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domingo, 31 de julio de 2011

EL PATRIMONIO IRREMPLAZABLE ...

La impotencia y la rabia inundan mi ser cada vez que observo fotografías como la que abre esta entrada. Se trata de nada más y nada menos que de la joya de la corona artística que poseía mi pueblo, el retablo que realizó en el lejano año de 1586 el seguramente imaginero retablista más cotizado y afamado del Santo Reino, Sebastian de Solís junto a Blas de Figueredo. Esta portentosa obra fue la gran pérdida del patrimonio devocional y artístico de mi pueblo –solo se salvaron unas columnas-, Bailén en los malditos días de la Guerra Civil Española. Si es que que como diría mi amigo Pedro Soriano: “teníamos una mini-catedral y todo se lo cargaron”. No le falta razón cuando uno se para a pensar en todo lo que se perdió, seguramente en el mes de agosto de 1936 cuando justamente un mes antes, al comenzar la guerra los sectores radicales de la izquierda comenzó a atacar a la iglesia católica y sus afines, considerada “enemiga” al estar siempre afín a la ideología que defiende su misión -con o sin partidismo, cada cual piense lo que crea conveniente-, la derecha y que “apoyó” aquel alzamiento militar con Francisco Franco a la cabeza. Que se podría esperar cuando la II República trajo un aire antirreligioso, radicalizado por los sectores más humildes del bando ajenos a una cultura que los hiciera ver la tragedia que suponía borrar del mapa el patrimonio artístico de España ¿tan solo por herir los sentimientos de sus “enemigos”? aquello puso a la iglesia en ojo del huracán, siendo atacada en los primeros compases de la misma y sobre todo en los primeros días de la guerra y en menor medida –conforme iba ganando terreno el llamado “Bando Nacional”- hasta el final de la misma. En Bailén al parecer esta “corriente” destructora llegaría como he dicho un mes después o por lo menos eso apunta las pocas crónicas de los actos sacrílegos al patrimonio devocional como es el caso de la Virgen de Zocueca y la Virgen de los Dolores.








Todo el rico patrimonio de la iglesia de la Encarnación perecería en las llamas, un patrimonio que en la mayoría de los casos no hemos podido conocer y disfrutar. Saber por lo menos quienes fueron los artistas del pasado que dejaron su arte para la posteridad del por entonces pequeño pueblo de casas encaladas, alfareros y campesinos. Y lo que es peor, también ardieron multitud de archivos de la parroquia que seguramente hoy en día nos hubiesen desvelados nombres y fechas de las que por lo menos gozar y llorar, teniendo que acudir con la esperanza de encontrar algo a archivos provinciales, diocesanos –los que dejaron igualmente- o protocolarios. Incluso inventarios que nos diera una idea de lo que albergaba la vieja parroquia en aquellos días de calor y desasosiego, que nos hace limitarnos como siempre al boca a boca de una generación cada vez menos abundante y en la que su conciencia ya les juega malas pasadas. La trágica destrucción de la patrona, la Virgen de Zocueca a hachazos para usar su “cuerpo” para guisar una paella y  un niño Jesús que al parecer se encontraba en el altar mayor son algunos ejemplos del rico patrimonio con el que contaba la entonces única parroquia de Bailén, amén de elementos como el órgano y el coro. De menos calidad artística era el camarín que realizó el valenciano José Romero Tena en 1912 para la Virgen de Zocueca, que de trazas neogóticas “tapaba” la portentosa obra retablística del siglo XVI. Seguramente habría que meter en el saco la talla de Santa María Magdalena de su hoy inactiva cofradía como una de las imágenes destruidas en la Encarnación y sobre todo alegrarnos de la salvación, casi inexplicable de la portentosa talla, quizás de la escuela genovesa del “buen ladrón” San Dimas que aún hoy sigue coronando el primer escalafón como obra de arte de primerísima categoría en la ciudad.








Aspecto de como quedo la iglesia.
Las cofradías perdieron sus bienes más importante; sus titulares. Por entonces la Semana Santa comenzaría el Jueves Santo con el titular histórico de la hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno, es decir el Señor “Amarrao” a la Columna que según los más viejos era una imagen que sorprendía por su aspecto y anatomía, seguramente fiel heredera de la imagen que igualmente pereció esta vez a manos del ejército napoleónico en 1810 y que podría seguir la línea estilística de las grandes obras que se realizaron en el siglo XVII. Aquella imagen según me contó nuevamente mi amigo Pedro Soriano, tal como le contaron sus familiares más veteranos, se intentó rescatar por sus antepasados llegando demasiado tarde cuando los asaltantes ya se habían apoderado de la antigua capilla de la Consolación, su actual capilla que hace siglos fuese la original de la Santa Vera Cruz. Las imágenes de la cofradía del Nazareno eran los mismos titulares actuales, es decir: “Amarrado a la Columna”, “Jesús Nazareno”, “Santo Entierro” y “Cristo Resucitado”. Imágenes que tuvieron que realizarse posteriormente a 1810 para sustituir a las primitivas que fueron destruidas, imágenes aquellas que nos arrebató el sable francés y que al no existir la fotografía no hemos podido conocer. Obras que seguramente saliesen de la mano de Sebastian de Solís o su hijo Juan, por su relación documentada con este pueblo entre una enorme lista de imagineros giennenses y granadinos que conformaron la estatuaria religiosa de esta provincia.



