].



[1]AHML/ legajo 2570/ expediente 002/ 25 folios. «Jaén, Linares y La Peñuela a 3 de 1766. El Fiscal General Eclesiástico de este obispado contra el prioste y cofrades de Ntra. Sra. del Carmen sita en el convento de Carmelitas Descalzos de La Peñuela para que cesen en la demanda de limosnas, cumplimiento de fiestas y remitan las constituciones, libros de cuentas, acuerdos y demás papeles».
[2] Por el tiempo del origen del convento, La Peñuela era un núcleo minúsculo de apenas unas cuantas casitas enclavado en las inmediaciones de Sierra Morena, rodeado de alquerías y espeso monte.
[3] En otras escrituras de cofradías se cita a este cargo, como «prioste-mayordomo», por lo que se trata de su más alto cargo. En 1697 se cita en una escritura notarial a «Pedro García Mosquera, prioste mayordomo de la cofradía de Madre de Dios que se celebra en la iglesia parroquial de esta villa…» AHPJ, legajo 15621, fol. 307r.
[4] Bienes raíces se refiere a la tierra, así como a cualquier propiedad física o mejoras colocadas en esta, incluyendo jardines, casas, pozos, etc. A su vez, una propiedad se trata de un bien que se une al suelo de manera inseparable, de forma física y legal. Edificios y terrenos son bienes raíces. Hasta las desamortizaciones fue común que las cofradías contaran con terrenos, cultivos, viviendas, hornos de pan o molinos de aceite, que explotaban con la gestión de un administrador para la manutención de la cofradía.
[5] En el término municipal de Linares no ha existido nunca un convento carmelita. En cualquier caso, aunque en el Catastro de Ensenada de Linares se cita un Hospicio de Carmelitas en la villa en aquel tiempo en el que había «tres sacerdotes, y tres sirvientes y responden». Probablemente se trataba de algún hospicio gestionado por carmelitas de la Peñuela y cuya ubicación estaría en lo que en aquel tiempo era el término municipal de la villa de Linares.   Catastro de Ensenada/Linares/ fol. 648v. En www. pares.mcu.es/Catastro/servlets/ServletController?accion=4&opcionV=3&orden=0&loc=2115&pageNum=1. [Consultado el día 19 de abril de 2018]
[6] Mi agradecimiento al carolinense Juan Manuel Patón Crespo, reconocido investigador de la historia de La Carolina y las Nuevas Poblaciones, que generosamente me prestó su asesoramiento y citas de los diferentes archivos en los que ha investigado y que se custodian en el Archivo Histórico Nacional, Biblioteca Nacional, Archivo de Simancas, Archivo Histórico Municipal de La Carolina, entre otros. La historia de La Peñuela, anterior a la Nuevas Poblaciones apenas ha sido estudiada, pero él se encuentra recopilando documentación para un futuro trabajo inédito sobre estas cuestiones.
[7]Posteriormente se constituyó en otra feligresía independiente volviéndose a agregar de nuevo, como así sigue, como anejo a La Carolina.
[8] La Cofradía de la Virgen del Carmen, ya en La Carolina, se reorganizará en el siglo XIX y duraría hasta la década de los setenta, cuando fue absorbida por la del patrón San Juan de la Cruz. Las señoras que conformaban para esa época la Cofradía de la Virgen del Carmen eran las mismas que componían la Hermandad de señoras de San Juan de la Cruz, siendo la misma Junta de gobierno. Al unirse la Hermandad de señoras y de Caballeros de San Juan de la Cruz se extinguió la rama de señoras y con ella la de la Virgen del Carmen, pasando todas a formar parte de la Hermandad de San Juan de la Cruz. Información facilitada por Juan Manuel Patón Crespo.