Buscar este blog

jueves, 27 de noviembre de 2014

AMARGURAS...

El viejo violinista fue a su encuentro cargando sobre sus hombros el peso de sus días y se apostó como cada año a la espera de ver pasar a su musa. Fue en los compases finales, como los de su inmortal partitura, de un tiempo donde a España por fin había llegado la paz, una alianza que dejaba a todos medio contentos, en que unos salieron del escondite de sus miserias y otros pudieron seguir cargando con las suyas. Había pasado tanto tiempo que ya no podía tenerse en pie y una silla de ruedas era lo que lo movía en los últimos días de su vida. Era el domingo de la luz, porque tuvo que tener luz, en su tierra el que más,  porque para que salga lo que tenía frente a sus cansados ojos que solo veían en el color de un viejo televisor, los días grises amenazantes de lágrimas del cielo no se conocen en el diccionario de aquellos señores que vestidos de blanco conquistaban la ciudad, en la noche, cuando la luz del domingo se vuelve tiniebla, penumbra y misterio y la ciudad comienza a sentir que ya ha comenzado a dibujarse la gracia paradójicamente con la cara de la amargura… antítesis brutal ¿verdad?
De lejos alguien venia derramando lagrimas bajo el compás de un extraño jardín de vegetación que nacía de la nada oscura con su ser todo enhebrado en oro. Un vergel que caía casi hasta el suelo, como una cascada desciende al abismo, como aquellas lágrimas, como esas otras fundidas emergiendo de la luz infinita que guía su camino y le da color a su tragedia, siempre de vuelta, como le gustaba al violinista… le encanta llenarse de su presencia, de su silueta, del tintineo del oro o la plata divina, pero quizás aún disfrutaba más sacándole partido a los matices que le otorgaba su defecto visual, o quien sabe, quizás virtud para ver lo que los demás no alcanzamos. Le gustaba, sobretodo, verla alejarse con la música que sin duda era el perfecto telón de fondo de sus amarguras… allí sentado, José, que así se llama, junto a su hijo, quizás comenzó a intuir en la lejanía el melancólico principio de aquella música, que llevaba el ritmo de la misma muerte, y recordó los tiempos oscuros que le tocó vivir entre el arco iris que da siempre el amor por aquella joven que conoció mientras estudiaba en el viejo continente y que aquella primera Gran Guerra, la que aún no conocía al diablo disfrazado, tocado de escueto y negro mostacho, como aquel del inmortal bufón del cine mudo, lo hizo volver a su patria que igualmente esperaba la marea de destrucción y sangre que las nuevas tecnologías implantarían en el siglo de las dos “equis”. Fue el principio de su tristeza, como triste empezaba aquella música, más cuando se encontró que aquel primer amor se perdió en el holocausto de un bombardeo y con él, un hijo que nacía con la misma alegría de la música que escribía el pianista.
El violinista se ancló en la tristeza, pero tenía un hermano, Manuel, que tocaba el piano y la fama lo agasajaba en unos tiempos que los llevaron hasta la capital del reino. Aquella fama deparó que aquellos hombres de blanco que veía pasar el violinista le encargasen al famoso cupletista algún poema sinfónico para la Reina de sus vidas, les costó la verdad, pero rápidamente lo consiguieron, cuando el padre de ambos músicos les envió unas fotografías de la dulce Señora que los inspirasen y se reencontrasen con la musas… Allí, en su silla de ruedas comenzaría a recordar aquellas vicisitudes, cuando Manuel, que en realidad se alejaba del sentimiento que envolvía a ese tipo de música, delegó en la mano de su hermano la hechura de la partitura. José comenzó a escribir la música que aquellos señores de blanco, de su querida ciudad les habían encargado. Tiempos tristes en contraposición de la vida de Manuel, seguramente como la línea melódica de aquella música.
La oscuridad se cernió sobre España cuando el “veinte” se hacía treintañero, como la tonada de trompetas parece avisar en aquella pieza musical que había escrito y las ideas claras y publicas de un hijo de Manuel hizo que ambos fueran conducidos hacia una muerte segura, pero el hijo saltó de la camioneta y logró escapar, no así, el famoso Manuel que solo intentó salvar la joven vida de su retoño, quedando toda su grandeza mundana reducida en un paredón de fusilamiento a las afueras de Madrid, por la zona que llamaban de Chamartín. Si no tuvo poco el violinista, le llega el trágico adiós de un hermano que era su otra mitad. Acabó la guerra, y donde su hermano murió se levantó un “templo” donde las pasiones del balompié se alzarían a la gloria, de vivencias mágicas para una España que intentaba levantarse de sus cenizas… tanta alegría, que él, quizás nunca llegaría a sentir cuando en el diario leyese las crónicas futboleras recordando que pasó en aquel lugar del emergente Chamartín. Los dos hermanos se querían y respetaban tanto que todo lo que escribían lo firmaban conjuntamente, aunque quedase claro en los registros oficialistas que aquella música llena del ritmo de la muerte estaba escrita por José. Pero el violinista quiso encumbrar hasta tal punto la figura de su malogrado hermano que comenzó a atribuir todas sus genialidades a la pluma de Manuel para que su recuerdo fuese aún más eterno…
Todo eso seguramente, en aquella noche, tuvo que pensar José Font de Anta mientras esperaba a aquella Señora, la Madre de Dios envuelta en la más infinita Amargura, siempre de vuelta a San Juan de la Palma al compás de la marcha “Amarguras”, por la que la misma hermandad homenajeó con una placa a Manuel Font de Anta, el autor que nunca hizo la marcha –ni ninguna de las demás- y que el verdadero autor, José, recogió sabiendo que el portento salió de su genio y figura, inspirado sin ninguna duda por la tristeza que se apoderó de su existencia. Nazarenos blancos traspasaban la calle, mientras por delante caminaba el Hijo, maniatado, vestido de blanco, en silencio ignorante ante Herodes y en eso que eligió a alguien del público para que sirviese de enlace con lo que estaba por llegar. Aquel señor, se acercó a saludar al viejo violinista y la imagen que se encontró lo sumió en la más profunda piedad. Sus pasos se encaminaron hasta el final, en busca de la que gira el gesto no queriendo escuchar a “Juanillo” y le pidió al fiscal que arriase el paso de la Amargura ante el maestro, verdadero artífice de la marcha que levanta los repelucos un domingo antes como himno no oficial de la semana de la gracia, la misma que explosiona los sentidos cuando el manto de la Amargura se dibuja entre el azulejo en busca de la calle Feria y para muchos ya comienza la Semana Santa. Seguramente era la última vez, nadie lo sabía pero Ella sí, que escuchó perfectamente lo que aquel hombre le pidió al fiscal, el cual en silencio, siempre en silencio asintió sin terciar palabra… el fiscal ya lo sabía, Ella había tomado las riendas y casi le pedía a su pies más pasos, los justos para que su marcha acabase en el lugar perfecto y volviese a sonar. Aquel palio que lo maravillaba aun sin verlo en su color llegó al son solemne de la caja y la Amargura se volvió capataz y le pidió a juanillo que dejara de darle la murga, que él que estaba más cerca del zanco, se volviese costalero y comenzase a llamarse, y el palio no arrió, sino que se giró en busca del viejo violista que recogió una placa que era suya pero por amor se la entregaba su hermano del alma, pero por amor el de su Amargura, al son de aquella triste música, la Virgen le quiso entregar el homenaje póstumo de ver su cara, envuelta en lágrimas Ella, envuelto en lágrimas él, para decirle que “la próxima vez que me veas, tu música sonará a gloria y ya no veras en mi cara ni tu sentirás más…  Amarguras”.

