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jueves, 25 de febrero de 2016

CENTENARIO EN EL SANTO CRISTO DE LA EXPIRACIÓN


Desde que escribiese hace unos años un estudio sobre el paso palio en Bailén, no había vuelto a dejar caer mis investigaciones por el Programa de Semana Santa de Bailén. Desde que el mismo cambió de formato y la entrada de más cantidad de artículos hizo acto de presencia en la ya veterana publicación, comprendí que había llegado la hora de hacer del mismo lo más parecido que mis paisanos conocen con el programa de fiestas de julio, como no es otra cosa que acrecentar la sapiencia de los cofrades bailenenses con artículos de ámbito histórico y artístico, siempre que sus editores lo tuviesen a bien. Este año, gracias a la generosidad de la Agrupación de Cofradías, o Unión Local de Cofradías como se refleja en el número de este año, han vuelto a hacerme un hueco entre sus páginas a lo que agradezco profundamente la deferencia. 
Viendo que nada más y nada menos un centenario podría pasar de largo, decidí hacer un artículo que viniese a conmemorar este cumpleaños tan redondo con la efeméride que nos recuerda que la Santa Vera Cruz lleva viviendo cien años en su ermita del Santo Cristo y que la devoción en la iconografía de Nuestro Señor Jesucristo en su Sagrada Expiración también cumplía su primer centenario entre los bailenenses. Así nace este estudio que someramente relata la historia de la ermita, con la publicación de algunos documentos inéditos que este servidor encontró en el archivo diocesano más lo que me ha aportado el autor de esta parte, porque el estudio no es solo mío, la colaboración siempre magistral de Juan José Villar Lijarcio ha tenido mucho peso en el resultado final del trabajo. El origen, la recreación histórica y los avatares que llevaron hasta ella a la cofradía de la Santa Vera Cruz se narran en el trabajo de investigación. La segunda parte viene acompañado de la narración histórica de las dos imágenes con las que ha contado la hermandad, completándose con los mayores datos sobre la primitiva imagen y la actual a la que hemos podido tener acceso más la inclusión de ciertas hipótesis de cómo pudo surgir este regalo de la familia Martínez y Ramón a la cofradía bailenense, cual pudo incluso ser el taller donde se realizó la actual e incluso la primitiva, la curiosa comparativa con el antiguo Cristo de la Buena Muerte linarense y algún dato inédito como el autor de los Sagrados Corazones que perecieron en la profanación del treinta y seis. Estos son algunos de los detalles que podrán encontrar leyendo plácidamente en el sofá o ante la pantalla del ordenador o móvil al leer este artículo.

CENTENARIO EN EL SANTO CRISTO DE LA EXPIRACIÓN

100 años de Ermita y de Expiración para la Santa Vera Cruz de Bailén
en un enclave histórico de devoción popular

