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lunes, 1 de abril de 2024

SEMANA SANTA 2024

No está todo lo que vi, pero poco me dejé sin fotografiar, tan solo para el recuerdo, las buenas fotos para los fotógrafos. Al fin visité algunos pasos en las iglesias de la provincia de Jaén en las vísperas de la víspera. De Jaén a Úbeda para acabar en el único día que se pareció a un día normal para mí en Semana Santa, y eso solo sucede en Sevilla. Sábado de Pasión de capilleo, de saborear un año más (“y eso es lo importante” me dijo la señora, volver…) ese pellizco de que te pinchen el lazo morado del Doctor de Sevilla al que le fui un año más con mis penas más mundanas de este pellejo con huesos tan imperfecto que al más mínimo dolor se pega unos cabreos con Él de mucho cuidado. Y es que no me hizo para el sufrimiento.

Para el recuerdo me llevaré contemplar el galeón de La Milagrosa justo al lado de Navarro Arteaga (su autor), aunque no nos conozcamos ni yo me presentara (ni falta que hace), en esta etapa de mi vida en el que me da un enorme vértigo al echar la vista por el retrovisor de mi vida. Uno de esos recuerdos es que tipos como él eran mis verdaderos ídolos en las décadas de los noventa-dos mil, más que Raúl, Mijatovic o Zidane. Creo que saber quién era este imaginero con tan solo 13 años (1995), y tener ya la capacidad de extasiarme y discernir entre lo bueno y lo malo debe ser motivo suficiente para que algunos entiendan quien he llegado a ser. Es que este año, me han enseñado que debo de tener un poco más de amor propio.

Sábados de Pasión de metro atestado, le temo si algún día están terminadas las cuatro líneas. Palizón desde la Puerta Jerez al convento de San Antonio a conocer el gran estreno de Sevilla que se ha mojado bien este Miércoles Santo; el misterio del Buen Fin. Sobre él solo me basta decir que cumple las expectativas como obra de un imaginero de los más notables de la ciudad y de España aunque no me parezca algo fuera de lo común como lo están poniendo, sobre todo en la composición escenográfica. Sin duda destacan la visualización de las escaleras. Estuve de acuerdo con el análisis que hizo un señor tras de mí en el banco de la iglesia. Puede que se le conozca con el tiempo como el paso de las escaleras. Pero creo que le faltan retoques a la apuesta imaginera. Por ejemplo, esos grandes candelabros tapan casi por completo la escena. La puerta es la que es, pero lo veo todo muy apretujado, y es que ese misterio necesita lo que todo misterio: un buen galeón. ¿Un nuevo paso? Al menos unos candelabros más bajos creo yo. En ese análisis exhaustivo pasé a esos dos conceptos que según yo deben de tener cada capillita (donde incluyo a los cofrades y los cristianos), de lo material, cultural y folclórico al mensaje catequético y espiritual… y me pareció meterme en los pensamientos de Nicodemo, con ese aire que tiene a cirineo, que encorvado miraba eternamente al cadáver de Jesús, seguramente rumiando en su mente aquello que le dijo el Maestro: hay que volver a nacer… pero seguimos sin querer hacerlo mientras el mundo no deja de temer el comienzo de la tercera y última gran guerra, la siguiente ya saben, será a pedradas..

En el centro, el Cristo de los Desamparados a los que le daban sopa los carmelitas del Santo Ángel volvió a procesionar por las calles de Sevilla, porque en su día fue el Cristo de la Lanzada. Muchas veces me he preguntado que sería la hermandad hoy si aun lo hubiera podido seguir utilizando como titular. Sacar un Montañés es algo de lo que pocos podrían competir, recordando las palabras vía WhatsApp de un amigo. Que decirles: tan solo SEVILLA, la única capaz de sacar algo y que parezca que llevan 400 años haciéndolo mientras la ciudad se atestaba de público a su paso. Por poner un pero, el repertorio era tan para paladares exquisitos que sólo lo disfrutarían los cinco de Patrimonio Musical… la entrada con Amarguras se notó que los clásicos son inamovibles… En definitiva, están para ponerlos ya el año que viene abriendo el Sábado Santo.

