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lunes, 30 de noviembre de 2020

LA CAPILLA DEL "CORTIJO DE LILLO" DE BAILÉN


Desde la carretera JV-2311 que parte desde Bailén (también conocida como la de Sevilleja), surge un tramo que entronca con la carretera JV-2312. Esta sale desde Bailén y desemboca a la antigua carretera de Jaén (N-323a), en la misma frontera con el término municipal de Mengíbar, junto a las ruinas de lo que fue la estación de ferrocarril de Bailén. Esta vía de carácter rural, es conocida por su histórico nombre: “Camino de La Toscana”, un lugar donde se levanta (sobre unos más que probables yacimientos arqueológicos) el histórico cortijo de don Manuel de Aguilar y que hoy sigue regentando por sus descendientes, la familia Corchado. Para saber más sobre este cortijo pinchar aquí, aquí y aquí.


En este trozo de carretera rural (entre el camino de la Toscana y Sevilleja) existen en un notable estado ruinoso un viejo cortijo que ha llamado en los últimos tiempos la atención de los bailenenses desde que las redes sociales globalizan todas nuestras inquietudes. Siendo un niño, lo conocí en esos viajes domingueros que a mi padre le gustaba hacer a los campos cercanos a Bailén (ahora lo tengo que llevar yo) y desde siempre me llamaba la atención, la fachada de lo que parecía una pequeña ermita con sus puertas cegadas y sin uso. Mi padre siempre lo llamaba “El Cortijo Lillo”. Me contaba que eso eran ermitas que tenían los cortijos, para que los “señoritos” escuchasen misa. Añadía a sus recuerdos cómo de niño sabía que ahí iba un cura de Mengíbar a dar misa los domingos montado en un borrico.




Pasaron los años y la casualidad comenzó a llamarme la atención con aquellas visitas de infancia cuando comencé a investigar en los archivos el pasado del pueblo y me encontraba que en un cortijo de La Toscana existió (y existe) una ermita llamada de Santo Tomás de Aquino. Pronto pensé que podría ser esta, aunque mi padre siempre me dijese: “es el cortijo Lillo”. No tardé en descubrir que se trataban de dos ermitas distintas. De la ermita de Santo Tomás, había abundante documentación, pero de la otra nada, ni un nombre, que el compañero Paco Linares, en sus estudios bailenenses denominó como “Ermita del Visitador” y así han acabado llamándola.

Ermita de Santo Tomás de Aquino. Cortijo de la Toscana (siglo XVIII)

En verdad “El Visitador” es la zona como es llamada donde se levanta este viejo cortijo. En la cartografía del siglo XX (más bien diría de la segunda mitad del siglo XIX, porque los propietarios que se nombran no llegaron a vivir en el siguiente siglo), viene bien situados y diferenciados ambos cortijos. Este viene descrito como “Molino y Casa de Don Pedro Game Helillo”. El signo convencional de “molino”, es testimonio inequívoco de haber tenido una almazara. Según la descripción de la obra “Cortijos, haciendas y lagares (Arquitectura de las grandes explotaciones agrarias en Andalucía. Provincia de Jaén)” [aquí pueden descargarlo en pdf], editado por la Junta de Andalucía en 2018 (pág. 501), se describe de la siguiente forma:

En el frente del caserío destaca la fachada de una capilla con una composición de apariencia neoclásica y remate de espadaña, que Linares Lucena considera obra del siglo XIX. El complejo, que se encuentra en ruinas, consta de varias edificaciones y patios. Destaca en especial el patio de entrada, con una nave con grandes contrafuertes de ladrillo en un costado, un abrevadero en el contrario y, al fondo, la que debió ser vivienda principal, con galería arquitrabada sobre columnas”. La poca documentación histórica que utilizaron pertenecía a nuestro paisano Francisco Antonio Linares Lucena, que no andaba desencaminado a la hora de datar la capilla.






















Lo cierto, es que la historia de este viejo cortijo, es otra de las tantas cuentas pendientes de la investigación local. La denominación popular de “Cortijo Lillo” viene por el apellido histórico de los propietarios que fueron y son de este cortijo, que es una familia hacendada residente durante generaciones en la localidad vecina de Mengíbar: Los Lillo.

Aunque no he estudiado en profundidad aún este inmueble, puedo hacer referencia a la existencia en aquella zona de un cortijo que perteneció a un baezano llamado Manuel de Cózar y Lillo según su testamento en 1719. En el año 1700 es citado como teniente corregidor de Bailén y mayordomo (administrador) del Duque de Arcos (desde 1698) en Bailén.

El dato más fehaciente que he encontrado sobre este cortijo es un expediente posesorio instruido a instancia de D. Pedro Gámez y Lillo (el del plano), que aparece citado como vecino de Baeza y está fechado en 1868 para inscribir sus posesiones en el término de Bailén. En el documento notarial, el secretario del ayuntamiento constitucional de Bailén, D. Esteban de Espinosa, certifica que al número 1.261 del orden del amarillamiento de riqueza de Bailén formado en 1861 se hallaba inscritas las fincas de D. Pedro Gámez Lillo. Entre estas fincas de olivares y viñas por aquella zona (Los Arenales) destaca este inmueble.

