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lunes, 30 de noviembre de 2020

LA CAPILLA DEL "CORTIJO DE LILLO" DE BAILÉN


Desde la carretera JV-2311 que parte desde Bailén (también conocida como la de Sevilleja), surge un tramo que entronca con la carretera JV-2312. Esta sale desde Bailén y desemboca a la antigua carretera de Jaén (N-323a), en la misma frontera con el término municipal de Mengíbar, junto a las ruinas de lo que fue la estación de ferrocarril de Bailén. Esta vía de carácter rural, es conocida por su histórico nombre: “Camino de La Toscana”, un lugar donde se levanta (sobre unos más que probables yacimientos arqueológicos) el histórico cortijo de don Manuel de Aguilar y que hoy sigue regentando por sus descendientes, la familia Corchado. Para saber más sobre este cortijo pinchar aquí, aquí y aquí.


En este trozo de carretera rural (entre el camino de la Toscana y Sevilleja) existen en un notable estado ruinoso un viejo cortijo que ha llamado en los últimos tiempos la atención de los bailenenses desde que las redes sociales globalizan todas nuestras inquietudes. Siendo un niño, lo conocí en esos viajes domingueros que a mi padre le gustaba hacer a los campos cercanos a Bailén (ahora lo tengo que llevar yo) y desde siempre me llamaba la atención, la fachada de lo que parecía una pequeña ermita con sus puertas cegadas y sin uso. Mi padre siempre lo llamaba “El Cortijo Lillo”. Me contaba que eso eran ermitas que tenían los cortijos, para que los “señoritos” escuchasen misa. Añadía a sus recuerdos cómo de niño sabía que ahí iba un cura de Mengíbar a dar misa los domingos montado en un borrico.




Pasaron los años y la casualidad comenzó a llamarme la atención con aquellas visitas de infancia cuando comencé a investigar en los archivos el pasado del pueblo y me encontraba que en un cortijo de La Toscana existió (y existe) una ermita llamada de Santo Tomás de Aquino. Pronto pensé que podría ser esta, aunque mi padre siempre me dijese: “es el cortijo Lillo”. No tardé en descubrir que se trataban de dos ermitas distintas. De la ermita de Santo Tomás, había abundante documentación, pero de la otra nada, ni un nombre, que el compañero Paco Linares, en sus estudios bailenenses denominó como “Ermita del Visitador” y así han acabado llamándola.

Ermita de Santo Tomás de Aquino. Cortijo de la Toscana (siglo XVIII)

En verdad “El Visitador” es la zona como es llamada donde se levanta este viejo cortijo. En la cartografía del siglo XX (más bien diría de la segunda mitad del siglo XIX, porque los propietarios que se nombran no llegaron a vivir en el siguiente siglo), viene bien situados y diferenciados ambos cortijos. Este viene descrito como “Molino y Casa de Don Pedro Game Helillo”. El signo convencional de “molino”, es testimonio inequívoco de haber tenido una almazara. Según la descripción de la obra “Cortijos, haciendas y lagares (Arquitectura de las grandes explotaciones agrarias en Andalucía. Provincia de Jaén)” [aquí pueden descargarlo en pdf], editado por la Junta de Andalucía en 2018 (pág. 501), se describe de la siguiente forma:

En el frente del caserío destaca la fachada de una capilla con una composición de apariencia neoclásica y remate de espadaña, que Linares Lucena considera obra del siglo XIX. El complejo, que se encuentra en ruinas, consta de varias edificaciones y patios. Destaca en especial el patio de entrada, con una nave con grandes contrafuertes de ladrillo en un costado, un abrevadero en el contrario y, al fondo, la que debió ser vivienda principal, con galería arquitrabada sobre columnas”. La poca documentación histórica que utilizaron pertenecía a nuestro paisano Francisco Antonio Linares Lucena, que no andaba desencaminado a la hora de datar la capilla.






















