
Aunque es un trabajo que tengo ilusión
por realizar alguna vez, sobre la historia de las capillas de la iglesia de la Encarnación,
les voy a dejar esta entrada que resumen en gran parte la historia de la
capilla del Cristo de la Expiración de la iglesia parroquial más antigua de Bailén
(de la que espero contar en el futuro muchos más detalles). El relato está
sacado prácticamente del trabajo recientemente publicado sobre la obra de Palma
Burgos en Bailén, así que ya no tiene mucho de inédito. Como vengo diciendo
continuamente, mis trabajos (y los que hago con otros compañeros) suele
contener historias paralelas que van engarzadas con el guión principal, pero
que no son los protagonistas. Son relatos que bien pueden interesar a un
determinado público o lector que no tiene por qué sentirse atraído por el
motivo central del trabajo de investigación y obviar su lectura simplemente porque
no podemos poner por título una enorme frase que resuma todo lo que se cuenta. En
este caso, en notas a pie de página tuvimos que contar una extensa historia
sobre esta capilla para darle el único y mero sentido de por qué Palma Burgos
realizó un Cristo expirante. Aunque también le he añadido algunos detalles que
no están en el trabajo publicado. Por ello les dejo la historia de la capilla
de los Ruses, la de los Martín Ruiz-Agüera o la del Cristo de Palma Burgos…
La capilla de los Ruses (S.
XVI)
Entre las capillas laterales de
la iglesia de La Encarnación destaca la que históricamente se ha denominado
“Capilla del Santísimo Cristo de la Expiración”, situada en la nave del
evangelio, adosada a la fachada norte, entre la sacristía y la puerta de San
Antonio o de los Álamos. Su actual retablo e imagen titular corresponde a la
reposición de una iconografía pérdida durante la Guerra Civil realizado por el
malagueño Francisco Palma Burgos siendo bendecido el 2 de diciembre de 1959 por
el obispo Romero Mengíbar. Para entender el por qué se encargó este Crucificado
a Palma Burgos hay que retrotraerse a los antecedentes históricos de esta capilla.
Las fuentes documentales nos
trasladan hasta el siglo XVI: una capilla mandada construir en 1578, según
fundación testamentaria de don Bartolomé de Rus. Esta capilla del Santo Cristo
es repetidamente citada en testamentos a lo largo de todo el siglo XVII y XVIII,
siendo constantes las peticiones de enterramiento dentro de la capilla o en sus
proximidades. A finales del siglo XVIII esta “capilla del Santo Cristo de la
parroquia”, también citada como “capilla del Santo Christo de la
Inspiración”, continuaba siendo la más importante de todas las existentes
en el interior de la iglesia de La Encarnación. Esta capilla del Santo Cristo,
por su cercanía a la sacristía y presbiterio, debe considerase como las más
antigua de las cuatro capillas históricas que todavía conserva la iglesia de La
Encarnación de Bailén, aunque la lucidez de sus muros nos lleve a la confusión,
debido a que los sillares tuvieron que ser repuestos en la restauración de
posguerra.
Durante los siglos XVII y XVIII
fue conocida como “la capilla de los Ruses”, por ser primitiva propiedad de una
acaudalada familia apellidada Rus, edificada como capilla y panteón sepulcral
para los descendientes de esta familia Rus. Fue mandada construir como hemos
dicho en 1578 por orden testamentaria de D. Bartolomé de Rus. En base a esta
fundación testamentaria, su esposa Dª. Catalina Ruiz y sus hijos Bartolomé,
Alonso y García de Rus (aún hoy existe un paraje de tierra de olivares en Bailén
denominado como este señor) instituyeron y dotaron un patronato o capellanía
para sostener el culto y ornamentos de la nueva capilla, anunciado el comienzo
de su construcción durante el año siguiente (1579), designándose como el lugar
de sepultura de todos los descendientes de la familia, fechándose la fundación
el 22 de abril de 1578. Parece
ser que ser que el santo elegido (y al que se le daría culto en la capilla) con
esta capellanía fundacional fue San Francisco de Paula, pero es muy probable
que los mismos fundadores que costearon el retablo principal de la capilla, pusieran
presidiendo siempre una imagen de Cristo Crucificado, ya que a lo largo de los
siglos XVII y XVIII hemos encontrado numerosas referencias a esta imagen
principal, por lo que desde muy pronto comenzó a ser conocida como “la capilla
del Santo Cristo”.