Expone don Pedro Gámez Lillo a sus 48 años de edad ante el señor juez de paz de Bailén, D. Martín Costilla que por fallecimiento de su tío, el doctor (presbítero) D. Eufrasio de Gámez el día 3 de julio de 1839 heredó y desde entonces poesía “la mitad proindivisa con la otra mitad de mi hermano D. Eufrasio de Gámez vecino de Mengíbar, de una casa de campo sin número, que comprende un molino aceitero con dos vigas, bodegas, atrojeras, dos casas para aceituneros, cuadras, pajar, y dos patios en el centro, todo en un solo edificio conocido por la Casería del Visitador, de cincuenta metros, trescientos cincuenta milímetros de frente por igual fondo, sitio de Los Arenales de este término [Bailén] linde por todos lados con olivas de mi citado hermano D. Eufrasio de Gámez”.[1]

Así podemos intuir el origen familiar a Baeza, o tan solo el asentamiento de alguna rama en la ciudad renacentista. Es curioso que no nombra la ermita ¿pudiera ser de que aún no la hubiese construido?

Lo que sí cita es que tenía dos casas para aceituneros. Esta circunstancia también la tenía el vecino cortijo de La Toscana. Y es que, en aquellos tiempos, cuando llegaban estas fechas de la recogida de la aceituna, las grandes cuadrillas de estos terratenientes pasaban toda la temporada trabajando y viviendo cerca del “tajo”.


En el siglo XVIII y XIX, tuvo que ser tal la concurrencia de gentes por aquellos parajes que muchos hacendados disponían de un pequeño oratorio para que los trabajadores (y ellos) pudiesen escuchar misa en la temporada sin tener que ir a la parroquia de la localidad. Curiosamente, más adentrados en el siglo XX, las peticiones eran para que los trabajadores pudiesen trabajar en domingo ante la obligación de asistir a la misa dominical. Por ejemplo, la que hace Lorenzo Villarejo el 1 de enero de 1915 en nombre de La Sª. Dª Josefa María Agrela (adjunto transcripción). También fue común la construcción de capillas o pequeños oratorios en las explotaciones mineras, como ya conté aquí, con la capilla de la Purísima de la Mina del Correo u otra que estuvo en una mina llamada de San Apolo, de las que no quedan ni un rastro de su existencia. Las dos fueron minas en el término municipal de Bailén.

Volviendo al asunto de esta entrada, esa fue una de las grandes excusas de Manuel de Aguilar para construir la ermita de la Toscana (la otra es que fuera su primer panteón sepulcral que finalmente cambió). Con esa intención, el personaje que descansa en la famosa tumba de la ermita de La Soledad beneficiaba y ahorraba el problema a sus trabajadores (la misa comenzaba a las 6 de la mañana y después a trabajar) aunque luego durante el año también pretenderían continuar con el culto por las muchas peticiones de misas, memorias, manifiestos eucarísticos y demás actos litúrgicos que solicitaban al obispado y hasta a Roma. Como dije, existe mucha documentación sobre distintas vicisitudes referentes al culto en la ermita de La Toscana. Incluso, podemos decir que la capilla se convertía en la iglesia particular de la familia, donde celebraban desde primeras comuniones hasta incluso casarse, motivo para que algún que otro párroco se quejara de que querían convertir aquel paraje en una nueva feligresía.

Pero de la ermita de la Casería del Visitador o del “cortijo Lillo” solo pude encontrar una. Entra la correspondencia de la parroquia mengibareña de San Pedro Apóstol encontré una petición firmada en Mengíbar el 16 de abril de 1887 por don Ignacio Lillo Maldonado. A sus 83 años, el mengibeño expuso que tenía en una casa de campo “situada a una legua y media” de Mengíbar un oratorio “desde tiempo inmemorial” donde se celebraba misa. Pero que después de aquello, por falta de eclesiásticos para poder ir hasta allí a celebrar misa (gran problema que tenían en la Toscana también) y un derrumbe que sufrió el edificio de una pared se dejó de celebrar en la capilla.

Exponía al igual que hacían entonces los Soriano Marañón con su ermita de la Toscana, que ante el acrecentamiento de caserías en la zona y el aumento de personas llegado el tiempo de la recolección de aceituna, pretendía reconstruirla y recibir la autorización para ello y que se pudiese celebrar nuevamente la misa en el oratorio para dar ese auxilio espiritual a todas aquellas gentes.

El 18 de abril, el por entonces famoso secretario eclesiástico, el licenciado Fernández, desde el obispado daba autorización pero que quedaría completada cuando el párroco de Mengíbar examinara la obra y que el lugar de culto contase con todo el ornamento y utensilios necesarios para las celebraciones litúrgicas.


