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sábado, 16 de octubre de 2021

UN AZULEJO DEL GRAN PODER DE CERÁMICA SANTA ANA DE TRIANA EN BAILÉN

 




Cuando escribo estas líneas, la imagen de Jesús del Gran Poder de Sevilla se encuentra paralizando su ciudad en el primer traslado de esas misiones que nacen con el ánimo de evangelización y reafirmamiento de la fe en aquellos lugares donde las circunstancias son más difíciles. Además, nace con el ánimo de llevar a Dios hasta esas personas que no pueden ir a verlo ni a su casa en San Lorenzo.

Y Dios me libre de pecar por idolatría, pero así es la fe del sencillo. Sobre esa columna vertebral se sustenta la religiosidad popular: El ser humano aferrándose a iconos con la misma necesidad y sensación de sentir que ese “leño dolorido, carne de Dios sevillana”, como dijo el poeta, es Dios mismo.

Pero el magnetismo que desprende la imagen que talló hace 401 años Juan de Mesa y Velasco, no necesita de salidas ni nada más allá que con la simple experiencia de verlo detenido en su basílica.

Probablemente así lo habrá querido Dios, en la sagrada figura del Gran Poder, de inspirarme y traerme en bandeja esta nueva y curiosa historia, en la que su veneración se asentó en el corazón de un bailenense, que lo veneró, lo visitó muchas veces y en su casa lo tuvo siempre a su lado en nuevos iconos como un gran tesoro.



En un viejo tramo del famoso Camino Real que atravesaba Bailén desde Madrid a Cádiz, en la actual calle Dr. Fleming de Bailén, en su casa, un señor llamado D. Antonio Villar Crespo (16 de julio de 1904 - 28 de noviembre de 1985) levantó en el patio de su casa un altar al Gran Poder, como gusta en Sevilla, con azulejos pintados y orneados en los famosos hornos de Triana. Además, también conservan un lienzo del Señor enmarcado por el inconfundible paisaje sevillano de La Giralda que encargó en Sevilla, quizás a través de la cofradía, del que desconocemos su autor.







Bailén es tierra de eso, del alfar y horno, pero su suelo arcilloso y las minas de alcohol (donde se sacaba el plomo para los vidriados) de su entorno siempre se prestó para la vasijería, para lo “vasto”, como decíamos en el argot del oficio. Quien no lo sepa, les habla un descendiente y antiguo aprendiz de una de las casas alfareras más populares de Bailén en el último siglo. De hecho, muchas orzas y cántaros vendidos en Triana las haría mi abuelo y sus hermanos, no todo lo que vendían allí se fabricaba en Sevilla. Los últimos pasos que mi padre ha dado por la calle Castilla siempre venían acompañados de un: “aquí teníamos un cliente”.



Por esta razón, Bailén no es tierra de azulejería (más bien de rameadores), aunque en las últimas décadas se hayan asentado algunos artistas dedicados a esta rama y más elevada categoría artística del mundo del barro. De hecho, la popular plaza de la Glorieta Virgen de Zocueca se decoró con azulejos y retablo cerámico de la Patrona de Bailén en fechas aún indeterminadas con piezas salidas de los hornos cerámicos sevillanos. Unos apuntan a Mensaque en los programas de fiestas y la firma del primitivo azulejo (sustituido por una copia ante el deplorable estado de conservación que presentaba a causa de los ataques vandálicos de los desaprensivos de siempre) de la Virgen a Ramos Rejano. Los ceramistas de la Plaza de España de Sevilla en Bailén.

El patio de la casa de Antonio Villar Crespo está presidido por un singular azulejo del Gran Poder y está firmado por la inagotable y fecunda empresa o “Fábrica Santa Ana” de Triana. En el azulejo aparece la firma así: “Fca. Sta. ANA”.

He conocido su historia gracias a su bisnieto (aunque no directo, si lo fue en lo afectivo que es lo que vale) Francisco Chica Hergueta. Este bailenense, en su pasión por crear su genealogía y descubrir la historia de su casa y familia, preguntándome como podía seguir acrecentando sus campos de investigación, me avisó sobre la existencia del retablo cerámico, conocedor de mi pasión histórico-artística del mundo religioso.

En un principio pensaba que la pieza era anterior a la Guerra Civil, en torno a 1934 que es cuando se casó su bisabuelo. Pero la empresa Cerámica Santa Ana no comenzó a denominarse así hasta 1939, he incluso ha podido comprobar que su bisabuelo comenzó a ser el propietario de la vivienda a partir de 1941. Por lo tanto, el retablo cerámico tuvo que encargarlo en Sevilla en una fecha indeterminada a partir de 1941, estando ya seguro instalado en su patio para 1965 según nos apunta una fotografía de la época de uno de sus familiares posando delante del azulejo.



