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jueves, 29 de octubre de 2015

EL MOMENTO ANTE EL CRISTO DE LA VENTANA...

Había pasado la pesadez de la espera, la que se colmó con las Amarguras de Font cuando el azul y plata lamió esos dinteles que se iluminan con la luz de su marcha cada atardecer de ramos. Pareció el domingo anhelado esperando una serpiente larga y blanca que nunca apareció, porque aquello se parece pero nunca es como la semana de las semanas. Había pasado el caramelo de engullirnos tras el manto de plata que llenó San Juan de la Palma del alma y la esencia de San Julián, una delicatesen hecha salve para la Reina que visitaba, Hiniesta y la Reina que recibía; Amargura, siempre acompañada del sustento del más amado discípulo. Había pasado la plenitud del momento glorioso donde las “famosas” devociones nos brindaron un momento único y privilegiado, hasta de la gloria que no pudo salir días antes nos acordamos. La “Estrella Sublime” se marchó dejando una estela de azul y plata en busca de Gerona y las luces de la iglesia donde el silencio es blanco –por fin cuelga del retrovisor la cruz de San Juan- se comenzaron a apagar. Llegó el momento de seguir, de continuar emborrachándonos de María bajo el azul marino del cielo y la luna plateada y la bulla se la llevaba encendida sobre el asfalto en una noche eterna, en los dos sentidos…



Y la bulla nos llevó a dar un rodeo en busca de la Feria, apresurándonos que a Pedro le quedaba poco y tras la grandiosidad, de los ingredientes que hicieron el portento surgió una tenue luz, de un rincón humilde, casi desapercibido, quizás, por la gran marea que por allí se congregó. Estas cosas tuyas vieja Híspalis que llenas de Dios y de María cada rincón de tus entrañas nos robó un momento simple y fugaz donde un Hijo de Dios más desconocido nos llamó con la aflicción de su mirada. “Antonio ¿lo conocías?”, desde una pequeña capilla que hace la calle templo, a través de una ventana, el otro Cristo de la ventana de Sevilla paró unos segundos nuestro ímpetu de palio, música, Hiniesta… no estábamos en San Esteban aunque pareciera al Señor de la clámide purpura, Él no era el que se le pedía salud y buen viaje, o quizás si, quien sabe, pero la Sevilla desconocida, esa que no se conoce a través de la Campana se abría humildemente ante nosotros. Un Cristo Cautivo, parecía eso mismo, como si al Sentencia lo sentaras como a un humilde y paciente Cristo iconográficamente hablando, pero vestido de impoluta y correcta túnica lisa. En una ventana, quizás desapercibida de San Juan de la Palma un singular Cristo, el de los Afligidos recibe las únicas chicotás de aquellos que le rezaban  través del cristal cada año desde que aquel poco conocido José Sanjuán lo levantase de las cenizas de la guerra gracias a la piedad del pueblo que lo quiso devolver a esa humilde morada donde da paz a los afligidos de corazón. Es curioso, no me dio por contarles a mis amigos su historia, quien no lo conocía, lo dejo atónito ante tal muestra de devoción popular, fueron unos simples segundos contemplado la negrura de la pátina que lo cubre, algo de lo que quizás no me hubiese acordado en una crónica de todo lo vivido, pero quiso el Señor pegarme el pellizco en mi corazón afligido haciendo de aquellos segundos una obra de arte, cuando por allí pasó José Campaña, nadie lo vimos y quiso hacer aquellos simples segundos, sin rimbombancia cofradiera, eternos…

lunes, 26 de octubre de 2015

EN AMPARO 2015...

Cercana la festividad de Todos los Santos, el primero de noviembre, la ciudad de Córdoba se prepara para recibir el inconfundible aroma de la gloriosa Virgen del Amparo. Música fúnebre llenará de gloria la jornada donde la visita a los camposantos dibuja la estampa inalterable de la tradición mientras desde San francisco se hace la magia de la religiosidad popular. Por ello, en este tiempo, su hermandad de la Oración en el Huerto edita y prepara un boletín dedicado al tiempo de su titular letífica. Y la misma ha tenido a bien publicar en el boletín, de edición solo digital y disponible en su página web, un artículo escrito por este humilde, simple y mero capillita que se basa prácticamente en la entrada resumen de mi visita a la ciudad y a la procesión del pasado año. Un orgullo más para la vida, escribir para esta señera hermandad cordobesa con la que posiblemente, si Dios y su Santísima Madre lo quiere me vuelva a encontrar el próximo domingo. Les dejo nuevamente el artículo, para rememorar los sentimientos que despertó en mí la Virgen aquel glorioso día con el magnífico montaje que han realizado.

viernes, 23 de octubre de 2015

SÁBADO DE RAMOS...

