Nunca fue un sueño, nunca fue un
objetivo, pero lo que si es: una gran satisfacción que mi labor investigadora y
divulgadora salga y comience (porque me gustaría repetir más) en la considerada
revista cultural de investigación, no sé si con más solera, pero si las más
valorada de las que tratan la cultura y la historia en la provincia de Jaén: El Boletín del
Instituto de Estudios Gienneses.
Hecho la vista atrás, rumiando
las intenciones, el por qué comencé a investigar y a día de hoy no salgo de mi
asombro. Solo quería hablar de Semana Santa, quizás contar la de mi pueblo de
la que nadie se interesaba. La verdad, no es abundante el interés histórico por mi pueblo, como siempre digo, la historia (como casi todo) nos deja de lado
como esas carreteras que siguen siendo nudo de Andalucía, pero donde ya pocos
paran.
Este “logro” se lo dedico a los
que me insistíais que fuese más allá, a los que no me encasillara, aunque este
primer trabajo, tenga muchos matices del sector que a mi más me apasiona y se me
da bien, o por lo menos es de lo que más intento aprender. También se lo dedico
a los que con vuestras criticas constructivas, a veces dolorosas, a veces
entendidas me habéis hecho crecer, y lo que aun me queda por avanzar si algún día
la vida me dice para y cambia de camino. Os juro, que estuve algunos meses sin poder enfrentarme
al ordenador después de la paliza que me supuso escribir la base de este
trabajo.
En mi primera incursión, hablo de
arte religioso y de sus artistas. Un buen día investigando cofradías de Bailén me
comunicó Juanjo Villar Lijarcio que entre el libro de actas de la cofradía de
la Soledad que existe en el Archivo Municipal de Bailén y que yo había fotografiado,
había unos apuntes sobre el encargo de una imagen en el siglo XVIII a un tal
Francisco Briones. Ahí comenzó este trabajo, de un extenso estudio, ya que esta
es la primera parte del artículo.
Como pasa en la actualidad, como no
sabia quien era ese Francisco Briones, la primera búsqueda fue por internet,
la que me descubrió, que efectivamente, había un escultor dieciochesco en la
provincia, de Baeza, llamado así. Incluso me despertó ese interés turístico provincial,
llevándome a conocer su retablo de Cabra del Santo Cristo.
El simple interés por encontrar
algo más sobre ese encargo de imaginería me llevó al Archivo Municipal de Baeza, que tiene la
particularidad (junto a Úbeda) de conservar los protocolos notariales de la
ciudad. Allí, con la enorme generosidad y tal vez el mejor trato que he recibido
en un archivo (que en casi todos ha sido genial), conocí a su archivera, María José Calvo Rentero, que siempre se prestó
con una gran profesionalidad a ayudarme en lo que necesitaba. No encontré nada
sobre el apunte del archivo bailenense (tengo la teoría que encargos de imaginería
en la provincia de Jaén en aquel periodo, pocos se harían con escritura pública),
pero si comencé a encontrar noticias de aquellos Briones que curiosamente no
estaban publicadas, con lo que ha sido consultado ese archivo y la de libros que han salido de él, sobre todo por
investigadores locales.
Así comenzó una historia que pretendía
tan solo utilizar para mi trabajo bailenense, pero que poco a poco fue llenando
mi alma de un interés mayor: escribir una monografía sobre los Briones para
publicarlo ¿dónde?. El Boletín de IEG, era el lugar idóneo. Y así obré, creé un
relato documental de esta familia de tallistas que me llevó a peinar todos los
protocolos baezanos que se conservan del siglo XVIII y parte del XIX, y algunos
de finales del XVII.
El trabajo comenzó en febrero del
2019 y prácticamente terminó tres años después, aunque en esto nunca se termina.
Pero la labor no solo se limitó a Baeza, porque había que seguirles la pista
por toda la provincia, sobre todo por el norte para poder presentar lo que Dios
mediante será todo el estudio.
Por su amplitud, y las normas del
BIEG, tuve que hacerlo en dos partes, y al obrar así, vi que podía ampliar el
abanico de posibilidades, y como los Briones no estuvieron solos en Baeza, decidí
crear un estudio dedicado a los maestros de la talla establecidos en Baeza
durante aquella centuria. Por ello, en esta parte se estudia la figura del
patriarca de los Briones, un conquense llamado Diego Briones del que incluso he
llegado a encontrar muchos de sus descendientes residentes en mi pueblo (también
he terminado por hacerme genealogista), porque creo que se ha demostrado con
creces que son introductores principales del apellido en la comarca norte jiennense.
De él he elaborado la historia familiar más completa que he podido, he contado
lo que sobre él ya se había escrito y se conocía, más las nuevas aportaciones
sobre su trabajo que he descubierto como fue su trabajo en el retablo de la
Trinitarias de Andújar y el retablo mayor de San Pedro en Torredonjimeno.
En definitiva, en esta primera
parte, he intentado divulgar la historia del que sería uno de los principales
padres de gran parte del trabajo escultórico jiennense para iglesias y cofradías
del XVIII. Porque después vinieron sus hijos, nietos y bisnietos, pero eso será
para la segunda parte, Dios mediante. En esta primera parte, también culmino tratando
a un maestro tallista y sobre todo yesero de la época del que pude encontrar un
contrato de su desaparecido camarín para la Virgen del Alcázar, Patrona de Baeza,
para su desaparecida iglesia colegiata. Por ello, decidí incluirlo recopilando
lo que sobre él había. Es curioso, los pocos datos o casi nulos de su persona
en los archivos baezanos, aunque las fuentes que lo han estudiado nos apunten
su naturaleza baezana en sus pocos trabajos documentados. En los protocolos
admito que se me ha podido escapar algún dato, pero resulta sorprendente que no
los hallara en los padrones de vecinos. Tal vez Juan de Arias fuese el padre de
dos niños que fueron bautizados en la iglesia de San Pablo en 1723 y 1724. Así consta
de las partidas de bautismo de Juan Antonio, hijo de Juan de Arias y de Francisca
Javiera de Higueras, que nació el 15 de enero de 1723 y fue bautizado el día 20
y que vivían en la calle Merced. El 14 de febrero de 1724 nació Isabel María Valentina
Javiera, hija también de este Juan de Arias y Francisca Javiera Higueras residentes
en la calle Merced, siendo bautizada el día 3 de marzo. Estos datos no aparecen
en el artículo, porque lo encontré después de enviarlo al consejo de edición del
boletín, pero aprovechado esta entrada, los comparto para su mayor difusión,
aunque no podamos certificar que este Juan de Arias se trate de nuestro
artista. Por cierto, desde aquí las gracias al párroco de San Pablo de Baeza que me dejó
consultar los libros sacramentales de la parroquia, previa autorización del
obispado.
Con ello les dejo, si así lo
desean este primer trabajo sobre, como siempre digo, la aún muy incompleta
historia sobre los maestros tallistas o escultores de los siglos dorados del
arte en la provincia de Jaén, al que he añadido, un ramillete de diversas fotografías
antiguas, muchas de ellas muy desconocidas para el gran público, tanto de
algunos trabajos de los que hablamos como de otros que creo que pudieron salir
de las gubias de estos, desde hoy cada vez menos, olvidados “arquitectos de retablos”.
En este enlace podrán descargarlo
de Academia.edu. Además, les dejo inserto el pdf para una mayor facilidad de
descarga.