Antonio Villar Crespo fue una persona de profundas convicciones cristianas. Fue hijo único de Francisco Villar García y de Manuela Crespo Moreno. Reconocido por los que lo conocieron como un hombre noble y bueno. De hecho, se le llamaba “El niño de Dios”. Algunos creen que era por esa nobleza y profunda fe en Dios, aunque parece que viene de un hecho milagroso del que salió indemne, al desprender a un niño que se estaba electrocutando con un cable eléctrico saliendo ambos ilesos.

Antonio Villar Crespo vistiendo su tunica de nazareno.



Fue un destacado cofrade de la cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno de Bailén. Lo podemos ver vistiendo la primitiva túnica nazarena conjugando con las novedosas capas (eliminándose las colas) que, con esta cofradía, terminaron por configurar la nueva estética de los llamados penitentes de Bailén. De hecho, en principio pensé que tenia el azulejo del Gran Poder tan solo porque se representaba la misma iconografía del que es el gran titular de su cofradía. Exactamente no podemos confirmar cuando y por qué se hizo hermano de la cofradía nazarena bailenense. En 1917 ya comienza a aparecer una firma [solo Antonio Villar] entre los libros de actas de la hermandad. Pero no será hasta el año 1946, cuando entró como secretario Antonio Choza, con sus claras, detalladas e inconfundibles actas (a igual que las capitulares del Ayuntamiento que también escribió) en la que certificamos la asistencia a casi todas las juntas de hermanos de Antonio Villar Crespo, siendo el mayordomo (hermano mayor) en el curso cofrade de 1948-49. Aunque su cofradía representase a Jesús con la cruz cuestas, Fran Chica nos confirma su enorme devoción al Señor de Sevilla. También fue gran devoto de la Virgen de la Cabeza y hermano mayor de la cofradía filial de Bailén. Por esta devoción también conservan una efigie labrada en piedra en el mismo patio.

Volviendo al azulejo del Gran Poder, la pieza en sí, es una verdadera joya por estar realizado en Santa Ana de Triana. La empresa Cerámica Santa Ana de Triana estuvo situada en la calle San Jorge, en los mismos alfares y salas de pintores que hasta entonces habían sido la fábrica de Manuel Montero Asquith y más remotamente de Manuel Corbato y de la Viuda de Gómez en el siglo XIX. Fue tomada en traspaso a Manuel Montero por los hermanos Enrique y Eduardo Rodríguez Díaz (la E. servía para los dos) en unión del ceramista Antonio Kiernam Flores, que se haría cargo de la dirección artística de la misma a partir de 1939, pasando a denominarse como Santa Ana en honor de la patrona del barrio de Triana, la “Señá Santana”. El apellido Kiernam es historia pura de la mejor azulejería sevillana, aunque en la empresa han pasado gran cantidad de grandes pintores. Curiosamente en este oficio ha destacado por ser hombres los artistas, acostumbrados en Bailén en las ultimas décadas a etiquetar a la mujer como la pintora de cerámica. Personalmente no estoy cualificado para atribuirlo a un artista en concreto ni tampoco en la técnica que está realizado, pero valga esta publicación para darlo a conocer, y que algunos de los grandes ceramófilos de Sevilla, quizás puedan catalogar con mayor acierto.

Antonio Kiernam Flores


En Cerámica Santa Ana se ha comercializado tradicionalmente todo tipo de género: murales, rótulos comerciales, retablos religiosos, cacharrería, letras, zócalos, etc. “Cerámica Santa Ana” es la marca y “Rodríguez Díaz, S.L.” es la sociedad mercantil. Enrique Rodríguez García, cabeza visible de la empresa a finales del siglo XX, falleció el 25 de junio de 2005. Regenta la empresa desde entonces su sobrino Antonio Rodríguez Berjillos, hijo de Juan Rodríguez García, junto con José Manuel González Reigada, casado con Emilia Rodríguez Mejías, hija de Enrique Rodríguez García.

Con motivo del proyecto de construir un Museo de la Cerámica de Triana en las dependencias que fueran los talleres y hornos de Cerámica Santa Ana, que se encontraban en estado ruinoso, el Ayuntamiento de Sevilla llegó a un acuerdo con sus propietarios, comprando muchas de sus obras cerámicas, diseños, estarcidos, etc, algunos de los cuales se restauraron y reubicaron en el Centro Cerámica Triana levantado sobre estos centenarios alfares, que abrió sus puertas el 29 de julio de 2014.

En mayo de 2013 cesó la actividad comercial de Cerámica Santa Ana.  En su antigua tienda exposición de la calle San Jorge, que estaba en régimen de alquiler, se ubicó la firma "Cerámica Triana" desde octubre de 2013.

Antonio Rodríguez Berjillos (hijo de Juan Bautista Rodríguez García) y su primo político José Manuel González Reigada (casado con Emilia, hija de Enrique Rodríguez García), son los actuales responsables de Cerámica Santa Ana, a la vez que gestionan la creación del Museo de la Cerámica de Triana en sus instalaciones.

Información de Cerámica Santa Ana: 

www.retabloceramico.net/bio2_santaanaceramica.htm