Como he dicho, la quema de archivos obstaculizan la investigación en estos menesteres, al igual que con estas imágenes de las que tampoco se conocen su autor y procedencia, tan solo con guiarnos por las fotografías públicas y conocidas hasta la fecha de aquellos titulares; el Nazareno que al estar íntegramente revestido a la usanza y moda del XVIII resulta complicado adivinar una futurible atribución y la del Resucitado, que al parecer se integró en la que seguramente fue la gran cofradía de penitencia de entonces en los primeros años del siglo XX. Observando la fotografía y conociendo las corrientes artísticas de aquel momento no es de extrañar que saliese de algún taller valenciano como podría ser Pio Mollar o Romero Tena, el cual trabajó para Bailén antes y después de la fratricida guerra –tras la misma realizaría la Virgen de los Dolores-. La nube sobre la que descansa el triunfante Cristo, el tratado en el modelado de los cabellos de la cabeza y barba o el trabajo en la anatomía del cuerpo parece indicar a la escuela levantina. Todas perecieron en las llamas, incluso recuerdo como en el colegio, el que fuese mi profesor de historia D. José Calvillo nos relató que al parecer la imagen del Nazareno fue arrastrada por algunas calles en irreverente procesión, incluso siéndole extraído uno de los ojos por unos de los milicianos para arrojarlo al balcón de un médico del pueblo, el cual era considerado “fascista” por su condición social y económica.

Nueva Imagen tras la guerra.
Igual suerte corrió la imagen de San Juan Evangelista, de la cual no conocemos fotografía alguna que nos mostrase como era aquella imagen, sirviéndonos tan solo de la antigua pintura del viejo estandarte para hacernos una idea de cómo era aquella efigie, la que intentó plasmar años después Juan Francisco García. Curiosamente una vez escuché una singular historia alrededor de las burlas que recibió este antiquísimo icono devocional bailenense en la que me narraron que una mujer que participó en aquellos sucesos, a modo de mofa se vistió con la túnica y mantolín del discípulo amado y simuló el movimiento estático de la imagen como si fuese sobre sus pequeñas andas o parihuelas. A los años al parecer comenzó a padecer una enfermedad degenerativa en la que sus manos y brazos se le quedaron prácticamente paralizados en una postura muy similar a la que tomó en su mofa al evangelista, intentando imitar la iconografía del San Juan bailenense y que en su caminar también quedo afectada de tal manera que hacia recordar el mismo que imitó aquel verano de 1936. Aquella mujer ya falleció…

Igualmente perecería a la hecatombe las imágenes titulares de la Santa Vera Cruz, la misma cruz la cual conocemos gracias a la famosa fotografía de 1930 en su discurrir por la actual plaza Prim o del Mercado con los cuatro angelitos pasionistas que la custodiaban, la cual por sus trazas me recuerda sobremanera a la misma en la que procesionaba el Cristo de la Expiración de Úbeda, igualmente destruido en aquellos sucesos pero en su ciudad y que saliese de la mano de Luis de Zayas lo que me hace pensar que aquella cruz saliese del taller de la familia Zayas en Úbeda. El Cristo de la Expiración de Bailén seria donado por la familia Martínez y Ramón pocos años antes, en 1916 –los cuales volvieron a donar el actual tras la contienda, amén de varias cosas más para las cofradías bailenenses- y que seguramente saliese de algún taller valenciano o quizás seriado como el actual que volviesen a donar en 1941… la falta de fotografías nos hacen suponer deliberadamente. Estas imágenes –también parece ser que existía la Santa Mujer Verónica- fueron quemadas en la puerta de su actual sede, la capilla del Santo Cristo en la cual llevaba poco tiempo establecida tras la pérdida en el pasado de su primitiva capilla, la actual de Ntro. Padre Jesús y residir lo más probable en la Encarnación. El resurgir tras la guerra de esta hermandad seria…como decirlo… digno de estudio.
Al parecer la ermita de la Soledad también fue saqueada en el mes de agosto, por unos milicianos que según las gentes de entonces parecían provenir de pueblos de la sierra de Jaén por su acento en el habla para incentivar por no decir a obligar, a los bailenenses afines a la republica a realizar todos estos hechos. Gracias una vez más al amigo Miguel Ángel Perea, podemos conocer como era aquella dolorosa al encontrar una estampa de la misma en esos cajones del olvido, esta vez de la familia de su pareja sentimental la cual es una familia históricamente relacionada con esta hermandad. Gracias a las investigaciones de Miguel Ángel y Juan José Villar podemos conocer que aquella imagen no fue la primitiva fundacional si no una imagen nueva que se realizó para sustituir a la original inmersa en un avanzado estado de deterioro. Aquella imagen fue a parar a la actual capilla de Ntro. Padre Jesús Nazareno y al parecer también ardería en 1936 – tal como indica “Maese Pedro” en un artículo del programa de fiestas de 1947, y que al parecer era llamada popularmente como “Virgen de los Siete Cuchillos”…- y no en 1810 como si ocurrió con el resto de imágenes que recibían culto en la misma. Quizás para ese año aun no hubiese sido trasladada desde la ermita de la Soledad, antaño llamada de San Marcos y San Nicasio siendo de suponer que existieran algunas imágenes hagiográficas – de santos para que nos entendamos- sobre aquellas devociones en la ermita que presidia en su suntuoso camarín la Virgen de los Dolores, realizada en 1779 en la ciudad de Úbeda pudiendo constatar este que escribe que su autor no fue Alonso Pablo Sánchez, ya que en realidad se trataba del presbítero o párroco de la Encarnación que por entonces movería los hilos para buscar un taller imaginero en la ciudad renacentista. Puedo constatarlo, porque leí con mis propios ojos en el Archivo Diocesano de la Catedral de Jaén, legajos en los que aparecía su nombre en un pleito que mantuvo por esas mismas fechas con la cofradía patronal. Abra que investigar talleres imagineros en la segunda mitad del siglo XVIII en la ciudad de Úbeda…

