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viernes, 12 de diciembre de 2014

SEMANA SANTA DE BAILÉN. 1992

Desde un viernes como hoy del mes de marzo tengo aparcada esta serie, en la que vine a mostrar en el mundo de internet la Semana Santa de mi juventud, la de mi pueblo, Bailén. Como mi trabajo me costó capturar y colgar los videos no pienso dejar más aparcada esta serie y volveré con esta entrada, donde me centraré en la semanas santas enteras, no por jornadas para aligerar un poquito más el contenido y no hacer un poco pesado a aquellos que nos le interese estos tipos de entradas, como así algunos me han mostrado, incluidos bailenenses.
Pero como aquí quien decide lo que se pone soy yo y así me lo propuse continuaré con la serie que acabará seguramente en la Semana Santa de 1995. Nos quedamos en la de 1992, donde ya les conté la jornada del Domingo de Ramos y el Lunes Santo. Aquí se verán reflejados los videos que quedan de aquel año de los cuales intentaré hacer una simple reseña, de lo más destacado de los mismos, que ya cada cual, a los que más le interesen sonsaquen de los mismos, los detalles que ya se guardan en la memoria.
Si el Lunes Santo fue un día histórico de estrenos con la imagen de la Virgen de los Siete Cuchillos, el Martes Santo también presentaría estrenos, volviendo Ella como es costumbre a procesionar tras el Cristo de Medinaceli, el cual estrenó la primera fase de los respiraderos que completaban ambos laterales o costeros del trono, siguiendo la línea del conjunto de mezclar la madera barnizada con la orfebrería aunque ese año llevó una especie de “tela metálica” a falta de los paños repujados que llegarían al año siguiente. Destacar que en ese año no se realizó la salida con los anderos de rodillas, como se hizo hasta el año 2013, último en que se procesionó estas andas del cordobés Díaz Roncero.


Del Martes Santo saltamos al Jueves Santo, jornada de Amarrao a la Columna de la cada vez más asentada cuadrilla femenina bajo sus plantas, acompañado de la que fue su banda en sus últimos días, estrenando curiosamente un uniforme de chaqueta eliminando lo hasta entonces tradicional: la túnica de nazareno y tras Él el Ecce Homo dibujando los Jueves Santos de antaño para los hermanos cruceros. La Virgen de los Dolores cerrando una comitiva que mostró otro de los grandes estrenos, la hermandad de San Juan igualándose a los refulgentes esplendores que en aquellos días experimentaron las demás cofradías cambiando su paso de ruedas a una cuadrilla que aquel año llevó a San Juan sobre sus hombros, que quien lo iba a decir entonces, con lo mal que lo pasaron aquellos jóvenes y escasos valientes en lo que llegaría a ser esa cuadrilla, la más numerosa quizás de todo el pueblo.

La Madrugá o la “procesión de las seis de la mañana” subiendo la amargura con Jesús Nazareno “el viejo”, donde intuimos el cambio que se produjo entonces con la música en esta hermandad dejándose escuchar una banda de música y la banda de cornetas y tambores. Igualmente seguido de su Madre, la Virgen de los Dolores y de San Juan sintiendo en su rostro la magia del compás del costalero, o en este caso, andero. Madrugá también de estreno y adiós, María Magdalena “la chaparra” dejaba su puesto a la Santa Mujer Verónica, ya que al dejar sus funciones de dolorosa volvió a su primigenia labor, la de mostrar el verdadero rostro de Jesús plasmado en el lienzo, sola en el paso, sin el acompañamiento de la Santa Vera Cruz tras la misma como al final se hizo costumbre.


Tarde de Viernes Santo con sabor a Calvario con el misterio del mismo nombre donde se estrenaría la nueva imagen de la Virgen de los Siete Cuchillos en el hueco que dejaba la anterior imagen. Tarde de muchedumbre en la plaza de la Constitución y tarde de saetas que aquella linarense convirtió en tradición cuando el Gólgota de clavales blancos y cera enrrizá traía a la Virgen de la Piedad al son de una banda contratada para la ocasión, proveniente de La Carolina.


Y tarde-noche del Viernes Santo con la “General”, que cada vez era menos general por la reducción de pasos. El Cristo de la Expiración reinando sobre su trono, como a mí me pegaba más el pellizco, como así te recordaré cuando me toque subirme a donde tengo que subirme a hablarle al pueblo quien eras y eres para mí. La Piedad seguía el cortejo y tras Ella, el paso del Calvario pero con la cruz desnuda sobre ruedas, el gran motivo que hizo poco a poco extinguir esta procesión, porque seguía San Juan y la Virgen de los Dolores portados por los hombres bailenenses. No sabría aclararlo con certeza, no si después de esta procesión comenzó la llamada de “La Soledad”, pero lo que recuerdo era el extremo cansancio de la novel cuadrilla de San Juan que hizo que varios anderos de otras cofradías se metiesen debajo para devolver al discípulo amado a su ermita de la Limpia y Pura, dibujando un multicolor corazón de hermandad entre hermandades en los varales.



Flores blancas para la Resurrección y marchas de palio alegres para la celebración. La imagen del Resucitado de posguerra salía a la calle por última vez ya que al año siguiente se sustituiría por otra imagen ante el deterioro de la misma, aunque llegó tan poco a convencer que nuevamente volvería a los cortejos procesionales como ya veremos más adelante. Caras al descubierto, porque se trataba de la gloria, ya no había penitencia a la espera de que llegara la idea de alzar su anonimato penitencial con un caperuz de blanca pureza para el último día de la Semana Santa en Bailén del año del Señor de 1992 y donde la cofradía comenzaría a tomar la costumbre de llegar a su ermita con el paso andando de espaldas.

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