Desde mediados del siglo XVI existen noticias documentales del denominado “humilladero de la Silera”, probablemente una sencilla cruz de hierro que señalaba el final del entramado urbano de Bailén por aquella parte, en lo que por entonces sería uno de los puntos más altos de la villa, sobre uno de los caminillos de entrada a la población. La situación de aquel viejo humilladero de la Silera, en pleno descampado, extramuros de la villa, puede identificarse fácilmente con la actual calle de la Cruz, en cuya parte final nuestros mayores siempre recordaron una hornacina con una sencilla cruz, devotamente conservada por algunos vecinos, ante la que se “humillaban” y santiguaban los transeúntes, labradores y vecinos de aquellas eras altas y calle de los tejares. Todavía hoy la misma casa de esta calle de “la Cruz”, esquina Silera con Almendral, recuerda en su fachada aquella sencilla cruz, justo mirando hacia la lindera ermita del Santo Cristo, capilla que sería levantada durante el siglo XVIII en un enclave histórico, como vemos, de significada tradición y devoción popular.
La Ermita del Santo Cristo de Nazaret (1735-1841)
La “Obra Pía de la Hermita Santo Cristo de Nazaret” o “Santuario del Santísimo Cristo de Nazaret” fue de una de las mayores fundaciones religiosas privadas que conoció la villa de Bailén, de principios del siglo XVIII, para mayor gracia y beneficio espiritual de sus fundadores, don Pedro Padilla Soriano (+1725) y su esposa doña María López (+1735), que promovieron y costearon la construcción de esta nueva capilla, previa licencia concedida por el Obispado, dejándola instituida como heredera universal de todos sus bienes, servida por una capellanía y administración sujeta al curato de la iglesia parroquial de La Encarnación.
En el Archivo Histórico Diocesano de Jaén se conserva un expediente con el testamento y codicilos que en junio de 1735 otorgó su fundadora, doña María López, incluyendo “inventario de los bienes que dejó para el Santuario del Santo Christo de Nazaret que está en la calle del Almendral de dicha villa”. 
Testamento de Maria Lopez. A.H.D.J
Parece ser que esta hacendada vecina, viuda y sin hijos, no llegó a ver finalizada y consagrada su gran obra piadosa, pues, fallecida en 24 de junio de 1735, en su testamento de 14 de junio dejó encargado “que del primer fruto de azeituna que Dios me diere, aunque no esté fallecida, se tomen seiscientos reales de vellón para ayuda a continuar la obra de la Capilla y Hermita del Santo Xpto. que dicho mi marido y yo hemos hecho, y para su mayor decencia”.
Tras las mandas piadosas de costumbre y otras generosas donaciones en favor de parientes y otros vecinos allegados, “por lo bien que lo han hecho conmigo”, doña María López designó como albaceas testamentarios a don Luis Álvarez Tenorio, cura de la iglesia parroquial, y a don Cristóbal Rentero Gámiz, clérigo capellán, “para cumplir y pagar este mi testamento, mandas y legados y todo lo en él contenido […] y cumplido y pagado este mi testamento, mandas y legados y todo lo en él contenido, con el remanente de mi bienes, muebles, raíces, semovientes, deudas, derechos y acciones que me pertenezcan en cualquier manera, intitulo por mi Universal Heredero a la Hermita Capilla y nueva Iglesia que, a expensas del dicho don Pedro Soriano Padilla mi marido y mías, está fabricada para colocar en ella al Santísimo Cristo de Nazaret, que está en la calle del Almendral de esta villa; para que dicho remanente se distribuya en adelantamiento de dicha nueva Iglesia, su adorno y decencia y que con la mayor brevedad se haga la colocación del Señor en ella; con la bendición de su Divina Majestad, y encargo a mis Albaceas pongan de su parte el cuidado posible y que sea con la mayor brevedad y voluntad de los susodichos, cuya institución de heredero hago en aquella vía y forma, que mejor haya lugar en derecho”. 
Esta nueva ermita debió ser consagrada durante aquel mismo año de 1735 o en el siguiente de 1736, pues en el citado testamento y autos son varias las referencias a que se disponga todo lo necesario para su inmediata consagración y la colocación o entronización de su Cristo titular. Queda por dilucidar si aquella imagen no sería más que el Santo Cristo del viejo humilladero colindante, quizá un tosco Crucificado, de hierro o de madera, que fue trasladado a esta nueva capilla, construida a su vera y en su honor para una mejor veneración y culto. Lo que sí parece claro es que aquella nueva ermita de Bailén vino a sustituir la vieja cruz de la Silera o “yerro del Santo Cristo”. Lo mismo que ocurrió en otros muchos pueblos España, a lo largo del siglo XVIII, con este tipo de “cruces viejas” y humilladeros (por ejemplo, el “humilladero del Santo Cristo” en Baños de la Encina, hoy ermita del Cristo del Llano).
Al menos entre los años 1739 y 1753 ya consta el presbítero don Diego Martín de la Cuesta como administrador de los bienes de esta “Obra Pía de la Hermita Santo Cristo de Nazaret”, que en agosto de 1752 declaraba una ingente dotación de cinco hazas en los ruedos de la villa, más cuatro piezas de tierras de campiña y otras nueve piezas de olivar que sumaban un total de 1.016 “olivas puestas a cartabón”. 
Las rentas de este ingente caudal (descontados los derechos parroquiales por colecturía, cuentas y décimas) fueron destinadas a la celebración perpetua de una fiesta mayor cada 14 de septiembre (Exaltación de la Santa Cruz) y doce misas rezadas todos los viernes y sábados de Cuaresma, además de las seis arrobas de aceite que anualmente gastaba la lámpara del Santísimo y otros gastos ordinarios como “lavar la ropa de dicho Santuario”. 
