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jueves, 26 de marzo de 2020

RECEMOS COMO EN 1769...



No corren psicológicamente hablando buenos tiempos para por lo menos mostrar un ritmo de la vida normal, dentro de lo que cabe. Tras pasar la indignación y la pena de toda suspensión de las cosas cotidianas que nos esperaban e inmersos en ese mar de dudas en la que nos tienen los de arriba, uno se pregunta qué deparará el mañana. Mi reclusión, haciendo caso a los facultativos, la estoy llevando con la lectura atrasada y el trabajo en la documentación que he venido recogiendo.
Cuando comenzó esta odisea, confiado como tantos de lo que nos decían, pensaba que esto no era para tanto. Pero las noticias nos han ido llevando a la gravedad del asunto, en la que tenemos que hacer lo que antes nadie hizo en la historia para salvar vidas: casi parar la vida. Quien me iba a decir a mi que en pleno siglo XXI, en España iba a vivir una epidemia como esas que eran el día a día (aliñadas con guerras) en las gentes y culturas del antiguo régimen. Está claro, que los avances médicos aún no han sido capaces de eliminar estas situaciones. Muchos se desgarran las vestiduras porque la iglesia ha cerrado los lugares donde antaño se creía que eran los únicos lugares para poder buscar una solución a una pandemia: los templos. Pero hoy, hemos crecido y la mejor oración como cristiano debemos hacerla en nuestras casas. En un principio, me negaba a tener que pedirle nada de este error (culpa de los humanos) a Dios, pero con el paso del tiempo, creo que en verdad deberíamos encomendarnos al que todo lo puede como hicieron nuestros antepasados para que sea lo que Él quiera. Y como no, pedir a la mediadora por antonomasia, la Virgen Santísima.
Por ello, les dejo una oración un tanto especial. Una oración que he encontrado entre los papeles viejos. Entre los protocolos notariales de la villa de Linares me encontré un papel con un texto que me llamó la atención… era, parece ser, una salve, sobre todo dedicada a la Virgen en sus tormentos dolorosos por la pasión y muerte del Redentor, su hijo. Se encontraba entre las páginas del testamento de Dª María de Monleón Ramiro, otorgado el día 1 de abril de 1769 ante el escribano de villa de Linares, Rodrigo José Alaminos.[1]
No sabemos quién lo escribió, no parece coincidir con la lera del escribano y por qué se encuentra ahí. Si se usó de separata por alguna razón. La testadora residente en Linares (natural de Granada, soltera y mayor de 60 años) y fallecida al día siguiente del otorgamiento (que lo hizo convaleciente de un accidente) no deja entrever en sus mandas ninguna devoción especial a una dolorosa. En aquel tiempo sobresalía la devoción a la imagen de la Virgen de los Dolores del convento de San Juan Bautista de la Penitencia. Pero no, sus misas van dedicadas a otras devociones de gloria (Linarejos, Cabeza…) y no deja nada a cualquier dolorosa linarense.
Sea lo que sea, ahí encontré un ejemplo de cómo rezaban en el siglo XVIII, y cómo afrontaban las penas de la vida con muchos menos adelantos que los nuestros (de los testamentos me suele impactar frases como: “me hallo en cama con el accidente que Dios Nuestro Señor ha sido servido de darme, más por su divina misericordia, estoy en mi entero y cabal juicio, memoria y entendimiento natural…”). Como dije al principio, es hora de aguantar, seguir en casa, buscando entretenimiento y rezar por que esto acabe, porque mueran los menos posibles y por la situación económica que nos podamos encontrar. Yo lo hago con la historia y mi pasión religiosa, y no se me ocurría otra cosa mejor que poder compartir con todos vosotros que esta oración de 1769.
Transcripción:
Dios te salve mar de angustias
dolorosísima reina
Madre llena de aflicciones
de misericordia y pena
vida que al pie de la cruz
aunque de amarguras llena
¿fuiste? Dulzura del nombre
suave esperanza nuestra
Dios te salve dolorosa
a ti los suspiros vuelvan
como madre te llamamos
compadeciendo tus penas
los miseros desterrados
por las culpas hijos de Eva
a ti tórtola afligida
suspiros de tristeza
gimiendo nuestros pecados
y llorando culpas feas
en este valle infiel
[frase perdida]
constante abogada nuestra
vuelve a nosotros benigna
esos tus ojos que perlas
vierten misericordiosos
Por nosotros que finezas
y después de tantos halles
que en este destierro suenan
en vuestro oído piadoso
muéstranos por dulce prenda
a Jesús fruto y bendito
de tu vientre, oh de pureza
oh clementísima madre
oh piadosa entre mil penas
oh dulce entre amarguras
siempre Virgen Madre y Reina
oh María inmenso mal
de dolores y grandezas
ruega por nosotros Santa Madre
de Dios hombre halla en su diestra
para que seamos dignos de alcanzar por vuestras penas
los prometimientos de Nuestro Señor que reina
por los siglos y edades eternas.
Amen.”



[1] AHPJ, legajo 15152, fol. 59r- 65v.

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