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viernes, 17 de septiembre de 2021

LA RESTAURACIÓN DE LA VIRGEN DE ZOCUECA DE 1832

 

La antigua imagen presentaba una lucidez impropia de una talla tan antigua

Un aspecto desconcertante que creemos que desvelamos en 2018[1], fue la confirmación de que la antigua imagen de la Virgen de Zocueca (destruida en agosto de 1936 en los sucesos intencionados iconoclastas de la Guerra Civil Española) tuvo que ser remodelada en su estética original ya que presentaba para entonces un aspecto confuso o distante a la época en que se tuvo que realizar (siglo XV-XVI) a través de lo que nos decían los grafismos que presentaba su escultura. La reluciente imagen (aun siendo fotografías en blanco y negro) y los matices polícromos de su encarnadura hacían dudar a expertos en historia del arte la probable época de su ejecución.

Éramos de la opinión de que la imagen había sufrido una repolicromía en algún momento de su dilatada historia. Algo común por otra parte, ya que las recientes técnicas de restauración son eso mismo: recientes. Antaño según los gustos o el deterioro, o se cambiaba la imagen o se intervenían a unos niveles (hoy inconcebibles) de tal magnitud que se desvirtuaba el aspecto original, ya fuese con retallados o repolicromías. Incluso, se hacían a conciencia llevados por las corrientes de moda del momento, sobre todo a partir del barroco, para poder revestir aquellas primitivas imágenes de talla completa, en las que incluso, se les añadían nuevos niños, nuevos brazos articulados y manos o candeleros para hacerlas “crecer” en tamaño.

Como decíamos, el aspecto era demasiado reluciente, aunque parece que su talla siempre fue respetada. No contamos con testimonios cercanos a la época de su destrucción de una posible intervención. La más próxima fue la que nos relató el último párroco del Rumblar, D. José María Marín Acuña en su monográfico (1923) dedicado a la patrona de Bailén en la que consultando una fuente primaria, que tal vez ya no exista, nos indicó la intervención sobre la imagen tras un incendio fortuito de la imagen en su camarín en el año 1832. Así describió el acontecimiento en su libro:

Retoque de la sagrada imagen: En el año 1832 la llama de una vela, colocada por un devoto en el camarín del Santuario de Ntra. Sra. de Zocueca, quemó el manto que la vestía, salvándose prodigiosamente la imagen del incendio. Algo padeció en su barniz, y, por acuerdo de una junta que celebró la cofradía el 12 de agosto del mismo año, fue restaurada con esmero, previa autorización del prelado, ilustrísimo señor don Diego Martínez Carlón, cubriendo los gastos un piadoso vecino de Bailén cuyo nombre se ignora”.[2]

No me cabe duda, que en un libro de actas tuvo que consultarlo, aunque a falta de una examinación profunda del archivo de la Archicofradía, creemos que no se conserva, al menos en poder de la hermandad. Años después, Marín Acuña, en un artículo fechado en 1932 en una revista local llamada “Bailén Festivo” [3] realizó un pequeño artículo en conmemoración de algunas efemérides como el tercer centenario del comienzo de las obras del santuario (1632) y el centenario de esta restauración citando lo siguiente:

“… y el primero [centenario] del prodigio que conservó casi incólume la imagen venerada de Nuestra Señora mientras ardieron todas sus vestiduras. Algo padeció solo el barniz siendo restaurada seguidamente en Valencia por acuerdo de una junta que celebró su cofradía el 12 de agosto de 1832 y previa autorización del prelado, ilustrísimo señor Don Diego Martínez Carlón, merced a la generosidad de un vecino, quien con humildad cristiana mantuvo oculto su nombre”.[4]

En este articulo añadió el lugar donde se acometió aquella restauración, Valencia, sorprendentemente en un lugar alejado para lo que era entonces las áreas de influencia artísticas. Hasta la creación del ferrocarril, era frecuente entre el siglo XVII-XVIII que los artistas no sobrepasaran su área comercial más allá de la provincia donde vivían y las limítrofes. Por ejemplo, es complicado encontrar “escuela sevillana” en el este andaluz o “escuela granadina” en el oeste de la comunidad, o más bien que los contratantes acudiesen a un taller tan alejado de su tierra. No sería hasta mediados del siglo XIX cuando la llamada “escuela levantina o valenciana”, con centros operativos en ciudades como Valencia, Barcelona, Olot y también Madrid comenzasen a globalizar la industrialización del arte sacro en todo el territorio nacional e intercontinental, aunque los focos locales aun siguieran latentes, en unos lugares lo hicieron con más fuerza que otros, donde llegaron hasta a desaparecer. Así, que en un hipotético libro de actas, Marín Acuña leyó que la Virgen se vio afectada en su “barniz” (policromía) en el incendio y que se llevó hasta Valencia (probablemente en una caballería), donde un artesano anónimo la intervino. Pero ¿Qué le hizo?