martes, 25 de noviembre de 2014

UNA NOCHE CON SABOR A CUARESMA...

El pasado viernes, por quinto año consecutivo, la casa hermandad de la cofradía del Gran Poder de la ciudad de Andújar retumbó nuevamente al eco del martillo de la fe ciega, a resoplo del costalero en la levantá, a sonido seco y profundo cuando caen los kilos, al racheo que me suena a gloria y eso que,  aunque Rafa Mondéjar iba con el terno, no comandó ningún paso. Tres capataces y un costalerucho ahí de relleno se sentaron a la mesa, y no la de la última cena aunque la hora invitaba a ello, pero nunca la última, siempre la antepenúltima. Gran elenco, eliminándome a mi claro para echar una noche más con sabor a cuaresma como apunté en mi presentación, porque por segundo año, esta gran hermandad tuvo el detalle de contar con mi humilde presencia y mis más humildes palabras para presentar y moderar el V foro sobre costalería que esta hermandad tiene a bien organizar para engrandecer un poquito más la labor social de esta cofradía con su tierra.
La noche nos supo a historia y a otros tiempos, el motivo era bien sencillo, llegaban dos veteranos del mundo de los martillos, aunque por edad podrían estar aun en activo, pero su figura recuerda, sobre todo a los andujareños, el génesis del esos benditos hombres revestidos de arpillera alrededor, y sobre todo debajo de los pasos de los cristos y la vírgenes de su pueblo.




