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domingo, 29 de marzo de 2020

EN UNA CUARESMA MUY LEJANA...



Dicen que la Semana Santa no se ha suspendido. Lo dicen porque la Semana Santa no son o no solo son las procesiones. Dicen que los que nos tiramos de los pelos por que no hay procesiones no nos acordamos de ellas nada más que cuando florece la primavera… es curioso. No pisamos una iglesia en todo el año. Ni vamos a misa nunca. No voy a decir que no yo no sea así… aunque dudo que ellos puedan corroborarlo de que no lo hago…
Nos quedamos primero sin cuaresma, y nos quedaremos sin Semana Santa (y Dios sepa ya). La gente reza en casa o asisten a los cultos a través de retransmisiones de un cura que solo mira a una cámara porque lo bancos están vacíos. Y en Semana Santa qué haremos, ¿ver más videos? Hace pocos días mi padre me dijo: “¿pondrá el Canal Sur la Madrugá del año pasado?” Y le dije: “papá, eso lo soluciono en un segundo”, y la Smart tv lo trasladó como si de una máquina del tiempo fuese, a la noche santa del pasado año. ¿pero eso es Semana Santa si no sentimos los relentes de la gloria a la vera de un paso?
Es curioso, nos invitan a la Semana Santa interior, y este no sabia que el Dios del calvario me la dio aquella madrugada navideña caminando por las oscuras y calladas calles de la Jerusalén vieja. En el roce de la piedra donde pusieron su cruz, en el perfume (parecía azahar) de la losa donde Dios durmió la antesala de las aperturas de la gloria. Amaneció en Jerusalén con esa misma luz de una mañana de Viernes Santo. No les exagero. La guía, religiosa ella, nos anunciaba que el sepulcro estaba vacío, que Jesús ¡había resucitado! Aún recuerdo que una mujer de la peregrinación me dijo, ¿porque has venido? Le dije: “estoy muy unido a Dios por su pasión y muerte, las cofradías andaluzas crean tipos como yo”. Ella lo entendió perfectamente, aunque me dijo que se quedaba con la resurrección. Curioso, me recordó algunos pasajes de mi pregón, cuando les hablaba a aquellos que no entienden la pasión y la muerte, que solo querían al Jesús que caminó la mar… esa mar que Él me concedió tocar y hasta navegar… ahí entre tantas cosas de cofradías hay una piedra del mar de Galilea.
Muchos me preguntaron si es lo más especial del mundo y yo me contestaba: nada como mi Semana Santa, ni el sobrecogedor vía crucis por esas callejas. Me pregunto, ¿me llevaste allí porque este año sabías que para mí no sería Semana Santa, aunque siempre podamos recordar aquellos momentos, como cada año bajo la luna del mes Nissan? Es curioso que no vamos a misa y ni tenemos vocación cristiana los capillitas, eso van diciendo desde esos lugares (como diría Carlos Herrera) “los que creen que un hogar solo es un sitio del que se puede salir sin fianza”. No ha habido cuaresma, o sí hubo algo.  No sé si os pasa, pero para mi ya me perece del año pasado como mínimo. Como cuando me asenté por San Nicolás, la devoción del maestro Herrera viendo la maravilla que es una casada de cera, con la misma explosión de los sentidos como si el domingo que viene no hubiera nada de pandemias. Me parece tan lejano aquel caminar hasta San Marcos y extasiarme en la sobriedad de la meditación en la penumbra de unas tinieblas gloriosas ante el Señor de los Servitas. El placer de paladear como allí se hace todo, hasta la misa… y eso que no vamos. No vamos a misa, pero una semana antes el Dios de la cruz de Triana me hablaba desde lo alto del madero. Había un concierto, que mejor que prepararlo con la palabra. La palabra hecha música de una madre cigarrera enmarcándome a ese Jesús de mis fantasías con la misma cara del gitano de la cava. ¡Por Dios!, me parece casi hace un año, cuando por Granada andaba envuelto entre papeles viejos (buscando historia cofrade) y a mi vuelta a la cama me pasé por los cultos de Jesús Nazareno en la refulgente luz de las hechuras más granainas. Y es verdad, la iglesia no estaba llena, pero por una simple razón, aún no hemos enseñado a saborear el éxtasis de la liturgia. Todo no quedó ahí, al día siguiente me apresuré a recibir la cuarentena más ansiada (esta no ). Aquella que se recibe con ceniza, como en la que se convertirán muchos más de los que nos esperábamos en esta triste cuarentena. Comenzaba la ilusión bajo las naves catedralicias de la casa del Santo Rostro. Allí estaba presidiendo junto a la imagen del que ostenta el poder y el imperio. Nazareno del nuevo Jaén que caminó aquella nave que tantas veces veo cuando hurgo en la historia. Junto a la capilla donde estaban las imágenes que pocos días antes había descubierto su paternidad en Pasión y Gloria. Para entonces la gente evitaba darse la paz… no tardé mucho en dar nuevamente la paz, porque seguí investigando, y viajando (en Granada otra vez, el miedo se palpaba ante el desgarrador caminar del Gran Poder y la desgarradora caída de parpados de la Esperanza). Y una noche por el Jaén de la noche de los tiempos me dirigí a las profundidades de naranjos y piedra de San Bartolomé para ver a Dios morirse sobre una pirámide de luz. Y Dios se hizo presente entre el incienso y el organillo me adentró “en manos de Jesús”. Así, la Expiración del maestro Medina llenó el pan de Él mientras las viejas coplas de una época transcendían a la levedad de la vida rememorando esos tiempos que esperemos, nunca se marchen…
Me parece tan lejano todo aquello como cuando el moreno de mi cuna me volvió hacer levemente hueco bajo sus pies, después de 20 años, lo llevamos en vía crucis por su barrio porque cumplía años, y que satisfacción que algunos de la puerta me los llevase para adentro para que lo escucharan hablar en el evangelio. Cogimos la cruz pesada que abriría el camino, pero la cruz que vino después fue tan pesada que el ensayo de San Gonzalo por la carretera de Coria, me parece ya de por lo menos hace tres años…
Y es que los capillitas ni nos acordamos de Dios en todo el año… pero que lo que pretenden hacer esos que dicen eso, eso, es lo que hacemos durante todo el año… una vez, una amiga en Linares nos preguntó por whatsapp que estábamos haciendo en aquel momento de aquel Domingo de Ramos en Sevilla. Le dijimos: “vamos a ver a la Estrella”. Y nos contestó: “acabo de verla en la Campana” … nuestra contestación es el resumen de lo que será esta Semana Santa… “tú no has visto la Estrella, tú has visto la tele”.





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