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sábado, 13 de febrero de 2016

ESPERANDO LOS MOMENTOS DE DIOS...

El momento no estuvo programado, aunque la jornada marchó tan genialmente como si los caminos los hubiese gubiado Bernini o el mismísimo Montañés. Tocaba en el horario, tocaba en la zona y en la esquina de las revirás eternas nos apostamos esperando el barco donde la mansedumbre, la aceptación y el amor ante el mayor desprecio venía Presentado a Sevilla. Veníamos dejando ya estampas para el pasado buscando como la vida misma momentos para el futuro, pero el presente se vestía a la romana porque Pilatos venia imponente sobre un galeón dorado. Había sitio, nos acomodamos y esperamos a la gente que hizo a la Encarnación del verbo dolorosa para mayor gloria de Andalucía. Vino el bendito fruto de su vientre, Ecce Homo entre trianeras formas con la esencia de la Calzada. ¿Que podría pasar? Se alzó al cielo el Hijo de Dios y sus chicos del ros y plumita azul rememoraron sus orígenes cuando quisieron cantarle en alabanza con sus instrumentos al más verdadero de los dioses, el que vive y está presente para mayor gloria en el pan ofrecido en su última cena, donde nos entregó todo su ser, su cuerpo y su vida, y esperando sentencia de sus hermanos caía en el costero y el sobre los pies mientras los ecos de Jesús Sacramentando parecieron decepcionarme…
Me esperaba algo “más” … pero el Dios de San Benito hizo la proeza de darme el momento de aquella semana de gloria que ya vive en el recuerdo, la música fluyó por el aire y se entremetió por mis poros hasta adentrarse en mi alma para dejarme absorto contemplando como Dios camina por Sevilla con el sello “pilatero” de la Calzada. Todo fue perfecto hasta alcanzar el culmen de una obra de arte… efímera, la grandeza de los toreros del mundo de abajo mientras Dios callaba a los que viven atrapados en el tiempo, por eso los pájaros no cesaron de cantar como una voz más de la marcha, porque ellos sí viven cada momento de su existir. Y nos sacó del tiempo y nos detuvo en el abismo, para que sintiéramos lo que es vivir, los que es borrar todo lo accesorio mientras la música y el movimiento nos llevaba hasta la paz infinita que nos trajo el Carpintero que en la Calzada llaman Presentación… al pueblo. Nadie contó los minutos, ¿alguien sintió que los había? ¿Alguien sintió entre la música algo más que el latir de su corazón, qué el impulso de su alma hacia un estado o lugar que no podríamos describir? Encaró Orfila y casi no nos dimos cuenta, y se fue poquito a poco mientras parecía que ni respirar nos hiciese falta y en un crescendo costalero digno del más grande de los pentagramas se fueron cantando al son costalero, la música del racheo, mientras la Loba Capitolina rasgaba un cielo que por momentos no nos parecía de este mundo. Nosotros los hombres que no sabemos vivir sin salir del pasado y sin soñar con el futuro, pudimos en aquel momento despojarnos de esa condena, esa condena de la que vino a sacarnos, en esta ocasión, cautivo y presentado al pueblo como se marchó Jesús… ¿saben porque ansío tanto la llegada de la semana de la gracia? Porque me hace encontrar el momento presente, el vivir de verdad como no se vivir durante toda mi existencia… ya queda menos.

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