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martes, 28 de julio de 2015

MENUDOS SON TUS FAVORES SEÑOR...

En Granada, volviendo a la petición de un buen amigo para que hable de otros tantos lugares cofradieros, hay un Cristo al que especialmente se le reza o sobre todo se le pide, también por ello se puede llevar muchas gracias. No es el Señor de Granada, pero su advocación algo tendrá que ver con su devoción. El Viernes Santo procesiona un portentoso crucificado salido con total probabilidad del entorno artístico de aquel legendario alcalaíno –cuanto bueno por Jaén y que poco lo parece- llamado Pablo de Rojas a la que la ciudad invoca con aquello a lo que nos suele llevar la necesidad y la desesperación… no habrá otro en Granada tan presto a conceder los “Favores” de sus hermanos.
Y es que este Cristo de la iglesia de San Cecilio, guardián más oculto de la maravilla realejeña que es el Campo del Príncipe, puro granadinsismo, prendió la mecha en la ciudad en la búsqueda de una excelencia más absoluta de esa su Semana Santa, que desde el origen de la hoy albaicinera hermandad del Vía Crucis sabía que emulando a Sevilla o Málaga equipararía su puesta en escena y elevaría su atractivo a las mayores cotas. No es nada nuevo, pero los granadinos pusieron su granito de arena aunque no fuera hasta los años ochenta en que el punto de inflexión tendría que tomar uno de los dos caminos más decisivos.
Hace poco he contemplado como “neocostumbristas” granadinos parecen que han olvidado que es hoy su Semana Santa desde los ochenta cuando la idiosincrasia cofradiera sevillana se plantó a las faldas de la Alhambra. A mí me resulta curioso como gracias a esto hoy exista cultura cofradiera en la ciudad, o que las cofradías están de moda por decirlo de una forma más clara, a la vez esos cultos pareciesen querer negar todo lo bueno –tal vez por culpa de lo malo- que Sevilla o llamémosle “la sevillanización” insufló a la grandiosa Granada. El Cristo de los Favores es una portentosa obra de la vieja escuela local que se asienta sobre un canasto del canon hispalense y se mueve como en Sevilla y a costal y la música que marca su triste caminar es igualmente la salida de la esencia sevillana en sus dos grandes vertientes.
No sé ustedes, pero a mi contemplando los videos o el año que bajé a conocerlo, me parece un éxtasis para las pupilas como Granada es engrandecida con Sevilla hasta tal punto que quizás en Granada hay ciertos sectores de sabiduría y buen gusto que más quisieran muchos de los hoy regidores de los destinos cofradieros sevillanos, gracias a Dios alejados de los catetismos que hasta a los más eruditos afectan en las continuas batallas entre ciudades.
El Cristo de los Favores es el que da los favores de los que piden salud, trabajo, amor, paz, etc… de todo lo que se le reza al Señor y Él a veces nos suele conceder el milagro, nos hace el favor. Pero Él también le hizo un favor grande a la ciudad cuando Pepe Carvajal la cambió para siempre, cuando se “cargó” la tradición como el mismo expresaría que “aún no sabe cuál era”. Con el ritmo que impone la vida, tal vez no con el que planificamos su revolución es hoy santo y seña de la Semana Santa granadina aunque a algunos pareciese que les gustaría ver la Semana Santa como en las fotografías de los años veinte. Los Favores fue el embrión del todo que a mi parecer le faltaba a la Semana Santa de la ciudad que duerme sobre el hombro de la luna.
Estética, costaleros, los Favores caminaron por Granada hasta incluso para hacer andar a sus Dios verdadero de cada jueves de Corpus. Cuando comencé a aprender detalles –nunca mejor dicho, así se llama el primer libro que tengo de Granada- de la Semana Santa granadina me encontré que el mismo era acompañado por cornetas y tambores, el Despojado creo recordar. Incluso tengo otro libro sobre la música cofradiera de la ciudad, que con ello quiere decir que la música llegó también a Granada y sin detenerme a leer el referido libro, recordar nuevamente las palabras de Carvajal hablándonos de uno o su gran maestro en el noble arte de portar al Señor como los viejos “gallegos” del puerto de Sevilla.

Puede presumir Granada del favor del Señor aquel 14 de marzo de 1987 cuando Manolo Santiago se le puso mal cuerpo al pensar lo que tenía que dar a una cuadrilla de costaleros subir la cuesta de San Cecilio. Estaba en el Campo del Príncipe, Pepe Carvajal le pide un favor, nunca mejor dicho, para que le busque una banda de música para el palio y este no lo consigue, pero a cambio, el legendario capataz poeta los visita con dos de sus costaleros míticos y les regala con la sorpresa de traerle “un camión lleno de músicos”, expresión de la sencillez de Santiago -el que una vez más llenó de fuerza con sus palabras aquellos costaleros granadinos-, que deleitaría a los allí presentes. Aquellos músicos era la agrupación musical “Jesús Despojado” de Sevilla, su banda indisoluble en la Resurrección, la actual Virgen de los Reyes que sembraron la semilla para acrecentar la bella realidad cofradiera granadina. Había costaleros en Granada y con esto nacía la ilusión de que hubiese bandas sevillanizadas de granadinos. Nacieron las agrupaciones musicales granadinas y Granada se convirtió en otro paraíso agrupacional hasta que la cultura capillita creció y todo lo que en Sevilla se hiciese, se extendía rápidamente por Andalucía, quizás esa parte “mala” de la que se lamentan ahora algunos eruditos. En esa época tal vez es cuando pongo mis ojos en Granada viendo como los platillos dan paso cada vez más al agónico trinar de las cornetas. Sería lo lógico, pensarían muchos al contemplar un Cristo crucificado muerto, pero los Favores renacieron al compás de Eritaña o Arahal –califiquen ustedes mismos- y volvieron a aquel origen, y de qué manera.

De aquel día del ochenta y siete nació una relación histórica de los Reyes con Granada, marchas y hasta acompañamientos a sus imágenes como en los Gitanos con su inmortal partitura de “Consuelo Gitano”. Es curioso que la banda que sigue hoy los pasos del crucificado del Campo de Príncipe fuese la que me hiciese conocer la marcha que Jesús Despojado regalaría al que da los favores en Granada, aquella marcha del corte de la época, el clásico como decimos. Antonio Velasco escribiría “Cristo de los Favores”, marcha que a su vez rescataría de un cierto olvido la Pasión de Linares en su segundo disco, elevándola quizás a un segundo y nuevo protagonismo desde su creación que entró nuevamente en muchos repertorios de Andalucía y quién sabe si fue un motivo en el seno de la hermandad del Realejo para volver al origen y ver caminar a su Cristo nuevamente con agrupación y que fuese la Pasión de Linares. Una apuesta importante, ya que Granada no suele apostar por el pago de grandes cachés, fama de ello tenia, y Pasión obviamente entra entre las grandes agrupaciones andaluzas, lo que le da más calidad al tándem que se dibuja cada Viernes Santo cuando Granada parece volver a sonar a aquellos años ochenta y a esta nuestra actualidad cuando Pasión interpreta las nuevas marchas, sobre todo las más fúnebres creando uno de los más significativos contrapuntos de la actual Semana Santa en Granada. Así camina Dios al compás de Pasión, recreando el origen cuando ante tantos favores, menudo fue el que le dio a los músicos granadinos…

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