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viernes, 16 de agosto de 2019

LA PAELLA DEL 36...


Tal día como hoy, con el sofocante calor del verano, la iglesia bailenense vivió la seguramente peor página de su historia. Sofocante y estremecedor tuvo que ser el calor desprendido por las hogueras que consumieron el patrimonio religioso en aquel 16 de agosto de 1936. Como ya sabrán los lectores que hayan leído el profundo trabajo de investigación sobre los acontecimientos iconoclastas del 36 en Bailén en la revista Locuber V.2, hoy fue sin duda uno de los días más señalados de la contienda en la localidad. No sabemos que lo motivó, pero la ira se llevó por delante lo material y lo humano, porque por hoy también le dieron el paseíllo a los primeros cinco vecinos del pueblo.
Hoy se perdió el retablo de Sebastián de Solís, los dieciochescos y un sinfín de imaginería que seguramente hoy sería motivo de orgullo tenerla. Suponemos que hoy también aconteció el sacrílego festín de la paella que se cocinaron con la madera de la Virgen de Zocueca y que al parecer les sentó mal. Eso siempre se ha contado, pero por lo menos yo aun no he podido documentarlo más allá de un testimonio tomado del “rumor público” que decía que el alcalde asistió a una cena en la iglesia celebrada esta misma noche de hace 83 años. ¡Dios mío, hace casi cien años y aun es complicado de hablar de esto!
Fotomontaje realizado por Ángel Francisco Ruiz Garzón
Es curioso, que esta anécdota no se limitó a Bailén. La utilización de esculturas y retablos de madera como leña fue habitual en toda España, por la sencilla razón de que esa fue la única utilidad que los milicianos, con su exacerbado ateísmo y voluntad antisacramental, podían encontrar en aquellos “trozos de madera”. Por los mismos motivos de utilidad práctica, la furia iconoclasta respetó siempre los bancos de las iglesias o los muebles de las sacristías, que solían aprovecharse para su reutilización por los vecinos o según las necesidades de la guerra (hospitales, escuelas, albergues para refugiados). Muchas imágenes de mérito fueron utilizadas como leña para la lumbre, por ejemplo, el antiquísimo Santísimo Cristo de la Vera Cruz de Salvador de Cuellar (s. XVI) de la iglesia de San Ildefonso de Jaén, del que se cuenta que lo subieron hasta el castillo de Santa Catalina para quemarlo y cocinar una paella. Es curioso, que entre la documentación que consultamos de los juicios a los encausados nos encontramos un testimonio donde se acusó a una bailenense de acometer el procedimiento, es decir guisar con la madera de una imagen religiosa. Este caso fue protagonizado en Quesada por una oriunda de Bailén, Ramona Muñoz Guirado -“la Curiana”-. Esta bailenense fue denunciada al finalizar la guerra por participar en el saqueo de la ermita de San Sebastián de Quesada, y acusada de utilizar la imagen del santo titular para “condimentar una comida y vanagloriándose del buen gusto que echaban las comidas con esta clase de leña”.


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