Lo cierto, es que la historia de este viejo cortijo, es otra de las tantas cuentas pendientes de la investigación local. La denominación popular de “Cortijo Lillo” viene por el apellido histórico de los propietarios que fueron y son de este cortijo, que es una familia hacendada residente durante generaciones en la localidad vecina de Mengíbar: Los Lillo.

Aunque no he estudiado en profundidad aún este inmueble, puedo hacer referencia a la existencia en aquella zona de un cortijo que perteneció a un baezano llamado Manuel de Cózar y Lillo según su testamento en 1719. En el año 1700 es citado como teniente corregidor de Bailén y mayordomo (administrador) del Duque de Arcos (desde 1698) en Bailén.

El dato más fehaciente que he encontrado sobre este cortijo es un expediente posesorio instruido a instancia de D. Pedro Gámez y Lillo (el del plano), que aparece citado como vecino de Baeza y está fechado en 1868 para inscribir sus posesiones en el término de Bailén. En el documento notarial, el secretario del ayuntamiento constitucional de Bailén, D. Esteban de Espinosa, certifica que al número 1.261 del orden del amarillamiento de riqueza de Bailén formado en 1861 se hallaba inscritas las fincas de D. Pedro Gámez Lillo. Entre estas fincas de olivares y viñas por aquella zona (Los Arenales) destaca este inmueble.

Expone don Pedro Gámez Lillo a sus 48 años de edad ante el señor juez de paz de Bailén, D. Martín Costilla que por fallecimiento de su tío, el doctor (presbítero) D. Eufrasio de Gámez el día 3 de julio de 1839 heredó y desde entonces poesía “la mitad proindivisa con la otra mitad de mi hermano D. Eufrasio de Gámez vecino de Mengíbar, de una casa de campo sin número, que comprende un molino aceitero con dos vigas, bodegas, atrojeras, dos casas para aceituneros, cuadras, pajar, y dos patios en el centro, todo en un solo edificio conocido por la Casería del Visitador, de cincuenta metros, trescientos cincuenta milímetros de frente por igual fondo, sitio de Los Arenales de este término [Bailén] linde por todos lados con olivas de mi citado hermano D. Eufrasio de Gámez”.[1]

Así podemos intuir el origen familiar a Baeza, o tan solo el asentamiento de alguna rama en la ciudad renacentista. Es curioso que no nombra la ermita ¿pudiera ser de que aún no la hubiese construido?

Lo que sí cita es que tenía dos casas para aceituneros. Esta circunstancia también la tenía el vecino cortijo de La Toscana. Y es que, en aquellos tiempos, cuando llegaban estas fechas de la recogida de la aceituna, las grandes cuadrillas de estos terratenientes pasaban toda la temporada trabajando y viviendo cerca del “tajo”.


En el siglo XVIII y XIX, tuvo que ser tal la concurrencia de gentes por aquellos parajes que muchos hacendados disponían de un pequeño oratorio para que los trabajadores (y ellos) pudiesen escuchar misa en la temporada sin tener que ir a la parroquia de la localidad. Curiosamente, más adentrados en el siglo XX, las peticiones eran para que los trabajadores pudiesen trabajar en domingo ante la obligación de asistir a la misa dominical. Por ejemplo, la que hace Lorenzo Villarejo el 1 de enero de 1915 en nombre de La Sª. Dª Josefa María Agrela (adjunto transcripción). También fue común la construcción de capillas o pequeños oratorios en las explotaciones mineras, como ya conté aquí, con la capilla de la Purísima de la Mina del Correo u otra que estuvo en una mina llamada de San Apolo, de las que no quedan ni un rastro de su existencia. Las dos fueron minas en el término municipal de Bailén.

