En un amplio y exquisito trabajo (de
un rigor histórico encomiable basado en el trabajo de archivo sobre las
fuentes primarias) sobre la historia del Santuario de la Virgen de la Fuensanta,patrona de Villanueva del Arzobispo (Jaén) del historiador giennense Francisco Jesús Martínez Asensio[1] hemos
podido sorprendernos de este “raro” trabajo como indiqué al principio. Y digo
raro, porque es bien sabido por los interesados en las artes suntuarias en la
provincia de Jaén que desde mediados del siglo XIX hasta mediado el siglo XX la
influencia artística que acaparó casi por completo el arte religioso en la diócesis
del Santo Reino llegó en su mayoría del levante español, sobre todo desde Valencia
y Cataluña o Madrid, que también se subió al carro de este arte casi industrializado
y con una oferta de comercio alejada de los aún tradicionales obradores
sevillanos. ¿Los motivos? Yo sigo apostando por las teorías de los prelados
valencianos entre Jaén y Valencia, la influencia de la publicidad en la prensa, los agentes
comerciales que traían sus catálogos (que difícilmente podían competir con el
gusto del sevillano en Sevilla) y con ello las facilidades de transporte por
ferrocarril, unido todo esto al fuerte nexo social y laboral de la sociedad
giennense más proclive a la capital de España que al occidente andaluz, donde
los sevillanos se bastaban y sobraban con los trabajos para su provincia, Huelva
y Cádiz. Como siempre he dicho, es ínfimo el tanto por ciento de obra sevillana
en la provincia de Jaén en aquel periodo.
Con otro de los excelsos ejemplos
de camarines de la provincia de Jaén, la antigua Virgen de la Fuensanta era
venerada ante la contemplación de un retablo barroco que meramente enmarcaba la
embocadura del camarín. Por motivos que desconozco, y según fui descubriendo en
el trabajo de Martínez Asensio, en 1928, se cambia aquel retablo por uno nuevo,
que gracias a Dios no fue destruido en su totalidad en la Guerra Civil Española
(1936-1939) como pasó con tantos y tantos en esta provincia dominada por el
bando republicano durante toda la contienda civil. Se perdió la Virgen, pero no
el retablo que en 1928 realizó el taller de “Currito el dorador” en Sevilla.
Francisco Ruiz "Currito el dorador". |
La noticia no se conoce de ningún
archivo, ni civil ni eclesiástico, sino que surge de una publicación periodística
fomentada por Los Trinitarios, orden que estuvo establecida en este santuario
como bien nos cuenta Francisco Martínez en BIEG. La revista que aporta el dato en
concreto era El Santo Trisagio[2].
Este autor describe así la obra:
“Los tres son de madera
curada, finamente tallados y totalmente dorados con pan de oro, siguen el
estilo de los antiguos retablos dorados con pana de oro, siguen el estilo de
los antiguos retablos de muchas catedrales españolas.
Las dos columnas salomónicas
del altar central, a la vez que recortan el camarín de la Santísima Virgen,
agrandan el presbiterio. Merecen ser destacados el Sagrario y el manifestador,
ambos realmente singulares. El templete, terminado en cúpula, estaba sostenido
por cuatro columnas y tres arcos románicos, verdaderas filigranas en el arte
sagrado. Digna de igual mención era la talla de la Trinidad, de corte
tradicional, sentada, centrada en lo alto del majestuoso retablo, con dos
singulares serafines a ambos lados. Había además, otros cuatro singulares y
primorosos ángeles a lo largo del retablo con sus respectivos cofres, invitando
al ofrecimiento del corazón a la Divinidad, como mejor don.
Completaban los nichos del
altar central las tallas de San Juan de Mata, San Félix de Valois, el Beato
Juan Bautista de la Concepción y el estático San Miguel de los Santos.
Desaparecidos y destrozadas
todas las tallas en la ‘persecución’ de 1936, fueron más tarde repuestos en una
restauración posterior”.
