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miércoles, 25 de agosto de 2021

PEDRO MARÍA RUEDA, ARTISTA DE BAÑOS DE LA ENCINA.

 

           

“Misiva sobre la intención de restaurar la imagen de San Juan Evangelista de Baños de la Encina por Pedro María Rueda”. Años 1863. Fuente: Archivo Histórico Diocesano de Jaén. 

     

Elaborar un inventario sobre los imagineros establecidos en la provincia de Jaén en el siglo XIX sigue siendo una tarea ardua de realizar. La catalogación de tallistas en el Santo Reino desde el siglo XVI fue decayendo durante las dos siguientes centurias hasta llegar al siglo decimonónico con unas importantes lagunas documentales de quienes eran los que realizaban “los santos” para el culto provincial. Existen noticias de algunas familias que figuraron como artistas de arte sacro en las primeras décadas del siglo, con sus últimas dinastías dedicadas al oficio, como los Espantaleón en Úbeda o los Briones en Baeza, pero de los que prácticamente nada se les ha podido adjudicar a sus gubias. Aquel siglo pareció vacío, que incluso en La Carolina aludieron que tuvieron que acudir a artistas de la corte madrileña porque afirmaban que en las tierras de Jaén no había artistas para ello, o por lo menos de valía notoria.

Existe un gran desierto entre más o menos la posguerra de la Independencia y el llamado periodo valenciano, que utilizando la cita del historiador Manuel López Pérez[1], pudo abarcar el periodo comprendido entre 1850-1950. Los talleres casi industrializados o totalmente industrializados fueron los protagonistas artísticos de este periodo, dejando su sello artístico en nuestra provincia. Pero, ¿hubo alguno entre medias?

Referencias a un posible escultor imaginero en la década de los 60 del siglo XIX, las encontramos en una población donde es extraño que se afincase un taller de estas características por su cuantía poblacional, como es Baños de la Encina.

En ese pueblo existió un misterioso escultor llamado Pedro Rueda. Su nombre aparece por primera vez en una publicación de Diario Jaén firmada por el sacerdote y periodista Juan Rubio Fernández[2]. Documentó la hechura por parte de Pedro Rueda de una imagen de un Nazareno para una desaparecida cofradía de Linares (probablemente de carácter glorioso) [3] cuya advocación fue de la Misericordia[4], y al que el pueblo llamaría popularmente como el “Cristo de la Escalera”.

Sobre 1867-68 se fundó y se tuvo que realizar la cofradía e imagen. En una misiva enviada al obispado con fecha del 12 de febrero de 1868, D. Francisco Aguilar Jurado y varios hermanos de la cofradía tramitan petición al Señor Obispo para que accediese a las pretensiones de sus cofrades de colocar la nueva imagen en la capilla de Ntra. Sra. de Belén, situada en la hoy Basílica menor de Santa María. En su carta citan que la cofradía tenía aprobados sus estatutos con fecha del 13 de febrero de 1867, que la imagen estaba realizada pero aun sin bendecir, estando custodiada en casa del hermano mayor, pero sin citar nada sobre su autor. Siguiendo las noticias de Rubio Fernández, fue encargado para la fiesta del día 24 de mayo de 1868.

Más noticias sobre este enigmático imaginero bañusco las pudimos encontrar entre la correspondencia de la parroquia de Baños de la Encina[5], corroborando que existió y al que se le quería encomendar la restauración de la imagen de San Juan Evangelista de Baños de la Encina por parte de su cofradía en el año 1863. La cofradía pidió permiso al Señor Obispo, con fecha del 29 de mayo de 1863 para que el párroco diera su consentimiento para que los cofrades pudieran sacar la imagen de la iglesia y llevarla “a la casa del artista D. Pedro María Rueda, o a otra que esté más próxima a la parroquia con el objeto de que se lleve a dicho efecto lo manifestado [la restauración]…”. La misiva fue enviada por José Moreno Galindo en nombre del hermano mayor José Núñez. El 8 de junio, el obispado pide un informe al párroco sobre el contenido de la solicitud. 

Esta es la trascripción de la petición de la cofradía:

Excmo. e Itmo. Sor. Obispo de esta Diocesís.