Volviendo al asunto de esta entrada, esa fue una de las grandes excusas de Manuel de Aguilar para construir la ermita de la Toscana (la otra es que fuera su primer panteón sepulcral que finalmente cambió). Con esa intención, el personaje que descansa en la famosa tumba de la ermita de La Soledad beneficiaba y ahorraba el problema a sus trabajadores (la misa comenzaba a las 6 de la mañana y después a trabajar) aunque luego durante el año también pretenderían continuar con el culto por las muchas peticiones de misas, memorias, manifiestos eucarísticos y demás actos litúrgicos que solicitaban al obispado y hasta a Roma. Como dije, existe mucha documentación sobre distintas vicisitudes referentes al culto en la ermita de La Toscana. Incluso, podemos decir que la capilla se convertía en la iglesia particular de la familia, donde celebraban desde primeras comuniones hasta incluso casarse, motivo para que algún que otro párroco se quejara de que querían convertir aquel paraje en una nueva feligresía.

Pero de la ermita de la Casería del Visitador o del “cortijo Lillo” solo pude encontrar una. Entra la correspondencia de la parroquia mengibareña de San Pedro Apóstol encontré una petición firmada en Mengíbar el 16 de abril de 1887 por don Ignacio Lillo Maldonado. A sus 83 años, el mengibeño expuso que tenía en una casa de campo “situada a una legua y media” de Mengíbar un oratorio “desde tiempo inmemorial” donde se celebraba misa. Pero que después de aquello, por falta de eclesiásticos para poder ir hasta allí a celebrar misa (gran problema que tenían en la Toscana también) y un derrumbe que sufrió el edificio de una pared se dejó de celebrar en la capilla.

Exponía al igual que hacían entonces los Soriano Marañón con su ermita de la Toscana, que ante el acrecentamiento de caserías en la zona y el aumento de personas llegado el tiempo de la recolección de aceituna, pretendía reconstruirla y recibir la autorización para ello y que se pudiese celebrar nuevamente la misa en el oratorio para dar ese auxilio espiritual a todas aquellas gentes.

El 18 de abril, el por entonces famoso secretario eclesiástico, el licenciado Fernández, desde el obispado daba autorización pero que quedaría completada cuando el párroco de Mengíbar examinara la obra y que el lugar de culto contase con todo el ornamento y utensilios necesarios para las celebraciones litúrgicas.


Así, con esta misiva podemos intuir el por qué del aspecto de cierto carácter neoclásico que aún presenta la fachada del viejo oratorio, reconstruida durante 1887. Aunque la fachada y la ermita puede tener este aspecto desde hace menos años, en concreto del año 1943, fecha que está puesta en azulejos  sobre la puerta tapiada de la ermita. Al estar blanqueados con la cal de todo el edificio se nos hacían inapercibidos hasta que en las redes nos han aportado el dato que ya hemos corroborado. También nos aportan que existían otra inscripción en piedra que ponia "Año del Señor 1823". 

Gracias a este nuevo dato hemos podido hallar las escrituras de compra-venta del inmueble que otorgó el doctor don Eufrasio de Gámez “prebendado de la Santa Iglesia Catedral de Baeza y vicario juez eclesiástico”, el que compró a Dª. Catalina Martín de Ruymartín por 30.000 reales de vellón “una casa o casería que comprende sus habitaciones, bodega a saber hagar; cuadra y demás otros menesteres concernientes a dicha casa conforme en el día se haya e igualmente un estacar de trescientas quince pies de olivas [...] en el sitio de los Arenales de este término”. La escritura se otorgó el día 21 de febrero de 1823 ante el escribano de Bailén, D. Andrés García Sovarzo. (AHPJ, legajo 6072, fol. 71r-73v.). Es curiosa la reseña al camino de la Toscana que lo llaman "...el camino que va a los molinos aceiteros de la [villa] de Espeluy...".