Once años después saldría publicada una curiosa noticia en el diario “El Corresponsal” de Madrid, en su edición del 3 de mayo de 1843 donde un anónimo redactor publicó un pequeño artículo lleno de significativas noticias. Entonces, se les llamaba redactores, pero en realidad podrían tratarse en verdad de simples ciudadanos que enviaban noticias u opiniones (sobre todo en la naciente prensa sensacionalista) a través de telegramas que luego eran transcritos en las redacciones. Este es el motivo por el que es fácil encontrarse cuantiosas erratas.

Aquel desconocido aportaba una visión de lo que acontecía entonces entre la sociedad bailenense y la del Rumblar. Da la sensación del que el “periodista” fuese un vecino de la que fue una de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena desde la proclamación del fuero de 1767, hasta que se derogó en 1835 pasando su término municipal a la propiedad de Guarromán, la Nueva Población del fuero promovido por Carlos III más cercana.

Sería complicado en esta pequeña entrada poner en contexto todo lo que contó aquel personaje anónimo a través del periódico, por lo que su escrito no habría que tomarlo al pie de la letra, pero sí valorarlo en el contexto histórico en el que fue publicado. Tan solo pretendemos divulgar este trocito de historia. Entre todo lo que narra, se intuye notoriamente cierto resentimiento o enfrentamiento hacia Bailén. Tan solo hay que leer su significativa opinión sobre la Batalla de Bailén del 19 de julio de 1808, de la que afirma debería “apellidarse con más propiedad de Zocueca; porque Zocueca fue el punto principal de acción y donde se terminó aquel inmenso lance”. Sigue añadiendo la poca dicha de la nueva población (convertida ya en pedanía), la cantidad de viviendas que tenía y la poca fuerza social de su escaso vecindario que incluso los mismos vecinos se veían obligados a abandonar la población ante la poca esperanza de prosperidad que ofrecía la pedanía. Incluso para entonces la parroquia se encontraba cerrada desde 1838 a consecuencia de unos episodios vividos durante la primera Guerra Carlista (1833-1840), entre el párroco y tres sublevados carlistas, siendo restituida al año siguiente de esta noticia.

Son curiosos los ataques a Bailén, definiéndola como atrasada y desagradable en su aspecto (aunque si enfatiza que es rica), colmando su indignación con Bailén narrando el histórico traslado o rapto (según el punto de vista de cada población) de 1834 donde los bailenenses se llevaron la imagen de la Virgen de su iglesia “a mano armada”. Su defensa por el Rumblar es manifiesta como podrán leer de la transcripción que adjuntamos y el recorte de periódico. Aunque lo más significativo, polémicas aparte de la época, y lo que más nos interesa son los datos que aporta de la imagen, de la que sin duda desconoce su antigüedad, -ya estudiada entonces por Rus Puerta (1634)[5] y Ximena Jurado (1654)[6]-, ya que según el corresponsal “…su existencia allí se cree anterior a la fundación de la colonia y aún haber dado lugar a ella, hay quien supone, procedió de la gran batalla de las Navas de Tolosa, cuyo campo dista solo 3 o 4 leguas”. Este detalle creemos que deja claro que el redactor probablemente tuviese un posible origen colono, o por lo menos de Bailén poco demostraba ser, al desconocer por completo la historia de su entorno.

Obviamente, claro que la Virgen de Zocueca era anterior a la creación de las Nuevas Poblaciones, aunque actualmente es hoy cuando a través de las fotografías que se conservan de la Virgen, se está delimitando (gracias a los avances en investigación histórica) el periodo en que la imagen tuvo que ser realizada. Su aspecto tardo-gótico, según el profesor Miguel Ruiz Calvente[7], muy en consonancia con la Virgen de la Capilla de Jaén, conllevaba controversias entre expertos del arte como hemos mencionado. La lucidez de sus vestiduras y sus profusos estofados, la casi nula presencia de oscuras capas de pátina del tiempo, el dulce realismo de los grafismos de su rostro y las características de su encarnadura parecían apuntar a una etapa más cercana que lo que las crónicas nos hablan sobre la presencia más remota de la Virgen en el Herrumblar.