No existe constancia que esta ermita tuviera relación alguna con las cofradías y hermandades penitenciales de aquellos siglos, pero fue una fábrica y capellanía eclesiástica muy popular, que a partir de entonces dio nombre a la también popular “calle del Santo Cristo”, ya muy reconocible como tal en el siglo XVIII, citada como “calle del Santo Christo de Nazaret […] que confronta por la parte de arriba con la calle de la Silera”.
Aquella ermita del Santo Cristo continuó abierta al culto y bajo administración eclesiástica hasta la gran desamortización parroquial de 1841. A partir de entonces la ermita sobrevivió secularizada, conociendo distintos usos civiles a lo largo de las décadas (almacén de aperos, escuela de niños). Sabemos que en el año 1864 el local era propiedad de Juan Antonio Carrillo. En 1916 la familia Corchado, propietaria del inmueble, lo cedió a la actual Cofradía de la Santa Vera Cruz. De esta forma fue recuperada para el culto como “ermita del Santo Cristo de la Expiración”, aprovechando la coincidencia del antiguo nombre de la ermita con el nuevo titular de la hermandad de la Vera Cruz, donando ese mismo año por la familia Martínez y Ramón. Pero hasta entonces, hasta aquel año de 1916, la popular ermita del Cristo no tuvo ninguna relación con el mundo de las cofradías y hermandades de Semana Santa.
A falta de una investigación más profunda, he aquí una brevísima historia sobre esta obra pía y antigua ermita del Santo Cristo, de la que se conserva su fábrica original, de principios del siglo XVIII, con planta de cruz latina y aparejo de sillería, obra especialmente conservada en el crucero, cubierto con bóveda de media naranja. El resto de la ermita, como su decoración interior, ha sido varias veces remodelada y reformada a lo largo del siglo XX, destacando la gran obra general de 1976, cuando se reedificó la nave y la vieja portada, que fue ampliada y coronada con espadaña de ladrillo.
El Santísimo Cristo de la Expiración. Nueva denominación de la ermita (1916-2016)
A principios del siglo XX la actual Cofradía de la Santa Vera Cruz se encontraba establecida en la ermita de la Soledad, pues ésta hermandad, como la de San Juan Evangelista, no contaba con una capilla o ermita propia. Por entonces, la cofradía veneraba, además de la Santa Cruz, advocación titular de la corporación, a la Santa Mujer Verónica, representación de gran raigambre en todo el Santo Reino de Jaén por la reliquia que se venera en su Catedral. 
Pero, como hemos apuntado ya, el antes y el después para la Cofradía de la Santa Vera Cruz llegó en el año 1916, cuando la familia Martínez y Ramón donó una imagen del Santísimo Cristo de la Expiración, al mismo tiempo que la familia Corchado cedió a la cofradía la antigua ermita del Cristo. 
Con el traslado de estos tres titulares en 1916 (Santa Cruz, Verónica y Cristo de la Expiración) la Cofradía de la Santa Vera Cruz reabrió al culto religioso la antigua y popular "ermita del Santo Cristo", que en su origen había sido ermita o “santuario del Santo Cristo de Nazaret". Debido a la coincidencia genérica de su advocación (“Santo Cristo”), la nueva sede de la Santa Vera Cruz y su sagrado titular fue asimilado de forma natural e instantánea por la sencilla devoción de los bailenenses. Desde entonces en este pueblo, siguiendo el habla más bailenera, “la Cruz” es “el Cristo”, o lo que es lo mismo, “el Cristo” es “la Cruz”, tanto monta, hermandad como ermita, siempre inseparables, monta tanto, cofradía como imagen titular.
Así lo explicaba el recordado cofrade de la hermandad de la Santa Vera Cruz, Bernardo Zagalaz Navas que “reinaba Alfonso XIII cuando la familia Corchado cedió a nuestra Hermandad su actual ermita que los mismos hermanos tuvieron que acondicionar, ya que su anterior uso había sido una escuela e incluso local de baile por el carnaval. Fue en 1916 cuando la familia Martínez y Ramón donó a nuestra cofradía una imagen del Santísimo Cristo de la Expiración que daría nombre a nuestra ermita, ya que esta se abrió con el traslado de las tres imágenes.” [Bailén Informativo, nº 32 (abril de 1985), p. 9.]
Por lo tanto, en este año 2016 se cumplen cien años desde que la familia Corchado donara la antigua ermita del Santo Cristo a la Cofradía de la Santa Vera Cruz, del mismo modo que se cumple el centenario de la primera donación realizada por la familia Martínez y Ramón de la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración. 
Cuando llegó la Guerra Civil, a finales de julio de 1936, en la misma "puerta del Cristo" ardieron las tres imágenes titulares, tras mofa sacrílega arrastrando el crucificado cuesta abajo, amontonadas con el resto de enseres y pertenencias de la recién estrenada sede de la cofradía. Sólo se salvaron el gallardete y los cetros, gracias a la intervención del hermano cofrade Juan Pedro Martínez Cano, apodado como el “Negrito”, que los escondió en el pajar de su casa. La ermita, saqueada, volvió a ser dedicada para diferentes usos seculares (entre otros, almacén de un escuadrón de Caballería). 
El 30 de enero de 1940, acabada la Guerra Civil, el párroco Maximiano Torres Muñoz volvió a certificar el uso religioso de la "ermita del Santo Cristo", destinada al culto católico, inmueble “propiedad indivisa de José Moreno Agrela y herederos de Manuel Corchado Medrano”, cedido en comodato a la Cofradía de la Santa Vera Cruz.
A partir de entonces algunos pocos hermanos impulsaron la reorganización de la cofradía, que durante algún tiempo salió a la calle pidiendo donativos para restaurar la ermita y adquirir nuevos pasos. Según Bernardo Zagalaz, “sobre el año 1941 o 1942 la familia Martínez y Ramón volvió a donar una nueva imagen del Cristo de la Expiración”, por lo que en este año 2016 también celebramos la efeméride del LXXV aniversario de la llegada de la actual imagen del Crucificado titular de la Vera Cruz de Bailén. 

