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jueves, 29 de abril de 2010

MIÉRCOLES SANTO...LA SEVILLA CRUCIFICADA (y II).


Cuando llegamos a la recoleta plaza de San Martín ya había bastante gente pero pudimos coger un sitio bastante privilegiado en frente de la puerta y a la sombrita, con la plaza llenándose poco a poco se abrió las puertas de la iglesia dejándonos ver el imponente paso ya que se encuentra en esa parte de la iglesia.






Llegó la banda de las Tres Caídas de Triana y el misterio encaró el cancel de la puerta a los sones de los compases marciales del “Toque de Oración” - creo que en memoria de dos cargos de su junta que fallecieron poco tiempo antes- mientras que con paso a tierra salio esa mole de pan de oro neogótica. Marcha real, “Sangre y Agua” y “Medea” fueron las marchas con las que se recortaban las buenas imágenes de este misterio, con el Cristo de la Lanzada de Antonio Illanes, la Magdalena de Astorga o el Longinos a caballo de Arteaga, pero sobre todo el San Juan Evangelista, para mi una de las mejores imágenes que existen del discípulo amado.




Tras Él la bella dolorosa del Buen Fin de Juan de Astorga que esta de cumpleaños -doscientos nada más- sobre su personal paso de palio neogótico al igual que el misterio con ese diseño que hace que la bambalina sea de las más estáticas de Sevilla y los respiraderos en madera de pan de oro como es más usual en los pasos de Cristo que al igual que en estos es el único palio de Sevilla que lleva canasto o más bien un “canastito”. Por su Bicentenario en pocas fechas -15 de mayo- volverá a salir en procesión extraordinaria desde la iglesia de San Marcos donde fue bendecida.




Tras esto y ante la situación que se vivía en la calle Orfila con gente sentada en la sillitas de los chinos tres horas antes de que saliera los Panaderos y ya que el año pasado no pudimos presenciar bien el barco “panadero” decidimos hacer lo mismo – aunque se queje la gente-, apalancarnos allí con bolsa de chucherías, pipas y agua a esperar a la hermandad del Cristo de Burgos y la salida de los Panaderos en plena esquina de la calle Javier Lasso de la Vega.
Allí sentados conversando con una señora a la que le impresionaban las fotos del Soberano y la Señora del Rosario que les mostrábamos, con todo lo que le contamos de nuestra hermandad –sobre todo que Garduño hubiese vestido a la Virgen- y dejándonos claro que lo que a ella le gustan son la hermandades serias -toda la familia de la Amargura nada más y nada menos- llegó pues eso mismo, una hermandad seria como la del Cristo de Burgos con Él en el primero de los pasos. Paso en madera barnizada, de un único y sencillo diseño realizado curiosamente por un tallista malagueño pasó la talla de Juan Bautista Vázquez “El Viejo”-mentor de Montañés en Sevilla- que evoca a la archiconocida advocación del crucificado de la Catedral burgalesa.




Con ese silencio casi único que se crea en Sevilla – le comenté a esta señora que era lo más “incopiable” de la Semana Santa Sevillana- al paso de las hermandades, más si son de silencio llegó el maravilloso palio de la Virgen Madre de Dios de la Palma a las ordenes de Antonio Santiago, con su andar solemne y al compás de la banda de Tejera marchó en busca de la Campana dejando una huella imborrable de buen gusto.




Y tras el llegó la polémica y es que este año los Panaderos han cambiado su recorrido a la salida y en lugar de buscar Lasso de la Vega lo hizo en busca de Daoiz. Se dio la circunstancia que la gente que llevaba esperando en primera fila -como nosotros- se quedó sin su sitio de privilegio y nos tuvimos que conformar con presenciar a la hermandad de la capilla de San Andrés en un peazo de bulla y poco angulo de visión.



Así se echó la hermandad a la calle, me llamó la atención la velocidad con la que salían las filas de nazarenos para dar así paso al imponente misterio debido enteramente a la mano de Castillo Lastrucci -imágenes y paso-. Con su característico andar “trianero” y su izquierdo con paso atrás “macareno” dibujó sus primeros pasos por Sevilla al compás cigarrero de “Amor de Madre” y “Sagrado Decreto” -nuevamente disfrute para los sentidos- este peculiar misterio con el estreno de la túnica de “Juan Manuel” bordada por Mariano Martín Santoja recreando el diseño original de Rodríguez Ojeda. También se estrenaba en el martillo Juanma Martín hijo -capataz de los Gitanos- en lugar de Manolo Garduño el capataz que el año pasado paseó a los dos Soberanos de Sevilla y este año ninguno...cosas de la lluvia y las juntas.




Tras el misterio decidimos no ver el palio de Regla -que será Coronada Canónicamente en septiembre- para correr hasta la plaza del Duque y ver los “Cristos” de las Siete Palabras.
Con un gentío espectacular y de bastante lejos vimos el discurrir en silencio del Nazareno de la Divina Misericordia y el personalísimo misterio de las Siete Palabras a los sones de la Expiración de Morón de la Frontera. Aun hoy seguimos impresionados de la gran altura en la que va el Cristo en la cruz para poder recrear el pasaje en la que Jesús en la Cruz se dirigió a su Madre y al discípulo amado.



Pocos detalles más pudimos comprobar por la lejanía en que lo vimos -como la restauración del Señor- para no ser fieles a nuestra promesa del medio día de irnos antes de las doce de vuelta a nuestra casa para terminar este bello sueño -y a la vez duro- de vivir la Semana Santa de Sevilla para irnos al emblemático cofradieramente hablando Arco del Postigo y poder así ver a la Piedad del Baratillo en los últimos tramos de su recorrido.

Tras un bocata sentados en un bordillo en la Puerta del Arenal nos fuimos a la esquina de Arfe para contemplar su paso bajo el arco y la posterior revirá, con la banda del Sol sin cesar de tocar, con un paso corto y solemne llegó la primera Reina Baratillera con el cuerpo del Dios de la Misericordia en su regazo, un ejemplo más de la genialidad de Ortega Bru para conjugar con estilos tan dispares como en este caso, de la mano de Fernández Andes.






Se adentró el paso definitivamente en Arfe en busca de la capillita de la calle Adriano para esta vez si coger rumbo al coche, pasando a los pies de la Puerta del Príncipe de la Maestranza dejándonos como dije al principio medio Miércoles Santo en el tintero pero habiendo disfrutado muchísimo, con momentos imborrables que ya nadie puede quitarnos. Con los pies de pena, temiendo la “peoná” que me esperaba horas más tarde -y que solo Él hizo que no me dolieran nada en todo el Jueves Santo-, el viaje a Linares para dejar a Cris y llegar a Bailén tras cuatro días de sueños por la capital hispalense.
Aunque el Viernes Santo volvimos.....

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