Incluso puede que gracias a este corresponsal se desvelara el porqué de una histórica confusión de la inscripción del zapato de la Virgen, el hoy popular y rebatido[8] significado del “NOIRNTOIAI”. En la noticia lo llama sandalia o zapato[9] y la inscripción la describe en su aspecto como “renovada su pintura”. Con este testimonio quería decir que la imagen había sido nuevamente policromada y para aquel año, deducimos que recientemente (apenas once años antes). Seguramente la intervención de 1832 consintiese en una nueva policromía (por otro lado, lógica ante el incendio), motivo por el que la imagen no presentase la pátina del tiempo y su rostro no apuntase a los arcaicos modelos tardo-góticos que presentaban el resto de sus rasgos artísticos. Si se pintó de nuevo, podemos imaginarnos por qué Marín Acuña en 1923 no coincidiese con Rus Puerta (1634) en la trascripción de la extraña palabra del zapato. Tal vez el artista pudo errar (o pudo ser mal informado) en la restauración y en la nueva repolicromía al escribir nuevamente la antiquísima inscripción, no siguió lo que el prior Rus Puerta dejó escrito en sus anales eclesiásticos del siglo XVII. El anónimo corresponsal dijo del aspecto que contemplaba de la Virgen que “…Al renovar la pintura y dorado de la efigie fue sin duda renovada [la inscripción], pues según aparece flamante, no puede ser muy antigua”, aunque tristemente no cite la inscripción (dice de ella: “aunque la tenemos dibujada no la transcribimos por no haber caracteres adecuados”) para poder corroborar lo que Marín Acuña nos describió en 1923.

Esta es la noticia publicada en la edición del día 3 de mayo de 1843:

La memorable Batalla de Baylén, nos escribe un estimado corresponsal, debió apellidarse con más propiedad de Zocueca; porque Zocueca fue el punto principal de acción y donde se terminó aquel inmenso lance. Zocueca es una aldeíta de las Nuevas Poblaciones establecida por Olavide y que nuestros actuales gobernantes por su desgobierno o indolencia destruyen, situada entre Baylén y la parada de postas llamada Casa del Rey: sobre el río Herrumblar, que recoge las aguas de la Alcudia y otra parte de la Mancha, y atravesando la Sierra-Morena se arroja con un ímpetu indescribible (sic) al Guadalquivir por bajo de Jabalquinto.

En esta aldea cuyo porvenir parece desapareció con su fundador [se refiere a Pablo de Olavide], existía una imagen de la Virgen María, notable por su belleza, por la finura de sus formas, y por sus detalles artísticos. Pareciera de ejecución helénica. Su existencia allí se cree anterior a la fundación de la colonia y aun haber dado lugar a ella, hay quien supone, procedió de la gran batalla de las Navas de Tolosa, cuyo campo dista solo 3 o 4 leguas; y que el rio (llamado del Castillo) que lo atraviesa, viene a unirse al Herrumblar junto a Zocueca.

Esta efigie, por su crédito y nombradía ha sido objeto de cuestiones acaloradas entre Baylén y la Colonia, hasta el término de que considerándola un paladión contra el cólera-morbo, los vecinos de aquella villa, la arrebataron a mano armada, despojando a Zocueca de su patrona y, como en tantas otras cosas, ha quedado triunfante el derecho del más fuerte; y el "hecho consumado," justo o injusto está sancionado por la debilidad de los vencidos.

Esta efigie de escultura exquisita, renovada su pintura tiene una inscripción singularísima en caracteres extraños, la cual ha sido objeto de la atención de varios viajeros. Al renovar la pintura y dorado de la efigie fue sin duda renovada, pues según aparece flamante, no puede ser muy antigua. La inscripción se presenta en el grueso de la suela del cothurno [coturno] o sandalia que calza la Señora, y aunque la tenemos dibujada no la transcribimos por no haber caracteres adecuados.

Un orientalista, que la ha examinado recientemente pretende que dice traducida:

"Nunca os dejaré"

Esta Virgen existe hoy (porque los pobres aldeanos de Zocueca no tienen fuerza ni actor para vindicar su derecho) en la iglesia parroquial de Baylén, donde los viajeros podrán entretener en su examen el hastío que causa aquella población tan atrasada en todo y tan desagradable por su aspecto como rica. También sobre la puerta de la sacristía hay un relieve notable, y una inscripción en el palacio y alguna otra antigüedad.

