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sábado, 30 de enero de 2021

LA VIRGEN DE "LA HUMILDAD" DE LINARES (1862)

 




Hace pocos días en una loable página sobre historia cofradiera de Linares creada en la red social Instagram llamada “El Penitente de Linares”, su autor Salvador Porcel, me trajo al recuerdo la consulta documental sobre las cofradías de Linares. Como en su día fui y me sentí cofrade de Linares, me interesaba su historia, pero como en definitiva me considero un amante de un todo, es decir un simple capillita, siempre he seguido a conciencia a veces y por casualidad en otras, la investigación sobre el pasado de la religiosidad popular de la ciudad vecina.

Linares cuenta con estudios históricos cofradieros por distintos autores, algo envidiable por mi parte a comparación del interés que como vecino de pueblo, poco se ha dado por aquí. Pero he de admitir que, consultando las fuentes primarias, tras unos cuantos años calentándome la cabeza en entender los procederes de otras épocas comencé a sospechar que lo que ya hay publicado, tal vez necesite una revisión profunda. Historiadores y doctores en historia tiene Linares para ello, ahora que les interese…

El Archivo Municipal de Linares cuenta con una serie importante de fotocopias de los archivos originales que se conservan en el Archivo Diocesano de Jaén concernientes a las cofradías de Linares. Yo he consultado ambos fondos, el original de Jaén y la copia de Linares, y he de admitir que en Jaén leí cosas que no he encontrado en Linares, e incluso que en Linares algunos expedientes se encuentran incompletos. Supongo que en Linares no llegó todo o no sé bien qué pudo pasar. Lo que sí recuerdo es que leyendo en Jaén pude entender ciertas cosas que no he podido corroborar con la documentación de Linares (que si la tengo toda gracias a que el Archivo Municipal de Linares no cobra por las copias). La pandemia y la restauración de las techumbres de la catedral por el momento nos tiene cerrado el Archivo Diocesano para salir de dudas.

Esto lo digo porque no entiendo muy bien el relato que se ha contado sobre las imágenes de las dolorosas en las procesiones históricas de Linares. No entiendo muy bien cómo se han explicado ciertas advocaciones y sobre todo cómo se han explicado un asunto nada fácil de comprender cómo fue el sistema de escuadras en las cofradías. Dejarnos la cabeza para entenderlo en Bailén, me hizo ver los documentos en Jaén de forma distinta (creo) a como lo han solido contar los distintos autores linarenses o foráneos, porque recordemos que el jaenero Ortega y Sagrista abrió la veda en la investigación cofrade en la ciudad. De hecho, cuando escribí sobre la historia documental de la Virgen del Carmen de la ciudad tuve que subsanar errores históricos que había sido difundidos erróneamente por los cronistas y historiadores anteriores, como por ejemplo que el convento de La Peñuela y sus terrenos (actual La Carolina) pertenecían a Linares…

Como digo, el tema de las escuadras y sobre todo las dolorosas (y sus escuadras) que han procesionado creo que es un objetivo a reestudiar, porque recuerdo leer algo sobre la existencia de hasta tres escuadras de dolorosas en Linares, que como en Bailén, complementaban de forma independiente procesiones junto a otras escuadras que remanecían de primitivas cofradías donde llegados a un punto en la historia, el interés en ellas sólo radicaba en la gestión de sus bienes raíces por administradores eclesiásticos mientras las escuadras se encargaban de sacar las procesiones y como mucho enterrar a sus hermanos.

Pero ello les dejo un documento que para el interesado en estos temas es conocido. Fue reflejado por Francisco Bravo Garrido en su libro “La cofradía de la Vera Cruz de Linares: Cinco Siglos de devoción” (2008) y por Andrés Padilla Cerón en su libro “La basílica de Santa María la Mayor de Linares (Apuntes históricos) (2019)”.





Se trata de una petición de la escuadra de La Humildad al obispado en 1862. En realidad, no sabemos si solo informan o solicitan permiso para la adquisición de una dolorosa o tan solo lo que piden es permiso para colocar a sus dos titulares (contando que ya tenían la Virgen) en el retablo de la capilla de Santa Ana. Un retablo que presidía un cuadro de la madre de la Virgen que contenía dos nichos u hornacinas laterales donde los “hermanos” de la escuadra querían venerar a sus dos imágenes, suponemos que con una intención de tenerlas juntas, ya que hay testimonios de un altar dedicado al Cristo de la Humildad posiblemente en el crucero de la epístola, del que nos consta fue altar privilegiado de ánimas e incluso la donación testamentaria de un retablo para el mismo. Existe una fotografía de la capilla de Santa Ana de 1915 donde parece intuirse retablo descrito en el documento que publicamos, pero por su estética (neogótico) pienso que debe de tratarse de uno nuevo realizado por esas fechas seguramente en los talleres valencianos sustituyendo al que existía en 1862. Probablemente, la cofradía en época indeterminada, pero seguramente a finales del siglo XIX y más aún a principios del XX pudo renovar el retablo arrastrados por la desafortunada moda de aquel tiempo. Pero la calidad de la imagen nos impide comprobar qué imágenes están en esas hornacinas donde parece que hay tres, pareciéndonos que no corresponde la central a la de un cuadro, que por su menor tamaño, podría estar adaptada a la pequeña estatura del Señor de la Humildad (destruido en 1936), que al estar sentado, su tamaño sería inferior a la de la dolorosa que sería más alta al estar erguida.

