Volvimos tanto a la vida que hasta saboreábamos que la
lluvia volviese a ser la única que nos estropease esa nuestra vida que cabe en
una semana. Volvíamos a hacer cábalas de lo que podía pasar. ¿Dónde estan
situadas las hermandades? ¿a qué hora salen? La pandemia nos ha desbordado
tanto la ansiedad que lo vimos claro… si sale el Polígono, hasta el Salvador, y
después Santa Genoveva hasta la Universidad y así hasta donde Dios quiera.
Nos levantamos y efectivamente, el Polígono de San Pablo
miraba la brújula apuntando hacia el Giraldillo, pero quizás no podría llegar a
él. En el Tiro de Línea, el Cautivo de toda la vida también seguiría esa idea.
¿Cómo serán los partes meteorológicos? ¿lloverá a las tres? Pues toma
experiencia nueva, el bus urbano y a ver al Cautivo de Santa Genoveva por su
barrio. Por fin veía una de las estampas que marcarán la historia de la Semana
Santa de nuestros años presentes. Una banda de Linares tocando en la Semana
Santa más imitada y admirada del mundo. Nos llegó por las típicas calles de los
barrios, esos que decía don Carlos Herrera que eran los repelucos de Sevilla.
Vino poderoso y solemne con la marcha estrella en la actualidad de la banda (o
eso dicen todos los opinadores); “Al que yo bese”, siguiendo una sucesión del
repertorio clásico que tan bien interpreta y cuida la Pasión de Linares. Fue la
primera vez y la última en el día. Eran las 12 y nos darían las 3 de la mañana…
Volvíamos a Sevilla, que es lo mismo que ir al centro y en
mi mente había dos opciones y elegí la de los demás, qué cosas que cuando me
abro a la democracia, solemos salir todos perdiendo, bueno, o según se mire. Al
Tardón… eso me hizo perderme el Polígono y el Beso de Judas. Después, lo
sucedido me dio la razón a mis pensamientos, me hubiese hinchado de San Gonzalo
(lo leerán después) sin perderme esas dos más el Cautivo por el Arenal donde la
Pasión saca la artillería pesada. Pero solo me hinché de Soberano ante Caifás.
Apostados en el barrio blanco de los naranjos, poquito a poco salió el galeón
bordándolo al son de “Costalero del Soberano”, chicotá de salón para volver a
Sevilla y marcha real en la plaza dibujando la sonrisa de todos los amantes de
este paso, de este estilo, y de mi Soberano de Sevilla... ahora cuando lo veo,
siempre veo a mi madre con los ojos coloraos, no aguantándole la mirada y
resoplando cuando los llevé a su besapies hace ya unos años. En los viejos
volvimos a ser niños, con algunos reencuentros y acordándonos de los que ya no
están o que ya no van, que vivos siguen gracias a Dios muchos. De ahí, las
opciones eran: o las otras hermandades que estaba en el centro, o el saludo a
la Estrella.
Nos quedamos en la casita del Zapatero donde las tres gotas
del asilo, fueron muchas más gotas. Algún paraguas se abría, el Soberano se
levanta y se va de frente acompañado de una ovación. Comenzaba lo nunca visto,
o más bien lo no común en las dos últimas décadas. “La capilla ahora es más
grande, así puede refugiarse quizás los dos pasos…” nada, saludo más corto de
lo normal y comienza a llover más y el Soberano seguía de frente…
Atónitos nos íbamos bajo el paraguas a Sevilla por el puente
de San Telmo contemplado la típica postal del Señor, haciendo del puente paso y
del río su costalero.... Volvimos a enchufar la radio, bueno, como cambia los
tiempos, de buscar pilas a bajarte la radio en la aplicación de la cadena y
pinganillo inalámbrico (¡con las briegas que he pasado con los cables!). El
llamador nos decía que en el Cautivo llevaba un capote desde la Puerta del
Arenal. Ahí están las imágenes históricas, el Cristo con capote y chubasquero
en Campana, con los paraguas como en una lluviosa tarde de toros mostrándole al
mundo que “Nunca camina solo”. Así que nuestro objetivo fue la Cuesta del
Bacalao. Por la plaza de la Virgen de los Reyes, la portentosa cruz de guia
(del amigo Felipe) del Cautivo del Polígono estaba para salir de vuelta al
barrio mientras la lluvia o apretaba o era aguachirri. Con paraguas en el
Bacalao sentados en la sillita esperando que locuras más nos traería la
jornada. Lo mismo que nos íbamos a Alemanes a ver el palio de las Mercedes de
Santa Genoveva por la avenida, que nos volvíamos porque La Redención se iba
mientras el agua seguía cayendo (y se volvían para atrás) pero el Polígono no
se movía, lo mismo que el Soberano pasaba como si no pasara nada por la
avenida.
