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viernes, 18 de marzo de 2016

¡AY! MARÍA DOLORES, ¿SABES QUE SI HUBIESE SIDO MUJER ME HUBIESE LLAMADO COMO TÚ?

Viernes de Dolores, viernes de preludio que más de dolor es de ansia por rozar lo que esta justamente cuando volvamos la esquina de la rutina y nos sumerjamos en la burbuja de la gracia. Gracia que parece ser que el tiempo se va a encargar de enturbiar nuevamente, que le vamos a hacer, son los signos del tiempo, lo que toca en cada momento, solo nos queda hacer lo de siempre esperar para comprobar por donde quiere salir Dios a enamorarnos de su entrega por las calles de Andalucía. Viernes de dolores, el día que a todas las María Dolores, Dolores, Lolas, Lolis, Marilos, etc… le sueltan los dos besos de la felicitación, pero un viernes que siempre me ha sabido a las miles de la gloria, por ello, un año después recordando aquella mi exaltación a la Semana Santa me quedaré con el dolor de la Virgen, obviamente según mi pueblo donde sobre manera viene a mi mente la dulce emperatriz de la ermita de la Soledad, aquella que he contemplado en tantos fotogramas de mi vida, donde destaco aquel día de la mano de mi abuela Isabel contemplando a la Señora junto a San Juan bajo la omnipotencia de su camarín. Pero también con el recuerdo de la que nunca conocí que se llamaba como el mismo dolor de la Madre de Dios, tal como dije en el pregón, por mi abuela María Dolores me pude haber llamado si hubiese sido mujer María Dolores… seguramente si hubiese sido capillita como lo soy ahora me hubiese encantado mi nombre. Felicidades a las Dolores y sobre todo los que esperamos la gloria… paciencia, resignación y siempre gracias a Dios y su Santísima Madre en sus misterios dolorosos.
"Y es que la Soledad que cobija la nacida sin mancha es el culmen de dos cofradías, en la que conocí de manos de mi abuela al hijo encomendado en el calvario a María como fiel escudero bajo la omnipotencia de un camarín que señores, ¡se nos cae a pedazos! Yeserías suntuosas de otros tiempos que son alcoba divina en Bailén de aquella Madre de Dios que sabe de Viernes Santos de lúgubres y añorados cortejos generales donde le tocaba enterrar a su Hijo, y que ha dejado en buenas manos una rosa amarilla llamada Mayor Dolor y Consuelo, la que acompaña a Jesús Yacente sobre la fría losa esa tan temida para recordarnos, como vienen los siglos, que el salvador solo está ahí por nuestra culpa y por nosotros. Santo Entierro, ese Jesús dormido que ahora llama del Buen Morir, que cosas ¿verdad?, ¿habrá alguna muerte buena? es cierto, no puede ser razonable para nuestra mente. Por eso nació el día irrazonable, donde Jesús moría crucificado antes de la hora nona del viernes, antes de abrazar el madero, donde la música no invitaba a más espectáculo que convertir el silencio en un ruido ensordecedor sobre nuestras almas, cuando atraviesa tus calles Bailén, invitando a esa reflexión que solo el silencio puede invitar. Dicen por ahí que la Semana Santa ya no es cristiana, solo un mero espectáculo más de esta sociedad cada vez con menos raíces… pero, ¿a qué van esas largas hileras de nazarenos negros acompañando al hijo de María Dolores?, el Cristo del Buen Morir, que yo te seguiré llamando como cuando te bautizó aquel mismo que me dio de comer por primera vez en el banquete de tu redención ¿Si no hay saludos? ¿Ni mecías costaleras? ni la música suena como en una velada del final del verano ¿a qué van esos nazarenos negros en la noche del miércoles?