Creo que este documento deja claro el poder que tomó la escuadra de La Humildad durante el siglo XIX, y diría que desde mucho antes, que siendo una escuadra surgida de la primitiva cofradía de la Santa Vera Cruz y Jesús de la Columna (denominación más usual en la documentación), imagen en cierto modo preponderante en la referida cofradía, llegase a incorporar una dolorosa a su cortejo sin necesidad de ser acompañado por una escuadra de la Virgen de las existentes.

La escuadra añadía a su cortejo, cambiado de día (al Miércoles Santo) pocos años antes, una imagen de la Virgen que la quieren advocar como la Virgen de la Humildad. ¿Esta era su advocación? Creo que no, porque poco tiempo después vienen nuevamente las confusiones en los documentos llamándola de Los Dolores. He aquí, el punto clave para estudiar el asunto de las escuadras, porque llegué a leer la existencia de tres llamadas como la escuadra de Los Dolores y las diferenciaban con el lugar desde donde salían en procesión. Este punto (perdónenme porque estoy escribiendo de memoria), como digo, surgen de documentos analizados en Jaén que no he podido cotejar con los de Linares, cuando se supone que son los mismos.

La Virgen de la Humildad no sería una advocación tal como la leemos. Lo mismo que tampoco fue la de Los Dolores en las imágenes que procesionaban desde Santa María. Ni la que procesionaba el Nazareno, incluso La Soledad que se veneraba con mucho fervor en el convento de San Juan de la Penitencia. Entonces las imágenes pasionistas de la Virgen no tenían advocaciones como lo entendemos hoy. En realidad, solo las tenían las imágenes de gloria, porque con las dolorosas era tan solo una forma de distinguirlas, de la Virgen gloriosa con la doliente. Por ello, podremos encontrar que a una misma imagen la llamen de distinta forma, comúnmente como Dolores, Angustias o Soledad. A la Soledad del convento de San Juan de la Penitencia también se la llamaba de los Dolores, la que hoy se considera la titular del Santo Entierro.

Era una forma de identificar su iconografía, pero no eran en verdad advocaciones oficiales. Como no lo tuvo que ser esta de la Humildad. Seguramente, ante la prematura incorporación, fue lo primero que se les ocurrió para identificarla como la Virgen [de la escuadra] de la Humildad.

Por ello quizás, se le ha llamado de los Dolores después hasta que pereciera en las llamas iconoclastas de 1936. Incluso a la nuevas dolorosas de las cofradías del Prendimiento o la Oración se les llama de los Dolores hasta el parón que supuso la Guerra Civil en la vida de las cofradías. No sería hasta la posguerra cuando comienzan a llamarse Gracia, Rosario, o Mayor Dolor, haciendo el Rescate definitivamente suya el “Dolores” y el Santo Entierro el “Soledad”. El Resucitado rescató la advocación gloriosa (Amor Hermoso) de una imagen que procesionó desde finales del siglo XIX esta nueva escuadra o nueva procesión de la cofradía de la Columna con la imagen de Jesús Resucitado. El nuevo resurgir tras la guerra configuró el actual modelo cofradiero de Linares, haciendo desaparecer los vestigios del primitivo modelo de las escuadras que tanta influencia tuvo en las localidades limítrofes como Bailén, Baños de la Encina o Mengíbar.




Todo está aún por completar que hasta dudo que la fotografía que se nos ha venido diciendo que era la dolorosa de la Humildad lo sea (fotografía que abre esta entrada). Pero no lo descarto porque intuyo en ella los resquicios de la escuela neoclásica imperante en 1862, siendo un misterio donde pudieron encargar aquella nueva dolorosa, porque aun veo una fecha temprana para situarla en la órbita de la naciente escuela levantina. Tal vez se adquirió en Madrid, ciudad más elegida por la clientela religiosa jiennense del aquel tiempo que los principales focos andaluces donde sí había talleres como Granada, pero sobre todo en Sevilla. El estudio de los talleres provinciales de artes suntuarias en Jaén durante el siglo XIX sigue siendo una cuenta pendiente en la historiografía provincial, sobre todo en las seis o siete primeras décadas, hasta que Valencia irrumpió arrolladoramente construyéndolo todo, desde imágenes, retablos, orfebrería, bordados y muchos de los primeros “tronos”, como así optaron para llamar lo que ya existía en Sevilla (y todos imitaron) y que llamaban “pasos”, borrando así el antiquísimo modelo de las andas que habían visto los siglos en esta provincia.