Miguel Ángel Yruela Rojas nos trajo la fragancia de aquella década maravillosa para esta provincia en que en Andújar plantó las maneras sevillanas en su alma. Al igual que Manuel López Montesinos transmitiéndonos las sensaciones que aún perviven en su memoria de aquellos años, que gracias  a la semilla que ellos plantaron tanto han cambiado el “cotarro”, aunque no lo parezca, para bien. Los entresijos de cómo se formaron las cuadrillas del Buen Remedio y los Estudiantes, la pasión sevillana en los iliturgitanos que obraron el milagro, el ímpetu de aquella juventud entremezclado todo con las experiencias de ambos en Sevilla, de cómo se sorprenden al ver el boom que ha tomado hoy día el mundo de abajo, cuando ellos se comieron muchísimos kilos bajos los pasos sevillanos, protagonistas de la segunda transición que vivió Sevilla, la del costalero, pasando del “profesional” al que no cobraba si no que pagaba una cuota como hermano, donde obviamente se analizó como era la técnica de entonces, que parámetros sociales los regia y cuál era el grado de afición, donde el amor a la cofradía y sus titulares primaba más que por quien llevaba el martillo, todo analizado y comentado por un discípulo aventajado de ellos, Rafa Mondéjar, costalero de aquella mítica cuadrilla del Buen Remedio y hoy día un consolidado capataz que ha conseguido evolucionar hacia la figura de capataz que por su pasión y afición se torna en una especie de capataz profesional por llamarlo de alguna manera, es decir, el capataz que no solo se limita a su cofradía, como lo fueron ellos, como Montesinos dejó bien claro, que en su pueblo solo hubiese sido capataz de su hermandad. Un cierto pellizco a la glorias, por fin conseguí que en estas charlas se hable de este también importante mundo, donde ellos dieron su punto de vista ya que ambos han sacado glorias como la patrona de costaleros y capataces, Madre de Dios del Rosario de Triana o el Amparo de la Magdalena, añadiendo el imprescindible apoyo que para ello antes y hoy dan las cofradías de penitencia y la sorpresa quizás desbordada que vive hoy día la capital hispalense con el fenómeno letífico, donde apuntaron que en su época activa salían bastante menos procesiones de gloria y hoy día, como así ocurre apenas hay fin de semana del año en que no haya una procesión de gloria, un mérito digno de reseña para exaltar a figuras indispensables para esta realidad, como la recientemente desaparecida de Juan Martínez Alcalde.
Como apunté, el viaje al pasado, la añoranza de tiempos irrepetibles y la percepción sobre en lo que ha deparado llenaron las paredes de la acogedora casa, de la que por cierto fue la primera cofradía en formar una cuadrilla de personas para que el Hijo de Dios anduviese lleno de gracia por Andújar, aunque aún sin costal, la hermandad del Gran Poder, a la que le doy eternamente las gracias por hacerme sentir especial, sentándome ante los verdaderos genios de este mundo. Como no, a Rafael Mondéjar por confiar siempre en mi persona dándome tanto, que el presente, cuando sea historia me alegrará los días de los grandes recuerdos y las satisfacciones, porque como le digo tantas veces, los malos tragos son los que luego nunca recordamos cuando pasa el tiempo. También me gustaría darle las gracias, Rafa ya lo hizo al comenzar su disertación, a Federico Jiménez Reloba, capataz cordobés, ponente durante dos años de este foro y que tuvo el detalle de venir desde Córdoba para presenciarlo un año más, para mi también fue muy especial sentirnos casi como en familia, y a todos los que se pusieron en carretera como desde Granada para estar allí disfrutando del mundo de abajo. Y para finalizar no puedo olvidarme de mis amigos, locos de este mundo que no dudaron en acompañarme para también ser mis mayores críticos –nos os preocupéis que para el pregón lo daré todo, el trabajo no me dejó preparar bien mi presentación-constructivos, Guerrero, Félix y Óscar, que gentilmente realizó estas fotografías del evento, y también a mi amigo Pedro Soriano y Alejandro, que no siendo ni por asomo capillitas como los que allí nos juntamos, se dieron para conocer un poco más de lleno, que lo nuestro es una auténtica cultura de fe y devoción a la magia de las cofradías… espero que todos disfrutaseis de la velada.

martes, 18 de noviembre de 2014

EL DIVINO PERDÓN ME LLENÓ DE COMPASIÓN...

Ya ha pasado tanto tiempo, ya ha girado tanto la bola azul y aún no he podido volver a recrear aquel momento que inesperado me hizo viajar al pasado. Nadie parece que grabó y quizás por ello nadie aun lo colgó, el preciso instante hecho chicotás, al suave compás, despacio, templada en que un joven Cristo Nazareno cargó con el madero, mientras éste aun le costaba adentrarse en las vísperas de la gracia, porque siempre fueron vísperas, aunque parecía que era la hora aún le quedaba una vuelta más a la bola de los océanos y continentes. El cansancio caía sobre mis hombros como la cruz caía sobre el suyo, bueno... seguramente su peso era más grande, de este joven Nazareno, Divino Él, llevando el Perdón hacia las nuevas extensiones de esa mitológica ciudad que corona un Giraldillo, el cual desde allí ni se contempla, pareciese que estuviésemos en otro lugar. Mira si está lejos, que la fe giratoria sobre el alminar de la gloria le cuesta ver sus perfiles de torres de viviendas abriéndose a la palabra del Maestro hecha cofradía.