Lo decía López de Paz (opinador como yo, pero con sueldo),
lo que antes hubiese sido refugios inminentes, la Semana Santa volvía a los
tiempos en que no teníamos móvil para ver las predicciones. Se la jugaban…
supongo que les dirían que habría una hora en la que quizás habría que mantener
el tipo, y se la jugaron. Incluso las hermandades de negro decían que salían,
¡hasta Santa Marta! Cuanta desesperación ha traído la pandemia o plandemia a
nuestras vidas. Por cierto, estuve una semana sin ponerme una mascarilla, cero
positivo (por gusto me hice una prueba) y cero síntomas.
Creo recordar que de repente Santa Marta dijo de no salir,
pero Las Aguas sí. Había parado. El Arenal estaba a rebosar y lo esperamos en
la puerta del Despojado. Bien saben los que me conocen que si la vida me lo
pusiese en bandeja elegiría quizás vivir en esa plaza. Llegó el galeón del
Señor que bautiza con su costado, reviró con un Rosario de Cádiz que me
demostró que está en el pódium de las tres bandas de cornetas
¡impresionante!. Dicen por ahí otros opinadores como yo, que llena como banda,
pero que su potencia tapa los bajos… bagg… durante la noche los vi perfectos en
su forma de interpretar la música en todas sus cuerdas, quizás… los solistas a
veces cogidos por pinzas. Sonó “Cristo” (¿alguien sabe si han tocado este año
en Sevilla “El Verbo”?) que nunca me ha llenado, hasta que viene el Señor y te
la mete en una de sus burbujas de eternidad. Traspasó la capilla dejándonos la
estampa de Jesús Despojado en su morada y comenzó lo definitivo, el aguacero
que los empujó a salir pitando hasta la Magdalena. Los paraguas se abrieron, y
se cerraron ante el abucheo del público porque la Virgen de Guadalupe venía
corriendo en busca de la Magdalena, cuando estaría más cerca de su capilla…
Pero ¡ay! amigo. Así se fragua una vuelta, el mismo día u otro, así funciona
esto, lo que no dicen a veces ni los morbosos periodistas… ellos por lo menos
cobran por mojarse.
Yo iba con paraguas, pero los demás no… el atasco bajo el
diluvio en aquellos callejones fue digno para contar como son los milagros de
la Semana Santa de Sevilla. Empapados (algunos tiritando) volvimos al hotel,
nos secamos, nos cambiamos. Efectivamente, había un rato en la tarde de
valentía o de precaución. Por supuesto ni Penas de San Vicente ni El Museo
salían, y la Vera Cruz hizo el amago de lo de sacar otra vez el Lignum Crucis,
pero sería cuando a Las Aguas le cayó la mundial y la catedral se atestaba con
tres hermandades refugiadas. La Redención se fue al final y se tuvo que
meter en El Salvador.
Como decía, se fue el peligro y el Polígono lo dejaba para
otro día (estaba muy lejos) pero el Beso de Judas también se quedaba en el
Salvador (y al final se fue en andas después de Semana Santa cuando podía haber
vuelto el mismo día. Creo que les salió mal la jugada). Santa Genoveva volvía a
su barrio, San Gonzalo también y Las Aguas. Nos fuimos en busca del Baratillo
donde ya había gente esperando ese saludo que al final no hubo. Ahora es cuando
había que decidir, y creo que acerté. Los días de lluvia te traen las cosas que
en circunstancias normales no verías. Pues como ya había tenido suficiente
Soberano, ahora quería Aguas, quería disfrutar de su galeón al son de los
gaditanos. Aun así, vimos al Soberano en la revirá del Postigo llenando las
“Noches de Lunes Santo” y a su Madre de la Salud la tuvimos que ver desde la
puerta de la capilla del Rosario de la hermandad de Las Aguas porque aun
faltaba mucho para que llegara la cruz de guia, y ya estaba aquello que no
cabía un alfiler, y pillar el lugar perfecto provoca esto, horas de silla
esperando.