Zocueca, lejos de haber sacado partido, de ser allí donde se decidió la suerte del mundo, capitulando Dupont, tiene hoy desiertas, parte de sus treinta y dos casas; aunque le circunda un despoblado baldío de más de medio millón de fanegadas de tierra (desde Despeñaperros a Montoro, y desde el arrecife hasta la Mancha). Siquiera como monumento de gloria nacional debiera conservarse.

Era de desear que la Jefatura Subalterna que en [1]821 se estableció para aquel territorio, volviera a constituirse en fomento de la prosperidad general y de aquellas hermosas, aunque desiertas comarcas”.[10]



[1] LENDÍNEZ PADILLA, J.P. (2018): Nuevas documentaciones de obras de la escuela de imaginería “levantina” en la provincia de Jaén (s. XIX-XX). Pasión y Gloria, nº 36, Agrupación de Cofradías de Jaén, pp. 103-104. LENDÍNEZ PADILLA, J.P. (2018): La imagen de la Virgen de Zocueca en la prensa. Programa de Romería 2018, pp. 47-48.

 

[2] MARÍN ACUÑA, J.M: “Nuestra Señora de Zocueca, Patrona de la M. N. y L. Ciudad de Bailén”. (1923) Editorial Tip. Del H. de Hombres, Jaén. Pág. 39-40.

 

[3] MARÍN ACUÑA, J. M. (1932): Doble Centenario. Revista “Bailen Festivo”, pp. 23-25.

 

[4] MARÍN ACUÑA; J.M (1932): Doble Centenario. Revista "Bailen Festivo", pp. 23-25.

 

[5] RUS PUERTA, Francisco de (1634): “Historia Eclesiástica del Reino y Obispado de Jaén”. Imprenta de Francisco Pérez de Castilla (Jaén).

 

[6] XIMENA JURADO, Martín de (1654): “Catálogo de los Obispos de las Iglesias Catedrales de la Diócesis de Jaén y Anales Eclesiásticos de este Obispado”. Imprenta de Domingo García y Morras (Madrid).

[7] LINARES LUCENA, Francisco Antonio (2017): Zocueca: un topónimo para una reina. (Nuevas aportaciones al estudio del origen de Nuestra Señora de Zocueca y de su topónimo). Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, nº 215, 2017, pp. 246.

 

[8] "NOIRNTOIAI", según Rus de la Puerta en 1.634 y "NOIRNTONIATI", según Marín Acuña en 1.923. En una conferencia impartida el 2 de diciembre de 2015 por Francisco Antonio Linares Lucena, apuntó la teoría de que podría tratarse de una palabra creada a partir de las abreviaturas de una frase en latín, pudiendo aludir al periodo en que pudo ser realizada la primitiva imagen, gobernando en Castilla el rey Alfonso VII (1105-1157). Para esto se basó en la inscripción que citó Francisco Rus Puerta en 1634. Analizándola filológicamente en más de veinte lenguas medievales o clásicas hispanogalas y no viendo equivalencia posible, y siendo habitual la utilización de abreviaturas o acrónimos en la época, llegó a la hipótesis de que, ya que muchas de ellas y con base en muchos documentos medievales que invocaban a Jesucristo en latín, puede tratarse de un acrónimo. Rastreando las iniciales y en búsqueda de equivalencias, presentó esta hipótesis. Dicho rey, Alfonso VII murió en la Aliseda en 1157 y fue quien vendió la villa de Baylén del Arroyo a Abdelaziz de Baeza. La frase sería esta: NOmine Iesuchristi Redemptoris Nostri, TOleti Imperator Adefonsus Totius Imperii. Y la traducción al castellano: “En el nombre de Jesucristo, Redentor nuestro, [siendo] Alfonso emperador de Toledo, y de todo el Imperio”. LINARES LUCENA, Francisco Antonio (2017): Zocueca: un topónimo para una reina. (Nuevas aportaciones al estudio del origen de Nuestra Señora de Zocueca y de su topónimo)Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, nº 215, 2017, pp. 236-242.

[9] Es curioso que apunta a que la Virgen calzaba coturno o sandalia, mientras en las fotografías conservadas contemplemos que llevaba un zapato.

[10] El Corresponsal, nº 1427. 3 de mayo de 1843. Pág. 3.

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