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jueves, 27 de febrero de 2020

EL TALLISTA LUCAS COLMENERO. AUTOR DE... Y LA PROCESIÓN MAGNA MARIANA... PASION Y GLORIA 2020. JAÉN


El pasado lunes 24 de febrero de 2020 se presentó el último número de la publicación Pasión y Gloria en la sede la Agrupación de Cofradías de Jaén. Esta revista es la que edita el máximo órgano cofradiero de Jaén con motivo de la próxima Semana Santa. Se abre la cuaresma y la más satisfactoria de las cuentas atrás, y con ella uno de los ingredientes (que podemos llamar culturales) entre tantos que se celebran en el periodo de la conversión, como es la llegada de las revistas o programas de semana santa. Este año he vuelto a participar gracias siempre a la llamada de su equipo de redacción, pero no con uno, sino con dos artículos. Decía que es el último número porque es el último que ha salido, pero obviamente la revista no desaparece. Pero si nos ha sabido (sobre todo a los colaboradores) como a un final. Se acaba el mandato de esta junta de gobierno y con ella se marchan los encargados de hacer posible este “libro”, D. Antonio Casado Tendero y José Manuel Marchal Martínez. Solo puedo tener palabras de agradecimiento y valgan mis sentimientos para su reconocimiento. En estos años he conocido a la persona José Manuel Marchal y me quedo con la gratificación de haber encontrado a esa gente positiva y válida que es tan difícil de encontrar en la vida. He podido identificarme con él a cada segundo y palabra que hemos compartido por los chats de las redes (algo bueno tenían que aportar), no solo para los que nos unía en esta revista, sino que ha sido un historiador y un cofrade (amén de su calidad humana) que me ha aportado muchísimo, del que he ido comprobando que teníamos muchas cosas en común a la hora de ver este mundo de las cofradías y la historia. Qué le voy decir de lo ingrato que es el mundo con nuestras formas de ver las cosas. Pero claro, el libro de los gustos está en blanco y por ello muchos han considerado que su forma de ver y construir esta publicación ha sido soberbia mientras otros les han puesto muchos peros.
Por ejemplo, si ilusión me hizo que me pidiera colaborar aquel año de 2018 era porque la revista abría sus páginas a la provincia. Desde que ellos cogieron las riendas de Pasión y Gloria, fue una de las cosas que más me llamó la atención. No solo que la hicieran crecer en tamaño, dejando el formato de boletín de cofradía (en Jaén ya se hacían boletines más grandes que Pasión y Gloria), sino que la revista se había convertido en una revisión (si se puede decir así) de la extinta revista Alto Guadalquivir (especial semana santa giennense) que editaba Caja Sur hasta el año 2009. Pero este Pasión y Gloria era mejor, mucho mejor. No solo nos devolvieron la ilusión de ver un producto similar, sino que como digo, sus páginas se convirtieron en una pieza de coleccionista. Aunque no todos los números se vendieran, pero es que cualquier agrupación de cofradías del mundo ha de saber que no somos muchos los que pagamos por estas cosas, y que la historia sigue siendo algo muy ajeno para los amantes de la semana santa. Ojalá el 90% de los capillitas lleváramos a rajatabla la historia, nos ahorraríamos como en la vida misma muchos tristes espectáculos a los que nos enfrentamos día a día en un ámbito tan sagrado como es una hermandad. Porque quién no conoce su pasado está condenado a repetirlo…
Fuente: www.pasionenjaen.com
¡Podía escribir de mi pueblo en tan magna publicación! Y para el primer trabajo pude hablar de Bailén y algunos puntos de la provincia, encima tocando un asunto tan destacado y a la vez tan poco estudiado como fue el periodo de la escultura levantina en la provincia jienense, aunque ya se nos aconsejaba que afináramos nuestra puntería hacia Jaén. En el número del año pasado el consejo ya fue un poco más patente, y a ello me limité (se terminaba mi ilusión de publicar grandes estudios, con páginas, con fotos , sobre mi pueblo) hasta acabar con que este número sólo sería de Jaén. Las críticas que se llevaban en su ciudad por ello las entiendo, pero también se podría considerar la riqueza que daba este formato “Jaén y provincia”. Pero si ya nos cuesta interesarnos por lo nuestro, imaginate con lo de fuera. Se perdían y se han perdido grandes firmas por ello, y grandes estudios. Pero se rebajó la tirada (aumentada un poco más este año) y se vendieron todos. Supongo que la pervivencia de estas publicaciones debe de estar en las nuevas tecnologías en el campo de la industria de la imprenta. Ya se pueden hacer las tiradas que se quieran, y si se agotan se pueden hacer la cantidad que pidas, sin tener que pagar para luego “comértelos con papas”. Vivimos en la era digital, pero el papel sigue siendo muy “goloso” para el coleccionista y el amante de la lectura.
En fin, que se nos marchan, por lo menos para mí, nuestros valedores, pero según mi visión dejando el listón a un nivel por alto de las estrellas por no decir fuera de la galaxia. Este año han faltado firmas comprovincianas, pero ha salido un nuevo número magistral, con sus pastas duras y una cantidad de páginas similar al del año pasado. En los pdf que les adjunto podrán ver los demás trabajos en la editorial y si les interesan podrán consultar algunos, aquellos que sus autores cuelgan en sus perfiles de Academia.edu, solo deberán buscarlos ustedes mismos.
Nos despedimos de esta etapa, no sé si los que vengan querrán mi colaboración por lo que por el momento estos son mis últimos trabajos para Pasión y Gloria. Cuando Marchal me pidió que debería ser de Jaén el artículo coincidió de que de vez en cuando me dejaba caer por los protocolos notariales de la ciudad de Jaén, siempre buscando documentación referente a mi pueblo. Así que este año ya me fui directamente a buscar “cositas” que fueran inéditas para mi querida Pasión y Gloria. Así nace mi primer trabajo en el orden de la revista. Si hay algo que guste en este tipo de publicaciones es el patrimonio artístico y quien lo construye, por eso he escrito sobre la hechura de dos retablos que tuvo la Catedral de Jaén y con ello me he adentrado en desvelar o darle un hueco en la historia al tallista que los realizó, Lucas Colmenero. Con este trabajo aporto algo más sobre un artista que sin duda tuvo que ser parte esencial en la construcción de nuestras devociones, lo que pasa es que se sabe muy poco de él, y solo la investigación nos podrá seguir aportando detalles para ponerlo en el lugar que merezca, quien sabe si de sus manos salió la imagen de nuestras devociones… pinchando aquí podrán acceder a su lectura y descarga.





