Para finalizar con toda esta reflexión sustentada en los documentos y la observación, les dejo las transcripción y fotos del referido documento donde se explica la generosa donación del alférez (denominaciones utilizadas también en Bailén) o hermano mayor D. Antonio Zambrana y Godoy (probablemente descendiente de la hacendada e hidalga familia Zambrana durante los anteriores siglos en Linares) de la Virgen para la custodia y culto de la escuadra de la Humildad.

La petición se realizó el 31 de marzo de 1862 con el beneplácito del párroco José Eulogio Muñoz fechado el mismo día. La aprobación del obispado fue confirmada el 8 de abril. Con todo esto, bajo mi opinión, creo que basta con esta prueba para decir que este es el origen del culto a la Santísima Virgen en la antigua escuadra de la Humildad o de “Los Humildes” de Linares. Verdadero germen o modelo de continuación de la actual cofradía de la Humildad, organizada en 1987, como lo fue años antes la organización de la cofradía de la Columna (1981), siguiendo el modelo de la definitiva cofradía de la Columna (a modo de escuadra de la primitiva Vera Cruz), ambas, resultado de los tiempos, del olvido de los siglos, pero que los papeles nos indican que ambas fueron (si es que algo tienen que ver ya con aquello) en su origen la primitiva cofradía de la Santa Vera Cruz de Linares.

Obsérvese que la disposición del giro de la cabeza de la Virgen no se corresponde con la otra fotografía

Anexo- transcripción:

Excmo. y Sr. Obispo de esta diócesis.

Los infrascritos Sr. Alférez hermano mayor; Fiscal y oficiales de la Escuadra de N. P. Jesús de la Humildad, cuya sagrada imagen se venera en la parroquia de esta villa por si y a nombre de dicha escuadra a Vuestra Excelencia Ilustrísima con el más profundo respeto exponen que encontrándose sin una imagen de Ntra. Madre dolorosa, que acompañase a N. P. Jesús en la procesión del Miércoles Santo por la tarde; el alférez D. Antonio Zambrana y Godoy, que con tanto acierto eligió esta escuadra, ha costeado una Virgen cuyo nombre será el de Ntra. Sra. de la Humildad.

Como Vuestra Excelencia Ilustrísima conoce, hay necesidad de colocar esta nueva efigie en la parroquia; y examinando cual sería el sitio más a propósito para su colocación, se encuentra una capilla con una verja de hierro y un cuadro de Santa Ana en su centro, teniendo a los dos lados el suficiente espacio para colocar la referida imagen y la de Ntro. Padre Jesús sin perjudicar al punto que ocupa dicho cuadro de Santa Ana; y como para esto sea indispensable, que V.E.I de su asentimiento para ello; esta escuadra:

A.V.S.I, suplica se sirva atendido el fin religioso que nos conduce, conceder esta gracia por lo que le quedarán a V.E.I singularmente reconocidos, y pidiendo a Dios guarde sus días muchos años para felicidad de esta diócesis y protección de esta escuadra.

Linares y marzo treinta y uno de mil ochocientos sesenta y dos. [31 de marzo de 1862]

Excmo. e Itmo. Sr.

[rúbricas]

El alférez Antonio Zambrana y Godoy

El fiscal Fernando Acedo

Cristóbal Díaz

Francisco Chinchilla

Antonio Gómez

Manuel López Maroto

Bartolomé Velasco

Antonio Sánchez y Cozar

***

Informe

Como cura párroco propio de esta iglesia parroquial, debo intervenir que no encuentro inconveniente alguno, en que se conceda lo que se pide en la presente solicitud, costeándose por la escuadra de Nuestro Padre Jesús de la Humildad los gastos que se ocasionaren para la colocación de las imágenes sagradas de Jesús, y de la Virgen en la capilla de Santa Ana de las misma.

Linares treinta y uno de marzo de mil ochocientos sesenta y dos. [31 de marzo de 1862].

Maestro José Eulogio Muñoz [rúbrica]

***

Jaén 8 de abril de 1862

Como se pide, e informa el párroco.

El obispo [rúbrica]”

Fuentes:

Archivo Histórico Diocesano de Jaén, cofradias Linares, caja 5.






Archivo Municipal de Linares, sig. 2567/018






viernes, 1 de enero de 2021

LA CAPILLA DE LOS RUSES, LOS MARTÍN RUIZ-AGÜERA O LA DEL CRISTO DE PALMA BURGOS DE BAILÉN

 


