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domingo, 2 de noviembre de 2014

LAS TINIEBLAS DE LA GLORIA...

Desde niño, cuando el mes de noviembre se abría, en su festivo primer día, siempre se dibujaba como una jornada con un cierto sabor a triste por aquello de honrar visita a los difuntos, aunque mi juventud no me lo hiciera sentir así, aunque la gente se fuera de “Santos” al campo, aunque los camposantos pareciesen auténticas verbenas, pero el primero de noviembre fuese como fuese me llenaba el alma de lo que es nuestro de verdad, sin artificios. El viernes volvía a casa del trabajo y lo que vi en el centro del pueblo era para que me hubiese ilusionado, niños de “mascara”… parecía que era la hora, que el miércoles enterraríamos una sardina y llegaría la cuenta atrás de la gracia, parecía que era la hora pero evidentemente no era la hora, la cual aún nos queda tan lejos.
Dos formas de ver el día de Todos los Santos, que respeto, aunque en los últimos años, lo estoy viviendo con la magia de mis pasiones a flor de piel, religiosidad popular para los sentidos y es sin duda la mejor de todas las formas. Se repitió el rito, que ya se ha hecho costumbre, el día de Todos los Santos me sabe a la vieja ciudad de los califas, por donde se pasea una Emperatriz durmiendo al Califa de los cielos por antonomasia. Vuelta a la gloria del costal y la música muy rancia, que Amparo tiene un gesto que a veces no sabe uno si está ante una letífica o ante una de esas dolorosas de talla completa que llenan las iglesias, normalmente arrodilladas y son tan poco dadas al discurrir de las calles.
Volví a la calle de la Feria donde los naranjos aun no rezuman a la fragancia de la semana de Dios y su tiempo estipulado, la verdad que qué podemos pedir más, estamos en noviembre y el mismo tiene que saber a su aroma y a mí me gusta la fragancia de cada tiempo en su justa medida. Pero Amparo hace paladear una jornada que aunque aún muy nueva parece que se pierde en la noche los tiempos. Tarde agradable de reencuentros, que esta vez las sensaciones serian diferentes, y las mismas me colmaron, me satisficieron y me emocionaron porque entre la bulla humana que mueve esta otra Madre de la Oración y el Amarrao ya no me sentía como un turista, si no como parte de esas personas que me hacen sentir especial, uno que no es nadie ante la magnitud que ellos, aunque humildemente arrastran sobre sus espaldas.



Que paladeo volver a ver a algunos costaleros que ahora son compañeros y que orgullo que todo un Curro y Federico me reciban con un abrazo, una sonrisa y una confianza. Dio gusto ver comenzar la gloria, de un paso que se volvió a superar, magistral con candelabros y el exorno floral, de la cuadrilla poco más que decir, si incluso la banda sonó como nunca, cuando “Macarena” de Cebrián llenaba el viejo templo dedicado al que sobrenombra al Papa. Comenzó un nuevo año el desglose de emociones, que uno pensaba que sería como siempre, pero es que nunca es como siempre. Cambio de itinerario, el Potro solo lo lamería y el plato fuerte de Armas llegaría en los primeros compases mientras la Madre de Dios dormía a su bendito Hijo, el “Cordero de Dios”. Bulla y más bulla alrededor de María, lo bueno de los cangrejeros es que te sientes entre la gente que respira el mismo aire. “Virgen del Valle” abría una burbuja que en verdad empezó bajo la techumbre de la iglesia y acabó allí mismo mientras las tinieblas de los difuntos entonaban "La Madrugá" haciendo que lo serio sonase a la gloria del cielo. Burbuja que se colmó cuando “Cristo de Vera Cruz” detuvo el tiempo, detuvo el aire, detuvo la noche, lo detuvo todo menos el son de los que alegraban mi alma, mientras parecía que el maestro de Curro tenía muchas ganas de hablar por Córdoba…



Hubo tiempo, porque se repitió el rito del beso a María llena de tristeza, de caridad y cerrando el mes de las cuentas entre los dedos allá por San Pablo, incluso un vistazo a Maria del Carmen que visitaba la obra cumbre del maestro Mesa por el templo cordobés del que entregó la vida al Eterno en Hipona. La gloria del Amparo cambió un poco el chit, menos horas en la calle, nuevas callejas pero igual de evocadoras para pasear como dijo el maestro, el Amparo para quien lo necesita, aunque por allí anduviésemos los locos del folclore humano que mueve esto, los que a su vez somos los únicos que podemos entenderlo a la perfección y saber dónde se esconde en este nuestro mundo las cosas de Dios, la esencia. Pasaba el Amparo como “Pasa la Macarena” ensimismándome en su seria alegría, el momento elegido por Ella para un año más volver a hablarle y solo sentir que era momento de dar gracias, porque últimamente estar tranquilo, sin calentamientos de cabeza, sin tristezas, sin bajones de moral es un precio que me está costando pagar y junto a Ella me resultó como regalado. Amparo que sonó a Amarguras, Amparo que también se dio de bruces con Margot y Amparo que no se podía escapar sin en el otro valle, mientras sus tíos se clavaron como estacas en una revirá con caída donde “Valle de Sevilla” surgió para orgullo del genio de La Vega que en el cielo disfrutó porque en su Córdoba, al final le ha hecho justicia, seguro que el maestro está orgulloso del asesor musical que a su vez de martillos sabe un poco.
Vencía la noche el tiempo de los sueños, perfumándonos de humo sagrado, aunque ya todo lo que quedaba seria a base de momentos irrepetibles, sin atravesar el arco del compás, por la plaza, bajo la vegetación que inunda los patios cordobeses. Llegaba Amparo ante el azulejo de su Dios, el que le quita los sentíos a su capataz con perilla y el maestro no lo quería ver subir, y así fue, nadie la vio subir aunque subió, pero elevándose como en un "crescendo" sobre las magistrales notas de la “Saeta Sevillana” que la sumergió nuevamente en su casa, una año más, cumpliendo con los ritos, de espaldas al pueblo como las cofradías rancias, la gloria más mustia de Andalucía volvió a encenderse como una ascua en la tenebrosidad de San Francisco, ese es el pasaje de los terrores que me gustan a mí, aunque para terror la vuelta a la realidad, mientras Ella marchaba al compás del maestro Moreno, finiquitando de la mejor forma posible este primero de noviembre, que la emoción se multiplica si acaba con un abrazo a maestros que ya siento como amigos…

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