Así, con esta misiva podemos intuir el por qué del aspecto de cierto carácter neoclásico que aún presenta la fachada del viejo oratorio, reconstruida durante 1887. Aunque la fachada y la ermita puede tener este aspecto desde hace menos años, en concreto del año 1943, fecha que está puesta en azulejos  sobre la puerta tapiada de la ermita. Al estar blanqueados con la cal de todo el edificio se nos hacían inapercibidos hasta que en las redes nos han aportado el dato que ya hemos corroborado. También nos aportan que existían otra inscripción en piedra que ponia "Año del Señor 1823". 

Gracias a este nuevo dato hemos podido hallar las escrituras de compra-venta del inmueble que otorgó el doctor don Eufrasio de Gámez “prebendado de la Santa Iglesia Catedral de Baeza y vicario juez eclesiástico”, el que compró a Dª. Catalina Martín de Ruymartín por 30.000 reales de vellón “una casa o casería que comprende sus habitaciones, bodega a saber hagar; cuadra y demás otros menesteres concernientes a dicha casa conforme en el día se haya e igualmente un estacar de trescientas quince pies de olivas [...] en el sitio de los Arenales de este término”. La escritura se otorgó el día 21 de febrero de 1823 ante el escribano de Bailén, D. Andrés García Sovarzo. (AHPJ, legajo 6072, fol. 71r-73v.). Es curiosa la reseña al camino de la Toscana que lo llaman "...el camino que va a los molinos aceiteros de la [villa] de Espeluy...".


También hemos sabido que no hace muchos años el inmueble estaba arrendado al coto de caza "Los Arenales". Hoy la fachada se ve que hace las veces de mera pared de una cochera con tejado de uralita que se tuvo que construir no hace muchos años, pero todo parece indicar que el cortijo se encuentra muy abandonado. Es decir, de aquella ermita solo nos queda su fachada e incluso aún no hemos podido documentar si los Lillo la dedicaron a alguna advocación. Valga esto como una primera página para seguir la investigación…

Las fotos que ilustran esta entrada pertenecen a Miguel Ángel Perea Monje y Juan Simón García.

Anexo-transcripción:

Carta sobre la ermita del cortijo Lillo. 1887



Excmo. E Ilustrísimo Señor Obispo de esta diócesis

Ignacio Lillo Maldonado natural y vecino de esta villa de 83 años de edad a Vuestra Señoría Ilustrísima reverentemente expone: que en una casa de campo de su propiedad situada a una legua y media de esta villa tiene un oratorio en el que de este tiempo inmemorial se ha celebrado el Santo sacrificio de la misa, pero después, ya por falta de eclesiásticos y por haberse desprendido un pedazo de pared dejó de decirse misa, pero habiendo aumentado considerablemente las caserías en aquel sitio y reuniéndose una porción de familias especialmente en la recolección de aceituna y deseando el que suscribe que los fieles allí reunidos oiga misa en los días de precepto.

Suplica a su excelencia Ilustrísima se digne autorizarle para reparar dicho oratorio a fin de que con su autorización pueda celebrarse el Santo sacrificio.

Gracia que no duda obtener de la notoria bondad de su excelencia Ilustrísima cuya vida guarde Dios muchos años.

Mengíbar 16 de abril de 1887

Excelentísimo e Ilustrísimo Señor

Ignacio Lillo [rúbrica]

***

Jaén 18 de abril de 1887.

Damos comisión en forma al Sr. Cura párroco de Mengíbar para que terminadas las obras de reparación que se indican, pase y visite el oratorio público a que se refiere la precedente instancia, informándonos si está con arreglo a rúbricas y provisto de ornamentos y vasos sagrados, con todo lo demás necesario para la celebración del Santo Sacrificio de la Misa, y en su vista se proveerá.

Lo acordó su excelencia Ilma. El Obispo mi Sr. De que certifico.

Licenciado Fernández [rúbrica]”

Petición de Agrela de permisos para trabajar los días festivos en las fábricas y recolecciones de cereales y aceituna. 1915



Granada 1º enero de 1915. Ilustrísimo Señor OBISPO de: Jaén.

Muy respetable y distinguido Señor.

Con motivo del nuevo año que entra hoy le manifiesto a V.E. en nombre de esta Señora Dª. Josefa M.ª Agrela, y en el propio qué alegrándonos mucho de su completa mejoría, le deseamos felicísima entrada de año y completa salud para el bien de Ntra. Santa Iglesia, y de las Almas que el Señor le tiene encomendadas, rogándole nos de su paternal Bendición.

Habiendo terminado el año [19]14, y con él mismo el permiso concedido por V.E. para poder trabajar en la fábrica de Bailén, y aquellas labores, como así mismo en las de La Purísima de Gil Olid, molestando nuevamente la atención de V.E. le suplicamos tenga la bondad si lo cree conveniente de darnos el permiso anual, para poder trabajar en los días festivos y después de oír la Santa Misa a todos los operarios de ambas fincas únicamente en la recolección de cereales y aceituna, elaboración de aceite, y siembra en general, por todo lo que le anticipamos gracias, reiterándole nuestro afecto y la consideración más distinguida de su affmo servidor que besa su anillo y mano.