Así a modo de resumen, se podría “catalogar” las perdidas devocionales y artísticas de Bailén, que serían restituidas con imágenes que en la totalidad de los casos no alcanzaban la calidad artística de las desaparecidas, sobre manera las realizadas o adquiridas en casas o fábricas de artículos religiosos realizados en su mayoría en serie, en materiales poco dados al “procesionismo” como la escayola. “Arte Cristiano” en Olot y quizás “Casa Aranda” en Zaragoza o “Santa Rufina” en Madrid, por nombrar algunos ejemplos de aquellos negocios… por que no se les podría denominar de otra manera. Si no hubiese sido por aquellos tristes sucesos, seguramente no estaría hoy “quejándome” de la falta de calidad en la gran mayoría de la imaginería bailenense, “molestando” a tantos cofrades que se desgarran las vestiduras al entrar en este blog y leer mis opiniones, para después infravalorar mi persona. Que culpa tengo, de que al salir del periodo de postguerra no se sustituyeran aquellas imágenes para al final convertirse en la devoción del pueblo llano que no entiende de “mérito artístico”… bueno en realidad tan solo dos son hoy iconos devocionales… basta con ver como para sustituir a la Oración en el Huerto no ha habido tantos problemas como con Jesús de Medinaceli.
Si me gustaría terminar, pidiendo a todo aquel que lea estas líneas –incluso a aquellos que os las hacen llegar por otras vías- que busquen en los “baúles de los recuerdos” en busca de aquellas antiguas fotografías, en las que quizás podamos descubrir como era el patrimonio que perdimos para siempre y si son tan amables hacérmelas llegar, ya sea escaneadas o en persona para que este “criticón” las muestre al mundo desde esta ventana. Pero si el orgullo les puede y no quieren “coronarme”, háganlo por la historia y la cultura de nuestro pueblo y envíenselas a la magnífica web de "Bailén en el Recuerdo" que gestiona D. Blas Galey para el disfrute de todos, de la cual he cogido las fotografías que ilustran esta entrada.
Señor don Juan José Galey del Reino, “Pepón” para los amigos, aquí tiene lo prometido.

viernes, 29 de julio de 2011

¿DESDE LA PUERTA REAL A LINARES?

Un detalle singular de mi hermandad y más en concreto del paso palio de Ntra. Sra. del Rosario en sus Misterios Dolorosos es la presencia en el espacio llamado “la calle del palio” de la imagen de un Niño Jesús, de los denominados “montañesinos”. Un aspecto peculiar que desde los años ochenta -época revolucionadora de la implantación de las formas sevillanas en la hermandad- creo que no aparecía en ningún otro paso de palio de cofradías penitenciales, sobre todo en pasos de estas características. Tras aquello, aquella característica fue seguida por algunas hermandades de la ciudad y algunas de pueblos cercanos como Bailén e incluso he encontrado un ejemplo de esto en Elche (Alicante).
Te todo esto ya hablé en este mi blog, idea que al parecer surgió del ingenio del sevillano Antonio Garduño Navas, que ante la gran precariedad de enseres para realizar un paso palio de maneras sevillanas en aquellos años de la calle “Republica Argentina-Hermanos Costaleros”, vislumbró la imagen de un niño Jesús la cual tomó y decidió ponerla en este lugar del paso, seguramente con una idea provisional hasta que la hermandad acrecentara su patrimonio y así colocar otro tipo de elemento más común en estas lides. Aquello gustó o se asentó para convertirse en un sello propio de nuestra corporación pero que quizás nadie pudo sacarle un sentido, cuando la imágenes del Divino Infante suelen aparecer con la Madre de Dios en las iconografías letificas –sosteniéndolo en brazos- y no en las dolorosas, más comunes de las hermandades de penitencia.