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Aspecto original en 1996 |
Durante el siglo XVIII esta “capilla
del Santo Cristo de la parroquia” fue la más importante de todas las
existentes en el interior de la iglesia de La Encarnación, en cuyas
proximidades solían mandarse enterrar los vecinos más influyentes y hacendados
de la villa de Bailén. Las peticiones de sepultura en esta capilla del Santo
Cristo por los herederos de la familia de Rus son constantes a lo largo de los
siglos XVII y XVIII. La primitiva imagen del Crucificado también gozó de
especial devoción popular ya que durante estos siglos fueron frecuentes las
mandas de misas dedicadas “al Santo Cristo de la Expiración en su capilla de
la parroquia”. En un pleito de 1777 es citada como “capilla del
Santísimo Cristo de la Inspiración”, en la que se encontraba instalado el
Monumento o Reserva Eucarística durante el Triduo Pascual en la Semana Santa en
aquella lluviosa madrugada del Viernes Santo. Es un ejemplo más que nos muestra
la importancia y significado histórico de esta capilla dentro de la iglesia de
La Encarnación.
En anecdótico como en ocasiones
esporádicas es posible identificar entre la documentación a esta capilla del
Santo Cristo bajo el título de otras advocaciones cristíferas de gran
popularidad en toda España. Probablemente por desconocimiento o confusión. Por
ejemplo, en el testamento otorgado en 1769 por doña Francisca Barquero se
ordena: “quiero se le dé sepultura a mi cadáver en la Iglesia Parroquial de
esta villa [de Bailén] y nave de Nuestra Señora del Rosario, inmediata a
la grada [escalera o escalón] de la capilla del Santísimo Cristo de San
Agustín”.
A lo largo de los siglos ha sido
común que en esta capilla del Santo Cristo de La Encarnación de Bailén
figurasen expuestas otras imágenes religiosas junto al Crucificado principal.
Por ejemplo, en una manda testamentaria de 1676 se hace donación “de tres
varas de tafetán sencillo más o menos lo que fuere menester y de ellas se haga
un velo para el Señor San Juan Cayetano que está en la capilla de los Ruses de
la iglesia de esta villa”. Más
habitual es encontrar citada “la capilla de los Rus que tiene el título del
Santo Christo” vinculada con una sagrada imagen de San Francisco de Paula
(al menos entre 1672 y 1789), que a veces incluso se cita como “titular de la
dicha capilla”. Como ya hemos mencionado, por algunas referencias sueltas
entendemos que el patronato fundacional o capellanía que sustentaba los
principales cultos ofrecidos en esta histórica capilla del Santo Cristo de la
Expiración se puso bajo la advocación patronal de San Francisco de Paula.

Ya en época contemporánea sabemos
que dentro de la capilla existió una imagen de San José al cuidado de una
devota familia (al menos en la década de 1880). En determinados períodos de la
segunda mitad del siglo XX se han expuesto en el actual retablo de Palma Burgos
las imágenes del Sagrado Corazón de
Jesús y del Inmaculado Corazón de María (hoy ante el retablo de la Virgen de
Zocueca), e incluso una imagen de Jesús Resucitado durante la década de 1990
(hoy en la iglesia del Salvador) y, finalmente, desde el año 2004 hasta la
actualidad, la imagen de Nuestra Señora de la Piedad, titular de la Cofradía de
los Siervos de Jesús de Bailén.
El patronazgo de Martín Ruiz
(Los Marquina)
A finales del siglo XIX, olvidado
ya el primitivo patronazgo familiar de los Rus y deteriorado su retablo, “Los
Marquina” se interesarán por esta capilla. El juez D. Eusebio Martín Ruiz (hijo
de D. Pedro Martín Marquina) insistió en sus súplicas al Obispado hasta que en
1890 obtuvo el patronato sobre esta histórica capilla del Santo Cristo (título
de patrono sin derecho a enterramiento), según decreto de 4 de febrero de 1890
firmado por el prelado don Manuel María León González y Sánchez (obispo de Jaén
entre 1877 y 1896).