A las cuatro de la tarde. Media hora antes del horario que marcan los siglos con el reloj de arena que se estrecha en la calle Feria. A las cuatro de la tarde. Cuando el sol empiece a buscar el cerro de Santa Brígida. A las cuatro de la tarde. Cuando la ojiva una en su vértice las líneas que marcan el paréntesis vertical del tiempo. A las cuatro de la tarde. El barrio será una sinfonía de azul y plata. Da igual que el cielo engañe a la vista con un nublado de plomo. Azul y plata. Como en el pentagrama donde las corcheas de Marvizón buscarán —vencejos de octubre— la libertad acompasada del vuelo: el aire es el ecosistema de la música. A las cuatro de la tarde. Media hora antes de que los relojes marquen los cuatro siglos y medio de historia que acumula esta cofradía de artesanos y de obreros.
Azul y plata en la Sevilla que fue roja en aquellos tiempos lejanos y olvidados del Moscú sevillano.
La Hiniesta no se queda en el perdón. Olvida. Ahí está la cima de la ética y de la moral, del cristianismo que estos cofrades pregonan en silencio. Resurgieron de sus propias cenizas dos veces. En lugar de esgrimir los agravios del pasado, miran hacia delante. El perdón es el mejor hilo para suturar el fuego intencionado, la destrucción del patrimonio, el rencor acumulado en los bidones de gasolina. Las barricadas y las represalias quedaron atrás. Trincheras hundidas en el hueco que algunos pretenden cavar de nuevo. No hay nada más inútil que el odio. Ni más dañino.
Esta cofradía nació en el Renacimiento y ahí sigue, renaciendo cada Domingo de Ramos. Renace, cual Ave Fénix, de los escombros del fuego. Y también renace de la memoria donde guardamos, como en un estuche sin relojes, aquellas tardes de adolescencia y de ilusión, aquellas noches de Alfalfa y Arahal: todo con la a abierta del tiempo que nos quedaba por vivir, y que entonces parecía una prolongación del infinito. Hiniesta medieval y renacentista, gótica y barroca. Todos los estilos fundidos en el gusto popular de esta cofradía que guarda la esencia de los corrales de vecinos, de los nazarenos vestidos de azul, de los geranios en los balcones, de las saetas que se quedaron prendidas en el ojal de la nostalgia.
¿Sábado de Ramos? Mañana será un día grande para esa Sevilla norteña y montaraz, de orígenes cimarrones y techumbres mudéjares, de torres almohades y retablos carbonizados. Pura contradicción en ese dédalo de calles que se remansan en San Juan de la Palma o en el Pumarejo. Ciudad sin límites en el tiempo, estrecha como una bulla, elegantísima en el palio juanmanuelino que marcará los pulsos —sístole y diástole— de la efeméride. Mañana le daremos la vuelta a los programas. Si la Hiniesta está en la calle, será Domingo de Ramos. Amén.

Francisco Robles (¿Para cuándo pregonero de la Semana Santa de Sevilla?)

sábado, 17 de octubre de 2015

COMO ESCUCHÉ DE UN TROVADOR DE SUDAMÉRICA...