La recogía del Cristo de las Aguas fue para el recuerdo.
Cádiz (ya llaman a las bandas como hacían en la mili, por el pueblo del
soldado) desde el Postigo era el sunami que paró el “El Milagro” hecho música.
Aquello retumbó más de emoción que el terremoto de Lisboa de 1755 que dio
origen a esta marcha. Ante nosotros el suntuoso barroco se abalanzó hacia
nosotros… “un mojón para los que dicen que el Señor era pobre y luego van con
abrigo de visón en un BMW” les espetaba a mis amigos mientras Cádiz rendía
recuerdo a uno de sus eternos componentes. “Eterno”, “Refugiame” y “Eternidad”
para acabar con “Mayor dolor en tu Calvario”. No me quiero hacer pesado, ya me
estoy colando mucho en mi idea de cosas escuetas, que ya a nadie nos gusta leer
más de tres frases, pero si me tengo que quedar con una banda, este año; el
Rosario de Cádiz. Como dicen los opinadores como yo, están para lo que le echen
en Sevilla.
Guadalupe me regaló un viaje a mi niñez, y ya con 40 tacos,
esas cosas tocan la fibra. Sonó “Guadalupe, Madre de la Hispanidad”, marcha muy
desconocida pero que a mí me la descubrió en aquellos años de sueños de niño en
los videos del Correo. Y eso que llegó con “Y como tú, ninguna” o la nueva
marcha de moda de los más acérrimos marianos: “Siempre la Esperanza” …
jovenzuela de Duarte, me sigues faltando con tu marcha de Pantión.
Y ya había que echar el resto. No tendríamos las penumbras
del barrio de San Vicente, y el agua nos llevó otra vez hasta el Tardón... me
dicen que estoy más delgado, sus 15 kilómetros mínimo casi todos los días (ya
llevamos hasta relojes que nos cuentan los pasos), tendrán la culpa. Por San
Jacinto iba la Princesa blanca de Triana con su marcha que también fue top
entre los marianos más acérrimos hace más de una década. “Aires de Triana”,
flautín rociero ante el azulejo donde dio comienzo la romería de las marismas.
Qué bien iba la Salud, gracias por conservárnosla a mí y a los míos, Madre mía.
Pero había que correr, literalmente. La butaca del Caifás llegaba al mercado y
nos metimos en la plaza. Pues no es para tanto, que quieren que les diga, pero
ya conocí a la “luciérnaga del barrio León” por fin. Veníamos de escuchar un
cañón de música y Cigarreras mucho más cerca, bajaban mucho el volumen. La
búsqueda del perfeccionamiento musical les está haciendo perder ese pellizco
atronador, que lo llenaba todo cuando viene Dios sobre un paso. Llegó con “Crucifixus”
del Gándara, las marchas BSO como las tilda (de manera negativa) el opinador
con sueldo (si la toca Cigarreras no es tan criticable que si la toca Cádiz,
Málaga o Linares) y la otra, pues no sé su nombre, y no me voy a molestar mucho
más en saberlo, porque no me llenó. Nos fuimos a buscar al palio extenuados, y
en la revirá nos dimos cuenta que hubiese merecido más la pena ver la hermandad
ahí. Bien saben que soy más de paso cristo, pero un palio es un palio y no me
quería ir sin calentarme en la candelería de María. Es todo tan bueno en este
paso, que los izquierdos por delante lo nublan todo. Revirá perfecta con “Valle
de Sevilla”, ya ven, en los barrios, echamos el broche con el regusto del
“folclore negro” con un palio blanco que ya espera el oro en su manto…
“mientras los enamorados se regalen flores, a la Virgen también…” como decía un
viejo amigo que desde el palco de la gloria nos estaría viendo, aunque su
Virgen de las Aguas se quedase en casa.