Volviendo al trabajo de Martínez
Asensio nos desvela una nueva noticia sobre este retablo sacado de la prensa provincial,
en concreto de EL Pueblo Católico que el 2 de octubre de 1928 publicó una noticia
redactada por el corresponsal Francisco Crespo, con motivo del solemne
novenario que se iba a celebrar en honor de la Virgen de la Fuensanta:
“Quiero rendir un tributo de
justicia a la virtuosa dama doña Carmen Benavides, que con generoso altruismo,
mandó construir a sus expensas el soberbio retablo que se inauguró hace unos
meses, y no satisfecha de la gran belleza que proporcionó al Santuario tan
grande mejora, ordenó la construcción de dos magníficos retablos laterales…. La
inauguración de estos dos últimos han sido causa de la mayor solemnidad de
estos cultos”.
El retablo central se bendijo el
15 de febrero de 1928; con tal motivo se llevó a cabo en el Santuario un
Triduo. Los retablos laterales se bendijeron unos meses después, concretamente
el 20 de septiembre de 1928.
Hace unos meses visité por
primera vez y última hasta la fecha el santuario y me complació de cierta
envidia sana ver como muchos pueblos de mi provincia contaban con retablos neobarrocos
que sustituían a los destruidos. Este no era el caso, y sin informarme de nada llegué
a pensar que pudo ser una obra influenciada por el trabajo de un taller
sevillano en Jódar en la realización del retablo mayor de la iglesia de la Asunción,
obra del sevillano Carlos Bravo Nogales en 1955.
Como decíamos al principio, la realización
de un retablo de talleres sevillanos en Jaén en los años 20 es una auténtica “rareza
histórica”. Hay que tener en cuenta que los talleres sevillanos no solían aparecer
anunciados en las revistas religiosas ni los periódicos de tirada nacional (muy
común en aquel tiempo), como norma más generalizada (al contrario de los
madrileños, catalanes y valencianos). Entonces, conocer cómo Currito el
dorador trabajó para el santuario de la Fuensanta es un misterio. Pudo darse
por cualquier relación con Sevilla de la donante con alguna familia sevillana
de su élite social, no descartando que fueran de filiación cofradiera y piadosos
como también era muy común en la sociedad sevillana. O incluso algún trinitario
venido de tierras hispalenses que hablara maravillas del renacido arte neobarroco en la capital hispalense que había abandonado los retablos y pasos de estética
neoclásica y romántica para volver a explotar el modelo del paso del Gran Poder
de Sevilla, auténtico tesoro del siglo XVII imitado y tomado como fuente de inspiración
hasta la saciedad.
Las referencias históricas a su
figura parecen indicar a que en realidad Currito era el líder empresarial
de un obrador con distintos profesionales en su materia, donde colaboraban en
la labor de talla otros tallistas como Rafael Fernández del Toro o José Gil Ferrera,
lo que nos hace entender, de que él no tallaba si no que dirigía, diseñaba y realizaba
las labores de dorado. Como ocurriría por ejemplo con el taller de Pérez Calvo
o Rodríguez Ojeda (bordados), a los que se les asignan los trabajos cuando en
verdad ellos se valían de otros operarios para realizar los encargos del
taller. Algo que por otro lado aún sigue ocurriendo en los talleres de arte
sacro.
[1]
MARTINEZ ASENSIO, F.J. (2020): Historia del Santuario de la Fuensanta de Villanueva
del Arzobispo: Desde los primeros documentos escritos hasta los comienzos de la
guerra civil española (segunda parte). Boletín del Instituto de Estudios
Giennenses. Julio-Diciembre 2020, Nº 222, pp. 95-145.
[2] VV.
AA. El Santo Trisagio, nº 186, pp. 375-377. Madrid. 1928.
[3]Padre Arturo Curiel (1983): La Virgen de la Fuensanta y su Santuario. Secretariado Trinitario de Cordoba. Málaga, pp. 92.
[4]
RODA PEÑA, J. (2016): Retablos itinerantes. El paso de Cristo en la Semana Santa
de Sevilla. Diputación Provincial de Sevilla, pp. 215-220.
[5]
Basado en las andas barrocas del Cristo del Amor de Sevilla.
[6] https://hermandaddelosestudiantes.es/el-paso-de-cristo/
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