Fueron días y meses de muchos calentamientos de cabeza, de un esfuerzo que me sobrepasaba. Alguien me hizo un encargo a sabiendas de que yo no había sido benevolente con aquellos a los que también les requirió sus servicios. Fui duro, quizás una piedra en el camino, nunca pasé ninguna aunque el silencio ensordeciera muchas veces más que las palabras, pero ante Dios juro que siempre fue como un padre hace con sus hijos, con la única intención de transmitir los mejor de mí mismo para que el crecimiento fuese el más acertado, o tal vez como yo lo veo, si no hay padres perfectos imagínense yo que no lo soy.
Yo no cobraba por ello, pero el precio a pagar era alto y me exprimí hasta a veces llegar a las lágrimas y pensar que no valía para enfrentar lo encomendado. Fui siempre firme en mis consejos, si quieren llamarlos críticas háganlo, y ahora tenía que darle un producto de alta calidad aunque a veces o mejor dicho; siempre el artista sea el menos indicado para valorar su obra. Escribía y escribía y al ensayar me transportaba a un teatro muriéndose, de sueño, encarcelado en las manecillas del reloj. Corta, corta, borra, ¡esto no por Dios!, esto… bueno, puede sonar bien sin él, pero ¿cómo podía explotar en esa línea acescente de verdad? Eso no es que lo pensara, eso fue lo que un buen amigo sacó en conclusión después de sumergirse en la gloria entre el inmaculado frio de un tapete de nieve que se marchaba por los Pirineos. ¿Cómo terminar? ¿Habré hablado de Dios despojándolo de todo aditamento mundano? Me sentía confuso y el cansancio frente al ordenador era más extenuante que si me hubiese metido en la espalda noventa “moños” de rasillas entre el asfixiante “polvarín” de esas explanadas que circundan a aquella jovenzuela que llamé Bailén… busqué a Dios en el arte, pero en el séptimo y me encontré el video que les adjunto, quería que me hablase y Él me habló como lleva haciéndolo los siglos, a través de los signos, los símbolos y las criaturas. La exaltación medianamente me salió, las ascendencia casi se alcanzó y al alzar los brazos creo que aprobé mi cometido de meses de desgaste psicológico, pero ahí no engañé ni lo quiero hacer nunca, quizás tengo un orgullo desmedido que no me lo permite y por ello les invito a sentir nuevamente a Dios como se los quise mostrar en el pregón, el Dios más verdadero, el que se ve en la simpleza y a su vez inconmensurable obra de la creación, no hay lugar más sencillo para sentir que Él es el todo. Era un “trovador de Sudamérica”, quien se iba a imaginar con un cantante encasillado en ese estilo actual del “reggaetón” fuese a aparecer en el texto de un capillita de tan rancias maneras sevillanas, pero su letra me llegó, la película del Mel Gibson volvió a ser un perfecto dialogo entre mi Dios y yo, sin necesidad de que bajase y se sentase en una silla a charlar conmigo, comenzó a decirme tal verdad que más que poder, fue el aliento del altísimo el que me llevó hasta el video para que me revistiese de humildad, no presumiera de algo que no había hecho y le pagara a aquel Señor como mejor podía su confianza en mí.
Quiero dedicar estas palabras a Don José Cisneros Chica, el culpable de que me subiera a un lugar donde quizás la gloria me hiciera sentir que me elevaba del suelo -y a mi padre, que ese si voló de verdad-, que tras seis años deja el máximo alto cargo de su hermandad, porque él es muy de esos, de ser de los suyos, que a su vez también es la mía aunque no estemos en iguales circunstancias. Seguramente siga su camino a la vera de la verdadera cruz, pero nuestros caminos son sendas aun por construir, cada uno a sus mañas y maneras pero con una cosa muy clara, el Señor, el “Mostrenco” siempre está con nosotros, muriéndose cada Viernes Santo por Bailén por un amor infinito por nosotros, sin importar nombre, apellido y necesidad… como un crucero más, un tanto extraño si, gracias por todo José…

martes, 13 de octubre de 2015

LA TERCERA Y DESCONOCIDA VIRGEN DE ZOCUECA...

Aunque siempre suelo aprovechar alguna de las fechas en las que se le rinde especialmente culto, en esta ocasión me saltaré este mí mismo dictamen para contarles una nueva historia en torno a la Santísima Virgen de Zocueca. Esta entrada podría tratarse de una continuación de la última realizada hace pocas fechas en las que citaba la curiosa historia de una serie de copias de la antiquísima devoción bailenense que vivían en la privacidad de sus propietarios. Imágenes que en cierto modo pertenecen y se adentran directamente con la historia de la Patrona de Bailén porque tras los fatídicos días de la Guerra Civil, muchas de ellas fueron cedidas para que ocuparan el lugar de las imágenes destruidas, y hablo en plural porque siempre nos hemos referido a la que creemos es el primitivo icono que desde 1834 dejó su santuario para afincarse definitivamente en la parroquia de la Encarnación de Bailén, y que en su mismo atrio fuese profanada utilizándola como simple leña para el guiso de un arroz o paella, el cual no pudieron comerse sus sacrílegos comensales. Como nos muestra esta histórica fotografía, en el camarín se colocó una nueva imagen para que comenzase a dibujarse la histórica circunstancia de contar con dos imágenes de la patrona, estando en Bailén por decirlo de alguna manera la “más importante”, al contrario como por ejemplo ocurre en Andújar, existiendo copia en la ciudad de la que se considera el inmortal icono devocional de la basílica santuario.
En aquella entrada les hablaba de hasta siete imágenes, que desconozco donde puedan estar, quien las hizo y cuando, se hablaba que hasta el siglo XVII llegaba la posible hechura de una de ellas, algo que sin duda tiene que ser interesantísimo el estudio iconográfico de la misma. Nuevamente, en la entrada referida  mostraba fotografías de la romería donde es palpable que ninguna de las imágenes se trataba de las dos actuales imágenes que pertenecen a la Real Archicofradía, sino que estábamos ante algunas de aquellas imágenes que se cedieron y se aprovecharon para ocupar el hueco dejado en la hermandad.