Lorenzo Villarejo [rúbrica]

***

Jaén 4 enero de 1915.

Prorróguese en el presente año, con las mismas consideraciones impuestas en el año anterior.

El gobernador eclesiástico. S. P.

Niceto Sánchez de la Nieta [rúbrica]”

 




[1] AHPJ, legajo 23292, fol. 783r-798v.


martes, 24 de noviembre de 2020

UNA MISA DE CAMPAÑA EN LAS FIESTAS DE SAN JUAN DE LA CRUZ EN LA CAROLINA (1912)

 


Hoy es festivo en la antigua capital de las Nuevas Poblaciones de Andalucía, La Carolina, donde se rinde fiesta a su patrón; San Juan de la Cruz. Patrono de esta joven localidad por las tantas veces que paraba en sus viajes por aquellos entornos de Sierra Morena, en el antiguo convento carmelita de La Peñuela (primitivo edificio sobre el que nació la población y del que solo queda su iglesia, actual parroquia).

Me ha recordado este día, mis investigaciones en el archivo diocesano, donde buscaba entre la sección de correspondencia del siglo XIX de diversos pueblos cercanos a Bailén alguna noticia que tuviera algún nexo de unión con mi pueblo. La Carolina fue uno de ellos, y algo encontré, que incluso ya he publicado algo de lo hallado. Pero hoy me he acordado de esta simple misiva que les comparto fechada en 1912. Aquel 15 de noviembre, su párroco, D. Diego Mota elevó petición al obispado de Jaén en nombre de la “junta organizadora” de las funciones cívico- religiosas para que se le diera autorización para celebrar una misa de campaña el día 25 de noviembre en el monumento erigido entonces en memoria de la Batalla de las Navas de Tolosa (1212). Esta misa era para solemnizar las fiestas del patrón, el místico nacido en Fontiveros (Ávila). El gobernador eclesiástico D. Saturnino Sánchez de la Nieta y Lebrusán (Fuentes del Fresno -Ciudad Real-, 29 de noviembre de 1849 - Jaén, 23 de octubre de 1926) concedió su licencia el 18 de noviembre



Esta es la transcripción:

Para solemnizar las fiestas de San Juan de la Cruz, patrón de esta ciudad, en nombre de la junta organizadora de las funciones cívico religiosas, ruego a vuestra señoría se digne conceder la conveniente autorización celebrará una misa de campaña el día 25 de los corrientes en el monumento levantado en memoria de La Batalla de las Navas de Tolosa.

Dios guarde a vuestra señoría muchos años.

La Carolina al 15 de noviembre de 1912.

Licenciado Diego Mota [rúbrica]

Jaén 18 de noviembre de 1912.

Concedido, expídase da licencia con las observaciones de costumbre.

El gobernador eclesiástico.

Saturnino Sánchez de la Nieta [rúbrica]”.

domingo, 22 de noviembre de 2020

APROBACIÓN DE LOS ESTATUTOS FUNDACIONALES DE LA COFRADÍA DE LA MULICA DE BAILÉN.

 


En la festividad de Cristo Rey, la hermandad de los Siervos de Jesús en su entrada en Jerusalén de Bailén ha celebrado (como ya hacen muchas hermandades con idéntica iconografía por titular) un triduo a su imagen fundacional. “La Mulica” ha subido al añejo presbiterio bailenense para que Jesús a lomos de la Mulica, como decimos en Bailén, reciba el culto tan especial que se merecen las imágenes de nuestras cofradías. La cofradía erigida canónicamente más joven de Bailén, aún, por ello les dejo en su honor esta foto donde se plasma la aprobación de sus estatutos fundacionales y con ello la cofradía por el obispo D. Rafael García y García de Castro el día 1 de diciembre de 1947. ¡Los estatutos se redactaron el día 2 de abril! Facilidades de la época… ¡cómo cambian las cosas!

***

TRANSCRIPCIÓN:

"[viene de la página anterior] De conformidad con el dictamen de nuestro Fiscal General eclesiástico por lo que a nos toca venimos en aprobar y aprobamos los precedentes estatutos por los que ha de regirse y gobernarse la “Venerable cofradía de los Siervos de Jesús a su entrada en Jerusalén” establecida en la parroquia de Bailén, esperando confiadamente que cumplirán bien y fielmente y a nuestra satisfacción, en evidente testimonio de su piedad y celo religioso.

Dado en Jaén a primero de diciembre de mil novecientos cuarenta y siete.

[rúbrica] Rafael obispo de Jaén

Por mandado de S.E. Rvma. El obispo mi señor.