Pero un día me encontré con una hermandad de gloria sevillana que posee una característica especial. Ella es la hermandad de Ntra. Sra. de las Mercedes de la capillita de la Puerta Real de Sevilla, la cual es una virgen de gloria, con rasgos sonrientes pero con una postura muy de dolorosa, la cual no porta en sus manos a su Soberano Hijo. La imagen del niño Dios procesiona en el paso justamente en la delantera del paso, el cual es de la tipología de gloria, es decir, que no sigue fielmente la tipología de paso palio de Semana Santa pero por su disposición retrotrae al lugar que ocupa nuestro niño Jesús en el palio del Rosario. El pequeño Infante Redentor, obra anónima tocada por la mano de Duarte al igual que la Virgen me recordó sobremanera la disposición de la imagen linarense pero pensé que esa misma circunstancia se podría repetir en otras glorias, motivo que aún no he visto repetido de esta curiosa iconografía donde María muestra el gran fruto de su vida, dar a luz a Dios hecho carne… algo que por qué no, de esta manera se podría llevar a un paso de Semana Santa presidido por la Virgen Bendita.


Llegué a pensar que Garduño, conocedor del amplio abanico devocional y cofradiero de su ciudad, en aquel instante de trabajo en la década de los ochenta en Linares, al ver aquella pequeña imagen del Señor tomase como modelo a la corporación letifica de la antigua Puerta Real. Pero ahora, tras ir ahondando en la magnífica publicación de Juan Martínez Alcalde con sus Anales de las Glorias de Sevilla me encuentro que el apellido Garduño ha tenido lazos de unión con esta corporación que posee a una de las advocaciones gloriosas coronadas canónicamente de Sevilla. En concreto, Pepe Garduño ha sido o es vestidor de la Virgencita de la Mercedes, incluso Antonio Garduño pintó un pergamino con motivo de la entrega de la primera medalla de oro de la hermandad que posee la Virgen desde 1976, concedida a un hermano muy especial en la historia de esta hermandad, Fernando Garduño Martínez que tras recibirla se la impuso a la Reina de su devoción. Como ven vuelve aparecer el apellido Garduño, el cual no sabría decir a ciencia cierta si aquel ilustre hermano era familia directa del genial vestidor, pintor y diseñador –no menos imaginero- Antonio Garduño Navas.
Incluso el autor de las andas sevillanas Manuel Guzmán Bejarano, autor a si mismo del paso de misterio de nuestro Soberano de Linares era hermano de esta corporación, siendo el mismo íntimo amigo de Antonio Garduño y por el cual trabajó para nuestra hermandad. Así que parece curioso, aunque solo sea una hipótesis propia que puede no tener nada en común, que nuestra curiosa característica pudiese nacer de una hermandad de gloria de la Puerta Real de la ciudad de Sevilla.

miércoles, 27 de julio de 2011

LA TORRE DEL ORO TAMBIEN SE FUE PA' TRIANA...

El deterioro que sufría por 1974 el puente de Isabel II, el mítico puente de Triana daría de por si estas curiosas instantáneas, el Señor de la Tres Caídas y la Morena de Triana volviendo a su barrio en la mañana del Viernes Santo de 1975 abajo el incomparable marco de la antigua torre almohade que duerme los siglos a orillas de Guadalquivir, la Torre del Oro.
El 10 de agosto de aquel mismo año se cerraría la circulación al puente más antiguo de los que sigue hoy en día, ya en la Semana Santa al pasar la hermandad protagonista de esta entrada en su camino en estación de penitencia rumbo a la Santa Iglesia Catedral produciéndose movimientos raros que provocaron carreras del público. Este hecho motivó que a la vuelta los pasos se levantaran a pulso y se “arriaran” sobre los inconfundibles pilares que idearan los ingenieros franceses Gustavo Steinacher y Fernando Bernadet y que fundieran los talleres locales de los hermanos Bonaplata. La obra de restauración duró algo más de cuatro años siendo reinaugurado el 13 de junio de 1977 – entre tanto fue declarado Monumento Histórico Nacional el 13 de abril de 1976- lo cual hizo que durante tres Semanas Santas las hermandades que lo utilizan para “cruzar a Sevilla” alterasen sus itinerarios.