En 1890 la capilla del Santo
Cristo se describe como “próxima a el Altar Mayor, se encuentra sin adorno
alguno, deteriorado su retablo, cual revocado sus muros, a más alto piso que el
del Templo y las demás Capillas, sin verja ninguna de cierre y desdice
notablemente la que frente a ella es titular Nuestra Señora del Carmen” (en
referencia a la actual capilla de la Virgen de la Cabeza).
Esta descripción de 1890 la
extraemos del expediente generado a instancia del juez don Eusebio Martín Ruiz
(1844-1905) para conseguir el referido patronato de esta capilla. En 1886
solicitó la concesión del patronato de la capilla del Santo Cristo, pero tras
algunos informes desfavorables, el Obispado le concedió el título de patrono de
otra capilla distinta (la capilla de Nuestra Señora de la Guía, actual capilla
de la Virgen del Carmen), mediante decreto de 23 de septiembre de 1889.
Finalmente, tras una nueva solicitud de don Eusebio Martín Ruiz, el Obispado
accedió a permutar el título anterior por el de “Patrono de la Capilla del
Santo Cristo de la misma iglesia y con las mismas condiciones, quedando sin
efecto el primero”, según decreto episcopal de 4 de febrero de 1890. Don
Eusebio Martín Ruiz se hizo cargo de la capilla del Santo Cristo estando ya
viudo, junto a su hija Antonia Martín Agüera (1870-1948), ya que su esposa,
doña Antonia Agüera de la Vega (1846-1880), había fallecido a la temprana edad
de 34 años. Con la obtención de este patronato la familia Martín Agüera se
comprometía a restaurar o rehabilitar la capilla en su totalidad, ya que se
encontraba en un estado muy decadente.
Ya antes del fallecimiento de don
Eusebio Martín Ruiz (+ 24 de abril de 1905), su hija Antonia Martín Agüera
(1870-1948) ejerció como patrona y camarera de la capilla, haciéndose cargo de
su mantenimiento y culto, promoviendo importantes obras de restauración,
costeando incluso un nuevo altar y Cristo Crucificado (c.1916) que sustituyó al
primitivo.
Reconstrucción de posguerra
Destruida la capilla durante la
Guerra Civil, doña Antonia Martín Agüera renovó ante el Obispado su “derecho de
patronato” en 1944, con el correspondiente “título de camarera”, bajo la
expresa “obligación de restaurar la capilla, adquirir imagen y el altar y
todo lo demás necesario”.
Existe constancia documental de
que durante el curso 1946/1947 ya “se había dado principio a la obra de
reconstrucción de la capilla, costeada por Doña Antonia Martín Agüera, habiendo
encargado la imagen del Santo Cristo”, pero lo obra quedó en suspenso “por
falta de materiales (cemento y mármol) y además por el recurso interpuesto por [su
sobrino] Don Eusebio Martín Martínez”. Según testimonio oral del maestro
albañil, D. José Perea, recuerda ver trabajar en esta obra a una cuadrilla de
albañiles pertenecientes a la casa de los Corchado. No debe de extrañarnos esto
porque existe constancia documental de la colaboración de D. María Teresa
Serrano Martin (Hija de Antonia Martin Agüera) y Doña Carmen Corchado Soriano
en la restauración del patrimonio religioso de Bailén en la posguerra, como por
ejemplo, la ermita de La Soledad (finalizadas las obras en julio de 1947 por un
coste de 70.000 ptas.). En el expediente sobre esta reclamación, conservado en
el Archivo Central del Obispado de Jaén, no se cita el escultor a quién fue
encargada esta nueva imagen.
