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domingo, 5 de enero de 2014

BAILÉN 1991. LUNES SANTO

El Lunes Santo de 1991 fue una jornada histórica dentro de la corriente enormemente revolucionaria que vivió la Semana Santa bailenense en aquel periodo que vino a alcanzar un peldaño más en el camino de renovación e engrandecimiento de los viejos y a mi modo de ver, más humildes modos cofradieros conocidos hasta entonces. Los ochenta de la pasada centuria fueron la chispa que lo prendió todo, pero los noventa fueron la clave y en aquel periodo la hermandad de la Santa Vera Cruz, la que es mi hermandad de cuna vivió una vorágine que no pasó desapercibida para la idiosincrasia local. Si algo tienen los piques en este mundo, es que en aquel periodo se pasó de no darle importancia al mundo cofradiero a luchar por no quedarse atrás, si uno hacia algo al año siguiente se igualaba o incluso se superaba, yo que soy contrario a vivir esto como una competición, tengo que admitir que aquellos actos nos legaron una Semana Santa mejor.
Mira si es así, que incluso se creó nuevas procesiones, como la de la tarde del Domingo de Ramos, pero para eso aun quedaría tres años, por lo que el procesionismo seguía dando paso tras la Mulica al lunes de Oración el Huerto de Getsemaní. A los modos procesionistas de aquel momento, pues poco más que añadir a lo visto en los ya publicados años anteriores, donde encontramos el paso, de pequeñas proporciones, impulsado por ruedas con la ya antigua imagen de la Oración el Huerto, salida de los talleres Arte Cristiano de Olot con su especial iconografía, de la cual aún tengo pendiente uno de mis personales estudios, creo que dignos de significancia de ser expuestos, impregnándose de las nuevas corrientes estéticas que trajeron aquellos años, de pasar de los centros florales de tallo largo a los más tupidos y elaborados por floristas, en muchos casos profesionales –para la historia quede, que en aquellos años fue Floristería Román el que exornó los pasos de esta hermandad-, un caso más a destacar de lo que supone la evolución de las formas, que sin duda le daban o eso me parece a mí más valor y significancia en la mejora de una cultura que hasta entonces había despertado poco interés entre las cosas de este pueblo, siempre tan inclinado al fenómeno que rodea su emblema más legendario, la Batalla de Bailén.
Largas filas de nazarenos, como quizás poco a poco las nuevas corrientes nos lleven a definir lo que por los menos contemporáneos a mí, hemos llamado siempre penitentes, con su característica capa blanca, la que vino a modificar la quizás más común estampa del nazareno bailenense durante siglos, vistiendo túnicas de cola, como fue costumbre desde que los modos procesionistas surgieran en Sevilla y se extendieran a toda la extensión de nuestra Andalucía. Fueron los nazarenos sevillanos los que crearon el modelo, reinterpretado con los siglos según los lugares y las ocurrencias inventivas o sociales cuando no había tanta facilidad inspiradora de otras urbes como en nuestros días. Pero en el siglo XIX y XX esto cambió de tal manera, que la inventiva sevillana siguió y siguió impregnado las Semanas Santas con su poder de influencia y la túnica de capa acabó llegando hasta a Bailén, siendo su creador Juan Manuel Rodríguez Ojeda, gran revolucionario de los modos que se patentizan con gran poder en la actual Semana Santa sevillana y por ende andaluza. Renovando tal cantidad de cosas y formas que en su tiempo pudo llegar a crear el amor y el odio, pero que los años han acabado por darle el meritorio puesto que ocupa entre los genios de la Semana Santa de todos los tiempos. También nos dejó algo que nos habla por sí solo de su legado, el palio de figura, con sus genuinos dibujos en los bordados, el que viene a denominarse como “Juanmanuelino” y es que en aquel Lunes Santo bailenense de 1991 un palio de estas características impresionó a todo un pueblo, que quizás intuyó que las grandezas que se veían en otras localidades, en aquellas primeras retrasmisiones andaluzas de la naciente Canal Sur, también podían hacerse realidad en nuestro pueblo.
Y eso que solo salió bordada la bambalina delantera, y aunque un palio de figura ya existían en Bailén, el de la Virgen de los Dolores e incluso este crucero venía a sustituir a uno que lo podríamos denominar de cajón, también muy fiel a las formas de los sevillanos –está documentado la existencia de un palio sobre un paso con mayor antigüedad en Sevilla, así que esta idea del palio de respeto sobre los pasos, con mayor fiabilidad provenga nuevamente de Sevilla-, fue este el primero en ser realizado por un taller especializado en este tipo de labores artísticas encaminadas al mundo cofradiero, el del naciente taller de Juan Carlos Colmenero Andreu de la capital del Santo Reino, siendo con total seguridad este palio uno de sus primerísimos trabajos como bordadores profesionales.