Y es que los Martínez y Ramón (Juan Martínez y Amalia Ramón), acaudalada y benefactora familia de Torrelavega (Santander) afincada en la ciudad en torno al año 1850 y gran parte del XX, fueron los responsables de donar por dos veces, en poco más de veinte años, las dos imágenes del Cristo de la Expiración que ha conocido la religiosidad popular cofrade de Bailén. 
Sin duda, la llegada en 1916 de la primera imagen del Cristo de la Expiración pudo estar influenciada por la necesidad de un titular de más peso para la hermandad, ya que hasta entonces la cofradía crucera no contaba ni con un Cristo ni con una Virgen, solo con las tallas de la Santa Cruz y la Verónica. Por aquellos tiempos, faltando un Crucificado para las procesiones de la muy humilde Semana Santa de Bailén, es normal que se pensara en la representación de la Expiración. El gusto cofradiero por esta iconografía había tomado un auge extraordinario en toda España a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando se fundaron numerosas cofradías bajo la advocación del Santísimo Cristo de la Expiración, así por ejemplo en ciudades como Jaén (1888) o Linares (1894), tan influyentes en toda la comarca. No es de extrañar que esta difusión fuese fuente de inspiración para tan significativa donación.
No se conocen fotografías de aquella primera imagen ni su autor, aunque los más veteranos bailenenses apuntan que aquel Cristo era igual que el actual, que vino para reponer al destruido en 1936, lo que podría suponer que aquella primera talla de 1916, fuese de escuela levantina, como su homónima de Linares, y que incluso los Martínez fuesen asesorados en la ciudad vecina para acometer el encargo. Aunque no tendríamos que descartar una posible devoción de los Martínez al Cristo de Limpias de su Cantabria natal en pleno auge por entonces.
Es indudable el protagonismo de la escuela levantina, con sus numerosos talleres y escultores, en aquel renacer romántico cofradiero de principios del siglo XX, en Bailén y en toda la provincia, cuando pueden documentarse importantes adquisiciones de arte religioso, según el gusto y la producción propia de la época. Por ejemplo, en 1889 llegaron a la iglesia de La Encarnación las dos imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y de María, obras del barcelonés Jacinto Calsina. En 1903 la Cofradía de Nuestro Padre Jesús adquirió su primer Resucitado, una imagen con todas las características propias de esta escuela (según puede comprobarse por la única fotografía conservada) y en 1917 la misma cofradía renovó su Cristo Amarrado a la Columna, una nueva incorporación que seguramente hubiese sido de la misma escuela levantina. Recordamos también que en agosto de 1914 se consagró el nuevo templete camarín de la Virgen de Zocueca en el altar mayor de La Encarnación, obra del taller valenciano de José Romero Tena, escultor que posteriormente realizó la devota imagen de Nuestra Señora de los Dolores (1942). En resumen, es lógico pensar que aquel primer Cristo de la Expiración de 1916 pudiese ser del mismo tipo o escuela y, por tanto, muy similar a la antigua Expiración de Linares. 
Expiración de Bailén y Buena Muerte de Linares.
La actual imagen del Cristo de la Expiración, probablemente recibida en 1941, debe catalogarse como una talla de serie, realizado en pasta madera, de escueto valor artístico, aunque de extraordinario valor sentimental y devocional. Un Crucificado que siempre ha poseído mayor prestancia, en comparación tanto con otros simulacros típicos de posguerra como con la producción seriada actual, donde la calidad es incluso de un nivel inferior a la de entonces. Según la casa “El Arte Cristiano” de Olot (Girona) este modelo de imagen nunca ha pertenecido a su catálogo y la verdad es que muy pocos ejemplos del producto sacado del mismo molde se han encontrado por la geografía española. No habría que descartar que la imagen llegase a Bailén desde cualquier taller del área artística levantina que abarcó Cataluña –José María Martínez y Ramón vivió en Tarrasa-, Aragón, Valencia y Madrid, donde las familias Martínez y Corchado adquirieron algunas de las piezas que luego confirieron a las cofradías bailenenses.
Las destrucciones de la guerra y las penurias económicas de posguerra forjaron “hacer el agosto” a los talleres de producción seriada, más asequibles y rápidos que los imagineros o escultores de manufactura íntegramente artesanal. Aquellas fábricas prácticamente tomaron las imágenes levantinas difundidas durante las décadas anteriores como modelos de donde sacar sus moldes. Seguramente en talleres como estos, la familia Martínez puedo encontrar un Cristo de la Expiración similar al destruido, si es que, veinticinco años después, no existiese el mismo negocio en el que fue adquirido el primigenio Cristo donado en 1916, pues muchos de estas casas continuaron comercializando las mismas imágenes ya distribuidas con anterioridad a la guerra. 
Aunque existe igualmente en Linares, una imagen de pasta madera en la iglesia de San José de un Cristo crucificado, donde el Señor ya se encuentra muerto, que fue el origen de la actual cofradía de la Buena Muerte o “Los Estudiantes” de aquella ciudad. Aquella imagen es adquirida por el párroco D. José María López Montes, quien la donó a la iglesia de San José en 1928. Dicha imagen está realizada en pasta de madera por un taller de arte sacro y guarda una perfecta semejanza la cabeza del Cristo con la del Cristo Yacente que procesionó la cofradía linarense del Santo Entierro hasta 1958. Como de este Cristo Yacente, se sabe que fue adquirido en la “Casa Aranda” de Zaragoza en 1929, se atribuye a dicha empresa el crucificado. Observando una comparativa entre este Cristo y el Cristo de la Expiración de Bailén podemos observar que ambos cuerpos son un clon perfecto, lo que podría indicar de que el Cristo bailenense pudo salir de la “Casa de Aranda Torres” de Zaragoza, incluso que la imagen de 1916 también fuese adquirida en aquel comercio de arte sacro y fuese tal como recordaban los más veteranos una imagen idéntica a la nueva y actual.
Así pudo llegar hasta Bailén el Santo Cristo de la Expiración en el año 1941, aunque se desconoce un documento que certifique la fecha exacta de donación a la cofradía. Es muy probable que el nuevo Cristo llegara efectivamente en el año 1941, aunque también parece seguro que no pudo salir en procesión hasta la Semana Santa de 1942, año que realmente debe considerarse en Bailén como el de la primera Semana Santa de posguerra.
Actual Imagen y retablo. Foto; Joaquin Charriel
Desde entonces, la sede canónica de los cruceros bailenenses ha sido presidida por la eterna agonía del Santo Cristo la Expiración, que lleva setenta y cinco años muriéndose en su bailenense compás de Silera con Almendral, coronando la cuesta de su centenaria calle, a modo de Calvario particular, recordándonos, generación tras generación, que sin Cruz, no hay Salvación.
Fieles devotos y hermanos han contribuido desde siempre al mantenimiento de la emblemática capilla del Cristo, relicario de devociones populares, con su amplia nómina santoral de residentes y promesas. Es imposible detallar una lista de las reformas, donaciones y aportaciones más destacadas de las últimas décadas sin caer en el exceso o la omisión.
En el año 1996 la capilla sufrió un incendio fortuito que pudo haber sido catastrófico para el patrimonio de la cofradía. Desde entonces se hicieron necesarias muchas reformas. El mismo Cristo de la Expiración fue restaurado por el tosiriano José Miguel Tirao Carpio en 1997, con un resultado poco favorable que vino a enmendarse por el mismo autor en 2013. Con esta última intervención y policromía, más rica en matices, se ha recuperado parte del aspecto original de la talla. Además, se ha remodelado el cíngulo del sudario, estrenándose nuevas potencias y corona de espinas de orfebrería y, sobre todo, una nueva cruz arbórea, con casquetes o cantoneras doradas en sus extremos y nueva cartela de INRI en el mismo material. Esta última restauración del Santísimo Cristo de la Expiración fue bendecida el viernes 10 de enero de 2014, el mismo día que fue consagrado su nuevo retablo y altar mayor. 
Este año 2016, como hace cien años, “el Cristo” de Bailén franqueará sus puertas en la tarde del Viernes Santo, conmemorando una vez más el momento exacto y culminante de la gran obra redentora del Señor. 
La imponente silueta crucificada del Santo Cristo de la Expiración por las calles de Bailén cada Viernes de la Cruz… ¿Acaso hay mejor lección de teología?
Toda la vida de Cristo fue Cruz y martirio, ¿y tú buscas para ti holganza y gozo?