Así fue como doña Antonia Martín
Agüera promovió la definitiva rehabilitación de esta capilla del Santo Cristo
durante el curso 1946/1947, aunque ciertas discrepancias con su sobrino don
Eusebio Martín Martínez (que de forma inesperada reclamó su “derecho de
sucesión” en el patronato de la capilla) provocaron que el proyecto del nuevo
altar retablo se paralizara, a lo que contribuyó también el fallecimiento de
doña Antonia Martín Agüera (+ 4 de marzo de 1948).
Este “expediente para
continuación de las obras de restauración de la Capilla del Santo Cristo de la
Iglesia parroquial de Bailén” (1947-1948) fue incoado por doña Antonia
Martín Agüera (instancia de 11 de julio de 1947) para intentar desbloquear la
paralización de las obras a su cargo, habiendo encargado ya el nuevo retablo
con imagen. La paralización de estos trabajos estuvo motivada por un recurso
interpuesto por su sobrino, don Eusebio Martín Martínez (alcalde de Bailén
entre 1943-1944), que reclamó su derecho de sucesión al patronato de la
capilla. Entendemos que esta reclamación planteó una incómoda cuestión familiar
por el uso de la capilla (derecho de asiento) que el párroco de Bailén no supo
encauzar ni podía resolver por ser un asunto de competencia superior.
A lo largo de la instrucción de
este expediente se intenta demostrar el continuado ejercicio del “cargo de
Patrona de la Capilla del Santo Cristo” por doña Antonia Martín Agüera,
responsabilidad familiar que comenzó a atender desde que era adolescente, por
delegación de su padre (quien obtuvo el título de patronato en 1890 como ya
vimos), en contraposición con su único hermano, don Pedro Martín Agüera
(1868-1932), quien nunca se opuso ni contribuyó a esta tarea. El párroco don
Maximino Torres Muñoz (párroco de Bailén entre 1923-1949) informó a favor de
doña Antonia Martín Agüera, dando cuenta de su diligente labor en el cuidado,
buen ornato y conservación de la capilla a lo largo de tantos años, sufragando
siempre todos los gastos de limpieza, alumbrado o culto que se la habían
requerido. Incluso documenta una nueva reforma de retablo e imagen en torno a
1916. Promovió “una restauración más completa de la capilla” durante el
mandato del párroco anterior, don Agustín Moreno Gila (1916-1923), cuando doña
Antonia Martín Agüera donó “una magnífica imagen de Cristo Crucificado, mesa
de altar y todo lo demás para el culto”. Sabemos que el párroco don Agustín
Moreno Gila (natural de Torres) tomó posesión de su cargo el 22 de diciembre de
1915 (¡estando de cuerpo presente su señor padre!) y que cuando doña Antonia
Martín donó esta “nueva Imagen del Señor” (que se cita “de mayor
valor que la antigua”) todavía vivía su marido, don Ramón Serrano Soriano
(1861-†9/2/1916), por lo que aquella gran obra de renovación o restauración de
la capilla del Santo Cristo debió producirse a principios de 1916. Todo ello se
perdió durante Guerra Civil (saqueo y destrucción la iglesia de La Encarnación
ocurrida el 16 de agosto de 1936).
No quiero dejar inadvertido este
detalle del cambio de imágenes probablemente en 1916. ¿Qué ocurrió con el
antiguo Cristo de la Expiración? Lo desconocemos por completo y no hemos
hallado ninguna referencia documental sobre cuál fue su paradero. Una imagen
que destacaban como “de menor valor” pero que en realidad se podría tratar de
un prototipo de la escuela imaginera giennense del siglo XVI (pudo ser
perfectamente una imagen de Juan de Reolid), que para entonces no gustaría ante
los nuevos modelos artísticos que se estaban fabricando en España. La nueva
imagen casi con total probabilidad se encargase a un taller levantino, pero lo
desconocemos.