Pues bien, se me sorprendían algunos paisanos con esta historia, que mencionaba Miguel Ángel Roa en el boletín-programa de romería y les traje para corroborarlo una imagen que vale más que mil palabras. Pues ahora les dejo nuevas imágenes que hablarán a más viva voz sobre esta, hasta recientes fechas, desconocida y curiosa historia, de copias de la ancestral y genuina devoción a la Virgen de Zocueca. Gracias a Francisco Balbuena que las ha compartido por las redes sociales y a Pedro de Manuel que me las ha hecho llegar, estamos ante una imagen, más pequeña que las dos imágenes conocidas, puede que entre setenta u ochenta centímetros, donde se refleja una curiosa interpretación de la Virgen de Zocueca. Una imagen que pertenece a una familia local que la heredó de un antepasado sacerdote y que la guarda y la venera en la privacidad de su hogar. Estamos sin lugar a dudas ante la imagen de la Virgen más antigua conocida, porque es evidente que ya en el siglo XIX existía y que gracias a la condición de culto privado se pudo salvar de las iras iconoclastas de la Guerra Civil que estuvieron presentes en Jaén hasta el final de la contienda. Cuentan que esta imagen fue la que se procesionó en el Bailén de la recién acabada guerra, el 19 de julio de 1939 ya que hasta el año siguiente no está documentada ninguna hechura de imagen sagrada o procesional para el pueblo, precisamente con la Virgen de Zocueca de Ricardo Font y posiblemente con el Cristo de la Expiración. Fiestas, 5 de agosto y romería pudieron honrar veneración a esta curiosa y coqueta imagen, como vemos en la fotografía de la romería donde se intuye una imagen más pequeña de lo normal y yo diría que casi se vislumbra las hechuras de esta imagen que ya el mismo experto Antonio Custodio, restaurador de las dos actuales imágenes, se atreve a fechar en el siglo XVIII.