Juan José Villar Lijarcio
Juan Pedro Lendínez Padilla

lunes, 22 de febrero de 2016

BIENAVENTURADOS LOS LLAMADOS OTRA VEZ… A LA GLORIA

Llegada nuevamente la cuenta atrás de la cuaresma hacia una nueva Semana Santa, mi pluma saldrá reflejada en algunos de los boletines o programas editados preparativos para la esperada semana por los cofrades. Este año solo he participado en el Programa de Semana Santa de Bailén 2016, al que vuelvo a escribir un nuevo año con motivo del Pregón de Semana Santa, en el cual tendré la dicha de presentar a mi predecesor, Enrique Camacho Sánchez. Esta vez escribo como el último pregonero dejando en mis palabras un artículo alusivo a mi experiencia como pórtico de lo que está por llegar. Este año también he vuelto después de algunos años a dejar un artículo de investigación que más adelante compartiré.
En esta ocasión, como el programa ya está en la calle llegando a los cofrades de la ciudad, les dejaré el primero de ellos, escrito como pregonero del pasado año, para aquellos que no puedan tener acceso a un ejemplar. Un artículo escrito en un momento de la vida que me hizo cambiar el rumbo o eso intento de la misma, un texto que creo versa sobre la verdadera verdad que nos intentó transmitir Jesucristo cuando el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

BIENAVENTURADOS LOS LLAMADOS OTRA VEZ… A LA GLORIA
Cuando estén leyendo estas palabras, estarán haciéndolo en el único tiempo que vivimos que es el presente, no hay más universo en nuestra vida terrenal que el momento en que respiramos y el latido de nuestro corazón retumba en el silencio de nuestra conciencia, aunque ya de por sí estas palabras les hablen de pasado y con ello les haga viajar a él, curiosamente como preparación para algo que va a venir, o se espera, en el futuro.
Dicen aquellos que estudian el pensamiento y el comportamiento humano, que el ser humano estamos continuamente amarrados en nuestra conciencia al pasado, siempre intentando buscar la felicidad de momentos que ya pasaron o lo que es peor, latigándonos con los momentos que en cierto modo, como pasados que son deberían olvidarse.
Aunque dicen que si hay que volver a aquel momento presente que ya pasó y que aún vive en nuestra memoria hay que hacerlo con aquellos que te aporten, más incluso que los que te hicieron feliz, que aún son capaces de no sacarte de aquel punto del pasado, soñando con un futuro que ojalá volviese a hacerte sonreír como aquél lo hizo o en ese otro en que piensas que tu vida comenzó a ir cuesta abajo. No hay más tiempo, que el que vivimos, ese mismo que estás utilizando para leer esta sucesión de palabras donde la primera ya es pasado y donde aún te esperan muchas más para concluir un nuevo futuro que serán, seguramente las sensaciones que te haya producido esta lectura.
Muchos piensan que el único momento que viven es un tiempo de tránsito, casi sin valor, como en un estar por estar, un vivir sin vivir… donde la rutina los hace pensar en aquel pasado que los empuja a un futuro que aún no existe simplemente porque no se paran a observar el tiempo que viven con el detenimiento de aquel que ya solo vive en su mente, sea pasado o futuro. Hace un año, en un sábado de saludo invité al pueblo cofradiero de Bailén en aquel mismo presente, en ese momento vigente que vino antecedido de mucho temor hasta que el tiempo -aunque diría que no existió el tiempo en esa hora y poco más- o más bien ese momento presente, fue elevándome sobre el suelo viviendo unas indescriptibles sensaciones, que la verdad, no les voy a engañar, en el pasado las soñé como cualquier humano sueña con las luces de la gloria, como esas otras tantas que quizás no llegarán. Si la ilusión de la vida fuese como la recompensa tras el aplauso del pueblo, aunque fueron más las palabras de emoción, de haber llegado a las profundidades del alma de aquellos en aquel mismo presente, valdría la pena darle vueltas y vueltas a la guarida de la mente con el deseo por el reencuentro con la gloria.
Esa gloria hecha semana de cofradías a la que quise sumergirles, ¿recuerdan? “Parece que es la hora”, y es que no era la hora, pero ya la presentíamos, y es que el pregón era un presente obsesionado con un futuro que es de verdad, el que estalla con los sentidos. Esta tarea, que tal vez no hayan entendido es la única que atesora el pregonero; llenar de ilusión y de gracia al que espera siempre en esa cárcel que a veces convertimos el presente, el único que vivimos. Menos mal que no pasamos mucho más allá de esa frontera como sí la traspasa el único protagonista de todo esto. Esa es la única tarea según mi parecer, fuera de las ovaciones que te elevan el alma, fuera de ese honor patrio que ha de suponer según aquellos que no saben el tormento que supone que cada día, cada presente, te obsesione con un futuro que será un nuevo presente por construir sin poder asegurar ni un ápice como acabará aquella obra que es cada minuto del día, como si ello mismo supusiese el alcance de algo tan superior que en realidad… no lo alcanza. Los honores, las mieles de la gloria, el cariño, el afecto, el pregonero… se fueron diluyendo mientras bajaban los decibelios de las palmas, mientras en el teatro los flashes iban en decrecimiento, cuando en el silencio del patio de butacas solo quedó el alma del pregón y en el brindis de la noche solo quedaba saborear el caldo de un pasado tan cercano que aun parecía presente, pero ya no lo era... 
La espera de la Semana Santa es algo parecido o eso creo. Es tan grande la recompensa de lo vivido -porque no me equivoqué, la invoqué, los invité y la Semana de Dios llegó, pero lo más importante es que se hizo la Semana Santa y volverá-, que el cofrade se sumerge en una espera que en realidad lo hace vivir en una continua Semana Santa presente… o casi. Pero la realidad aplasta y las señales del tiempo marcan unos presentes que obsesionan con un futuro teñido de blanco y rojo y palmas balanceándose en un aire que necesitamos respirar, porque sabemos que no hay otro como el de ese presente que intentamos dibujar en nuestras almas y que lo bautizamos en la pila bautismal del Domingo de Ramos. Saboreen la espera que en sí es la vida, llegarán las luces y las emociones y otra vez tocará volver al letargo, pero no duden en abrirse al estruendo de la gracia que un nuevo pregonero intentará trasmitirles, en ese único momento para transportarlos a un futuro ansiado donde nos parece estrenar hasta el aire, tan solo porque es el día en que inconscientemente aprendemos a vivir el presente.
Por ello, aunque ya vive en los anales, pero la misma historia me vuelve a pedir una cita… ¡gracias vieja Baecula! a los que me hicieron sentir eso que dicen que vive en la posteridad y que en realidad se difumina cuando por fin una palma juega con el aire bailenense, aquellos que vivieron el presente del pregón y que solo allí sintieron prenderse la llama de un fuego de vida que no te recompensa ni textos, ni videos ni mil explicaciones aunque te puedan hacer sentir algo más de lo que en realidad le da un pregón al pregonero. Somos humanos, nuestro pasado no trasciende tal vez al futuro como la entrega de amor que Nuestro Señor rememora cada día en la eucaristía y en su bendita semana que abre la primavera, pero gracias por hacerme recordar aquel presente del pregón como algo satisfactorio, pero del que aprendo desde que se cerraron las puertas de la Casa de la Cultura a que hay que seguir creciendo como SER que VIVE, no con un “fui” o con un “sería”, sino forjando grandes presentes y esperando, como nos indican desde las alturas, el futuro en el único tiempo que vivimos: el presente. Por ello quedémonos con las vísperas, que la gracia de la Semana Santa, aunque solo dura siete días, será el desbordamiento del corazón y los sentidos en un tiempo sin relojes… solo un consejo, hagan de su vida un continuo pregón, sentirán como yo en aquel presente que no tocarán el suelo.
Juan Pedro Lendínez Padilla