Pero existen unas cuantas
coincidencias históricas que nos pueden hablar del destino de aquella imagen, y
no es otro lugar que la cofradía de la Santa Vera Cruz. Según testimonio de los
viejos cofrades (a falta de documentación), la familia Corchado donó en 1916 a
la cofradía de la Santa Vera Cruz la antigua ermita del Santo Cristo de Nazaret
y a su vez, ese mismo año “Los Martínez” donaron una imagen del Cristo de la Expiración
a la cofradía. Cuentan las crónicas que para entonces la cofradía estaba en la
ermita de La Soledad y solo contaba con las imágenes de la Santa Vera Cruz y la
Verónica (esto si lo tengo documentado en la prensa provincial), marchándose aquel
mismo año a su nueva casa y con un cristo nuevo (a la que posteriormente también
se le añadió una dolorosa de “aspecto antiguo” según Pablo Morillas).
Aunque todos coinciden en que
fueron los Martínez y Ramón los donantes de la imagen (tras la guerra si es
seguro que fueron estos Martínez los donantes de la actual imagen), ¿pudo ser
en verdad una única “Martínez” la donante? Me explico, la esposa de Pedro
Martin Agüera fue Dª Teresa Martínez y Ramón (donante en 1914 del manto de la
Virgen de los Dolores). Si la capilla de la iglesia pertenecía al legado de don
Eusebio Martín Ruiz, su hija Antonia Martín Agüera pudo ceder la antigua imagen
a su cuñada y esta la donó a la cofradía de la Santa Vera Cruz para que se
convirtiese en su nuevo titular y con ello hubiese alguien que se hiciese cargo
de la imagen. ¿Pudimos tener los hermanos cruceros durante los años 20 un
calvario conformado por un crucificado del XVI y una dolorosa del XVIII? No lo
sabemos, porque esto son tan solo suposiciones que necesitan algún soporte documental
definitivo. Lo que sí puedo afirmar es que la cabeza de aquel Cristo era de madera
(y no de escayola como la actual) por uno de los testimonios generados en los
juicios de los encausados tras la Guerra Civil donde se juzgó a una vecina del
barrio por convertir la cabeza del Cristo en carbón para un brasero…
Volviendo a la historia de la
capilla, finalizada la Guerra Civil, doña Antonia Martín Agüera (por su condición
de hacendada era como es normal bien conocida en el pueblo, que rápidamente la llamaron
como “La Viuda” [de Serrano] por su pronta viudez), con todos estos
antecedentes parroquiales, no tardó mucho en conseguir que el Obispado le
reconociera “el derecho de Patronato que disfrutaba su padre”, según
decreto episcopal de 12 de mayo de 1944, concretado después con la concesión
del correspondiente “título de Camarera” de la capilla (“toda vez que el de
patronato ya no se concedía”), según decreto episcopal de 4 de agosto de
1944 (nombramiento registrado en el “libro de orden núm. 1, folio 4” del
Archivo Parroquial de Bailén), con “la obligación de restaurar la capilla,
adquirir imagen y el altar y todo lo demás que sea necesario”.
Doña Antonia Martín Agüera no
pudo cumplir esta obligación de inmediato “por circunstancias especialísimas
de familia, enfermedades y muerte de un ser tan querido como es un hijo”
-en referencia al fallecimiento de su hijo D. Eusebio Serrano Martín
(1902-1945)-. Durante el curso 1946/1947, “repuesta de tanto quebranto
[…] se determina la reparación [de la capilla], dándose principio a
las obras, encargándose la Imagen y cuando mayor es el contento y alegría se
paralizan los trabajos”, como consecuencia de la reclamación de su sobrino D.
Eusebio Martín Martínez (1910-1987), uno de los ochos hijos de don Pedro Martín
Agüera (1868-1932), “que quiere y pide que la concesión [del patronato]
se extienda a toda la familia, que por cierto es innumerable”. Ante esta
reclamación familiar, que debe entenderse como meramente figurativa, el párroco
explica que “no podía consentir que entrasen con derecho a asiento tantas
personas en la capilla”.