Si la imagen fuese de ese periodo, es curioso la gran similitud con el icono destruido en el treinta y seis, del cual a través de fotografías se realizaron las actuales imágenes, pero como sabrán en el setecientos no existía la fotografía para que aquel desconocido imaginero acertara en tan alto porcentaje en la singular iconografía, en la impronta de la imagen y sobre todo en el divino infante. El dibujo de los pliegues frontales de su túnica es para como dar a entender que el artista que la realizó tuvo que estudiar muy bien a la imagen primitiva e incluso que la tuviese como modelo, algo complicado pero para nada descartable, más si el que la encargó pudo ser sacerdote. Aun así presenta un ligero y suave modelado de la cabellera, que prácticamente termina frontalmente en sus hombros a comparación de los grandes mechones que le caen tanto a la imagen primitiva como a las actuales. Las frutas del frutero se alejan del detallismo actual y mantiene la singularidad de portar al Hijo de Dios en la mano derecha, destacando el mismo por ser una imagen exenta, es decir se puede quitar del bloque que forma con su Madre. Porta un manto con un bello estofado y policromado que si lucen del ingenio propio de su autor, el cual coloreó el mismo en un claro y puro azul, que nos hace pensar si la primitiva patrona contaba con este tono para el suyo, incluso como algunos grabados coetáneos en ejecución nos han mostrado. Me ha llamado poderosamente la atención el bello y genial detalle de los bajos de la túnica, donde se interpreta con un magnifico policromado lo que son unas puntillas queriendo emular unas enaguas de la virginal Madre de Dios, la que descansa sobre el cojín sin mostrar su pie donde iría la misteriosa inscripción. El cojín tuvo que contar con las cuatro borlas doradas pero solo presenta una y hasta las hechuras de la peana nos habla de una muy fidedigna copia realizada seguramente en un periodo sin fotografías y quizás retratos fehacientes de la imagen primitiva. La cabeza, de gracioso y angelical semblante, con mirada perdida y arcaizante está tocada por una sencilla corona de latón muy deteriorada, como pueden observar también está la imagen de la Virgen, la cual muestra el precio de soportar tantos años sus azuladas espaldas. Ojalá sus propietarios acometan una científica restauración, como las que se están llevando sobre las dos imágenes de la Real Archicofradía y cuiden y mimen como lo llevan haciendo esta singular y preciosa imagen de la Virgen de Zocueca –porque sin duda cuentan con un preciado tesoro-, que tanto nos puede hablar de lo que perdimos en una triste tarde de verano, lástima que sea de culto privado para no poder disfrutarla libremente si por ejemplo se entronizara en San José Obrero o el Salvador, soñar es gratis, pero por lo menos se completa una nueva página entorno a la veneración a la Capitana y Generala de todos los bailenenses, la Virgen de Zocueca con una obra de arte que nos habla de nuevas versiones e improntas de otros artistas teniendo como modelo iconográfico a la que lleva los siglos reinando a las orillas del Rumblar.

jueves, 8 de octubre de 2015

DIEZ AÑOS DEL DÍA JUNTO A LA PALMA...