Todas utilizaron el antiguo “Tapón de Chapina”, donde hoy se alza el “Puente del Cachorro” para plantar a Triana en Sevilla y todas a excepción de la hermandad que le da nombre utilizaron el puente de San Telmo para volver al arrabal como sigue haciéndolo hoy en día la hermandad de la O y antaño la Estrella. Este es el motivo para que se hiciese estas históricas fotografías del misterio del “Caballo de Triana” y palio de la Esperanza, dejando por tres años las añejas estampas de la vuelta de la hermandad por el Arenal, los tiempos de la Cárcel del Pópulo, Puerta Triana, el puente y del Altozano inundar a Triana del compás del Moreno, el vecino más antiguo de la calle Pureza y la gracia señorial bajo palio de inspiración ceramista de la Reina y Señora de la vieja Cava. Surcaría la corporación de la calle Pureza tras salir de la Catedral su itinerario habitual hasta el Arco del Postigo sin revirar en Arfe y dejando a las “Madres Baratilleras” huérfanas de su bendita visita para seguir por Temprado, Santander y Paseo de Colón para desembocar al puente que hace suyo hoy día la hermandad de las Cigarreras –la cual no tuvo que alterar el recorrido, aunque algunos años cruzase el rio por el puente de Triana-. La hermandad extendería durante esos años el recorrido por su barrio debido a la cercanía de su capilla con el puente que une a Triana y los Remedios con Sevilla.

Fotos: Boletín de las Cofradias de Sevilla y Diario ABC de Sevilla.

lunes, 25 de julio de 2011

SAN CRISTOBAL... "EL COSTALERO" DE CRISTO.

Se celebraba antaño por hoy festividad del patrón de España, el apóstol Santiago igualmente la festividad de San Cristóbal, patrón de los transportistas y en si de lo conductores como podemos ver en infinidad de vehículos donde una estampa del mismo va colocada en algún rincón del interior del coche. Ahora se ha cambiado al día 10 de este mismo mes de julio pero en mi familia era costumbre felicitarse por hoy día 25. Y digo que se felicitaban porque el nombre Cristóbal es como el nombre de la familia, cuando hace unos años en la vieja alfarería se sucedían los convites cada sábado tras terminar la dura semana de trabajo que pagaban mis tíos, mi padre antaño los viejos, mi abuelo y seguramente mi bisabuelo. Y es que nombrar los Lendínez alfareros de Bailén es casi obligado pronunciar el nombre Cristóbal. Así se llamó mi bisabuelo Cristóbal Lendínez Salmerón que ya se sabe que trabajaba la arcilla a finales del siglo XIX en el mismo lugar donde se sigue levantando la inactiva cerámica, cuando aquella casa-negocio se encontraba en mitad del campo y no molestaba a nadie hasta que con el progreso y crecimiento del pueblo quedo engullida entre las nuevas casas de nuevos vecinos creando nuevas calles como La Carolina, Baños o Madrid. Con el llego mi abuelo, según los expertos y sin ánimo de que suene a “vacile” un grandísimo alfarero, lástima que este oficio no se le pueda considerar como un arte porque en realidad lo es. Después llego mi padre para terminar con alguien que se marchó demasiado pronto, casi sin avisar pero que satisfacción pensar tal como arengó a sus costaleros el capataz sevillano Manolo Gallego “qué grande es creer en Dios” y creer que está en ese inmenso valle de inigualables parajes de frondosa vegetación, donde siempre hay días claros y todo es felicidad porque estoy seguro que allí arriba en la Reino de Dios vela por nosotros mientras nos espera en el reencuentro.
Seguramente allí haya conocido su santo, del que la tradición cristiana cuenta que se trataba de un “gigantón” o un hombre muy corpulento. Poco puede decirse de él, como mucho que quizá fue un mártir de Asia menor a quien ya se rendía culto en el Siglo V. Su nombre griego, «el portador de Cristo», es enigmático, y se empareja con una de las leyendas más bellas y significativas de toda la tradición cristiana. Nos lo pintan como un hombre muy apuesto de estatura colosal, con gran fuerza física, y tan orgulloso que no se conformaba con servir a amos que no fueran dignos de él.
Cristóbal sirvió primero a un rey, aparente señor de la tierra, a quién Cristóbal vio temblando un día cuando le mencionaron al demonio. Cristóbal entonces decidió ponerse al servicio del diablo, verdadero príncipe de este mundo, y buscó a un brujo que se lo presentará. Pero en el camino el brujo pasó junto a una Cruz, y temblando la evitó. Cristóbal le pregunto entonces si él le temía a las cruces, contestándole el brujo que no, que le temía a quién había muerto en la Cruz, Jesucristo. Cristóbal le pregunto entonces si el demonio temía también a Cristo, y el brujo le contestó que el diablo tiembla a la sola mención de una Cruz donde murió él tal Jesucristo.
¿Quién podrá ser ese raro personaje tan poderoso aun después de morir? Se lanza a los caminos en su busca y termina por apostarse junto al vado de un río por donde pasan incontables viajeros a los que él lleva hasta la otra orilla a cambio de unas monedas. Nadie le da razón del hombre muerto en la cruz que aterroriza al Diablo.
Hasta que un día cruza la corriente cargado con un insignificante niño a quien no se molesta en preguntar; ¿qué va a saber aquella frágil criatura? A mitad del río su peso se hace insoportable y sólo a costa de enormes esfuerzos consigue llegar a la orilla: Cristóbal llevaba a hombros más que el universo entero, al mismo Dios que lo creó y redimió. Por fin había encontrado a Aquél a quien buscaba.
¿Quién eres, niño, que me pesabas tanto que parecía que transportaba el mundo entero? Tienes razón, le dijo el Niño. Peso más que el mundo entero, pues soy el creador del mundo. Yo soy Cristo. Me buscabas y me has encontrado. Desde ahora te llamarás Cristóforo, Cristóbal, el portador de Cristo. A cualquiera que ayudes a pasar el río, me ayudas a mí.