[rúbrica] Rafael García".

lunes, 16 de noviembre de 2020

LA FIESTA A SANTA GERTRUDIS EN BAILÉN


 

Durante muchos años del siglo XVIII, consta en las Actas Capitulares de Bailén el pago de algunas fiestas religiosas que costeaba el ayuntamiento de la villa. El Corpus, San Andrés, la Inmaculada y nuestra misteriosa copatrona Santa Gertrudis la Magna, la santa benedictina que aún no sabemos muy bien cómo se convirtió en copatrona de Bailén, como así lo afirman los pocos testimonios que han venido afirmándolo. Tal día como hoy (su festividad), el ayuntamiento celebraba y costeaba una fiesta (misa) en honor de su copatrona, que llegó a compartir nombre con la primitiva iglesia de San Andrés y le dio nombre a la calle que separaba la fortaleza y el palacio del duque de Arcos (o conde de Bailén), la calle de Santa Gertrudis (la actual calle del Castillo), nombre que perdió con la proclamación de la II República Española. Como muestra un botón, la anotación sobre los gastos ocasionados hecha en el cabildo del día 29 de diciembre de 1732:

Sobre fiesta de Santa Gertrudis. En este cabildo se hizo presente haberse gastado en la fiesta de Santa Gertrudis compatrona de esta villa doscientos treinta y dos reales y medio los que fueron en sermón, cera, iglesia, fuego y otras cosas los que acuerda esta villa”.[1]

Creemos que desde 1755 una imagen de la santa (junto a San Andrés) ha venido escoltando a la patrona principal de Bailén; la Virgen de Zocueca en su santuario, probable obra del misterioso autor de las yeserías del camarín, D. Manuel Ortega y Castillo (probablemente recompuesta tras los destrozos de 1936 por los oficiales de Palma Burgos)[2]. Los expertos creen que la devoción a Santa Gertrudis fue promovida en la diócesis por el obispo fray Benito Marín (Obispo de Jaén entre 1750-1769), como monje benedictino que fue.




En la parroquia ya documentamos que existió una imagen cuando en una carta dirigida al Obispo de Jaén el día 9 de agosto de 1875, el párroco don Antonio Begué informó de varios asuntos. Solicitó la bendición de unas nuevas campanas para la torre de la iglesia, informó de una nueva ampliación del nuevo cementerio parroquial y de otros proyectos de mejora en el interior de la parroquia con nuevos retablos:

“…además del altar que se construyó dos años ha, se ha hecho otro dedicado a San Antonio y se construirá en los días inmediatos otro más dedicado a la antigua patrona de esta villa Santa Gertrudis y a San Dimas, de quien hay una imagen buena”.[3]


Si esa imagen llegó al 16 de agosto de 1936, probablemente fue pasto de las llamas. Santa Gertrudis volvió a la iglesia de la Encarnación en forma de lienzo en 2006 para volver a escoltar junto a San Andrés a la Virgen de Zocueca en el nuevo retablo que le realizó los talleres de Santiago Lara de Socuéllamos (Ciudad Real). La pintura la realizó el pintor José Antonio Espinar, artista valenciano licenciado en Bellas Artes por la Universidad de San Carlos de Valencia.[4] La última representación hagiográfica de la santa en Bailén ha sido realizada nuevamente para escoltar a la Patrona de Bailén en sus mismas prendas, estando representada junto a San Andrés en sendas cartelas bordadas con hilos de seda de colores en el manto de la coronación de la Virgen de Zocueca, realizado por el taller jiennense de Javier García y Martín Suárez en 2017.







[1] Archivo Municipal de Bailén, Caja 20, actas capitulares 1732, s/f.

[2] Marín Acuña, J. M. (1923): Nuestra Señora de Zocueca, Patrona de la M. N. y L. Ciudad de Bailén. Tipografía del Hospicio de Hombres. Jaén. Espero que pronto podamos disfrutar del trabajo donde estudiamos esta posible actuación de Palma Burgos en el camarín de Zocueca.

[3] Lendínez Padilla, J. P. y Villar Lijarcio, J. J. (2018): Iconoclastia religiosa en Bailén: la destrucción del patrimonio artístico durante la Guerra Civil. Locvber, vol. 2: pp. 110-111.

[4] Alonso Roa, M.A. (2006): Un retablo para la Virgen de Zocueca. Programa de Fiestas 2006. Bailén. s/p.




sábado, 14 de noviembre de 2020

LOS VIERNES DEL GRAN PODER, EN SEVILLA... EN ESTAMPA (1930).

 


El día 6 de diciembre de 1930, salía a la venta un nuevo número de la revista “Estampa” de Madrid. Iba por su tercer año (se editó entre 1928 a 1938), en su número 152, siendo editado este magazine en el Paseo de San Vicente nº 18 de la capital de España. Rebuscando cosas en las hemerotecas antiguas a veces te encuentras con las noticias cofradieras más insospechadas. Me resultó extraño que en una publicación madrileña del mes de diciembre del año 1930 se publicase una página dedicada al Señor de Sevilla y comprobar cómo los escritores ya venían ensalzando el día “sagrado” que Sevilla tiene destinado para visitar al dios en la madera, a Nuestro Padre Jesús del Gran Poder.