También hemos sabido que no hace muchos años el inmueble estaba arrendado al coto de caza "Los Arenales". Hoy la fachada se ve que hace las veces de mera pared de una cochera con tejado de uralita que se tuvo que construir no hace muchos años, pero todo parece indicar que el cortijo se encuentra muy abandonado. Es decir, de aquella ermita solo nos queda su fachada e incluso aún no hemos podido documentar si los Lillo la dedicaron a alguna advocación. Valga esto como una primera página para seguir la investigación…

Las fotos que ilustran esta entrada pertenecen a Miguel Ángel Perea Monje y Juan Simón García.

Anexo-transcripción:

Carta sobre la ermita del cortijo Lillo. 1887



Excmo. E Ilustrísimo Señor Obispo de esta diócesis

Ignacio Lillo Maldonado natural y vecino de esta villa de 83 años de edad a Vuestra Señoría Ilustrísima reverentemente expone: que en una casa de campo de su propiedad situada a una legua y media de esta villa tiene un oratorio en el que de este tiempo inmemorial se ha celebrado el Santo sacrificio de la misa, pero después, ya por falta de eclesiásticos y por haberse desprendido un pedazo de pared dejó de decirse misa, pero habiendo aumentado considerablemente las caserías en aquel sitio y reuniéndose una porción de familias especialmente en la recolección de aceituna y deseando el que suscribe que los fieles allí reunidos oiga misa en los días de precepto.

Suplica a su excelencia Ilustrísima se digne autorizarle para reparar dicho oratorio a fin de que con su autorización pueda celebrarse el Santo sacrificio.

Gracia que no duda obtener de la notoria bondad de su excelencia Ilustrísima cuya vida guarde Dios muchos años.

Mengíbar 16 de abril de 1887

Excelentísimo e Ilustrísimo Señor

Ignacio Lillo [rúbrica]

***

Jaén 18 de abril de 1887.

Damos comisión en forma al Sr. Cura párroco de Mengíbar para que terminadas las obras de reparación que se indican, pase y visite el oratorio público a que se refiere la precedente instancia, informándonos si está con arreglo a rúbricas y provisto de ornamentos y vasos sagrados, con todo lo demás necesario para la celebración del Santo Sacrificio de la Misa, y en su vista se proveerá.

Lo acordó su excelencia Ilma. El Obispo mi Sr. De que certifico.

Licenciado Fernández [rúbrica]”

Petición de Agrela de permisos para trabajar los días festivos en las fábricas y recolecciones de cereales y aceituna. 1915



Granada 1º enero de 1915. Ilustrísimo Señor OBISPO de: Jaén.

Muy respetable y distinguido Señor.

Con motivo del nuevo año que entra hoy le manifiesto a V.E. en nombre de esta Señora Dª. Josefa M.ª Agrela, y en el propio qué alegrándonos mucho de su completa mejoría, le deseamos felicísima entrada de año y completa salud para el bien de Ntra. Santa Iglesia, y de las Almas que el Señor le tiene encomendadas, rogándole nos de su paternal Bendición.

Habiendo terminado el año [19]14, y con él mismo el permiso concedido por V.E. para poder trabajar en la fábrica de Bailén, y aquellas labores, como así mismo en las de La Purísima de Gil Olid, molestando nuevamente la atención de V.E. le suplicamos tenga la bondad si lo cree conveniente de darnos el permiso anual, para poder trabajar en los días festivos y después de oír la Santa Misa a todos los operarios de ambas fincas únicamente en la recolección de cereales y aceituna, elaboración de aceite, y siembra en general, por todo lo que le anticipamos gracias, reiterándole nuestro afecto y la consideración más distinguida de su affmo servidor que besa su anillo y mano.

Lorenzo Villarejo [rúbrica]

***

Jaén 4 enero de 1915.

Prorróguese en el presente año, con las mismas consideraciones impuestas en el año anterior.

El gobernador eclesiástico. S. P.

Niceto Sánchez de la Nieta [rúbrica]”

 




[1] AHPJ, legajo 23292, fol. 783r-798v.


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