Me despido de esta etapa con dos trabajos como dije. Este segundo artículo que cierra la revista nace de la llamada de mi paisano, amigo y compañero en estos menesteres, Sebastián Lijarcio Medina para que construyéramos un trabajo referente a la participación de la Virgen de Zocueca en la procesión magna de Jaén que se celebró el día 1 de noviembre de 1950, hace casi 70 años. Quería publicar unas fotos que había encontrado sobre aquella procesión y pidió mi ayuda para presentarlas y describirlas. Tan solo sería un trabajo dedicado a nuestra patrona en el boletín de romería de septiembre (aquí pueden volver a leerlo), pero yo, sabiendo de las exclusivas facilidades de Pasión y Gloria le propuse hacer un estudio antológico con la inclusión de muchas más fotos. Con el “ok” de Marchal todo caminó sobre ruedas. Al final la provincia ha entrado en este Pasión y Gloria, pero está claro que estudia un evento organizado y celebrado en Jaén. Gracias a esto creo que le hemos aportado un rico e interesante trabajo a la ciudad de Jaén, por ver un resumen de aquella jornada nunca antes se ha hecho y a la provincia donde podrán encontrar como su pueblo estuvo representado aquel significativo día en la capital del Santo Reino. Pinchando aquí podrán acceder a su lectura y descarga.
Por cierto, maravillosa la portada.























martes, 11 de febrero de 2020

JOSÉ CANDELA Y ALBERT, AUTOR DEL ANTIGUO RESUCITADO DE BAEZA (1916)




La hermandad de la Resurrección o el Resucitado de la ciudad de Baeza (Jaén), a pesar de ser una cofradía fundada recientemente (comienzos del siglo XX), sigue siendo aún un misterio cómo y cuándo fue su origen. Siguiendo el magnífico trabajo de los baezanos Rodríguez Moñino y Cruz Cabrera[1] se cree que fue fundada en el año 1910 por el que fue su primer mayordomo, D. Andrés de la Poza Paz. Pero los documentos más antiguos conservados por la hermandad sólo remiten al año 1924. Será en el archivo de la hermandad del Rescate donde se encuentre noticias referentes a la cofradía en el año 1910 en la que la corporación trinitaria arrienda un trono a la cofradía del Domingo de Resurrección por 7 ptas.