Domingo de la gracia, domingo de la frustración. Ya no me cabe duda, de que Dios nos iba a cobrar bien las procesiones de rogativas mandándonos el agua en la semana que no queremos que llueva… la más lluviosa en años, ni primavera, ni esto es normal, ni ná. Los agricultores podrían darnos las gracias a los que le sacamos los santos para que les llueva a sus campos, porque no hay otro al que echarle la culpa. Ahora estaremos otro santo año sin ver una gota caer. La Paz nos dio esperanza. En un atestado Molviedro más de una hora y media antes de salir, el Despojado me dijo en una de esas revirás que sueño minutos antes y que Él hace realidad que quería decirme algo sobre la VIDA… tengo ahora tiempo para encontrar la respuesta. Las prisas nos llevaron a una calle San Jacinto que aún no esperaba valentías. Un arreón nos llevó al Duque donde el Dios de los niños venía que parecía el Herodes y casi echó chispas derrapando en la revirá… volvimos a Triana a que el Rosario de Cadiz gritase con sus cornetas que esperaban a La Valiente, pero el cielo comenzó a darnos litros de pesadilla. Salió La Cena, el misterio del Moreno del Porvenir se refugió en la catedral, como el Despojado… Nadie volvía ese día y yo me marchaba de Sevilla hasta que Dios quiera.

Triste, pero dando gracias a Dios de que el trabajo comienza a ver la luz, en mi exilio escurialense donde en tres días parecía que vivía en otro país, viendo por el móvil que lo único que hubo, me lo tenía que perder. Por eso para mí no hubo Semana Santa, aunque en la mañana del martes visitase los pasos madrileños que pude, sin darme cuenta que era el día señalado en Bailén donde su Dios sale a las calles. Un amigo vía WhatsApp me recordaba que visité en Madrid a Jesús de Medinaceli, y ya pude conocer su “palmaburganeriense” trono.

Manto negro de agua por la noche manchega para volver a la gloria, pero en Sevilla todo moría gota a gota. Nos quedó la alternativa de Granada. Pues bueno, una Semana Santa que voy completando con una jornada más, con la Concha, los Salesianos y el hermano de la Noche Oscura de Úbeda, la Aurora que no la vi en su mejor escenario y Pasión caminando demasiado despacio (como todas) ante la Chancillería y la Estrella, que venía apagada, iluminaba el entusiasmo del público con pasitos atrás trianeros. Nos dejamos la copia del Silencio, porque el de Mora es el único que debería salir. No hubo más pasión, que irnos a Linares a escuchar La Pasión detrás de La Columna. Triste pero cierto, la gente ya va a ver bandas, da igual si el Señor tiene los grafismos portentosos de Ortega Bru enmarcándose en el dieciochesco horror vacui de la fachada del antiguo convento de San Juan de Dios. Por cierto, volví a pisar Linares un Jueves Santo, desde 2017 y por Dios como vuela el tiempo.

Se acababa la Semana Santa, y 20 años después o más me asomaba a ver en mi ventana a JESÚS, que en Bailén diciendo eso ya sabemos quien es. San Juan a costal se paró ante mi ventana y María de los Dolores vino mostrando ese magnífico chequeo al que ha sido sometida. Vestimenta, ajuar, nuevas manos y esas cositas que le faltaban en su cara guapa para completar todo lo que necesitaba y que ya con 13 años comencé a pensar que necesitaba… hoy calzo 42. Todo acabó bajo la lluvia vistiendo la que creo que será mi mortaja, la túnica de la hermandad que me dio mi sello de identidad: ser capillita, aunque la vida ya me haga sentir por periodos que ni ganas tengo ya. Quizás allí arriba quisieron que por los 30 años de su marcha saliese acompañado a nuestro Mostrenco. La sarga de mi capa se mojaba, mientras la cruz de guía se me escapaba entre los dedos (la cruz nunca acaba), como la ilusión de mis hermanos en cristo. A ellos más, porque demuestran que le duele más que a mí, otros ladran mucho y poco lo demuestran. Yo lo admito, me quedé porque Sevilla seguía muriéndose sin cofradías, pero hay otros que mucho quieren llevarme la contraria, juzgar mis ideas y mis actos pero luego no nos ponemos una túnica en años. Y todo acabó viendo a La Piedad muy a lo bailenense… en la puerta de un bar. Iba andando largo, y por eso ya me agradó. Buena la banda, si señor. La lluvia de la primavera me ha asestado este año una buena puñalada, pero a la misma vez no duele tanto, tal vez me he ahorrado un palizón físico, mental y el robo al que estamos siendo sometidos por los hosteleros sevillanos. No hay ciudad con los hoteles, perdón, pensiones de mala muerte, con esos precios. El sábado dio la sorpresa, pero ya no había bemoles a atravesar Andalucía bajo la tormenta rebasado el medio día y Jesús Resucitado solo resucitó como se decía en los años de la pandemia… en las palabras de los curas y la gente-iglesia, que no saben la mayoría ni quien fue Longinos. Esos que tantas veces me dan lecciones de Dios… ¡qué sabréis de este Simple Capillita!.










































































































































 

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