Pregonero de la Semana Santa de Bailén de 2015

lunes, 15 de febrero de 2016

PAPELES PERDIDOS... PAPELES NECESARIOS.

Hay un gran tesoro en las cofradías que paradójicamente suele ser el menos valorado y cuidado de todos los que las componen. Un preciado tesoro que no se procesiona, ni se le rinde culto, ni se publican estampas sobre él, pero la verdad para mí, tras la única verdadera esencia que ha de regir a una hermandad, como es el amor en Cristo y su iglesia, viene este tesoro que lo que viene a aportar es el legado, el ser, la personalidad que se forja con lo que se fue y eso es la historia de la mismas. De nada sirve tener un presente si no lo has forjado con el aprendizaje de los años y si los años se borran, tu presente existirá, pero será nuevo, de nada valdrá el peso del tiempo. Y para conocer la historia hay que adentrarse en el lugar donde se podía grabar hasta hace tan solo un siglo… en el papel. No había fotografías ni videos, solo estaba el papel donde escribanos o aquel que supiese escribir iba dejando constancia de sus movimientos sin saber que en este presente habría personas ávidas de conocer que hicieron y sobre qué circunstancias asentaron los pilares de las hermandades que llegaron al presente o ya desaparecieron.
Hubo una enigmática cofradía en mi pueblo de la que solo conocíamos un mero dato y los que el boca a boca nos legaron esos ya difuntos jóvenes de la posguerra. Hay legajos, la verdad, bastantes suficientes como para volver a contar la historia de la religiosidad popular en Bailén, aunque la verdad esta entrada va para todas las hermandades del mundo. Aún faltan más cosas, si es que existen, que ojalá con el tiempo vayan apareciendo y simplemente vengan a enriquecer nuestra sapiencia, que aquí en Bailén nunca se les ha dedicado un estudio completo a las cofradías en su conjunto.
Es curioso que les decía que es un tesoro y a su vez es tal vez el elemento menos considerado, pero lo cierto es que los siglos se han encargado de mover para aquí y para allí aquellos escritos donde se guardaba la vida de algo tan grande en esta tierra como son las hermandades. A las cofradías, cuesta que llegue la ciencia de la archivística, para muchos son simplemente papeles viejos, muchos de ellos ilegibles para los escasos en leyes de la paleografía, aunque entre esos garabatos te cuente cuando se fundó una cofradía, quienes fueron los que la fundaron o incluso quien fue el genio que dio vida a la devoción de tantas y tantas generaciones. Que les voy a decir de las cofradías, grupos por excelencia de cristianos donde los errores humanos no son ajenos, y esos errores humanos han llevado al extravío, perdida e incluso sustracción –que podría ser hasta penado por la ley- de aquellos papeles viejos que parecían que no servían para nada, pero algún valor tendría cuando desaparecían por arte de magia.
Las hermandades como las personas mismas deben de cuidar y custodiar sus papeles, sus escrituras, pero con la salvedad de que ellas son algo que va más allá de la privacidad que nos pertenece por nuestra propia naturaleza, siendo asociaciones por donde pasan cientos de personas, durante años con un único fin de culto, público o interno y de una entrega a la sociedad. Son papeles que se deberían facilitar para su estudio y la publicación de lo que nos cuentan, pero sobre todo que se sigan manteniendo no para sí mismos, sino para el gozo de toda la sociedad que aunque lo ignore necesita saber de la propia vida de su vida.
Es triste que un investigador se deje su dinero en viajar hasta otras ciudades para encontrar cosas que quizás puedan estar en su pueblo, como es mi caso, y esto no va en concreto a que no me dejen estudiar sobre lo que hay, esto va cuando te enteras que existieron documentos que nos revelarían cosas totalmente desconocidas y solo te deja la resignación de saber que se le perdió la pista y que solo el que lo tiene puede disfrutarlo, cuando la mayoría de la veces, no lo disfruta, solo con saber que lo tiene en su poder le vasta, como si el honor de tener el tesoro fuera más importante que el tesoro que supone entregar la información para todos para seguir conformando poco a poco más la cultura de esa localidad, de la que muchos se golpean el pecho de orgullo, y para ellos no hay más orgullo que su ego propio.
Existió un libro que nos podría contar bastante más cosas que aquel simple dato de petición de un lugar en una capilla, un libro que desapareció sin saber muy claramente cómo. No vengo a reprochar nada, ni lo importante es como se perdió, solo vengo a entregar estas líneas para llamar a la conciencia de este asunto, porque quizás aquel libro de actas está guardado desde la ignorancia a valorar lo que tienen y pueda recuperar una historia olvidada, y quien dice si no levantar la chispa para hacerla renacer, aquella que comenzó justamente en un día como hoy, porque sí, en otros lugares he encontrado algo de ella, tiempo, dinero y vista me ha costado, aunque nada de esto ensombrece la satisfacción personal, pero tristemente aún no ha llegado la hora de desvelar más, pero que les quede claro, esto no lo quiero para mí, lo quiero para todos y esto saldrá o eso espero, para cuando Dios vea conveniente el quién, cómo, dónde y cuándo.