Aunque es un trabajo que tengo ilusión por realizar alguna vez, sobre la historia de las capillas de la iglesia de la Encarnación, les voy a dejar esta entrada que resumen en gran parte la historia de la capilla del Cristo de la Expiración de la iglesia parroquial más antigua de Bailén (de la que espero contar en el futuro muchos más detalles). El relato está sacado prácticamente del trabajo recientemente publicado sobre la obra de Palma Burgos en Bailén, así que ya no tiene mucho de inédito. Como vengo diciendo continuamente, mis trabajos (y los que hago con otros compañeros) suele contener historias paralelas que van engarzadas con el guión principal, pero que no son los protagonistas. Son relatos que bien pueden interesar a un determinado público o lector que no tiene por qué sentirse atraído por el motivo central del trabajo de investigación y obviar su lectura simplemente porque no podemos poner por título una enorme frase que resuma todo lo que se cuenta. En este caso, en notas a pie de página tuvimos que contar una extensa historia sobre esta capilla para darle el único y mero sentido de por qué Palma Burgos realizó un Cristo expirante. Aunque también le he añadido algunos detalles que no están en el trabajo publicado. Por ello les dejo la historia de la capilla de los Ruses, la de los Martín Ruiz-Agüera o la del Cristo de Palma Burgos…

La capilla de los Ruses (S. XVI)

Entre las capillas laterales de la iglesia de La Encarnación destaca la que históricamente se ha denominado “Capilla del Santísimo Cristo de la Expiración”, situada en la nave del evangelio, adosada a la fachada norte, entre la sacristía y la puerta de San Antonio o de los Álamos. Su actual retablo e imagen titular corresponde a la reposición de una iconografía pérdida durante la Guerra Civil realizado por el malagueño Francisco Palma Burgos siendo bendecido el 2 de diciembre de 1959 por el obispo Romero Mengíbar. Para entender el por qué se encargó este Crucificado a Palma Burgos hay que retrotraerse a los antecedentes históricos de esta capilla.

Las fuentes documentales nos trasladan hasta el siglo XVI: una capilla mandada construir en 1578, según fundación testamentaria de don Bartolomé de Rus. Esta capilla del Santo Cristo es repetidamente citada en testamentos a lo largo de todo el siglo XVII y XVIII, siendo constantes las peticiones de enterramiento dentro de la capilla o en sus proximidades. A finales del siglo XVIII esta “capilla del Santo Cristo de la parroquia”, también citada como “capilla del Santo Christo de la Inspiración”, continuaba siendo la más importante de todas las existentes en el interior de la iglesia de La Encarnación. Esta capilla del Santo Cristo, por su cercanía a la sacristía y presbiterio, debe considerase como las más antigua de las cuatro capillas históricas que todavía conserva la iglesia de La Encarnación de Bailén, aunque la lucidez de sus muros nos lleve a la confusión, debido a que los sillares tuvieron que ser repuestos en la restauración de posguerra.

Durante los siglos XVII y XVIII fue conocida como “la capilla de los Ruses”, por ser primitiva propiedad de una acaudalada familia apellidada Rus, edificada como capilla y panteón sepulcral para los descendientes de esta familia Rus. Fue mandada construir como hemos dicho en 1578 por orden testamentaria de D. Bartolomé de Rus. En base a esta fundación testamentaria, su esposa Dª. Catalina Ruiz y sus hijos Bartolomé, Alonso y García de Rus (aún hoy existe un paraje de tierra de olivares en Bailén denominado como este señor) instituyeron y dotaron un patronato o capellanía para sostener el culto y ornamentos de la nueva capilla, anunciado el comienzo de su construcción durante el año siguiente (1579), designándose como el lugar de sepultura de todos los descendientes de la familia, fechándose la fundación el 22 de abril de 1578.[1] Parece ser que ser que el santo elegido (y al que se le daría culto en la capilla) con esta capellanía fundacional fue San Francisco de Paula, pero es muy probable que los mismos fundadores que costearon el retablo principal de la capilla, pusieran presidiendo siempre una imagen de Cristo Crucificado, ya que a lo largo de los siglos XVII y XVIII hemos encontrado numerosas referencias a esta imagen principal, por lo que desde muy pronto comenzó a ser conocida como “la capilla del Santo Cristo”.

Aspecto original en 1996




Durante el siglo XVIII esta “capilla del Santo Cristo de la parroquia” fue la más importante de todas las existentes en el interior de la iglesia de La Encarnación, en cuyas proximidades solían mandarse enterrar los vecinos más influyentes y hacendados de la villa de Bailén. Las peticiones de sepultura en esta capilla del Santo Cristo por los herederos de la familia de Rus son constantes a lo largo de los siglos XVII y XVIII. La primitiva imagen del Crucificado también gozó de especial devoción popular ya que durante estos siglos fueron frecuentes las mandas de misas dedicadas “al Santo Cristo de la Expiración en su capilla de la parroquia”. En un pleito de 1777 es citada como “capilla del Santísimo Cristo de la Inspiración”, en la que se encontraba instalado el Monumento o Reserva Eucarística durante el Triduo Pascual en la Semana Santa en aquella lluviosa madrugada del Viernes Santo. Es un ejemplo más que nos muestra la importancia y significado histórico de esta capilla dentro de la iglesia de La Encarnación.