Y en su honor abro la entrada y en si también la dedico a la portentosa imagen del santo que se venera en la Colegiata del Divino Salvador de Sevilla, una colosal imagen que solo pudo haber salido del hombre que creo a Jesús de la Pasión, el mismo que guiaba sus manos para pasar a la inmortalidad como Juan Martínez Montañés, “El Dios de la madera”. La realizó en 1597 siendo su primera obra documentada que se le conoce. Sus 2.20 metros, su corpulenta musculatura y sus barroquizantes vestiduras nos habla de la genialidad del maestro de Alcalá la Real siguiendo seguramente la tradición y leyenda que hablaba de la gran presencia de San Cristóbal. Esta imagen hoy en día está expuesta en la iglesia, en un lugar quizás poco dado para la intimidad devocional y más próximo al ambiente museístico que antaño llego a procesionar por su ciudad ya que incluso tuvo su propia cofradía. La misma fue organizada en los años cincuenta y se procesionó unos pocos años en un día que se instauró en aquellas fechas llamado “Día Internacional sin Accidentes”. En ese día se trasladaba la imagen al parque de María Luisa donde en una de sus más bellas rotondas o glorietas – normalmente en la llamada de Isabel II, frente a la plaza de España- se celebraba una misa bajo la luz clara de la mañana.
Al parecer tuvo mucha pomposidad aquellas celebraciones sobre todo por la afluencia de conductores y sus heterogéneas carrocerías para finalizar con la vuelta de la imagen montañesina de San Cristóbal en una procesión única y diferente que haya existido en Sevilla, dada a que sus pasos sean portados por costaleros aquella procesión fue motorizada siendo llevada la imagen en una especie de remolque o carroza motorizada exornada con faldones con guirnaldas de verde vegetal salpicadas con flores. Aquel curioso paso se completaba con algunas jarras y candeleros. Con el fin de contrarrestar el enorme volumen de la imagen, esta iba sujeta por detrás con una barra metálica, que garantizaba su estabilidad. Y como las barras de apoyo –llamadas también “cirineos”- para las cruces de los Cristos Nazarenos se envolvía con hojas de esparraguera. Cuatro faroles de Antonio Santos Campanario iluminados por la antiestética luz eléctrica custodiaban en las esquinas al santo que cargo con Cristo. Y pensando esto último se le podría considerar el primer costalero, por que tuvo el noble oficio de cargar con el Redentor como hacen los costaleros y todo aquel hombre o mujer que porta sobre sus hombros las benditas imágenes, porque aunque solo sean eso ¿qué sentido tendría si rebosante la fe no pensaran que quien va arriba es Jesús y María?
Patrón de los transportistas y también debería serlo del costalero pero bueno seguiremos rezando al santo de la familia, que otro de mi hermanos es transportista y si algún día, los incipientes sevillanos deciden volver a sacarlo en procesión háganlo con los transportistas más divinos… con costaleros. Como no, esta entrada también va dedicada a uno de mis amigos más “jartibles del capilleo”, Cristóbal David Valdivia… Cris para los amigos.


domingo, 24 de julio de 2011

LA PÉRDIDA DE NUESTRO PASADO.