Los individuos que componen la cofradía del señor San Juan Evangelista vecinos de esta villa por conducto de su hermano mayor a V.E.Y. con el debido respeto expone: que se tiene acordado la restauración de referida imagen por encontrase sumamente deteriorada y necesitando sacarlo de la iglesia y llevarla a la casa del profesor, el párroco no se determina a prestar su consentimiento sin previa orden de su superior por lo cual recurrimos a V.E.Y.

Suplicándole se sirva accediendo a esta nuestra petición de las órdenes oportunas a este cura párroco para que se permita que la imagen de dicho santo de que somos cofrades, se traslade a la casa del artista de D. Pedro María Rueda, o a otra que esté más próxima a la parroquia el objeto de que se lleve a dicho efecto lo manifestado; a […] lo esperamos conseguir de los nobles sentimientos de V.E.Y. cuya vida guarde Dios muchos años para la felicidad de esta diócesis. Baños 29 de mayo de 1863.

Firma a ruego por José Núñez hermano mayor

[rúbricas]

José Moreno Galindo  

***

Jaén 8 de junio de 1863

Informe del vice párroco de Baños acerca del contenido de esta solicitud cuanto haya y se le ofrezca y parezca.

El obispo [rúbrica]

***

Jaén 1º de julio de 1863.

No ha lugar.

El obispo [rúbrica]”

Con fecha del 11 de junio, el párroco Francisco de Mora muestra su disconformidad ante esta operación exponiendo lo siguiente:

      “Que en efecto, es verdad que el exponente con otros varios cofrades con el fin que indica la solicitud, recurrieron a mi exigiéndome les permitiera la traslación de la efigie del Sr. San Juan Evangelista a casa del profesor o artista D. Pedro María Rueda, o a otra casa más próxima a la parroquia; y que yo me negué a ello por tres razones muy sencillas a mi modo de ver que son: La primera, porque la referida efigie encontrándose en estado inmejorable, no existía la necesidad de su reparación; la segunda, porque debiéndose hacer esta según las indicaciones del mayordomo de la expresada cofradía por el D. Pedro Mª. Rueda, que no es profesor y sí, un aficionado a la pintura, ni debía ni podía consentir que una efigie de tanto merito como lo es, esto expusiera a perderle por un retoque que se hiciera a ella, sin el suficiente conocimiento; y la tercera es que sin que V.E.I. no viese justificados estos antecedentes, y que en virtud de ellos me dirigiese la orden oportuna, no me era positivo acceder a su insistencia sin faltar expresamente a mi deber”. Con este documento podemos comprobar que, si para Linares realizó una imagen cinco años después, en su pueblo, Baños de la Encina, el párroco solo lo define como un “pintor aficionado”, aconsejando que no se restaurase la antigua imagen por considerar que no era necesario y temiendo una repolicromía de alguien que no consideraba cualificado para tal trabajo. Así, el obispado daba el 1 de julio su negativa con un “no hay lugar”.[6]

Tanto en el Nazareno que realizó para Linares como este San Juan tuvieron que perecer en los ataques iconoclastas de la Guerra Civil Española (1936-1939), por lo que poco a nada podemos valorar del trabajo de este artista, que el cura de Baños lo califica como un simple aficionado a la pintura. Desconocemos como pudieron ser aquellas imágenes, porque no existen fotografías que nos conste. Es cierto, que desde la irrupción de la piedad popular y las cofradías pasionistas en el siglo XVI, muchas han sido las imágenes que se han ido sustituyendo motivados por sus deterioros o accidentes que las consumieron, ya fuesen fortuitos o provocados por las guerras que se cebaron con el patrimonio religioso. Decía el cura de Baños, Francisco de Mora, que la imagen de San Juan era de mérito, es decir, que era una imagen con cierto nivel artístico si no se refería simplemente a su antigüedad. Probablemente aquella imagen que querían sus cofrades que repolicromase Pedro Rueda fueran la que ejecutó el gran imaginero del manierismo giennense Sebastián [Ortiz] de Solís como nos documentó el historiador Manuel López Molina[7] y que reflejó el también historiador Rafael Galiano Puy en su impagable monografía sobre este símbolo de la estatuaria y retablística giennense[8].

El 23 de octubre de 1613 Sebastián de Solís se obligó con la parroquia de Baños ha realizar un crucificado de siete cuartas y media de alto, que tuviese los brazos articulados para poder realizarse la por entonces muy común en todos los pueblos; ceremonia del descendimiento (tradición aun mantenida en este pueblo) en que la imagen se depositaba en la urna y se procesionaba así en la procesión del Santo Entierro. En el encargo también figuraba la hechura de una imagen de San Juan de siete cuartas de altura con su peana para llevarlo a hombros. Además, se le encargó una imagen de Santa Olalla de cinco cuartas de alto.