En anecdótico como en ocasiones esporádicas es posible identificar entre la documentación a esta capilla del Santo Cristo bajo el título de otras advocaciones cristíferas de gran popularidad en toda España. Probablemente por desconocimiento o confusión. Por ejemplo, en el testamento otorgado en 1769 por doña Francisca Barquero se ordena: “quiero se le dé sepultura a mi cadáver en la Iglesia Parroquial de esta villa [de Bailén] y nave de Nuestra Señora del Rosario, inmediata a la grada [escalera o escalón] de la capilla del Santísimo Cristo de San Agustín”. [2]

A lo largo de los siglos ha sido común que en esta capilla del Santo Cristo de La Encarnación de Bailén figurasen expuestas otras imágenes religiosas junto al Crucificado principal. Por ejemplo, en una manda testamentaria de 1676 se hace donación “de tres varas de tafetán sencillo más o menos lo que fuere menester y de ellas se haga un velo para el Señor San Juan Cayetano que está en la capilla de los Ruses de la iglesia de esta villa”.[3] Más habitual es encontrar citada “la capilla de los Rus que tiene el título del Santo Christo” vinculada con una sagrada imagen de San Francisco de Paula (al menos entre 1672 y 1789), que a veces incluso se cita como “titular de la dicha capilla”. Como ya hemos mencionado, por algunas referencias sueltas entendemos que el patronato fundacional o capellanía que sustentaba los principales cultos ofrecidos en esta histórica capilla del Santo Cristo de la Expiración se puso bajo la advocación patronal de San Francisco de Paula[4].



Ya en época contemporánea sabemos que dentro de la capilla existió una imagen de San José al cuidado de una devota familia (al menos en la década de 1880). En determinados períodos de la segunda mitad del siglo XX se han expuesto en el actual retablo de Palma Burgos las  imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María (hoy ante el retablo de la Virgen de Zocueca), e incluso una imagen de Jesús Resucitado durante la década de 1990 (hoy en la iglesia del Salvador) y, finalmente, desde el año 2004 hasta la actualidad, la imagen de Nuestra Señora de la Piedad, titular de la Cofradía de los Siervos de Jesús de Bailén.

El patronazgo de Martín Ruiz (Los Marquina)

A finales del siglo XIX, olvidado ya el primitivo patronazgo familiar de los Rus y deteriorado su retablo, “Los Marquina” se interesarán por esta capilla. El juez D. Eusebio Martín Ruiz (hijo de D. Pedro Martín Marquina) insistió en sus súplicas al Obispado hasta que en 1890 obtuvo el patronato sobre esta histórica capilla del Santo Cristo (título de patrono sin derecho a enterramiento), según decreto de 4 de febrero de 1890 firmado por el prelado don Manuel María León González y Sánchez (obispo de Jaén entre 1877 y 1896).

En 1890 la capilla del Santo Cristo se describe como “próxima a el Altar Mayor, se encuentra sin adorno alguno, deteriorado su retablo, cual revocado sus muros, a más alto piso que el del Templo y las demás Capillas, sin verja ninguna de cierre y desdice notablemente la que frente a ella es titular Nuestra Señora del Carmen” (en referencia a la actual capilla de la Virgen de la Cabeza).

Esta descripción de 1890 la extraemos del expediente generado a instancia del juez don Eusebio Martín Ruiz (1844-1905) para conseguir el referido patronato de esta capilla. En 1886 solicitó la concesión del patronato de la capilla del Santo Cristo, pero tras algunos informes desfavorables, el Obispado le concedió el título de patrono de otra capilla distinta (la capilla de Nuestra Señora de la Guía, actual capilla de la Virgen del Carmen), mediante decreto de 23 de septiembre de 1889. Finalmente, tras una nueva solicitud de don Eusebio Martín Ruiz, el Obispado accedió a permutar el título anterior por el de “Patrono de la Capilla del Santo Cristo de la misma iglesia y con las mismas condiciones, quedando sin efecto el primero”, según decreto episcopal de 4 de febrero de 1890. Don Eusebio Martín Ruiz se hizo cargo de la capilla del Santo Cristo estando ya viudo, junto a su hija Antonia Martín Agüera (1870-1948), ya que su esposa, doña Antonia Agüera de la Vega (1846-1880), había fallecido a la temprana edad de 34 años. Con la obtención de este patronato la familia Martín Agüera se comprometía a restaurar o rehabilitar la capilla en su totalidad, ya que se encontraba en un estado muy decadente[5].

Ya antes del fallecimiento de don Eusebio Martín Ruiz (+ 24 de abril de 1905), su hija Antonia Martín Agüera (1870-1948) ejerció como patrona y camarera de la capilla, haciéndose cargo de su mantenimiento y culto, promoviendo importantes obras de restauración, costeando incluso un nuevo altar y Cristo Crucificado (c.1916) que sustituyó al primitivo.

Reconstrucción de posguerra

Destruida la capilla durante la Guerra Civil, doña Antonia Martín Agüera renovó ante el Obispado su “derecho de patronato” en 1944, con el correspondiente “título de camarera”, bajo la expresa “obligación de restaurar la capilla, adquirir imagen y el altar y todo lo demás necesario”.