Imagen de la casa valenciana de Jose Candela y Albert bendecida en 1916





La cofradía, se supone que desde 1910 procesionaria con una imagen de características afines a la escuela valenciana, foco artístico que copó la producción artística religiosa de aquel periodo en la provincia de Jaén. Resulta curioso, que la imagen no fue destruida en la Guerra Civil (1936-1939) ya que estuvo salvaguardada en el domicilio de una devota descendiente de Andrés de la Poza, sin duda alma mater de la cofradía. Pero la hermandad tenía la intención acabada la guerra de sustituir la imagen primitiva por una nueva, algo que se materializó en 1947 con la bendición del actual Cristo, obra del imaginero de origen valenciano y afincado en Córdoba, D. Amadeo Ruiz Olmos, artista fecundo en su trabajo en la ciudad renacentista. Con la llegada del nuevo conjunto artístico, la antigua imagen volvió a la iglesia de San Andrés, su sede canónica sufriendo un periplo de traslados entre la casa familiar del donante, hasta volver a la cofradía siendo definitivamente donada y pasando la cofradía del Resucitado a ser su propietaria. Tras esto acabó en la catedral de Baeza en la antigua capilla de los Biedma hasta que definitivamente pasó a San Andrés, estando hoy día en una vitrina junto al presbiterio, en el lado del evangelio. Según el trabajo bibliográfico referido y que sepa quien suscribe estas palabras, es obra anónima realizada en madera.
Misterio de Ruiz Olmos (1947)
Pero el objetivo de esta entrada, tras esta introducción, es dar a conocer un pequeño y gran hallazgo para la historia de esta cofradía comprovinciana. Siempre, a la hora de buscar a veces (las más) se encuentra lo que no se busca. Y eso mismo me ha pasado cuando buceando entre las páginas del periódico provincial “El Pueblo Católico”[2] me encontré una serie de noticias significativas sobre el origen de esta hermandad. En la edición del jueves día 6 de abril de 1916, en su página-portada se insertaba la siguiente noticia:
EN BAEZA. En el domicilio del hermano mayor de la cofradía del Resucitado, de aquella ciudad, D. Andrés de la Poza, ha sido bendecida por el arcediano de la catedral, D. Cipriano Tornero, una hermosa imagen del Señor Resucitado. La imagen es obra de la casa Candela y Albert, de Valencia. Después de la bendición fue trasladada la imagen a la iglesia de San Andrés”.

José Candela y Albert en medio.




Con esta noticia, confirmamos la indispensable batuta de Andrés de la Poza (bendiciéndose la talla en su propia casa), pero a su vez se nos plantean dudas del verdadero origen de la cofradía. ¿Pudo ser 1916 o que desde 1910 viniesen procesionando a una imagen que se desconoce? Además, podemos documentar su hechura a la casa valenciana “Candela y Albert”. Como ocurre con tantos talleres de este tipo y periodo poco se conoce sobre el mismo. Mientras los valencianos no tomen las riendas de una investigación seria sobre aquella casi industria religiosa que tuvieron, a los que gozamos sus productos desde Jaén nos va a seguir constando barbaridades estudiar los autores de nuestro patrimonio realizado en la ciudad del Turia.




Visita a la casa José Candela y Albert por monseñor Gagonesi (1914)




Retablo en Cali (Colombia)
Buscando por internet he podido encontrar que era el típico negocio que vendía desde imágenes, retablos, bordados hasta ropas litúrgicas y vasos sagrados[3]. Curioso que las pocas obras que hemos hallado en los resultados de Google sea un retablo en el otro lado del Atlántico, el retablo mayor de la iglesia de San Francisco de la ciudad de Cali (Colombia)[4].
Juan Pedro Lendínez Padilla