Como recordé hace unos días, hace 75 años por estas fechas España se encontraba sumergida en el comienzo de la cruenta guerra civil que tanto marcaría a los españoles de aquellas fechas y sus descendientes que tras la larga dictadura comenzaron a intentar caminar de la mano, olvidar en lo posible los errores del pasado y dejar aquellos episodios como una parte más de la historia. Así lo ven muchos, así lo veo yo y por eso creo que no hay que seguir utilizando aquellos sucesos para conseguir objetivos personales ni políticos. Una ley de memoria histórica remueve en estas fechas los lodos del pasado, una ley que no es que vea mal si no partidistamente llevada y que hace que surjan artículos o entradas como esta. El 18 de julio la web Pasión en Sevilla nos recordó el holocausto que vivieron algunas cofradías e iglesias de Sevilla en aquellos primeros días del golpe de estado y por eso abro esta entrada dedicada a esas otras cofradías e iglesias de la provincia de Jaén donde el daño fue mayor ya que este territorio fue “zona roja” hasta el final de la contienda en 1939.
Vera Cruz Jaén.
Sorprendentemente se salvó muchos ejemplos artísticos pero también fueron destruidas casi al completo las devociones de muchos pueblos y ciudades como Linares, Úbeda o mi pueblo Bailén de la que hablaré en otra entrada. Sería imposible mentar y mostrar todas aquellas pérdidas pero estoy seguro que algunas de aquellas imágenes, pinturas o retablos quedarán para la posteridad como el rico patrimonio del que fue despojada y que hoy día daría mucho más atractivo a esta provincia. Basándonos en las cofradías penitenciales curiosamente en Jaén se conseguirían salvar muchas de las enormes tallas que procesionan gracias a Dios hoy en día por su ciudad aunque imágenes como el “Señor de Jaén”, El Abuelo llegaron a ser rescatadas de un montón de elementos religiosos que posteriormente fueron prendidos fuego, perdiendo en aquella situación la eterna imagen del Nazareno algunos dedos de la mano. La furia iconoclasta se cebaría con las cofradías de San Ildefonso, la Vera Cruz y la Soledad perdiéndose el quizás primer crucificado procesional de la historia de esta provincia, el Cristo de la Vera Cruz de Salvador de Cuéllar. La Magdalena de la parroquia del mismo nombre, posiblemente obra de Mateo de Medina fue brutalmente mutilada y reconstruida por Muñoz Arcos tras la contienda -imagen que abre la entrada-. El granadino Sánchez Mesa renacería la devoción al crucificado de la Vera Cruz con una talla que sigue casi fielmente al Cristo de la Misericordia de Granada obra de José de Mora.
El Abuelo en aquellas circunstancias.
Las “grandes” Semanas Santas de entonces eran prácticamente las actuales; Linares, Úbeda, Baeza y en menor medida Andújar. La ciudad de las minas perdió a todas sus imágenes titulares salvándose solamente los bustos de los tres titulares de la hermandad de la Sentencia la cual resurgirá tras la guerra como mi actual hermandad del Prendimiento. Se perderían el primitivo misterio de la Borriquilla y la Santa Cena que junto al misterio del Descendimiento, el Señor del Rescate –dicen que también se salvó el busto- y el Cristo de la Expiración nacerían de manos imagineras valencianas pocas décadas antes. Imágenes antiquísimas como el primitivo Cristo de la Humildad y su antigua dolorosa, advocada entonces como “Madre de Dios de los Dolores”. La Oración en el Huerto de la que nunca he conocido fotografía alguna sobre ella e imágenes de gran mérito artístico y enorme tirón devocional como la de Jesús Nazareno o la Virgen de la Soledad, atribuidas ambas a las manos del “Dios de la madera”, Juan Martínez Montañés. Hipótesis sustentada por la tradicional costumbre de adjudicar la autoría de cualquier imagen de gran mérito artístico a la producción del maestro de Alcalá la Real aunque parece ser que la dolorosa está documentada a Juan de Reolid. Algunos de aquellos pasos fueron recompuestos, seguramente con trabajos que los superaban en calidad a cargo de la mano del santanderino Víctor de los Ríos Campos.



En Úbeda se perderían la práctica totalidad de la imaginería procesional como las imágenes de la cofradía del Borriquillo del valenciano Pio Mollar e imágenes de procedencia granadina o de los olvidados imagineros de esta provincia, olvido igualmente propiciado por la quema en esas fechas del patrimonio y documentos que deberían haber quedado para la posteridad. Imágenes como el cristo de la Expiración del imaginero resiente en Úbeda y su familia Luis de Zayas, el Nazareno, la Humildad, la Columna, las Angustias, la Soledad el impresionante Cristo de la Caída o de la “Espina” de la más que probable escuela de Mora y hasta el titular de una de las cofradías erigidas en torno al culto de Cristo Resucitado más antiguas de España. Palma Burgos se encargaría de renacer el valiosísimo patrimonio perdido de la que probablemente era la Semana Santa con más auge y esplendor en la provincia con muchas de sus mejores obras, conformando una nueva versión del para mi mal llamado “estilo ubetense”.






