Volvió la vida, porque ahora sí, volvió
el tiempo, y a mi me lo marca esta semana… ante Dios en San Lorenzo, seguía sufriendo
por mí en su rostro dolorido. Y volvió la emoción recordando aquellas
restricciones del COVID para entrar en San Sebastián en aquel caluroso
septiembre de 2020 a pedirle lo que me concedió, verlo moreno mirando al cielo
del Porvenir y a su Madre plateada de la Paz con el repeluco del solo rociero.
La multitud no evitó que nos cogiésemos
de la mano nuevamente por la avenida… en Rioja el Rey de Reyes era despojado de
sus vestiduras, cada vez mejor su gente de abajo y en el cruce de Sierpes las
campanillas volvieron a sonar como si no hubieran pasado dos semanas santas con
el color de la túnica de sus nazarenitos, en blanco, Señor de la Borriquita.
Volvimos a sentarnos a la mesa de
La Cena, aunque fuesen las horas de la tarde por Laraña, y Humildad, como
tantas veces nos recordó nuevamente la pregunta ¿en qué piensa el Señor?, Paciencia
es lo que nos falta Jesús… Subterráneo se marchaba poderosa por la Anunciación,
curioso que, con Santiago, se le movía más el palio que antes.
Por el Perejil (nunca me acuerdo
del nombre de la plaza ni me quiero parar a mirarlo) venía San Roque con sus Penas
y su galeón digno de la mejor poesía, y seguimos buscando, con nueva sillita de
equipaje a su madre, y al compás de la cera, llorando venía bajo suntuoso palio
dorado la Gracia y Esperanza de Sevilla.
Volvimos al lugar esperado. Aun quedaba
algo para que todo volviese. Y volvimos a los orígenes, ver salir la Amargura
desde la misma plaza, en la inmortal San Juan de la Palma. Comenzaba el palizón
de las esperas. Pero el Silencio brotó y la butaca se marchó dibujándonos la
sonrisa. Qué decir, cuando el manto se marchaba como siempre a los sones de su
nombre, Amargura; tres años después ¡Hágase la Semana Santa de Sevilla!
En Boteros fieles a la cita
nuevamente con La Cena y las Cigarreras a lo suyo, sus conciertos… en Sevilla,
todo anduvo como siempre, quien iba a decir que esos costaleros llevaban tres
años parados.
En la plaza del Pan, Arahal nos pedía
más pasos en Sevilla tras el Señor de San Julián, y el azul y plata nos volvió a
emocionar, bella Hiniesta de la Puerta de Córdoba. Otro año será los callejones…
Retrasos que eternizaba la
zancada del hombre crucificado perfecto. Su muerte, por Amor, caía vencida al vacío
intentando avanzar hacia Orfila.
No avanzaba la noche, y nos
fuimos en busca del que sentando anda sobrao de compás. En Adriano no me
derrotó, les juro que hacia años que no sentía tal felicidad mientras el Zapatero
avanzaba en busca del Baratillo. Chicotás de salón, no sé si estará correctamente
dicho, y Dos Hermanas recuperando el sonido perdido (pero aún queda). El Refugio
de una Madre o Macarena, que bien sabias mis Penas de Triana que allí te estaba
esperando. Volví a ver tu espalda mientras mirabas a ese cielo donde ahora estorba
la torre Pelli. El día vencía a los que esta semana se han llenado los
bolsillos, cenábamos y por el Postigo venía su madre Estrella con sones sublimes,
contraste, de Valle de Sevilla a la Macarena de Abel Moreno que no puede evitar
mandar por teléfono a un amigo que sé que la necesitaba.
La Giralda se convertía en
imponente altar mudo para adornar la salida del Dios del Amor y buscando Alemanes
nos permitió sentir el éxtasis de su presencia, imponente, de otro tiempo…
El día vencía ya a todo el mundo
y ni fotos eché, cuando Herodes seguía despreciando al Mesías, aunque a
nosotros nos brindaba chicotás de ensueño por Laraña y las setas. Por allí estaba
el Soria, y ganas me dio de ponerle el video de Modric y el babero gordo… de
baberazo cuando llegó Amargura y su silueta inconfundible con el evangelista
predilecto en una vuelta a casa que nos hacia hincar la rodilla… no me gustó
que me derrotase el día y no la viera recogerse, reflejo de la dureza que nos vendría.
El resto; el Socorro se sumergía
en el Salvador en la madrugada con La Madrugá… ya comenzaba a terminarse la Semana
Santa. Las cosas del tiempo, pero sin ella no hay tiempo… todo nos parece
lineal.
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