Con el título de “los Viernes del Gran Poder, en Sevilla”, se nos presenta una fotografía del Cristo de que gubiase Juan de Mesa vistiendo la túnica persa, además de dos fotografías donde se muestran los actos de piedad de los sevillanos a las puertas de la que era su morada por entonces, la iglesia de San Lorenzo. Bajo su legendario retablo cerámico de la plaza una señora y una joven se detienen ante la figura del Señor mientras en otra, se elevan los decibelios de devoción al mostrarnos a un hombre de rodillas con los brazos en cruz. Con la firma de Serrano en las fotografías, la página nos trae la prosa de Francisco Coves. Un pequeño hallazgo que comparto con todos ustedes.

lunes, 2 de noviembre de 2020

BREVE HISTORIA DEL CEMENTERIO PARROQUIAL DE BAILÉN

 


 

     En estos días de la festividad de Todos los Santos y los Difuntos, la tradición nos sigue llevando a la inmemorial costumbre de visitar a nuestros difuntos en los cementerios. Una visita que hoy se nos hace normal a esos lugares construidos normalmente a las afueras de las localidades, pero que en otros tiempos no fue así. De hecho, a la gente se la enterraba en el mismo centro del pueblo ya que se hacía bajo el suelo sagrado de los templos, que solían ser el epicentro desde donde surgía el callejero de la población. Seguramente, en la noche de los tiempos, el lugar concurrido en estos días era el atrio norte de la iglesia, de ahí que se le llamase “Plazuela de las Ánimas”. La historia de los enterramientos en Bailén bajo el suelo de la iglesia de la Encarnación o en sus ermitas es una de las cuentas pendientes que tiene la historiografía local. La historia del cementerio antiguo (el nuevo en el siglo XIX) del viejo camino de Jabalquinto, junto a la que acabó cumpliendo las funciones como su ermita, La Soledad, también lo es. Pero en este caso me refiero a un gran estudio, porque ya hemos realizado un primer gran acercamiento a este asunto. 

     Juan José Villar Lijarcio y el que suscribe (Juan Pedro Lendínez padilla) ya publicamos en el último número de Locvber (III)[1] un pequeño pero importante resumen de la historia de nuestro viejo camposanto que lo incluimos en el estudio histórico sobre la ermita de La Soledad (aquí pueden leerlo). Muchos lo pensarán y nosotros no somos menos, que nuestros artículos, son en verdad auténticos “mini libros” donde contamos muchas cosas. Eso puede ser bueno y malo a la vez, porque a veces puede provocar que el lector se canse o obvie la importancia de todas estas microhistorias. Puede hacer que a quien no le interese la historia de una ermita se pierda datos que hablan de otras cosas pero que van unidos de la mano. Por eso, antes de que se nos vaya los días en que los cementerios son protagonistas en el acervo popular del español, les dejaré en este blog aquel novedoso y aún incompleto historial del antiguo cementerio parroquial “extramuros” de Bailén extraído del artículo. Además, les dejo alguna misiva de las que nos valimos para documentar esta historia sacada del Archivo Diocesano de Jaén. 

Historia del Cementerio de Bailén 

     El primer cementerio de la villa de Bailén estuvo situado en el interior del castillo, junto a la “iglesia del señor San Andrés”, primitiva parroquia medieval que en el año 1504 ya se había trasladado a la nueva “iglesia mayor de Santa María de la Encarnación”. Durante la Edad Moderna el gran panteón y osario de la parroquia estuvo situado bajo el atrio que los bailenenses del siglo XVIII denominaban “plaza de las Ánimas” o “hiruelo de San Antonio”; es decir, en las populares “catacumbas”, conocidas galerías semi-subterráneas que, a modo de criptopórtico, sustentan toda la mole catedralicia de la Encarnación. 

     Realmente todo el templo de la Encarnación es en sí mismo un grandísimo panteón. Sin duda alguna cuando deambulamos por sus naves estamos pisando, sin saberlo, encajonados de sepulturas y nichos comunitarios, tanto de eclesiásticos como de legos pertenecientes a familias pudientes; sucesivos enterramientos acumulados en su subsuelo a lo largo de los siglos, ahora ya totalmente olvidados. Pero la costumbre de enterrar a los muertos en suelo sagrado, en el interior de las iglesias o en criptas inmediatas, se extendió a cualquier otra capilla o ermita de la localidad. Tanto es así que bajo el suelo de todas las ermitas de Bailén se han encontrado (y se seguirán encontrando si se excava) sepulcros y sepulturas de todo tipo.

    Cuando a finales del siglo XVIII (1787) los gobiernos ilustrados, por motivos de salud pública, ordenaron la construcción de cementerios extramuros en todas las villas y ciudades del país la resistencia fue tan general que su total cumplimiento tardó decenios, pues arrancaba a la Iglesia una fuente importante de ingresos y agredía una tradición milenaria, la de enterrar a los difuntos en sagrado[2]. 

