Buscar este blog

sábado, 4 de septiembre de 2021

EL NIÑO DE LAS UVAS DE MENGIBAR ¿OBRA DE SEBASTIÁN DE SOLÍS?


 


Mantiene la ciudad de Mengíbar uno de los ejemplos aun existentes más peculiares de la religiosidad popular. No es otra que la procesión del Domingo de Resurrección con la imagen del que ellos llaman el “Niño de las Uvas” (conocido así por portar un símbolo tan común de la eucaristía como es un racimo de uvas). Este Niño Jesús del Dulce Nombre es una de las pocas muestras en la diócesis de Jaén junto al que procesiona en Baeza. No nos vamos a detener en qué significado tiene, porque ahondar en los misterios teológicos de la Resurrección de Cristo y su iconografía no es tarea fácil. Pero si, las procesiones de imágenes de Cristo Resucitado, o su generalización no va en la mayoría de los casos mucho más allá del siglo XX. Antaño, la procesión de la Resurrección la solían protagonizar estas pequeñas imágenes de Jesús niño, y como ejemplo también tenemos testimonios sobre ello en Bailén donde también existió una cofradía del Dulce Nombre de Jesús y lo procesionaba el Domingo de Resurrección.

En esta labor sorpresiva que me he llevado al leer al historiador jiennense Rafael Galiano Puy con su trabajo de Sebastián de Solís[1], me he ido dando cuenta de las muchas noticias que podemos llegar a tener publicadas y que luego pasan desapercibidas, ya que posteriormente pocos se hacen eco en nuevos trabajos donde sería de obligada citación. Galiano, mencionando un descubrimiento del también gran historiador Manuel López Molina nos habla de una carta de obligación otorgada en Jaén, en la escribanía de Pedro Quesada Cañizares un 7 de marzo de 1609, primer viernes de cuaresma en la que un vecino de Mengíbar, Luis de la Choza Cano, se obligaba a pagarle al ínclito artista de origen toledano, 12 ducados y 1 real por la compra de un Niño Jesús y unas andas.[2] El pago se debía de hacer efectivo en la ciudad de Jaén el día 15 de agosto de ese mismo año.

Además de dejarle una reproducción de la escritura les dejo la transcripción que aportó López Molina:

Sepan cuantos esta carta vieren como yo Luis de la Choza Cano, vecino que soy de la villa de Mengíbar, estando al presente en esta muy noble, famosa y muy leal ciudad de Jaén, otorgo y conozco que me obligo de dar y pagar a Sebastián de Solís, vecino de esta ciudad que está presente, o a quién su poder hubiere en cualquier manera, doce ducados y un real que le debo de la compra de una hechura de un niño Jesús, con sus andas doradas y pintadas, de bulto ... y me obligo a pagárselos en la ciudad de Jaén llanamente y sin pleito alguno al día de Nuestra Señora de Agosto primero que vendrá...[3]




Un mengibareño se hacia con una imagen del Niño Jesús. Hasta aquí esta historia no tiene nada de novedosa. La imaginería de devoción particular es tan antigua como el mismo arte religioso, y estos ejemplos iconográficos eran y siguen siendo muy demandados para los oratorios y rincones hogareños. Lo curioso es que también le encarga unas andas… y eso de que un particular saque una procesión, creo, que eso ya no es tan normal.

Las fuentes históricas sobre la cofradía del Dulce Nombre de Mengíbar que he podido consultar, no nos hablan del autor de la antigua imagen (recuerdo que fue destruida en la Guerra Civil, siendo la actual imagen una obra de Tomás Parra, adquirida en Madrid[4]) y me extraña que la voz más autorizada en la historiografía de nuestros “hermanacos” mengibeños, el Cronista Oficial D. Sebastián Barahona Vallecillo, no haya hecho mención sobre este aspecto en sus incontables trabajos. Más cuando recientemente ha publicado un trabajo sobre la religiosidad popular de su pueblo.[5]