A la memoria de mi bisabuelo Cristóbal Lendínez Salmerón, documentado como hermano que fue de aquella cofradía, porque hoy estaría de gran celebración la cruz, el hisopo y la calavera…

sábado, 13 de febrero de 2016

ESPERANDO LOS MOMENTOS DE DIOS...

El momento no estuvo programado, aunque la jornada marchó tan genialmente como si los caminos los hubiese gubiado Bernini o el mismísimo Montañés. Tocaba en el horario, tocaba en la zona y en la esquina de las revirás eternas nos apostamos esperando el barco donde la mansedumbre, la aceptación y el amor ante el mayor desprecio venía Presentado a Sevilla. Veníamos dejando ya estampas para el pasado buscando como la vida misma momentos para el futuro, pero el presente se vestía a la romana porque Pilatos venia imponente sobre un galeón dorado. Había sitio, nos acomodamos y esperamos a la gente que hizo a la Encarnación del verbo dolorosa para mayor gloria de Andalucía. Vino el bendito fruto de su vientre, Ecce Homo entre trianeras formas con la esencia de la Calzada. ¿Que podría pasar? Se alzó al cielo el Hijo de Dios y sus chicos del ros y plumita azul rememoraron sus orígenes cuando quisieron cantarle en alabanza con sus instrumentos al más verdadero de los dioses, el que vive y está presente para mayor gloria en el pan ofrecido en su última cena, donde nos entregó todo su ser, su cuerpo y su vida, y esperando sentencia de sus hermanos caía en el costero y el sobre los pies mientras los ecos de Jesús Sacramentando parecieron decepcionarme…
Me esperaba algo “más” … pero el Dios de San Benito hizo la proeza de darme el momento de aquella semana de gloria que ya vive en el recuerdo, la música fluyó por el aire y se entremetió por mis poros hasta adentrarse en mi alma para dejarme absorto contemplando como Dios camina por Sevilla con el sello “pilatero” de la Calzada. Todo fue perfecto hasta alcanzar el culmen de una obra de arte… efímera, la grandeza de los toreros del mundo de abajo mientras Dios callaba a los que viven atrapados en el tiempo, por eso los pájaros no cesaron de cantar como una voz más de la marcha, porque ellos sí viven cada momento de su existir. Y nos sacó del tiempo y nos detuvo en el abismo, para que sintiéramos lo que es vivir, los que es borrar todo lo accesorio mientras la música y el movimiento nos llevaba hasta la paz infinita que nos trajo el Carpintero que en la Calzada llaman Presentación… al pueblo. Nadie contó los minutos, ¿alguien sintió que los había? ¿Alguien sintió entre la música algo más que el latir de su corazón, qué el impulso de su alma hacia un estado o lugar que no podríamos describir? Encaró Orfila y casi no nos dimos cuenta, y se fue poquito a poco mientras parecía que ni respirar nos hiciese falta y en un crescendo costalero digno del más grande de los pentagramas se fueron cantando al son costalero, la música del racheo, mientras la Loba Capitolina rasgaba un cielo que por momentos no nos parecía de este mundo. Nosotros los hombres que no sabemos vivir sin salir del pasado y sin soñar con el futuro, pudimos en aquel momento despojarnos de esa condena, esa condena de la que vino a sacarnos, en esta ocasión, cautivo y presentado al pueblo como se marchó Jesús… ¿saben porque ansío tanto la llegada de la semana de la gracia? Porque me hace encontrar el momento presente, el vivir de verdad como no se vivir durante toda mi existencia… ya queda menos.

lunes, 8 de febrero de 2016

LA ERMITA DE LA PURÍSIMA EN LA MINA DEL CORREO DE BAILÉN.