     Estas disposiciones ilustradas restringieron el derecho de inhumación en los templos a eclesiásticos y patronos, pero ordenando la improrrogable construcción de cementerios fueras de las poblaciones, en sitios bien ventilados y distantes de las casas de los vecinos, recomendando que se aprovecharan para capilla de los mismos “las Hermitas que existan fuera de los Pueblos”[3]. 

    Unos apuntes de la secretaría del Ayuntamiento de Bailén recuerdan dos acuerdos municipales relativos al origen del nuevo cementerio parroquial en el corralón de la ermita de la Soledad en plena Guerra de Independencia:

 

El 6 de mayo de 1809 acordó el Ayuntamiento invitar al Sr. Cura Párroco para habilitar como lugar de enterramientos el corralón de la ermita de Ntra. Sra. de la Soledad por causa de epidemia. En 21 de diciembre de 1813 el Ayuntamiento acordó suspender los enterramientos en el Panteón inmediato a la Iglesia Parroquial.”[4]

     Pero a pesar de estos acuerdos municipales en Bailén habrá que esperar hasta el año 1817, cuando las autoridades locales se vieron en la obligación de confinar en la ermita de la Soledad a una sección de tropa infectada de tifus que pasaba por la villa. Los primeros fallecidos de aquel patético lazareto fueron enterrados junto a los muros de la ermita, ocupando lo que antaño fue corral trasero de la ermita, en lo que serían las primeras tumbas del nuevo cementerio parroquial, trasladado ya definitivamente a partir de 1833, “extramuros de la villa”, coincidiendo con la gran epidemia de cólera de 1833-1835.[5] En casi toda España la apertura de los primeros cementerios extramuros coincidió con aquella terrorífica pandemia de cólera asiático. 

     No obstante, todavía en 1828 es posible documentar peticiones de enterramiento “en el panteón que hay en la iglesia de la dicha villa de Bailén”. Incluso en julio de 1834 (durante el verano más duro de la pandemia de cólera) encontramos peticiones de importantes vecinos solicitando que su cadáver sea sepultado en la capilla de Jesús Nazareno, en el centro mismo de la población.[6] 

    Durante ese trágico año de 1834, a consecuencia de la terrible epidemia de cólera morbo, “se trasladó el cementerio que estaba contiguo a la parroquia […] junto a la hermita de la Soledad, extramuros de la población, para lo cual se señaló terreno y se cercó un poco interinamente, hasta tomar otras medidas”. Esta primera cerca ya consta finalizada en 1837, pero en 1844 la iglesia de la Encarnación seguía reclamando seis mil reales que la parroquia de San Pedro de Alcaudete adeudaba a la fábrica de Bailén, importante cantidad que el Obispado ya había dispuesto debía destinarse a “remediar” la inseguridad o poco resguardo que ofrecía la modesta tapia y puerta del nuevo camposanto de la Soledad.[7] 

     La apertura del nuevo cementerio parroquial de Bailén (1833-1837) es un hecho clave en la historia de la ermita de la Soledad, pues gracias a esta nueva realidad el inmueble no fue expuesto a subasta pública durante la conocida “desamortización de Espartero”: ley de 2 de septiembre de 1841 sobre enajenación de los bienes del clero secular. Efectivamente, la ermita de la Soledad nunca fue enajenada ni secularizada durante esta desamortización parroquial de 1841-1844: sobrevivió como inmueble de uso religioso a disposición de la parroquia por el simple hecho de haber podido justificarse su excepción como “capilla del cementerio” y, por tanto, como inmueble destinado a un servicio público o de utilidad pública, según las excepciones contempladas en el artículo 6 de la citada ley. 

    En sucesivos informes sobre arreglo parroquial la ermita de la Soledad siempre se presenta como “ermita del cementerio donde se celebran con frecuencia el Santo Sacrificio de la Misa y otras prácticas de Religión” (1855), o como ermita habilitada para el culto “en el cementerio público” de la localidad (1867).[8] 

    Posteriormente, en una carta dirigida al obispo de Jaén el 9 de agosto de 1875 el párroco don Antonio Begué solicitó autorización para la bendición de unas nuevas campanas para la torre de la Encarnación, informando además “que en breve quedará terminada la ampliación del cementerio en unas 3.200 varas cuadradas, más del doble del cementerio de hoy”. Esta primera gran ampliación o “nuevo” cementerio parroquial de 1875 incluyó una pequeña cerca y puerta separada para los enterramientos civiles. Esta ampliación fue completada con otra nueva construcción autorizada en 1884, debido al importante aumento de la población y las presiones del Ayuntamiento, aunque en 1889 todavía no se había concluido esta tercera cerca. Otra ampliación de terrenos con importantes obras de mejoras se verificó en 1930, bajo el mandato del párroco don Maximino Torres Muñoz. Finalmente, durante los años del párroco don Francisco Cavallé Cobo (1956-1972) se adecentó y arregló el cementerio en su totalidad. Todavía hoy son fácilmente reconocibles, a simple vista, las áreas de las sucesivas fases de ampliación del cementerio parroquial de Bailén a lo largo de su historia.[9]








Transcripción:

Parroquial de la villa de Bailén.