Procesión sin Virgen María, esa dulce Virgen que miren ustedes, cumple setenta y tres años sin el que el tiempo la roce, sin ninguna arruga que aún parece reflejar el universo de aquella muchacha que quien sabe, dónde pudo encontrar el maestro Romero Tena para plasmar el mismo firmamento en su cara. Una jovial anciana que nos llegó desde Valencia en aquellos difíciles años, en tren, hasta esa vieja estación, de la que queda ya solo los cimientos del recuerdo… había sitio, entró y se acomodó entre nosotros para mayor gloria. Setenta y tres años de hechuras ¡y que hechuras! aunque su alma bailenera va en busca de cinco siglos entre nosotros, de los antiguos, los actuales y los que llegarán. Cinco siglos llevan las madres bailenenses aprendiendo de María Dolores a soportar los embistes de la vida, reflejado en las cristalinas lágrimas de la Madre de Dios según Bailén, con permiso de la alcaldesa perpetua, cual es la guía de aquellos que acceden a Dios a través de María en esta nuestra tierra sureña que acertadamente llaman “de María Santísima”. Porque Bailén también es mariano y pone sus esperanzas paradójicamente en el dolor de la madre. Dolor desde la noche de los tiempos de aquella Soledad que se convirtió en Dolores. ¡Ay! mi Lola como te llaman tu gente más cercana, que majestad la de tu cara, cuanta belleza puede caber en tan pequeño perfil que tu nombre es el lucero de esa humanidad que la llevas y la traes, la conduces y la sacas siempre de los agujeros de las equivocaciones. ¡Ay! María dolores, ¿sabes que si hubiese sido mujer me hubiese llamado como tú? Será por esa razón que cada viernes de dolores en que el nudo de la corbata de la emoción me asfixia necesitando respirar el aire de la semana de Dios, siempre vienes a mi memoria. Madre de Dios que abre la senda de lágrimas al mismo compás de la tragedia de una jornada que nos sabe a gloria, la que abre la Amargura hasta que sus dolores se multiplican por siete cuando sale a Bailén la Reina del compás, de la gracia costalera bajo palio, que joya su bordado, que brillante su mecía llevando un corazón roto por siete golpes de la vida bajo la atenta mirada en su cielo de la que lleva cincuenta años con el bastón perpetuo. Esa vida que se escapa vencida sobre las manos de la que reparte doctorados de Piedad, también sobrá de compás en la tarde en que mi Cristo llena el universo de melancolía. Es la Piedad la madurez en María, la que más se parece a aquella palestina que en Andalucía hacemos niña. Ella es también la compasión que como pocos solo tienen las madres, la que llenó los pasos por debajo, la que vino a llorar en el calvario, porque alguna vez la tendríamos que dejar llorar como humana, perdonando y abrazando la Misericordia que desprende el que por amor muerto va en su regazo ¿Cuánto dolor en María verdad? Que si grande es el nuestro, Ella vino a quedarse con la mirada más natural, más bailenera, para eso nació de nuestras canteras para decirnos cuál era su Mayor Dolor bajo palio morado, llenando de Consuelo morado el Viernes Santo cuando ya nos invade con el temido adiós, llevada con el suave compás de la tragedia de aquel que por delante parece un simple hombre vencido por la lacra de nuestra existencia. Cuánto dolor en María por las calles de Bailén con la devoción que le tengo yo a la Madre de Dios repartiendo Esperanza… aunque yo no vengo a pedir nada, que bonito sería ver a María repartiendo en sus misterios dolorosos una advocación que invite también a esa dualidad de la pena a la alegría de la que se nutre la Semana Santa andaluza… como el amor, el amor es hermoso, ¿verdad? El amor que es lo que en verdad todos más ansiamos con la salud aunque tuviésemos todas las riquezas materiales del mundo. El Amor Hermoso ya está en Bailén aunque yo creo que Ella, lo que quiere es enamorarse por tus calles como buena bailenera. Y también, quien sabe, la Virgen María pronto pueda encandilar con la advocación de nuestro símbolo más grandioso… Encarnación."

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