Aunque este blog sea un lugar donde pararse a saborear los entresijos que conforman el mundo cofradiero, lo cierto es que dentro de mis posibilidades también quiero que sea un lugar para el disfrute de la cultura. La temática no se desviará, pero como buen lector capillita que soy, algo que me suelo encontrar son trabajos de investigación que no tienen que ver nada con los actos o cultos de las cofradías, pero si con el devenir de la iglesia, y como yo tengo claro, que las cofradías, como cristianos convencidos que se supone que las conforman, también traeré a estas páginas cuando Dios así lo disponga, historias que tengan que ver con la vida de la iglesia. En este caso, y espero que me perdonen aquellos que se aburran porque últimamente no salgo de la temática local de mi pueblo, y es que diversas circunstancias sobre el mismo no me dejan espacio e inspiración para estar como siempre he estado, hablando de la Semana Santa de cualquier punto geográfico.
En esta ocasión les voy a hablar de minas, esas que conformaron el paisaje de la comarca que circunda la ciudad, aquellas que durante el siglo XIX y casi el XX forjaron el concepto de que Linares era tierra de minería. Pero lo cierto es que, aunque las oficinas, empresas y trabajadores se afincaron en la vecina ciudad, dándole el esplendor de gran ciudad que aun atesora, muchas de aquellas minas estaban en varios términos cercanos, y uno de ellos es Bailén. El viernes, yo que no soy ducho de asistir a algo de lo que creo nunca me ha interesado, cambié mis hábitos y me acerqué a una conferencia en el Museo de Bailén en torno a diversos aspectos sobre las viejas minas de la comarca, en este caso las de Bailén. La verdad, no me decepcionó, porque cuando una persona se siente una esponja del aprendizaje, el asunto no le fue indiferente, más cuando desde pequeño he crecido entre una cultura, que como allí se defendió, no se explota para poder valorarla más en su justa medida. La presentación del 11º Congreso Internacional de la Minería de la Comarca "Linares-La Carolina", que incluye a Bailén, la Ruta Senderista del 21 de febrero y la ilusión sobre explotar estas minas como recurso turístico abordaron la interesante cita, pero como dije, aquí no me voy a despojar de la temática religiosa del blog.
La charla me recordó y me lanzó la idea de que era un buen motivo para compartir con ustedes una pequeña página que conforme un poco más la historia de la iglesia bailenense. En los últimos tiempos, metido a ratón de archivo he recopilado entre otras cosas un pequeño documento que nos habla de las minas y la iglesia de Bailén. Encontrado en el archivo histórico diocesano, una curiosa petición nos habla de la construcción de un oratorio o ermita en la mina “El correo”, quizás la mina, o lo que queda de ella, que mejor conocemos los bailenenses ya que sus restos son bien visibles desde la carretera que une ambas ciudades, Bailén-Linares.
Una mina bailenense gestionada y explotada en Linares curiosamente por una empresa titulada “Los Amigos de Reding”, con las connotaciones bailenenses que acarrea esa denominación. Desde esta ciudad cursaba petición el día 22 de marzo de 1881 al obispado el gerente de la misma, D. Enrique Amado Salazar para recibir el permiso de colocar en la ermita denominada como de “La Purísima Concepción” un vía crucis, posiblemente una serie de cruces donde se rezarían las estaciones en hipotéticos vía crucis que se rezaran en la misma.
Nueve días después, el 31 de marzo de 1881 se da respuesta desde la diócesis aprobando la petición y dando órdenes al párroco de Bailén, ya que la mina pertenece al termino de dicha parroquia, para cómo ha de ser su colocación, la bendición y que se conforme un acta sobre el mismo. La verdad, desconozco si ya se tenía constancia de una ermita allí y como pudo ser la vida religiosa de la misma, e incluso si aún quedan restos de la misma. Según “La Guía de Linares y sus minas”, editada justamente un año antes, esta empresa explotaba las minas del Correo, Coto San Joaquín, San Joaquín 2º y la Constancia de los amigos de Reding. Trabajaban un término medio de 400 hombres diarios, teniendo entre oficinas, talleres, almacenes, cuadras y casas de mineros hasta 34 edificios. Dista a 4 kilómetros de Bailén y 9 de Linares. Había una carretera desde la mina a Bailén –supongo que el actual camino- por donde pasa la carretera general de Andalucía. Están situadas estas minas en la dehesa de las Yeguas, término de Bailén y llegan al termino de Linares atravesando el rio Guadiel. Tenían 94 acciones y tres cuartas partes de otra y se cotizaba de 50 a 60 reales una. Por cierto, comentaron que desconocen algún atisbo sobre minería en el término actual de Santo Tomé, aunque los historiadores romanos citasen minas cerca de Baecula y los investigadores contemporáneos se la lleven al termino de aquel pueblo…
Esta es la transcripción de ambos documentos, los que nos hablan de uno de los pequeños oratorios que conformaron el campo bailenés con otros ejemplos como la capilla del cortijo “Lillo” o el de los Corchados, lugares retirados del núcleo urbano donde se daba culto para los fieles que vivían en aquellos parajes.
"Exmo. Sr. Obispo de Jaén.
Don Enrique Amado Salazar, coronel, Teniente Coronel de Ingenieros y Director Gerente de la Sociedad Especial Minera “Los Amigos de Reding” a V. E [vuestra excelencia] con la consideración debida expone: que habiendo construido en la mina “El Correo”, situada en termino de Bailén, y propia de la sociedad que represento una capilla bajo la advocación de la Purísima Concepción; y deseando poner en ella el vía crucis a V.E respetuosamente.
Suplica se digne autorizar la colocación del expresado vía crucis, las indulgencias que tuviera por conveniente gracia que confía alcanzar de V.E, cuya vida guarde el cielo muchos años. Linares, marzo veinte y dos de mil ochocientos ochenta y uno.
Enrique Amado Salazar"

"Marzo 31 de 1881
Usando de nuestras facultades ordinarias, damos licencia al sr. cura párroco de la de Bailén, para que pasando a la capilla rural dedicada a la Purísima Concepción en la mina titulada El Correo, término de la ciudad de Bailén, y de la propiedad de la sociedad minera denominada “Los Amigos de Reding” de la que es director general, D. Enrique Amado Salazar, de bendición y erija el vía crucis en citada capilla u oratorio, según se previene en el ritual, cuidando colocar las cruces a distancia proporcionada y de levantar acta ante testigos que la firmaran de haberlo así practicado, la que se conservará para que en todo tiempo así conste.
Lo acordó y firma su ilustrísima el obispo mi señor de que certifico.
[firma + obispo]                                                                   

 Por Mandato de su ilustrísima el obispo mi señor licenciado Francisco Fernández.  [firma]"