A consecuencia de orden del Sr. Jefe Político de esta provincia, han sido vueltas a practicarse las diligencias sobre el cementerio que se hicieron en el año de 1834 por cuya causa, he sido citado por el Sr. Alcalde 2º constitucional para asistir a la subasta, y para que se entregasen por el mayordomo de esta fábrica 517 reales y medio importe del terreno tasado, para dicho efecto; yo que carecía de este acontecimiento, dije no podía dar un paso sin conocimiento de vuestra señoría Ilustrísima [el obispo] y que se me manifestaran, había convenido mi anterior con anuencia del prelado en todas las diligencias y que no habiendo tenido efecto el adeudo que tenía la fábrica de San Pedro de Alcaudete en favor de esta [parroquia de Bailén] con que se contaba para dicha obra, se paralizó esta por la expresada causa; pero que según orden y oficio del Sr. Jefe Político tiene cobrados de aquella las dos terceras partes de la deuda y que con lo que había de existencias en esta según cuentas del fabricano en aquel año; podía darse principio; el fabricano dice no tiene en la actualidad aquella existencia pues que se ha gastado pero no ha tenido dificultades en dar los 517  reales y medio para pago del terreno que disfrutaba en la actualidad pues que en él se estaba enterrando interinamente, y percibiendo los intereses, diciendo que lo hace de una haber con el solo objeto de la adquisición de propiedad para la fábrica, y de que se reintegrará de los primeros fondos que existan; por lo cual he sido presente en todo y firmada la diligencia de última subasta, sin prejuicio de lo que vuestra señoría Ilma. disponga para lo que lo pongo todo en su conocimiento y se enteren de este asunto.

Dios que a vuestra señoría Ilma. guarde muchos años.

Bailén y junio 22 de 1837.

Bachiller Juan Ildefonso Herrera [rúbrica]

SS. Gobernadores del obispado sede vacante de Jaén”.

 



[1] LENDÍNEZ PADILLA, J. P; VILLAR LIJARCIO, J. J. (2019): «La ermita de la Soledad: historia del monumento más antiguo de Bailén». Locvber v. III, pp. 51-94.

[2]Brel Chacón (1999): La construcción de cementerios y la Salud Pública a lo largo del siglo XIX. Stvdia Zamorensia, vol. 5: 155-195. 

[3] Santonja Carmona, J. L. (1998): La construcción de cementerios extramuros: un aspecto de la lucha contra la mortalidad en el Antiguo Régimen. Revista de Historia Moderna, nº 17: 33-44. 

[4] AHPJ, Protocolos Notariales (Linares), signatura 15664, testamento de 30 de agosto de 1828 y AHPJ, Protocolos Notariales (Bailén), signatura 6121, testamento de 25 de julio 1834. En este último testamento de 1834 el presbítero don Bartolomé Antonio Soriano pide “que su cadáver sea sepultado (si atendiendo al estado de sacerdote en que estoy constituido fuese posible) en la capilla de Jesús Nazareno de la ermita de Nuestra Señora de Consolación junto a la lápida que dice Sr. Alonso de Paradas.”

[5] Morillas Aguilar, P. (1958): Camposantos de Bailén. Programa de Fiestas Conmemorativas Aniversario de la Batalla de Bailén: s.p. 

[6] AHPJ, Protocolos Notariales (Linares), signatura 15664, testamento de 30 de agosto de 1828 y AHPJ, Protocolos Notariales (Bailén), signatura 6121, testamento de 25 de julio 1834. En este último testamento de 1834 el presbítero don Bartolomé Antonio Soriano pide “que su cadáver sea sepultado (si atendiendo al estado de sacerdote en que estoy constituido fuese posible) en la capilla de Jesús Nazareno de la ermita de Nuestra Señora de Consolación junto a la lápida que dice Sr. Alonso de Paradas.”

[7] AHDJ, C. O., caja 30 (Parroquia de Bailén, 1812-1866). 

[8] Ibidem. La reiteración o renovación de las disposiciones estatales sobre cementerios coinciden con las epidemias más graves (1833, 1855, 1865). De hecho, la construcción extramuros se aceleró en muchas ciudades por la presencia constante de estas enfermedades durante el segundo tercio del siglo XIX. Además, para prevenir las epidemias, las medidas sobre construcción y uso de cementerios se completaron con otras disposiciones que prohibían las honras de cuerpo presente en el interior de las iglesias. 

[9] Lendínez Padilla, J. P. y Villar Lijarcio, J. J. (2018): «Iconoclastia religiosa en Bailén: la destrucción del patrimonio artístico durante la Guerra Civil». Locvber, vol. 2: pp. 73-116.