Alcosa se hacía cofradía, el barrio se hacia Sevilla y se hacia la semana de las fugacidades contenida en una sola jornada. Un Dios adolescente como lo es su barrio, de repeinada cabellera arteaguiense, de dulce presencia, poderoso e íntegro para llevarse sobre si, bajo la sombra de los pájaros de hierro, todas las desdichas de su gente, sobre un sencillo y barnizado canasto, errante entre faroles al compás de su gente de abajo, pisando un camino de rojo clavel que nos hacía intuir que ya era la hora… pero no era la hora para la urbe que más al oeste esperaba ansiosa. Era la Semana Santa de la antesala de la Semana Santa, todo parecía lo mismo, hasta la penitencia se alzaba con puntiagudos caperuces, no sé si era el cansancio por la repentina hora de alzarse a la vida, por la cruz del volante o que el chit no se activa hasta que una rama de olivo o una palma se pasea fugaz por la mañana más esperada por los callejones de la Madre de Dios. Pero en aquella estrechura prieta, pero sin el encanto de las noches de la luna del Nissan, Jesús, Divino, irradiando Perdón me colmó con un viejo sueño bordado con hilos de oro sobre la solera de un terciopelo rojo, con forma de lagrima con todos sus ángulos perfectos, sin curvas, donde una Estrella de David me hacía volar a viejos anhelos que se comenzaron a forjar en las cada vez más frías noches de este tiempo de recuerdo a los que se marcharon a la vera del dulce y poderoso Jesús, como aquel que caminaba por Alcosa.
Sueños hechos música de trompeta, platillo y repunteo de corneta inconfundible. Me hacía músico bajo una boina y bombardino en esta vida capillita la mía y unas oraciones musicales se clavaban en mis sentidos para no borrarse nunca más, o eso espero, que Dios me mantenga firme esta azotea que a veces tanto hago trabajar sin necesidad. Pueblo nazareno, gentilicio de esas Dos Hermanas que vieron nacer la mítica agrupación para la Madre Estrella de la ciudad. ¡Oh Bendita Estrella!, fue el que se clavó en el alma de muchos y el que le dio su dimisión, pero como Ella misma es, “La Luz de Nuestros Años” trajo a un grupo de jóvenes aprendices de músicos la fragancia de la misticidad y las emociones. Cuantos habrán sentido esto escuchando los míticos sones de esta vieja dama, quizás maltratada por la injusticia que en su vida, cuarenta y cinco años por cierto, vino a poner su gran granito de arena en la música de Eritaña y a conformar la música más directa para los corazones de muchos capillitas que se emocionaban viendo a Dios al compás de los sones de la Estrella de Dos Hermanas.
Pasaron aquellos días, pasaron quizás algunos de aquellos sueños, pero llegaron otros, tal vez los más deseados, no lo sé, pero estaba donde sin duda mi corazón quería estar, sin obligaciones ni compromisos. La felicidad se sentía por los poros de la piel y eso solo pasa cuando hay verdad. Es curioso, tantos años admirándolos e iba a ser la primera vez en que vería a Dios caminar al son de sus sones, como por cierto me gusta más escuchar a una banda, con un paso delante. La tarde y el sol que tanto desee años atrás, el que no puede aprovechar días después acariciaba al Señor con la misma ternura que Él abrazaba el madero, cayendo siempre en el izquierdo, sobre los pies, como andan los Nazarenos en Sevilla, traspasando la fragancia del primer incienso, al compás de los tambores de agrupación y el seco percutir de la caja - como la que tocaba en Linares, Jorge, el culpable de volver a sentir esto- donde los platillos son seña de distinción y se hizo la música, estando donde quería estar, viejo anhelo de mi vida, donde la misma me volvió a dar de bruces con mi pasado cuando las agónicas cornetas alzaron al cielo aun sin estrellas, de un callejón de Alcosa… “Compasión”.

Y la pena es que quizás nadie lo grabó…

martes, 11 de noviembre de 2014

QUE SÓLO ESTÁS CACHORRO...

Te veo venir de lejos, que para no pecar de culto no diré como dijo el poeta pero si, el irrepetible pregonero, atravesando el Altozano con sabor de monte Carmelo, conquistando el puente más costalero del universo, en volandas camino desde el mar de Triana en busca de esa orilla como las gaviotas cuando buscan el ocaso de sus días… la muerte, pero siempre sin encontrarla, alzándote majestuoso, sentado sobre tu trono, pero no la joya arquitectónica de pan de oro del eterno tallista del barrio, pero si el de los dos travesaños que por detrás traes Jorobaito y en la noche santa paseaste vencido en el suelo por su peso. Te veo venir reinando y muriendo sobre tu santo trono real de la cruz y el momento, la instantánea solo me sabe a la frase de maestro Herrera…. “Qué solo estás Cachorro con tanta gente… ¡qué sólo en tu cortejo!”