No obstante, a pesar del
nombramiento de “camarera honoraria” reconocido en 1944, “estando haciendo
la obra de reparación de la capilla” y “habiendo encargado ya la imagen
del Santo Cristo en sustitución del destruido por los marxistas”, el asunto
tuvo que elevarse ante el Obispado de Jaén, para la resolución superior
oportuna. Mediante auto del 30 de marzo de 1948 el Vicario General de la
diócesis, atendiendo a los méritos de patronato ejercidos a lo largo de tantos
años, resuelve autorizar “la continuación de las obras comenzadas en la
capilla del Santo Cristo de la Iglesia Parroquial de Bailén y que venían siendo
costeadas por Dª. Antonia Martín Agüera (q.e.p.d.)”. Efectivamente, cuando
este expediente se resuelve ya había ocurrido el fallecimiento de la promotora
y camarera de la capilla, doña Antonia Martín Agüera (+ 4 de marzo de 1948), lo
que entendemos provocó la definitiva paralización de las obras, por lo que
debió cancelarse la manufactura de la nueva imagen.
Sabemos que este nuevo retablo
con imagen había sido encargado al escultor Francisco Palma Burgos (dato que no
se cita en el expediente), quien en 1946 ya había diseñado el proyecto, luego
recuperado y finalizado una década después por el mismo artista malagueño, al
comienzo del pujante mandato parroquial de don Francisco Cavallé Cobo,
ejecutándose la obra en 1959.
Este boceto firmado por Francisco
Palma Burgos en 1946, proyecto de nuevo retablo para la capilla del Santo
Cristo de la iglesia de La Encarnación de Bailén, se encuentra publicado en la
comunidad de Facebook titulada “Palma Burgos. Escultores Malagueños”,
publicación dedicada a “Francisco, Mario y José María, hijos de Francisco Palma
García. Fotografías de tres grandes escultores e imagineros malagueños del siglo
XX” [consulta realizada el 13/10/19]. Esta recopilación de materiales gráficos,
incluyendo algunos dibujos y bocetos pertenecientes al archivo del taller
familiar Palma Burgos, se cita promovida por el pintor y escultor Antonio
Casares Palma, sobrino de Francisco Palma Burgos.
Hemos podido encontrar una crónica algo más detallada de la conclusión de
la capilla y nuevo retablo en una noticia publicada en el Diario Jaén, edición
del 5 de diciembre de 1959. Esta noticia nos sirve para confirmar que los mecenas
de la obra fueron los sucesores de la familia Martín Agüera, que finalmente
concluyeron el proyecto paralizado desde 1947. Es significativo el ambiente de
fiesta que todavía se generaba en la localidad cuando el obispo de Jaén llegaba
en santa visita, al que se recibía casi con honores militares. La reseña sobre
la bendición es la siguiente:
“A las 4:30 de la tarde del
miércoles [2 de diciembre de 1959],
acompañado del M. I. señor don Juan Montijano, llegó a esta ciudad [de Bailén] el señor obispo don Félix Romero Mengíbar. En el límite del término
municipal le esperaban el señor párroco don Francisco Cavallé Cobo y el alcalde
don Joaquín Recena, y en el atrio de la parroquia el Ayuntamiento en pleno y
representaciones con la banda del Patronato “Santa Cecilia” que interpretó la
marcha de Infantes. Nuestro amplio templo se encontraba abarrotado de público.
Revestido, procedió S. E. a bendecir la nueva capilla del Santo Cristo,
magnífica obra, bellísima por todos conceptos, del laureado escultor don Francisco
Palma Burgos, costeada por los señores herederos de las casas Martín Agüera”.[6]
Al citar a los “
herederos de la las
casas Martín Agüera” se está haciendo referencia explícita a las dos ramas
familiares: sucesores de doña Antonia Martín Agüera (familia Serrano Martín) y
sucesores de don Pedro Martín Agüera (familia Martín Martínez). Entendemos que,
tras una década con el proyecto paralizado, ambas ramas familiares se pusieron
de acuerdo para retomar la rehabilitación promovida por doña Antonia Martín
Agüera en 1946/1947, sufragando entre ambas casas la obra del nuevo retablo,
culminando así el compromiso familiar adquirido con la iglesia parroquial de
Bailén.
[7] Además, con esta noticia de 1959 se confirma
que durante aquella santa visita se plantó la semilla del nuevo retablo mayor
para el templo de La Encarnación, a la vista de las alentadoras palabras del
obispo Romero Mengíbar en favor de su construcción.