Existe constancia documental de que durante el curso 1946/1947 ya “se había dado principio a la obra de reconstrucción de la capilla, costeada por Doña Antonia Martín Agüera, habiendo encargado la imagen del Santo Cristo”, pero lo obra quedó en suspenso “por falta de materiales (cemento y mármol) y además por el recurso interpuesto por [su sobrino] Don Eusebio Martín Martínez”. Según testimonio oral del maestro albañil, D. José Perea, recuerda ver trabajar en esta obra a una cuadrilla de albañiles pertenecientes a la casa de los Corchado. No debe de extrañarnos esto porque existe constancia documental de la colaboración de D. María Teresa Serrano Martin (Hija de Antonia Martin Agüera) y Doña Carmen Corchado Soriano en la restauración del patrimonio religioso de Bailén en la posguerra, como por ejemplo, la ermita de La Soledad (finalizadas las obras en julio de 1947 por un coste de 70.000 ptas.). En el expediente sobre esta reclamación, conservado en el Archivo Central del Obispado de Jaén, no se cita el escultor a quién fue encargada esta nueva imagen.

Así fue como doña Antonia Martín Agüera promovió la definitiva rehabilitación de esta capilla del Santo Cristo durante el curso 1946/1947, aunque ciertas discrepancias con su sobrino don Eusebio Martín Martínez (que de forma inesperada reclamó su “derecho de sucesión” en el patronato de la capilla) provocaron que el proyecto del nuevo altar retablo se paralizara, a lo que contribuyó también el fallecimiento de doña Antonia Martín Agüera (+ 4 de marzo de 1948).

Este “expediente para continuación de las obras de restauración de la Capilla del Santo Cristo de la Iglesia parroquial de Bailén” (1947-1948) fue incoado por doña Antonia Martín Agüera (instancia de 11 de julio de 1947) para intentar desbloquear la paralización de las obras a su cargo, habiendo encargado ya el nuevo retablo con imagen. La paralización de estos trabajos estuvo motivada por un recurso interpuesto por su sobrino, don Eusebio Martín Martínez (alcalde de Bailén entre 1943-1944), que reclamó su derecho de sucesión al patronato de la capilla. Entendemos que esta reclamación planteó una incómoda cuestión familiar por el uso de la capilla (derecho de asiento) que el párroco de Bailén no supo encauzar ni podía resolver por ser un asunto de competencia superior.

A lo largo de la instrucción de este expediente se intenta demostrar el continuado ejercicio del “cargo de Patrona de la Capilla del Santo Cristo” por doña Antonia Martín Agüera, responsabilidad familiar que comenzó a atender desde que era adolescente, por delegación de su padre (quien obtuvo el título de patronato en 1890 como ya vimos), en contraposición con su único hermano, don Pedro Martín Agüera (1868-1932), quien nunca se opuso ni contribuyó a esta tarea. El párroco don Maximino Torres Muñoz (párroco de Bailén entre 1923-1949) informó a favor de doña Antonia Martín Agüera, dando cuenta de su diligente labor en el cuidado, buen ornato y conservación de la capilla a lo largo de tantos años, sufragando siempre todos los gastos de limpieza, alumbrado o culto que se la habían requerido. Incluso documenta una nueva reforma de retablo e imagen en torno a 1916. Promovió “una restauración más completa de la capilla” durante el mandato del párroco anterior, don Agustín Moreno Gila (1916-1923), cuando doña Antonia Martín Agüera donó “una magnífica imagen de Cristo Crucificado, mesa de altar y todo lo demás para el culto”. Sabemos que el párroco don Agustín Moreno Gila (natural de Torres) tomó posesión de su cargo el 22 de diciembre de 1915 (¡estando de cuerpo presente su señor padre!) y que cuando doña Antonia Martín donó esta “nueva Imagen del Señor” (que se cita “de mayor valor que la antigua”) todavía vivía su marido, don Ramón Serrano Soriano (1861-†9/2/1916), por lo que aquella gran obra de renovación o restauración de la capilla del Santo Cristo debió producirse a principios de 1916. Todo ello se perdió durante Guerra Civil (saqueo y destrucción la iglesia de La Encarnación ocurrida el 16 de agosto de 1936).

No quiero dejar inadvertido este detalle del cambio de imágenes probablemente en 1916. ¿Qué ocurrió con el antiguo Cristo de la Expiración? Lo desconocemos por completo y no hemos hallado ninguna referencia documental sobre cuál fue su paradero. Una imagen que destacaban como “de menor valor” pero que en realidad se podría tratar de un prototipo de la escuela imaginera giennense del siglo XVI (pudo ser perfectamente una imagen de Juan de Reolid), que para entonces no gustaría ante los nuevos modelos artísticos que se estaban fabricando en España. La nueva imagen casi con total probabilidad se encargase a un taller levantino, pero lo desconocemos.