La vecina ciudad renacentista de Baeza también perdería algunas joyas como el primitivo Cristo de la Columna y titulares como el Señor del Rescate, Cristo del Calvario o los titulares de la primitiva cofradía de la Vera Cruz. El valenciano afincado en Córdoba Amadeo Ruíz Olmos o el gaditano Juan Luis Vasallo serían los encargados de reconstruir estos titulares que siguen procesionando hoy en día junto a las grandes imágenes que consiguieron salvarse como el Cristo de la Caída atribuido a Mora, la Oración en el Huerto de Pedro de Zayas, la Humildad de Pablo de Rojas, Cristo de la Sangre, la “Fervorosa” María Santísima en sus Siete Dolores y Mayor Traspaso o la Soledad. También se perdería para siempre en singular misterio del Lavatorio tan escaso iconográficamente en nuestra tierra, Andalucía.


La Columna de Baeza.

Misterio del Calvario.

Paso del Lavatorio de Baeza.
Cristo de la Vera Cruz.
Jesús del Rescate.
En la ciudad de Andújar habría que lamentar la pérdida del Nazareno de la Vera Cruz, obra documentada según versión oral de un documento perteneciente a la familia iliturgitana de los Sabater a la mano de Juan Martínez Montañés o la imagen de la Virgen de la Soledad aunque consiguió salvarse el conjunto de la piedad, es decir Ntra. Sra. de las Angustias de procedencia granadina o una de las devociones que ha vuelto a recuperarse recientemente como es la del “Señor de los Señores”, un Cristo Nazareno cargando con la cruz ayudado de Simón Cirineo de procedencia más que probable levantina.

Soledad de Andújar.
Gran imaginería poseía la ciudad natal de los eternos Pablo de Rojas o Martínez Montañés, Alcalá la Real con trabajos procedentes de Granada o imagineros de la escuela giennense tan confundida a lo largo de la historia con la escuela de la ciudad de la Alhambra. El cristo de la Humildad era un ejemplo y el más que probable Nazareno de la escuela de Mora que curiosamente reconstruyera un imaginero de la postguerra tan alejado del estilo que siguió para reconstruir aquella imagen revestida de modas dieciochescas, el sevillano José Manuel Rodríguez Fernández-Andes que igualmente intentaría en su ciudad reconstruir otro nazareno siguiendo los parámetros del destruido en San Román, siguiendo en la medida de lo posible los más que probables rasgos y características que imprimía a su producción José Montes de Oca con Ntro. Padre Jesús de la Salud de la hermandad de los Gitanos.

Jesús Nazareno

Cristo de la Hulmildad.
Soledad de Alcalá la Real.
Y así podríamos añadir más ejemplos de pueblos de toda la provincia como los Cristos “amarrados” a la Columna de Beas de Segura, Santisteban del Puerto o Mengíbar el cual fue realizado como está documentado por el imaginero malagueño afincado en Jaén, José de Medina, autor al que atribuyen al portentoso Cristo de la Expiración de Jaén. Bajo mi apreciación observando los rasgos de la cara de esto Cristo mengibeño, se puede observar detalles o similitudes con el crucificado de la iglesia de San Bartolomé. La patrona de esta localidad, Santa María Magdalena también se uniría a la espectacular calidad artística que se perdió por entonces a la que habría que añadir tantas y tantas imágenes parroquiales de toda la provincia que sucumbieron al odio de aquellos días como la curiosa iconografía del Cristo de la Buena Muerte o de “los Grillos” por esa espectacular iconografía de Cristo caído en el suelo tras la flagelación recogiendo sus vestiduras que se veneraba en Jaén – con algunos ejemplos iconográficos en la provincia de Córdoba-.

Columna de Mengíbar.
Caido de Villacarrillo.

Cristo de la Buena Muerte de Jaén.

La Columna de Beas de Segura.

Magdalena de Mengibar

Nazareno de Mancha Real.

La Columna de Santisteban del Puerto.

Nazareno de Torredonjimeno.
Torredonjimeno o Martos perderían a sus imágenes de Jesús Nazareno como Mancha Real la cual fuese realizada por Sebastian de Solís, Villacarrillo a su Cristo Caído y un sinfín de imaginería de gloria como la Virgen del Carmen de Jaén, la Virgen de Linarejos de Linares, la popular Santa Ana de Torredelcampo, una espectacular Santa Rita de Jaén y sobre manera la devotísima Virgen de la Cabeza de sierra morena la cual según la tradición no fue destruida durante la cruenta batalla que se celebró en su santuario, si no que el capitán Cortes la escondió en algún lugar de aquel paraje y aún no ha sido hallada. Estas son algunos ejemplos de todo lo que se perdió en aquellos años, sobre todo en los primeros meses de la contienda civil y que por razón de espacio pido perdón por si alguien echa en falta además de su devoción, una imagen digna de orgullo del patrimonio que se cargó la sinrazón.

Estado en quedó la Virgen del Carmen de Jaén.

Virgen de Linarejos. Linares


Santa Ana de Torredelcampo.

Santa Rita de Jaén.

Virgen de la Cabeza primitiva.