Que sólo en tu Expiración, como desde niño siempre sentí al Hijo de Dios, muriéndote a chorros, empapado en “ca´chorro de sangre” desplomándose como ríos de redención sobre tu cuerpo, sobre tu Gólgota de claveles rojos, pero con cuerpos y rostros diferentes, pero siempre un mismo Dios que nunca vemos vencer los ojos, que nunca percibimos desplomar la cabeza a plomo como triste certeza de que todo está consumado, apagado, finalizado, como si todo no hubiese merecido la pena. La primera vez que te vi ilustrabas los libros de la cultura que alimentaba las incipientes memorias de unos niños. Uno de ellos dibujaba tu muerte Cachorro, y soñaba con pasear tu Expiración, con otra cara, otro cuerpo, pero un mismo Dios, hoy en el cielo quizás no ve tu cara o quizás sí, cosas de ser el que todo lo puede… hoy te miro y recuerdo cuando te alzabas como bandera que enarbolar en mis sueños y ahora no sé si aquel sueño es estar simplemente contigo, aunque lleve ya tantos años sin verte pasear tú muerte o acaso tu eterna vida… como aquel día de septiembre en que me llevaron a embriagarme con la gracia de tu tierra en que una cúpula y un azulejo me aceleraban el pulso soñando contemplar, oler y sentir tu figura o como ese en que te recortabas entre el frio mármol escuchando mis oraciones escritas sobre lamentos alfareros  en los pentagramas o como cuando me concediste tu primer favor para poder seguir buscando tu muerte en Sevilla mientras Tú te ibas de noche del vuelta a tu casa, aquella que sobrecoges y emocionas, que te manda de vuelta a la Cava tan vivo y agonizante como aquel día de regocijo y leyenda. Gijón no te soñó, el de Utrera solo tuvo que ejecutar tus directrices, tú guiaste su gubia sobre el tronco de vida donde tú dormías esperando salir como del capullo que abre la primavera. ¿Quién sería aquel gitano? ¿Cómo sería su corazón? no sé si entonces te apoderaste de él y lo elegiste para que le pusiera cara y luz a las miserias mundanas desde el viejo camino de Camas, ¿Quién lo apodaría Cachorro? ¿por qué? Seguramente hasta en eso estuviste presente para elegir en un cabildo divino como te llamarían los siglos, los que se siguen extasiándo al verte venir por las calles de Sevilla como el retoño del Altísimo, cachorro del vientre de María hecha Señorita de Triana...
Que escalofrío cuando llego a tu viejo arrabal por la carretera nueva de Camas y el indicador anuncia “El Patrocinio” y en mi alma comienza a dibujarse los repelucos de tu figura, de tu escorzo, de tu mirada reflejándose en un cielo vestido de celeste vistiendo de celeste la tarde del viernes, sin saber si es el fin o es que vuelves ya a la vida, sin pasar por el sepulcro, sin ni siquiera bajarte de la cruz, el temeroso tormento que elegiste como insignia de tus elegidos y como trono austero para todo un Rey del universo. Atraviesas el puente tan sólo, que no sé cómo no lo vences sobre las aguas del gran rio, qué menos para el que creó el mundo en siete días, que pesar más que el mismo mundo, envuelto en una primavera de flores doradas que se encenderán hasta el infinito cuando alguien desde el cielo con forma de calle Castilla te vuelva a preguntar si estás dormido o vas despierto con el quejio que se clava como dagas desde los balcones, porque no sé si eres cualquiera, incluso dudo si eres madera, porque sin terciar palabra no paras de hablarle a todo el que te rodea, aunque siempre vayas tan sólo, como aquel gitano que mirando al cielo, al son de una flamenca trompeta nazarena, sentía que la vida se le escapaba con la misa ternura con la que exhalas eternamente tu vida. Tú, siempre entre el hombre y el Dios, que te llamaron cachorro como a un perseguido y un denostado, para que el universo no le quedara duda de que tú eres como sentenció el pregonero, ¡Cachorro de Dios! ¡Cachorro!

viernes, 7 de noviembre de 2014

LO QUE LE FALTABA A BAEZA...

Durante muchos años, hablar de Semana Santa en esta tierra bañada de olivos, entre todas las que conformaban el orbe cofradiero, la de la monumental ciudad de Baeza era sin duda uno de los más altos reclamos para contemplar a Dios y su Madre bendita caminar por sus callejas dignas de un cuento de hadas. Dicen que es su impresionante callejero levantado sobre los cimientos del mejor renacimiento español, pero también era su patrimonio material y humano, unas veinte cofradías para una ciudadanía inferior por poner un ejemplo, a la de mi pueblo, donde se cuenta con tan solo cinco cofradías de penitencia con más habitantes es un dato para sorprenderse. Y aun con esto, cortejos dignos para acompañar a sus devociones siendo en las últimas décadas incluso portadas por pasos con cuadrillas de hombres y mujeres que lo mismo llenaban unas andas  del modo malagueño como se suele catalogar o un paso portado desde el interior, al modo baezano como dicen allí, que a fin de cuentas es el mismo que llaman “jaenero” o “granadino”, es decir, cargando las trabajaderas sobre los dos hombros.
Muchas cofradías procesionando un mismo día, con itinerarios diferentes, cada una mostrando al mundo el legado artístico de su pasado donde el manierismo o barroco provinciano se daba de la mano con el que llegaría de la ciudad de la Alhambra. Y podría ser mayor aun si no hubiese sido por el estigma que arrastraremos los católicos hasta el fin de los días cuando nuestras devociones fueran atacadas en una triste guerra civil que en este sentido hizo estragos en el Santo Reino de Jaén. Por ello, la Semana Santa baezana se levantó de sus cenizas aportando nuevas imágenes, que en muchos casos se trataron de obras afines a los mejores artistas de la época, en gran parte en aquellos unidos al movimiento artístico de su tiempo, sin caer en demasía en los neobarrocos, aunque algunos crean lo contrario.