Pero existen unas cuantas coincidencias históricas que nos pueden hablar del destino de aquella imagen, y no es otro lugar que la cofradía de la Santa Vera Cruz. Según testimonio de los viejos cofrades (a falta de documentación), la familia Corchado donó en 1916 a la cofradía de la Santa Vera Cruz la antigua ermita del Santo Cristo de Nazaret y a su vez, ese mismo año “Los Martínez” donaron una imagen del Cristo de la Expiración a la cofradía. Cuentan las crónicas que para entonces la cofradía estaba en la ermita de La Soledad y solo contaba con las imágenes de la Santa Vera Cruz y la Verónica (esto si lo tengo documentado en la prensa provincial), marchándose aquel mismo año a su nueva casa y con un cristo nuevo (a la que posteriormente también se le añadió una dolorosa de “aspecto antiguo” según Pablo Morillas).

Aunque todos coinciden en que fueron los Martínez y Ramón los donantes de la imagen (tras la guerra si es seguro que fueron estos Martínez los donantes de la actual imagen), ¿pudo ser en verdad una única “Martínez” la donante? Me explico, la esposa de Pedro Martin Agüera fue Dª Teresa Martínez y Ramón (donante en 1914 del manto de la Virgen de los Dolores). Si la capilla de la iglesia pertenecía al legado de don Eusebio Martín Ruiz, su hija Antonia Martín Agüera pudo ceder la antigua imagen a su cuñada y esta la donó a la cofradía de la Santa Vera Cruz para que se convirtiese en su nuevo titular y con ello hubiese alguien que se hiciese cargo de la imagen. ¿Pudimos tener los hermanos cruceros durante los años 20 un calvario conformado por un crucificado del XVI y una dolorosa del XVIII? No lo sabemos, porque esto son tan solo suposiciones que necesitan algún soporte documental definitivo. Lo que sí puedo afirmar es que la cabeza de aquel Cristo era de madera (y no de escayola como la actual) por uno de los testimonios generados en los juicios de los encausados tras la Guerra Civil donde se juzgó a una vecina del barrio por convertir la cabeza del Cristo en carbón para un brasero…

Volviendo a la historia de la capilla, finalizada la Guerra Civil, doña Antonia Martín Agüera (por su condición de hacendada era como es normal bien conocida en el pueblo, que rápidamente la llamaron como “La Viuda” [de Serrano] por su pronta viudez), con todos estos antecedentes parroquiales, no tardó mucho en conseguir que el Obispado le reconociera “el derecho de Patronato que disfrutaba su padre”, según decreto episcopal de 12 de mayo de 1944, concretado después con la concesión del correspondiente “título de Camarera” de la capilla (“toda vez que el de patronato ya no se concedía”), según decreto episcopal de 4 de agosto de 1944 (nombramiento registrado en el “libro de orden núm. 1, folio 4” del Archivo Parroquial de Bailén), con “la obligación de restaurar la capilla, adquirir imagen y el altar y todo lo demás que sea necesario”.

Doña Antonia Martín Agüera no pudo cumplir esta obligación de inmediato “por circunstancias especialísimas de familia, enfermedades y muerte de un ser tan querido como es un hijo” -en referencia al fallecimiento de su hijo D. Eusebio Serrano Martín (1902-1945)-. Durante el curso 1946/1947, “repuesta de tanto quebranto […] se determina la reparación [de la capilla], dándose principio a las obras, encargándose la Imagen y cuando mayor es el contento y alegría se paralizan los trabajos”, como consecuencia de la reclamación de su sobrino D. Eusebio Martín Martínez (1910-1987), uno de los ochos hijos de don Pedro Martín Agüera (1868-1932), “que quiere y pide que la concesión [del patronato] se extienda a toda la familia, que por cierto es innumerable”. Ante esta reclamación familiar, que debe entenderse como meramente figurativa, el párroco explica que “no podía consentir que entrasen con derecho a asiento tantas personas en la capilla”.

No obstante, a pesar del nombramiento de “camarera honoraria” reconocido en 1944, “estando haciendo la obra de reparación de la capilla” y “habiendo encargado ya la imagen del Santo Cristo en sustitución del destruido por los marxistas”, el asunto tuvo que elevarse ante el Obispado de Jaén, para la resolución superior oportuna. Mediante auto del 30 de marzo de 1948 el Vicario General de la diócesis, atendiendo a los méritos de patronato ejercidos a lo largo de tantos años, resuelve autorizar “la continuación de las obras comenzadas en la capilla del Santo Cristo de la Iglesia Parroquial de Bailén y que venían siendo costeadas por Dª. Antonia Martín Agüera (q.e.p.d.)”. Efectivamente, cuando este expediente se resuelve ya había ocurrido el fallecimiento de la promotora y camarera de la capilla, doña Antonia Martín Agüera (+ 4 de marzo de 1948), lo que entendemos provocó la definitiva paralización de las obras, por lo que debió cancelarse la manufactura de la nueva imagen.