Estas tres figuras se obliga a hacerlas con las condiciones siguientes: el Cristo lo daría encarnado y la Cruz de color verde, al óleo todo con sus listones de oro: el San Juan llevará sus púrpuras de oro y los colores al óleo; y la Santa Olalla, estofada y dorada, con las parihuelas al óleo. Parece ser que en la escritura original se citaba que era un San Juan de la Cruz, pero debería de referirse al evangelista ya que San Juan de la Cruz no fue elevado a los altares hasta 1726. La cuantía del encargo ascendió a 119 ducados.

Esta noticia nos indica, que si no se sustituyó la imagen hasta la destrucción de 1936, la imagen de San Juan de Baños de la Encina era otra de las tantas imágenes desaparecidas del genial Sebastián de Solís.



Contrato entre Sebastian de Solís y la parroquia de Baños (1603)




Descubriendo nuevos aspectos sobre la vida de este artista bañusco, es conocida la existencia de muchas pinturas salidas de sus pinceles conservadas en muchos hogares de la localidad de diversa índole. De su obra se recuerda que hasta el año 1936 existió en la parroquia de San Mateo un gran cuadro al óleo salido de sus pinceles. Representaba la aparición de la Virgen de la Encina al labrador, con su arado y yunta de bueyes ante la encina, que manaba aceite por una hendidura del tronco y era recogido por un grupo de mujeres y niños. Debió pintarse cuando era prior de la parroquia el insigne sacerdote don José Jurado Lara (1883-1891) y ante este altar se cantaba la Salve solemne todos los sábados. Aún existen en poder de particulares réplicas más pequeñas con parecido motivo.

Esto lo hemos podido corroborar recientemente al conocer la existencia de una pequeña pero curiosa exposición permanente en el Museo Etnográfico "Torreón del Recuerdo" (en la Oficina de Turismo) de Baños de la Encina de una serie de cuadros realizados por el pintor. Firmados casi todos en 1900 (uno en 1904) nos habla de la longevidad que tuvo que alcanzar ya que probablemente alcanzara los 70 años, si no estamos ante otro artista con el mismo nombre, quizás un hijo, algo aún por dilucidar porque no sabemos mucho sobre su vida. La temática de las pinturas trata sobre escenas cotidianas, muy centradas en la vida de las mujeres donde se las refleja con hijos por el campo, músicos junto al rio, lo que parece ser el cotejo de un caballero a una dama, el trabajo de lavandería en los ríos e incluso el trabajo del mundo pesquero marino en las costas.













































[1] LOPEZ PEREZ, M. (1980): Escultura Valenciana en la Semana Santa de Jaén. Alto Guadalquivir (especial Semana Santa Giennense). Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. 

[2] RUBIO FERNÁNDEZ, J. “Apuntes cofrades (La vieja cofradía de “Jesús de la Misericordia”)”. Diario Jaén, día 13 de marzo de 1996. 

[3]Archivo Histórico Diocesano de Jaén (AHDJ), Sección cofradías, Linares, caja 5, s/f. 

[4] PADILLA CERÓN, A. (2009): “Linares Nazareno (Aproximación histórica a la cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno y a la iglesia de San Francisco de Linares)”. pp.  65-67. 

[5] AHDJ, Correspondencia, C.O. 33, Baños de la Encina (1800-1882), año 1863, s/f. “Petición e informe sobre la restauración de la efigie de San Juan Evangelista de Baños de la Encina por Pedro María Rueda”. 

[6] LENDÍNEZ PADILLA, J.P. (2018): Nuevas documentaciones de obras de la escuela de imaginería “levantina” en la provincia de Jaén (s. XIX-XX). Pasión y Gloria, nº 36, Agrupación de Cofradías de Jaén, pp. 102.

[7] LÓPEZ MOLINA, M. (1996): Nuevas obras de Sebastián de Solís. Senda de los Huertos, nº 43-44, julio-diciembre, pp. 30-31.

[8] GALIANO PUY, R (2004): Vida y obra del escultor Sebastián de Solís. Un artista toledano afincado en Jaén. Boletín del Instituto de Estudios Gienneses, nº 187, pp. 310.




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