Creó un palio siguiendo todos los parámetros “juanmanuelinos” en el dibujo, incluso mezclando la malla el soporte textil de terciopelo negro, como creara este genio sevillano con el palio de la Macarena, el primero en conjugar estos dos tipos de soportes para el bordado, que quizás siguió en su diseño la estética más próxima al romanticismo –el palio de la Virgen del Subterráneo de Sevilla podría ser una referencia- con la inclusión de las famosas cartelas centrales o escudos, donde se bordó en hilos de seda un monte calvario con las tres cruces desnudas coronado de la ya típica corona real, que viene a significar la Realeza de María y que en ningún caso viene dado por la obtención de una hermandad del título Real como alguno llegó a apuntar y a confundir por estos mundos de Dios. Un conjunto que presentó el resto de elementos, bambalinas y techo exentos de bordados, a excepción del Gloria donde quedaba representada la Patrona de Bailén, la Virgen de Zocueca. Es curioso como entonces muchos sin haber visto este elemento en su vida valoraban negativamente la inclusión de la patrona en este elemento, y es que la gente aquí sigue diferenciando mucho entre pasión y gloria… -posiblemente la inspiración la tomasen del palio linarense del Mayor Dolor donde figura la patrona de Linares, más si el presidente de entonces era hermano de la corporación nazarena de la ciudad vecina, por lo menos aún recuerdo a Antonio Saavedra dando explicaciones de que eso era común en otras localidades- comenzaba con él un proyecto grandioso y a su vez costoso, que prácticamente se quedó en lo que vemos en las imágenes a excepción de una ampliación posterior y la inclusión de unas corbatas en la bambalina bordada. El proyecto dibujado a lápiz sobre una urna de donativos  en la capilla del Santo Cristo es un recuerdo inalterable de mi memoria cofradiera.
Se asentó sobre doce varales realizados en Sevilla, seguramente en los talleres de Manuel de los Ríos y ellos sobre el antiguo y pequeño paso de madera con sus ya tupidos exornos florales a base de clavel y gladiolos blancos. He aquí una muestra, donde una imagen viene a valer más que mil palabras, porque personalmente se me ha puesto siempre en duda los años de todos estos estrenos y que imagen lo estrenó, porque podemos contemplar que la Virgen de los Siete Cuchillos sigue siendo la actual imagen de la Santa Mujer Verónica, la que tuvo la dicha de estrenar este palio, y el manto de salida durante muchos años, realizado sobre un soporte de brocado negro, elaborado en las labores de costura y la inclusión de varias perlas en el dibujo adamascado por mi vecina Pepa Mora entre varias mujeres costureras. Aún recuerdo viendo las imágenes del video, el resultado del artilugio que se creó para la sustentación  de aquel manto, lo que podríamos llamar hoy en día el “pollero” pero que en poco se parecía a estos elementos también de procedencia sevillana. Lo cierto es que no dio el resultado más satisfactorio y al año siguiente fue cambiado o profundamente reformado, realizado con aluminio y planchas de madera de marquetería si no me falla mi memoria de mis entonces 9 años. Destacar también de tanto estreno en el paso, el tocado de la dolorosa, realizado en aquel año si no me equivoco por el mismo creador del palio, el cual plantó por primera vez otra de las grandes creaciones de Rodríguez Ojeda, las bases y conceptos del actual tocado sevillano, si nos referimos a él en su concepción más pura, acertada, correcta, proporcional, respetuosa y de cómo debe de ir colocado esta parte esencial de la estética de las imágenes marianas de vestir.
Por último, como son las cosas de este mundo, aun puedo recodar las discusiones entre amigos y no tan amigos –porque había que defender a nuestra cofradía a capa y espada- en aquella Semana Santa cuando aquel Lunes Santo a los encargados de empujar y conducir aquel paso, se les ocurrió la idea de empujar en los laterales del paso para que el palio se moviese dando el efecto de que era portado por una cuadrilla de costaleros, y me refiero explícitamente a costaleros, porque el movimiento intentaba emular al compás que entonces se dibujaba en los palios sevillanos, pero sin ellos debajo. Cómo tuvieron que ser aquellas críticas que al día siguiente ya lo veríamos sin esa emulada gracia que produce un paso llevado por costaleros, la cual por cierto, años después fue la primera llevada por los netamente llamados costaleros, siguiendo la esencia que surgiera en el puerto sevillano hace siglos con los antaño llamados "gallegos".

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