Una de la joyas que se tuvo que perder en la Guerra Civil fue el Cristo de la Columna y por ello, tuvo que ser repuesta su presencia y con ello su devoción a partir de una nueva imagen que realizó el valenciano-cordobés Amadeo Ruiz Olmos. Baeza se levantaba, y la verdad que a mí me sorprende su poderío cofradiero sin tener una notable influencia de aquella que siempre lo cambia todo… Sevilla. Pero no se equivoquen, Híspalis plantó su cruz en Baeza, como por ejemplo, los estudiosos de Olmos se desgarran las vestiduras cuando observan que su amarrado a la columna lo repolicromaron más al gusto neobarroco sevillano, dotando a mi gusto, el imaginero Juan Abascal Fuentes a esta imagen de una fuerza y divinidad que sobrecoge. Y llegaron nuevas imágenes del neobarroco sevillano y sobre todo, en la realización de muchos de sus pasos siguiendo el canon esencial iniciado en las andas del Gran Poder, y como es el caso de la Columna dotándolo de un misterio, con dos figuras secundarias que reflejan la flagelación al Hijo de Dios.  Pasos que en algunos casos, cargándolos como allí se destilaba imitaban en cierta manera el caminar de “sobre los pies” ideado en Sevilla, llegando también los “cambios trianeros”, incluso alguno de los que era portado por varales exteriores utilizaba algunos recursos del andar sevillano para mover sus tronos, como las revirás eternas y ciertos cambios de ritmo con la música o abriendo el compás con la percusión de bandas que obviamente se asentaron con la tipología hispalense, banda de música para los palios y cornetas y tambores “Policía Armada” y agrupaciones musicales “Guardia Civil de Eritaña” –como con la que cuenta la Columna- le seguirían el compás al Señor por las calles por donde respiró el aire jiennense el genio de Machado.



Baeza lo tenía todo para ser para mí una Semana Santa modélica, y la admiro pero le faltaba algo… el costal. Le faltaba esa gracia, que hacía que algunos tuviesen que buscar fuera el disfrute de este estilo. El año pasado por estas fechas ponía sus pies en el embrujador casco antiguo de la ciudad Antonio Santiago, para quien aún no lo sepa, el quizás capataz más mediático de la Semana Santa de Sevilla, llevar el dragón de la Macarena creo que puede ser un detalle importante para estimar su figura. Llegaba con su ya conocida exposición sobre el mundo de la carga que él domina, que evidentemente es a costal. La cofradía de la Columna, la única que en la ciudad llevaba su paso de palio a costal daba un paso adelante en la conformación de un estilo más definitivo de su cofradía, seguramente por intentar asentar el estilo del palio y sobre todo para cambiar su paso de misterio a la carga sevillana que venía de malagueño a baezano pero andando como San Gonzalo. Aún recuerdo muchas preguntas a Santiago de los baezanos intentando buscar una respuesta sobre de que diferencia había entre a dos hombros y la trabajadera sobre la séptima vertebra, la verdad me parecía estar en charlas con cofrades de mi pueblo, con similares dudas y en cierto modo que Santiago no pudo responderles, y el motivo es muy claro, Santiago nunca ha trabajado pasos portados  así u eso creo.


Pero para llevar a la práctica esta complicada empresa, sobre todo por cambiar una mentalidad hasta el momento asentada, la cofradía obró antes de esto con criterio y creo que con la suerte del que acierta, en cierto modo, cuando Santiago conoció todo lo que le mostró la corporación del Salvador, se dio cuenta de que los baezanos estaban siendo asesorados por gente que algo sabe de esto, gente que aprende de gente como él pero con una diferencia, luchando y “bregando” con las particularidades que se dan en Jaén. Seguramente, pasada la Semana Santa los costaleros de la Columna se dieron cuenta de que a costal el paso va más asentado, más firme, sin movimientos raros. Que la comodidad entre costalero y costalero es mayor y que para realizar ciertas maniobras, para que los pasos anden como esos que nos maravillan en Sevilla, es indispensable la trabajadera y ese gorrito que en verdad es una importantísima herramienta de trabajo y que haciendo bien las cosas, seguramente iban a sentir el veneno que se te mete por las venas caminando con este más que centenario estilo, que fue inventado por obreros para realizar trabajos muy duros, por lo que la viabilidad del formato es indiscutible, algo que explicó Santiago y que quizás el Miércoles Santo comprendieron y seguramente, Dios lo quiera, irán comprendiendo aún más. Viendo videos, se nota el cambio, lo nota quien medio sabe del arte del mundo de abajo, porque ya verán que de esto se muere uno sin saber nada y me da alegría, quizás no puedo ser imparcial de ver que esta hermandad baezana acertó de lleno consiguiendo que el maestro Rafael Mondéjar junto a su segundo Jesús Joyanes fuese hasta Baeza para marcarles las pautas a seguir en todo, desde la realización de la parihuela, la igualá según las circunstancias del material humano con que se cuenta, la importancia de la ropa e incluso mandando la cuadrilla el Miércoles Santo junto a los que a partir del próximo año ya serán sus únicos capataces. Rafa no cogió otro martillo pero si les dejó su buen corazón enseñando a aquellos que buscan la gloria. Da gusto ver venir a este sereno Cristo flagelado sobre los pies, siempre de frente, al compás de su agrupación, con un galeón que no me explico cómo sale de la pequeña puerta del Salvador, al son de la voz rota de Mondéjar de tantos años mandando pasos por toda la geografía jiennense. No vayan a pensarse que él tiene un consultorio esperando cofradías, pero sirva esta historia como ejemplo, de que si se quieren hacer bien las cosas desde el principio quizás hay que obrar así, buscando a los maestros que ya tenemos aquí, que hay algunos más, pero siempre sin perder de vista las universidades que se alzan por Andalucía con este noble “oficio”, siendo sin duda siempre el referente la ciudad que corona un Giraldillo. Sevilla costalera en Baeza… lo que le faltaba para ser eterna.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

VUELVO A ANDÚJAR... V FORO DE CAPATACES.