Según este trabajo, nos apunta que la cofradía del Dulce Nombre se fundó el 6 de junio de 1611 en la parroquia de San Pedro de Mengíbar. Aunque este dato es dos años posterior a la hechura de la imagen y andas, eso no quiere decir que no tengan conexión. La formación de las cofradías fue en aquellos tiempos en su mayoría, primeramente, con un carácter espontaneo. Un grupo de fieles se juntaba e incluso encargaban sus imágenes y bienes sin autorización eclesiástica hasta que el prior de turno (por entonces el maestro D. Fernando Cristóbal de Avilés entre 1608-1635) los llamaba al orden y les obligaba a la formalización eclesiástica oficial y normalmente a la confección y aprobación de sus estatutos o reglas. Es decir, la cofradía podía llevar algún tiempo funcionando, pero hasta que no era aprobada por la iglesia, no constaba como asociación oficial de fieles de la iglesia. Por lo que probablemente, Luis de la Choza fuese desde el mayordomo o un cargo de junta que le encargará a Sebastián de Solís el primitivo “Niño de las Uvas”, el que se veneraba, por lo menos en una foto del siglo XX, en la hornacina izquierda del retablo mayor de la iglesia[6], una pieza de los años 40 del siglo XVIII que bien pudo tallar los hermanos Antonio y Juan Briones y Velasco o Juan de la Barrera en sus talleres baezanos si no fue algún tallista del foco artístico de la capital.

Solo bastaría con consultar las fuentes de donde se toma la fundación de la cofradía, cualquier papel sobre sus primitivos hermanos para comprobar si Luis de la Choza Cano era hermano, incluso no descarto que fuese un cura de la parroquia[7]. Probablemente podemos decir, que el primitivo niño del Dulce Nombre de Mengíbar era otro de los trabajos perdidos de Sebastián de Solís, y no se intuye en las fotografías que la imagen se pudiese cambiar en otra época. Barahona nos habla de un decaimiento de la cofradía en el siglo XVIII, y que la imagen aparece en un inventario de bienes de la parroquia en 1723, la que se seguía utilizando para colocarla en el Monumento del Jueves Santo en la iglesia. La cofradía resurge el 28 de noviembre de 1787, tal vez fusionándose o creando una nueva cofradía que rescataría también el culto al Santísimo que venia desarrollando su cofradía Sacramental desde 1541.

Citando nuevamente a Barahona, constan un Juan de la Choza entre los hermanos que figuran en los estatutos fundacionales de la cofradía de la Virgen de la Cabeza de Mengíbar fechados el 7 de marzo de 1573.[8] Entre 1637-1655 estuvo en Mengíbar un escribano llamado Luis de la Choza Santisteban, tal vez su hijo.

 




[1] GALIANO PUY, R (2004): Vida y obra del escultor Sebastián de Solís. Un artista toledano afincado en Jaén. Boletín del Instituto de Estudios Gienneses, nº 187, pp. 309.

[2] LÓPEZ MOLINA, M. (1996): Nuevas obras de Sebastián de Solís. Senda de los Huertos, nº 43-44, julio-diciembre, pp. 29.

[3] Archivo Histórico Provincial de Jaén, Protocolos Notariales (Jaén), Pedro Quesada Cañizares, legajo 1.153, fol. 44v-45r.

[4] Fue adquirida el 22 de marzo de 1940 y costó 1.070 ptas. Consiguieron la financiación a través de una obra de teatro llamada “La mala Uva” de Muñoz Seca que fue representada con gran existo en Mengíbar y Bailén. BARAHONA VALLECILLO, S. (1995): La parroquia de San Pedro Apóstol de Mengíbar (templo y comunidad. Historia, tradición y fe). Imprenta Enrique Reca. Marmolejo, pp. 100.

[5] BARAHONA VALLECILLO, S. (2019): Religiosidad popular en Mengíbar. Costumbres y tradiciones. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, nº 216, pp. 29-57.

[6] La actual imagen estuvo en el mismo lugar en el nuevo retablo de posguerra hasta 1970.

[8] BARAHONA VALLECILLO, S. (2007): Nuestras cofradías (Cofradía de la Virgen de la Cabeza). Programa de Semana Santa de Mengíbar 2007, pp. 100-101.

No hay comentarios:

Publicar un comentario