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lunes, 15 de febrero de 2016

PAPELES PERDIDOS... PAPELES NECESARIOS.

Hay un gran tesoro en las cofradías que paradójicamente suele ser el menos valorado y cuidado de todos los que las componen. Un preciado tesoro que no se procesiona, ni se le rinde culto, ni se publican estampas sobre él, pero la verdad para mí, tras la única verdadera esencia que ha de regir a una hermandad, como es el amor en Cristo y su iglesia, viene este tesoro que lo que viene a aportar es el legado, el ser, la personalidad que se forja con lo que se fue y eso es la historia de la mismas. De nada sirve tener un presente si no lo has forjado con el aprendizaje de los años y si los años se borran, tu presente existirá, pero será nuevo, de nada valdrá el peso del tiempo. Y para conocer la historia hay que adentrarse en el lugar donde se podía grabar hasta hace tan solo un siglo… en el papel. No había fotografías ni videos, solo estaba el papel donde escribanos o aquel que supiese escribir iba dejando constancia de sus movimientos sin saber que en este presente habría personas ávidas de conocer que hicieron y sobre qué circunstancias asentaron los pilares de las hermandades que llegaron al presente o ya desaparecieron.
Hubo una enigmática cofradía en mi pueblo de la que solo conocíamos un mero dato y los que el boca a boca nos legaron esos ya difuntos jóvenes de la posguerra. Hay legajos, la verdad, bastantes suficientes como para volver a contar la historia de la religiosidad popular en Bailén, aunque la verdad esta entrada va para todas las hermandades del mundo. Aún faltan más cosas, si es que existen, que ojalá con el tiempo vayan apareciendo y simplemente vengan a enriquecer nuestra sapiencia, que aquí en Bailén nunca se les ha dedicado un estudio completo a las cofradías en su conjunto.
Es curioso que les decía que es un tesoro y a su vez es tal vez el elemento menos considerado, pero lo cierto es que los siglos se han encargado de mover para aquí y para allí aquellos escritos donde se guardaba la vida de algo tan grande en esta tierra como son las hermandades. A las cofradías, cuesta que llegue la ciencia de la archivística, para muchos son simplemente papeles viejos, muchos de ellos ilegibles para los escasos en leyes de la paleografía, aunque entre esos garabatos te cuente cuando se fundó una cofradía, quienes fueron los que la fundaron o incluso quien fue el genio que dio vida a la devoción de tantas y tantas generaciones. Que les voy a decir de las cofradías, grupos por excelencia de cristianos donde los errores humanos no son ajenos, y esos errores humanos han llevado al extravío, perdida e incluso sustracción –que podría ser hasta penado por la ley- de aquellos papeles viejos que parecían que no servían para nada, pero algún valor tendría cuando desaparecían por arte de magia.
Las hermandades como las personas mismas deben de cuidar y custodiar sus papeles, sus escrituras, pero con la salvedad de que ellas son algo que va más allá de la privacidad que nos pertenece por nuestra propia naturaleza, siendo asociaciones por donde pasan cientos de personas, durante años con un único fin de culto, público o interno y de una entrega a la sociedad. Son papeles que se deberían facilitar para su estudio y la publicación de lo que nos cuentan, pero sobre todo que se sigan manteniendo no para sí mismos, sino para el gozo de toda la sociedad que aunque lo ignore necesita saber de la propia vida de su vida.
Es triste que un investigador se deje su dinero en viajar hasta otras ciudades para encontrar cosas que quizás puedan estar en su pueblo, como es mi caso, y esto no va en concreto a que no me dejen estudiar sobre lo que hay, esto va cuando te enteras que existieron documentos que nos revelarían cosas totalmente desconocidas y solo te deja la resignación de saber que se le perdió la pista y que solo el que lo tiene puede disfrutarlo, cuando la mayoría de la veces, no lo disfruta, solo con saber que lo tiene en su poder le vasta, como si el honor de tener el tesoro fuera más importante que el tesoro que supone entregar la información para todos para seguir conformando poco a poco más la cultura de esa localidad, de la que muchos se golpean el pecho de orgullo, y para ellos no hay más orgullo que su ego propio.
Existió un libro que nos podría contar bastante más cosas que aquel simple dato de petición de un lugar en una capilla, un libro que desapareció sin saber muy claramente cómo. No vengo a reprochar nada, ni lo importante es como se perdió, solo vengo a entregar estas líneas para llamar a la conciencia de este asunto, porque quizás aquel libro de actas está guardado desde la ignorancia a valorar lo que tienen y pueda recuperar una historia olvidada, y quien dice si no levantar la chispa para hacerla renacer, aquella que comenzó justamente en un día como hoy, porque sí, en otros lugares he encontrado algo de ella, tiempo, dinero y vista me ha costado, aunque nada de esto ensombrece la satisfacción personal, pero tristemente aún no ha llegado la hora de desvelar más, pero que les quede claro, esto no lo quiero para mí, lo quiero para todos y esto saldrá o eso espero, para cuando Dios vea conveniente el quién, cómo, dónde y cuándo.

A la memoria de mi bisabuelo Cristóbal Lendínez Salmerón, documentado como hermano que fue de aquella cofradía, porque hoy estaría de gran celebración la cruz, el hisopo y la calavera…

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