Sabemos que este nuevo retablo con imagen había sido encargado al escultor Francisco Palma Burgos (dato que no se cita en el expediente), quien en 1946 ya había diseñado el proyecto, luego recuperado y finalizado una década después por el mismo artista malagueño, al comienzo del pujante mandato parroquial de don Francisco Cavallé Cobo, ejecutándose la obra en 1959.

Este boceto firmado por Francisco Palma Burgos en 1946, proyecto de nuevo retablo para la capilla del Santo Cristo de la iglesia de La Encarnación de Bailén, se encuentra publicado en la comunidad de Facebook titulada “Palma Burgos. Escultores Malagueños”, publicación dedicada a “Francisco, Mario y José María, hijos de Francisco Palma García. Fotografías de tres grandes escultores e imagineros malagueños del siglo XX” [consulta realizada el 13/10/19]. Esta recopilación de materiales gráficos, incluyendo algunos dibujos y bocetos pertenecientes al archivo del taller familiar Palma Burgos, se cita promovida por el pintor y escultor Antonio Casares Palma, sobrino de Francisco Palma Burgos.

Hemos podido encontrar una crónica algo más detallada de la conclusión de la capilla y nuevo retablo en una noticia publicada en el Diario Jaén, edición del 5 de diciembre de 1959. Esta noticia nos sirve para confirmar que los mecenas de la obra fueron los sucesores de la familia Martín Agüera, que finalmente concluyeron el proyecto paralizado desde 1947. Es significativo el ambiente de fiesta que todavía se generaba en la localidad cuando el obispo de Jaén llegaba en santa visita, al que se recibía casi con honores militares. La reseña sobre la bendición es la siguiente:

A las 4:30 de la tarde del miércoles [2 de diciembre de 1959], acompañado del M. I. señor don Juan Montijano, llegó a esta ciudad [de Bailén] el señor obispo don Félix Romero Mengíbar. En el límite del término municipal le esperaban el señor párroco don Francisco Cavallé Cobo y el alcalde don Joaquín Recena, y en el atrio de la parroquia el Ayuntamiento en pleno y representaciones con la banda del Patronato “Santa Cecilia” que interpretó la marcha de Infantes. Nuestro amplio templo se encontraba abarrotado de público. Revestido, procedió S. E. a bendecir la nueva capilla del Santo Cristo, magnífica obra, bellísima por todos conceptos, del laureado escultor don Francisco Palma Burgos, costeada por los señores herederos de las casas Martín Agüera”.[6]



Al citar a los “herederos de la las casas Martín Agüera” se está haciendo referencia explícita a las dos ramas familiares: sucesores de doña Antonia Martín Agüera (familia Serrano Martín) y sucesores de don Pedro Martín Agüera (familia Martín Martínez). Entendemos que, tras una década con el proyecto paralizado, ambas ramas familiares se pusieron de acuerdo para retomar la rehabilitación promovida por doña Antonia Martín Agüera en 1946/1947, sufragando entre ambas casas la obra del nuevo retablo, culminando así el compromiso familiar adquirido con la iglesia parroquial de Bailén.[7] Además, con esta noticia de 1959 se confirma que durante aquella santa visita se plantó la semilla del nuevo retablo mayor para el templo de La Encarnación, a la vista de las alentadoras palabras del obispo Romero Mengíbar en favor de su construcción.

 


 

 



[1] Archivo Histórico Diocesano de Jaén (AHDJ), Capellanías, Bartolomé de Rus, Bailén.

[2] Archivo Histórico Provincial de Jaén, Protocolos Notariales, legajo 6046, folios 121r-122v.

[3] AHPJ, Protocolos Notariales, legajo 5988, folios 504r-505v.

[4] AHDJ, Capellanías, Bailén y AHDJ, Varios Bailén, 19B.

[5] AHDJ, Correspondencia, Parroquia de Bailén, C.O. 31 (1867-1890). 

[6] Diario Jaén, 5 de diciembre de 1959, p. 4 [sin firma] La crónica prosigue así: “A continuación el señor obispo pronunció una breve y elocuentísima plática poniendo de relieve el catolicismo de Bailén, del que tiene dadas tantas pruebas, refiriéndose a la falta del retablo mayor que, destruido por los marxistas, aún no ha podido construirse, y a la fundación del Patronato Virgen de Zocueca, que en breve dará comienzo a la construcción de 137 viviendas, escuelas y capilla, dedicando elogios a los propulsores señores párroco y alcalde. Después de descansar unos momentos en la casa rectoral, donde departió con distintas personalidades y autoridades, regresó a Jaén”. 

[7] En sucesivas publicaciones de ámbito local se ha divulgado que esta capilla y retablo fue rehabilitada en 1954 gracias la generosa donación de la familia Moreno Barreda, dato que confirmamos erróneo y corregimos con este trabajo de investigación: la familia Martín Agüera fue la única promotora de la capilla del Santo Cristo de la Expiración de la iglesia de La Encarnación de Bailén, obra de Francisco Palma Burgos bendecida el 2 de diciembre de 1959.