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lunes, 5 de octubre de 2015

EL PROCESO...

Justamente en eso mismo pensé cuando contemplé estas fotografías que gentilmente cedió José  Luis Andrés Gavilán para que algunos hermanos de mi linarense hermandad del Prendimiento las compartieran por Facebook. Llegado octubre se acercan los días grandes de la Virgen del Rosario, siempre con permiso del Jueves Santo, y qué mejor que volver a dedicarle un espacio en esta mi casa, echando a volar los recuerdos de quienes vivieron lo que muestran las fotografías y aprender y conocer para los que llegamos después. Sin duda, a mi entender se tratan de valiosos testimonios gráficos de la historia reciente de la hermandad, esa que pareciese que se comenzó a escribir en el justo momento que la suntuosidad sevillana comenzó a ganarle la partida al pasado. Y es que quisiera compartir con ustedes mis impresiones de cómo se forjaban antaño los sueños ante esta actualidad tan distinta a lo que se respiraba por ejemplo esos más de treinta años atrás.
Estamos ante las primeras salidas de la hermandad del Prendimiento cuando la misma decidió darle un rotundo giro a su caminar por la vida. Estamos en los primeros años donde una hermandad afín a los cánones cofradieros que se vivían en esta provincia le echaba el valor de creerse que se podía mejorar sin ser “Sevilla”. Y hasta allí miraron y con la ignorancia propia de las circunstancias comenzaron a cimentar una hermandad y cofradía que sería admiración de todo el viejo Santo Reino de Jaén. Fueron valientes de enfrentar los “si así está muy bien, ¿para qué cambiar?” y coger a María y alzarla sobre un sencillo palio donde solo los varales daban la sensación de parecerse a lo que se ansiaba ser. Bambalinas y mantos lisos aunque los alfileres los pusiese uno que me sigo preguntando por qué no se le da el valor que debería en su tierra. La Virgen era aún más pobre que ahora, pero con poco deslumbraba a Linares cobijada entre esa tupida candelería de humildes candeleros de tubo que hacía que los días se alargan hasta verla concluida, que por cierto, era todo muy humilde pero pocas candelerías como esa se ven hoy día... Trabajo y más trabajo del florista que debía hacer ver que había un juego de jarras y lo que había era solo el tradicional clavel blanco de la época -hasta eso cambió…- llenando de derroche floral lo que no había en plata, porque antes de esto, la flor era más bien escasa en los pasos y la elegancia en la colocación para parar de contar, eran pasos sencillos, pero el gusto estético florecía nunca mejor dicho…





A la Virgen la despojaron del pasado para comenzar a forjarle esa catedral, aun inclusa en la que reina cada Jueves Santo sobre los costales de aquellos locos que se hicieron eternos, y a Ella, y no me refiero a su sola imagen dolorosa, sino a todas las linarenses… en Eternas, para que en la ciudad naciesen aquellos que se hacen llamar “marianos”…
Tenía que ser todo tan improvisado y cercano a aquel primer duro y mágico año en que una cochera se convirtió en casa de Dios que el Soberano aun parecía aquella lejana Sentencia que nació por Cantarranas. Conocía muy pocas fotografías de aquellos días donde el escueto misterio, sobre el sencillo paso de los ebanistas provincianos se alzaba aun entre los viejos candelabros, ni siquiera habían llegado los candelabros de la Divina Enfermara sevillana. La remodelación del Señor aún era lejana y su mirada era frontal, aun no bajaba su mansedumbre al lugar desde donde lo buscamos cada día del año y sus cabellos eran tan delicados que quien lo peinara con la gubia llegó a completar al Dios perfecto, ese que hace unos días hizo romper en lágrimas agarrado a la verja de su capilla a uno de sus más desconocidos devotos venido desde la tierras de don Quijote con el simple y a la vez grandioso sueño se sentir su aliento....
Fue el proceso con lo poco que se tenía, vistiendo su túnica bordada, que al contemplarla hoy día cuesta creer que se trate de la misma con sus dos inseparables romanos, donde al final pasarían tras su divina presencia, porque en el proceso llegaría el saber, el canon y eso nos habla de que el Hijo de Dios debe siempre de destacar sobre el resto. El material era de otra época, de otro pensamiento, pero se fue adaptando y después sustituyendo, hoy el galeón impresiona y la catedral garduñense enamora, pero así fue el proceso, no había nada, solo ilusión de una generación que tal vez necesita regenerarse, grande fue el trabajo y más el legado y este mensaje no va para unos cofrades en concreto, va para toda la generación actual que quizás necesita un poco de sangre de aquella que en los ochenta, como pasó en Linares, recorrió gran parte de Andalucía. Aunque los tiempos cambian, la sociedad es otra, pero lo que nunca cambia es la necesidad de reinventarse… y a aquellos días será difícil toserles.
Foto: Lucas Sanchez

Foto: Lucas Sanchez

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