Noviembre vuelve a rezumar esencia cuaresmal en la ciudad de Andújar con el sabor de la arpillera aunque por sus calles aun no las recorran las parihuelas repletas de los deseosos de sueños en la semana de la gracia. Cinco años cumple el foro, que más bien es una reconfortante conversación entre amigos sobre el apasionante mundo del costalero en la casa de todos los hermanos de Jesús del Gran Poder. Un año más los señores del martillo se sientan a la mesa para exponer sus visiones y vivencias delante de los pasos y por ende dentro del fenómeno de la costalería.
El próximo viernes día 21, en torno a las 21:15h de la noche, en la acogedora y coqueta casa de hermandad sita en la calle Cervantes nº 3 de la tierra de María Santísima de la Cabeza Coronada, comenzará la quinta edición que por segundo año consecutivo, la hermandad del Gran Poder y Ntra. Sra. del Socorro ha tenido la deferencia de invitarme para presentar o moderar lo que los ponentes expongan, que seguramente y como ha sido estos últimos años harán disfrutar a todos los asistentes. Dos caras nuevas para esta edición y de un peso local importante, donde el origen del costal estará en los labios de cómo no podría ser de otra manera, el capataz de la hermandad D. Rafael Mondéjar Expósito y la visita de su primer capataz, el sevillano D. Miguel Ángel Yruela Rojas, perteneciente a la familia del capataz Carlos Yruela Rojas (en la actualidad capataz del palio del Rocío y Dolores de Santa Cruz). Miguel Ángel hace casi tres décadas que se echase sobre sus espaldas la fundación y dirección de la primera cuadrilla de costaleros de la ciudad de Andújar, la de Ntra. Sra. de Buen Remedio y con ello, el segundo pueblo en tierras del Santo Reino en seguir el estilo de carga de los antiguos gallegos del puerto de Sevilla. Además también intervendrá el iliturgitano y fundador de la primera cuadrilla de costaleros de la hermandad de los Estudiantes, D. Manuel López Montesinos, que viene a ser como lo contrario en su caminar en el mundo cofradiero de Yruela Rojas, ya que uno es de Sevilla y llega a Andújar y Montesinos es un andujeño que estudia, vive y ejerce como médico en Sevilla además de involucrarse por completo en el mundo de las cuadrillas sevillanas en los mágicos años ochenta de la pasada centuria habiendo sacado pasos como el Señor de la Victoria del Porvenir, el Cachorro, Pasión, Exaltación o glorias como el Sagrado Corazón de Nervión o el Amparo de la Magdalena, habiendo sido costalero con Manolo Santiago, de su hijo Antonio con el que comparte una gran amistad desde la facultad –es médico al igual que el capataz sevillano- e Ismael Vargas, el elegido por el Dios de la Cava para que lo guie de Triana hasta Sevilla cada Viernes Santo, o los que Él quiere…

Con todo, quedan ustedes invitados para vivir una velada seguramente muy instructiva y pasar un buen rato charlado por esta bendita locura que es ser los ojos o los pies de Dios y su Madre bendita.

domingo, 2 de noviembre de 2014

LAS TINIEBLAS DE LA GLORIA...

Desde niño, cuando el mes de noviembre se abría, en su festivo primer día, siempre se dibujaba como una jornada con un cierto sabor a triste por aquello de honrar visita a los difuntos, aunque mi juventud no me lo hiciera sentir así, aunque la gente se fuera de “Santos” al campo, aunque los camposantos pareciesen auténticas verbenas, pero el primero de noviembre fuese como fuese me llenaba el alma de lo que es nuestro de verdad, sin artificios. El viernes volvía a casa del trabajo y lo que vi en el centro del pueblo era para que me hubiese ilusionado, niños de “mascara”… parecía que era la hora, que el miércoles enterraríamos una sardina y llegaría la cuenta atrás de la gracia, parecía que era la hora pero evidentemente no era la hora, la cual aún nos queda tan lejos.
Dos formas de ver el día de Todos los Santos, que respeto, aunque en los últimos años, lo estoy viviendo con la magia de mis pasiones a flor de piel, religiosidad popular para los sentidos y es sin duda la mejor de todas las formas. Se repitió el rito, que ya se ha hecho costumbre, el día de Todos los Santos me sabe a la vieja ciudad de los califas, por donde se pasea una Emperatriz durmiendo al Califa de los cielos por antonomasia. Vuelta a la gloria del costal y la música muy rancia, que Amparo tiene un gesto que a veces no sabe uno si está ante una letífica o ante una de esas dolorosas de talla completa que llenan las iglesias, normalmente arrodilladas y son tan poco dadas al discurrir de las calles.
Volví a la calle de la Feria donde los naranjos aun no rezuman a la fragancia de la semana de Dios y su tiempo estipulado, la verdad que qué podemos pedir más, estamos en noviembre y el mismo tiene que saber a su aroma y a mí me gusta la fragancia de cada tiempo en su justa medida. Pero Amparo hace paladear una jornada que aunque aún muy nueva parece que se pierde en la noche los tiempos. Tarde agradable de reencuentros, que esta vez las sensaciones serian diferentes, y las mismas me colmaron, me satisficieron y me emocionaron porque entre la bulla humana que mueve esta otra Madre de la Oración y el Amarrao ya no me sentía como un turista, si no como parte de esas personas que me hacen sentir especial, uno que no es nadie ante la magnitud que ellos, aunque humildemente arrastran sobre sus espaldas.



