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viernes, 23 de diciembre de 2011

YA PRESIENTE SU PASIÓN POR LAS CALLES DE MARCHENA.

Cuando la navidad ya nos da en las narices y un año mas la figura del Niño Dios se hace presente les dejaré con una nueva entrada que nos muestra la gran riqueza iconografía de nuestras hermandades andaluzas. Si el año pasado viajábamos hasta la provincia de Sevilla con el curiosísimo paso del Niño Perdido de Estepa, este año seguiremos inmersos en la gran desconocida Semana Santa que esconde la provincia, siempre ensombrecida por la magnitud mediática de su capital.
Recuerdo hace ya unos años, creo que 1996 cuando el bueno de Bartolomé Recena, “El Tolo”, presidente

de la Santa Vera Cruz de mi pueblo por entonces y buen amigo de mi padre por esta circunstancia me dejaba para leer diversas revistas y programas de Semana Santa que recibía de diferentes puntos de la geografía andaluza por ser presidente de la hermandad mas antigua de la ciudad y sobre todo de la Agrupación de Cofradías. Una de aquellas revistas se trataba del programa de la Semana Santa de Marchena, donde con una envidiable maquetación y calidad, superior a casi todo lo que se hacia en esta provincia entonces nos mostraba la riqueza patrimonial de la ciudad de Marchena. Una nueva muestra de las espectaculares cofradías con las que cuentan tantos y tantos pueblos de la provincia de Sevilla, que aunque muchas posean características propias, beben para bien y a veces, bajo mi apreciación, para mal.

Un nuevo ejemplo de que la cantidad no da la calidad como tantos de mis paisanos suelen apuntarme; Marchena cuenta con unos 19.851 habitantes y mi pueblo unos 18.763, poco mas de mil habitantes mas para ocho cofradías por las cinco de mi pueblo, refiriéndonos específicamente a las hermandades penitenciales. Obviamente habría que tener en cuenta la raigambre y tradición cofrade de ambas poblaciones y las influencias procesionistas del entorno. No es lo mismo estar encuadrada dentro de uno de los grandes focos creadores de la religiosidad y todos sus conceptos que en el lejano y antiguo Reino de Jaén, siempre menos fecundo a la ostentosidad y recursos que se ha gastado Sevilla y su arzobispado desde la reconquista. Quizás esto podría ser una explicación del gran patrimonio material de muchas cofradías de la provincia de Sevilla a comparación de otras provincias aunque la mía seguramente en el ámbito de las cofradías fuese de las que iban y quizás vallan a la cola en nuestra comunidad autónoma.
Volviendo al tema, recuerdo que en aquella aparecía una cofradía que procesionaba y aun lo sigue haciendo en la tarde noche del Jueves Santo, pero con un paso de Cristo muy particular. Una cofradía llamada del “Dulce Nombre” que procesiona una imagen de un Niño Jesús cargando con la cruz, algo que evidentemente no había visto jamás en mi vida y que por entonces me hacia preguntarme como era el mundo cofrade fuera de las fronteras de mi pueblo, la única que conocía hasta entonces.




La figura de un niño Jesús, revestido de túnica ricamente bordada de las denominadas de cola, luciendo cabellera de pelo natural con tirabuzones, corona y potencias de materiales nobles, cargando una pequeñita cruz de orfebrería –realizada en plata de ley en el siglo XVIII por el maestro platero Ambrosio de Soto- procesionaba en Semana Santa, acompañado de hermanos nazarenos. Aquello me chocó, pero con los años pude comprender la riqueza iconográfica de nuestra iglesia donde a resumidas cuentas se nos representa al Fruto Bendito de Dios hecho carne, representado en su edad infantil, escena evocadora que retrotrae mas a aquello del “Hijo de Dios” en una escena alegórica presintiendo los tormentos que debería sufrir como misión para la que vino al mundo, para cargar con la cruz de los pecados y morir en ella para redimirlos.
La devoción a estas advocaciones e iconografías fueron muy extendidas, incluso en mi pueblo existió una cofradía de similares características aunque creo que pocas fuese de carácter penitencial si no mas bien de gloria. Muchas procesiones con este tipo de imágenes procesionan en diferentes puntos de nuestra geografía en la jornada del Domingo de Resurrección.


Así esa curiosísima hermandad procesiona desde siglos atrás a este devoto icono marchenero, de talla completa, incluso con su pelo tallado –aunque en su salida sea revestido a las modas del dieciocho- cuya autoría se ha venido atribuyendo a Juan de Oviedo y de la Bandera (Sevilla, 21 de mayo de 1565 - Bahía, Brasil, 25 de marzo de 1625), llamado como el “joven” o el “mozo”. En aquella revista aparecía esta misma fotografía que he podido encontrar por la red donde se mostraba su actual paso en fase de realización a cargo del prolífico tallista de Triana, Manuel Guzmán Bejarano. Paso dorado de altos candelabros y antigua peana en madera dorada, con pequeñas imágenes y espejos, obra del siglo XVIII, sobre la que descansa el Divino Infante que unido a la iconografía representada en el paso, retrotrae mas a una escena de procesión letífica que a una de Semana Santa, la cual cierra un completo paso de palio donde su Madre Bendita, lógicamente no va a alegre y risueña como la vemos en estos días en los tradicionales belenes, si no derramando las lagrimas de dolor paseando su Piedad por las calles de Marchena.


Tras el nazarenito marcha una agrupación musical propia de la hermandad que peina mas de treinta primaveras que en su tiempo fue muy reconocida en la ciudad de Granada cuando actuaba tras el Señor del Rescate de la ciudad de la Alhambra, la cual grabó en su día un disco con obras que marcaron un puntito diferente a la música para agrupación musical salida de la dupla compositiva de Francisco Javier González Ríos y Rafael Soto Reyes. Y si hay que ponerle un pero es esa “fiebre” que bajo mis conceptos sobre este mundo asola tantas Semanas Santas que tiene a Sevilla como principal fuente de inspiración. Por muy gloriosa que nos pueda parecer esta representación divina, al caminar sola en un paso creo que no le encaja el andar trianero de los cambios. Algo que vuelvo a recodar se creó entre otras cosas para “darle vida” a algunos conjuntos escultóricos o misterios de la pasión, con San Gonzalo como piedra angular…el resto siempre de frente…







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