¿Dónde estaría a estas horas justamente hace diez años? Seguramente saboreando el aroma del incienso mientras el mismo combatía con el mismo humo de la castañera que le espetó a Carlos; “no te gastes mucho miarma” –al pedir el cartucho más barato- cuando el mismo quiso saborear una de las estampas de la época en Sevilla, las castañas asadas. Ambos humos luchaban entre los varales de un palio, uno de los más singulares por cierto, mientras el son de unas bambalinas volvía a despertar aquellos primeros repelucos. Hace justamente diez años, que era sábado, tras la comida, cañones de la que fue la primera recreación de la batalla de Bailén resonaban ante la expectación de lo nuevo mientras yo guardaba silencio en el asiento pasajero de mi entonces amigo bailenero, que con cosas como la de aquel día comenzó a asentar su aspiración de ser lo que es hoy día, un sevillano más, que uno es de donde nace y donde paga sus impuestos. Llenaba el depósito y se disponía, la verdad,  para darme a mí el gusto de emprender un viaje de ida y vuelta para adéntranos en la gracia de vivir un paso palio sevillano en la calle. Ya había pasado aquel día en el Cerro, también llegó el día de Montesión e incluso aquel día, recién empezada una nueva vida laboral y rotundamente apartado de mi vida musical, ya podía decir que había sentido la éffeta en los días grandes de la vieja Híspalis. Pero aún era tan poco, que la ilusión era mayúscula, y así completé una de aquellas jornadas que con los años, voy amontonando en el cajón de los grandes recuerdos, y les digo un secreto y verdad de las más claras y puras que podré decir, esos son los más grandiosos recuerdos que tengo en el mundo cofradiero, siempre en Sevilla, hay más, pero diferentes…
Llegamos bajo la noche, aun ni siquiera sabia situarme por donde nos movíamos, fue la primera vez que entré al parking del Duque como lo llamó Madueño y como desde entonces lo vengo llamando, incluso ya puedo decir que he metido mi coche –bordillazo y susto incluido-, porque aquel día aun le faltaba un año para sacarme el carnet. Iba tan contadas veces que el reencuentro con la ciudad me hacía sentir sensaciones similares como las que tiene que sentir un ánima cuando pisa los terrenos celestiales, mientras una arrugada castañera levantaba mi asombro por el desparpajo mostrado y es que aún tenía que conocer más la idiosincrasia tan particular de Sevilla.
Hace diez años fue día de coronación, cuando comenzó lo que dicen muchos a perderse el sentido del valor de una coronación canónica a una imagen en concreto de la Virgen, porque a  María, la Madre de Dios, sin más, ya la coronaron hace muchos siglos en mayor e inigualable catedral. Dicen que una envidiable obra de caridad hizo que unos niños necesitados de  más apoyo ciñeran las benditas sienes de María de la Palma, la Madre del Cristo del Buen Fin, la Reina de los nazarenos más franciscanos de Sevilla, aquella que la verdad no creo que traspase su devoción más allá de los límites de su cofradía y su collación, pero que cosas de los nuevos tiempos, cosas de su hermano más ilustre, el cardenal Amigo Vallejo, ha convertido en un premio más, robándole extensión de fe y los siglos a las normas que cimentaron lo que son las coronaciones canónicas. El palio ya había salido, miren ustedes sin aún era novato, que por la S-30 le decía a Carlos que pusiese la radio para saber por dónde iba, como si aquel día de hace diez años fuese Miércoles Santo y la voz de López de Paz nos trasladase los repelucos radiofónicos de las noches de la gloria. El murmullo, los señores siempre de traje vaticinaban el cortejo por donde venía, por Tetuán, el palio de la Reina del convento de San Antonio. A partir de ahí fue todo saborear los momentos, comentar todo lo que captara mi alma, como ese singular palio que entonces ya me daba el palpito que el movimiento que le imprimía su cuadrilla no le hacía justicia al rompedor diseño de Ignacio Gómez Millán, de cuando en Sevilla se intentaba innovar, dibujos como estos ya solo se pueden soñar en los pinceles de los nuevos diseñadores cofradieros de fuera de las murallas de la vieja Isbiliya. Diez años de conversaciones por el Duque o aquella oscuridad en Cardenal Spínola que se llenaba con el son inconfundible del maestro Hidalgo y su Centuria Macarena, la primera vez que la escuchaba en persona. Viaje relámpago que acabó en la plaza que preside el maese Mesa a las puertas de la casa de su más grandioso hijo, él que gubió a Dios en la madera para gloria universal de la iglesia sevillana. Diez años de la bulla que se formaba a los pies de la basílica mientras los macarenos entonaban la marcha que le dedicó un trianero del barrio León a la Madre por antonomasia del Gran Poder y el actor-presentador Antonio Garrido me pedía que me fuese para atrás mientras organizaba el cortejo de la cofradía. Diez años y no puedo olvidar a un grupo de amigos de Carlos que llegaron y uno de ellos le faltó decir que si el Betis fuese una mujer se casaba con ella aquel mismo día, que pasión por Dios… hasta que llegó el palio, rozando las dos de la madrugada, sonaban sus marchas de coronación, alguien decía aquello de “¿es que Abel Moreno ya no sabe hacer otra cosa?...” y el palio se perdió en el interior de la casa del Padre en Sevilla, y salió, nos atrapó y se fue para su casa dibujando un recuerdo de esos que como dije, son imborrables. Es curioso, años después, me he hinchado de Sevilla y Miércoles Santo y no terminaba por volver a encontrarme con María de la Palma, como Ella merece. Pasaron los años y Marvizon sí que le dedicó un “marchón”, y me lo propuse, casi me lo obligué… “este año disfruto del Buen Fin”, y allí, en el mismo lugar este pasado Miércoles Santo me volví a encontrar con la Virgen de la Palma a los sones de su marcha, desde aquel día de hace diez años, coronada para gloria universal de la iglesia y las cofradías sevillanas…

Fue la única vez que Carlos hizo la locura de volver en un mismo día, siempre se quedaba en casa de su familia de Dos Hermanas y ya no lo volvió a hacer, yo volví por mi cuenta, él se afincó allí pero me concedió y no lo olvido diez años después el placer de vivir aquella jornada. Cada vez que volvía en la noche observaba las gasolineras donde paraba a beber Redbull, el sueño nos agotaba solo por disfrutar de nuestro sueño que hoy, diez años después sigo teniendo claro que es Sevilla.

lunes, 5 de octubre de 2015

EL PROCESO...