Que paladeo volver a ver a algunos costaleros que ahora son compañeros y que orgullo que todo un Curro y Federico me reciban con un abrazo, una sonrisa y una confianza. Dio gusto ver comenzar la gloria, de un paso que se volvió a superar, magistral con candelabros y el exorno floral, de la cuadrilla poco más que decir, si incluso la banda sonó como nunca, cuando “Macarena” de Cebrián llenaba el viejo templo dedicado al que sobrenombra al Papa. Comenzó un nuevo año el desglose de emociones, que uno pensaba que sería como siempre, pero es que nunca es como siempre. Cambio de itinerario, el Potro solo lo lamería y el plato fuerte de Armas llegaría en los primeros compases mientras la Madre de Dios dormía a su bendito Hijo, el “Cordero de Dios”. Bulla y más bulla alrededor de María, lo bueno de los cangrejeros es que te sientes entre la gente que respira el mismo aire. “Virgen del Valle” abría una burbuja que en verdad empezó bajo la techumbre de la iglesia y acabó allí mismo mientras las tinieblas de los difuntos entonaban "La Madrugá" haciendo que lo serio sonase a la gloria del cielo. Burbuja que se colmó cuando “Cristo de Vera Cruz” detuvo el tiempo, detuvo el aire, detuvo la noche, lo detuvo todo menos el son de los que alegraban mi alma, mientras parecía que el maestro de Curro tenía muchas ganas de hablar por Córdoba…



Hubo tiempo, porque se repitió el rito del beso a María llena de tristeza, de caridad y cerrando el mes de las cuentas entre los dedos allá por San Pablo, incluso un vistazo a Maria del Carmen que visitaba la obra cumbre del maestro Mesa por el templo cordobés del que entregó la vida al Eterno en Hipona. La gloria del Amparo cambió un poco el chit, menos horas en la calle, nuevas callejas pero igual de evocadoras para pasear como dijo el maestro, el Amparo para quien lo necesita, aunque por allí anduviésemos los locos del folclore humano que mueve esto, los que a su vez somos los únicos que podemos entenderlo a la perfección y saber dónde se esconde en este nuestro mundo las cosas de Dios, la esencia. Pasaba el Amparo como “Pasa la Macarena” ensimismándome en su seria alegría, el momento elegido por Ella para un año más volver a hablarle y solo sentir que era momento de dar gracias, porque últimamente estar tranquilo, sin calentamientos de cabeza, sin tristezas, sin bajones de moral es un precio que me está costando pagar y junto a Ella me resultó como regalado. Amparo que sonó a Amarguras, Amparo que también se dio de bruces con Margot y Amparo que no se podía escapar sin en el otro valle, mientras sus tíos se clavaron como estacas en una revirá con caída donde “Valle de Sevilla” surgió para orgullo del genio de La Vega que en el cielo disfrutó porque en su Córdoba, al final le ha hecho justicia, seguro que el maestro está orgulloso del asesor musical que a su vez de martillos sabe un poco.
Vencía la noche el tiempo de los sueños, perfumándonos de humo sagrado, aunque ya todo lo que quedaba seria a base de momentos irrepetibles, sin atravesar el arco del compás, por la plaza, bajo la vegetación que inunda los patios cordobeses. Llegaba Amparo ante el azulejo de su Dios, el que le quita los sentíos a su capataz con perilla y el maestro no lo quería ver subir, y así fue, nadie la vio subir aunque subió, pero elevándose como en un "crescendo" sobre las magistrales notas de la “Saeta Sevillana” que la sumergió nuevamente en su casa, una año más, cumpliendo con los ritos, de espaldas al pueblo como las cofradías rancias, la gloria más mustia de Andalucía volvió a encenderse como una ascua en la tenebrosidad de San Francisco, ese es el pasaje de los terrores que me gustan a mí, aunque para terror la vuelta a la realidad, mientras Ella marchaba al compás del maestro Moreno, finiquitando de la mejor forma posible este primero de noviembre, que la emoción se multiplica si acaba con un abrazo a maestros que ya siento como amigos…