Justamente en eso mismo pensé cuando contemplé estas fotografías que gentilmente cedió José  Luis Andrés Gavilán para que algunos hermanos de mi linarense hermandad del Prendimiento las compartieran por Facebook. Llegado octubre se acercan los días grandes de la Virgen del Rosario, siempre con permiso del Jueves Santo, y qué mejor que volver a dedicarle un espacio en esta mi casa, echando a volar los recuerdos de quienes vivieron lo que muestran las fotografías y aprender y conocer para los que llegamos después. Sin duda, a mi entender se tratan de valiosos testimonios gráficos de la historia reciente de la hermandad, esa que pareciese que se comenzó a escribir en el justo momento que la suntuosidad sevillana comenzó a ganarle la partida al pasado. Y es que quisiera compartir con ustedes mis impresiones de cómo se forjaban antaño los sueños ante esta actualidad tan distinta a lo que se respiraba por ejemplo esos más de treinta años atrás.
Estamos ante las primeras salidas de la hermandad del Prendimiento cuando la misma decidió darle un rotundo giro a su caminar por la vida. Estamos en los primeros años donde una hermandad afín a los cánones cofradieros que se vivían en esta provincia le echaba el valor de creerse que se podía mejorar sin ser “Sevilla”. Y hasta allí miraron y con la ignorancia propia de las circunstancias comenzaron a cimentar una hermandad y cofradía que sería admiración de todo el viejo Santo Reino de Jaén. Fueron valientes de enfrentar los “si así está muy bien, ¿para qué cambiar?” y coger a María y alzarla sobre un sencillo palio donde solo los varales daban la sensación de parecerse a lo que se ansiaba ser. Bambalinas y mantos lisos aunque los alfileres los pusiese uno que me sigo preguntando por qué no se le da el valor que debería en su tierra. La Virgen era aún más pobre que ahora, pero con poco deslumbraba a Linares cobijada entre esa tupida candelería de humildes candeleros de tubo que hacía que los días se alargan hasta verla concluida, que por cierto, era todo muy humilde pero pocas candelerías como esa se ven hoy día... Trabajo y más trabajo del florista que debía hacer ver que había un juego de jarras y lo que había era solo el tradicional clavel blanco de la época -hasta eso cambió…- llenando de derroche floral lo que no había en plata, porque antes de esto, la flor era más bien escasa en los pasos y la elegancia en la colocación para parar de contar, eran pasos sencillos, pero el gusto estético florecía nunca mejor dicho…





A la Virgen la despojaron del pasado para comenzar a forjarle esa catedral, aun inclusa en la que reina cada Jueves Santo sobre los costales de aquellos locos que se hicieron eternos, y a Ella, y no me refiero a su sola imagen dolorosa, sino a todas las linarenses… en Eternas, para que en la ciudad naciesen aquellos que se hacen llamar “marianos”…
Tenía que ser todo tan improvisado y cercano a aquel primer duro y mágico año en que una cochera se convirtió en casa de Dios que el Soberano aun parecía aquella lejana Sentencia que nació por Cantarranas. Conocía muy pocas fotografías de aquellos días donde el escueto misterio, sobre el sencillo paso de los ebanistas provincianos se alzaba aun entre los viejos candelabros, ni siquiera habían llegado los candelabros de la Divina Enfermara sevillana. La remodelación del Señor aún era lejana y su mirada era frontal, aun no bajaba su mansedumbre al lugar desde donde lo buscamos cada día del año y sus cabellos eran tan delicados que quien lo peinara con la gubia llegó a completar al Dios perfecto, ese que hace unos días hizo romper en lágrimas agarrado a la verja de su capilla a uno de sus más desconocidos devotos venido desde la tierras de don Quijote con el simple y a la vez grandioso sueño se sentir su aliento....
Fue el proceso con lo poco que se tenía, vistiendo su túnica bordada, que al contemplarla hoy día cuesta creer que se trate de la misma con sus dos inseparables romanos, donde al final pasarían tras su divina presencia, porque en el proceso llegaría el saber, el canon y eso nos habla de que el Hijo de Dios debe siempre de destacar sobre el resto. El material era de otra época, de otro pensamiento, pero se fue adaptando y después sustituyendo, hoy el galeón impresiona y la catedral garduñense enamora, pero así fue el proceso, no había nada, solo ilusión de una generación que tal vez necesita regenerarse, grande fue el trabajo y más el legado y este mensaje no va para unos cofrades en concreto, va para toda la generación actual que quizás necesita un poco de sangre de aquella que en los ochenta, como pasó en Linares, recorrió gran parte de Andalucía. Aunque los tiempos cambian, la sociedad es otra, pero lo que nunca cambia es la necesidad de reinventarse… y a aquellos días será difícil toserles.
Foto: Lucas Sanchez

Foto: Lucas Sanchez