El reciente programa dedicado a
la Semana Santa que ha lanzado la cadena de televisión autonómica andaluza, Canal
Sur, me hizo recordar una vez más esto que les vengo a contar y que pasa muy de
puntillas por el mundo cofrade. Uno de los reportajes nos hacía recordar (a otros
aprender) la vieja leyenda de la milagrosa hechura de la imagen de Nuestro Padre
Jesús Nazareno de Jaén, el popular “Abuelo”.
Muchos somos los que conocemos la
legendaria leyenda o leyendas (porque hay más de una), pero sobre todo se coincide
siempre en señalar la del anciano que pidió refugio en una casería o cortijo
cercano a la ciudad de Jaén. Este misterioso hombre visualizó un gran tronco de
madera fuera de la casa y ensoñó el buen cristo que se podría sacar de ese
trozo de árbol. La leyenda continúa hablando de que en la noche, el anciano se metió
en la habitación que la habían dejado los caseros para que durmiera, pero con
la intención de realizar la imagen con ese tronco en ¡una sola noche!
Finalmente, a la mañana siguiente, los caseros preocupados del silencio reinante
durante la noche y la mañana, y que aquel desconocido no daba señales de vida
bien avanzado el día hizo que el casero entrase en el habitáculo y se lo
encontrara vacío de vida, pero sorprendido ante la contemplación de una imagen
de Jesús Nazareno. La leyenda continúa pues con el traslado a Jaén, la
fundación de su cofradía en el convento de los Carmelitas Descalzos y su
ascenso devocional hasta convertirlo en un icono no solo de Jaén, sino del Santo
Reino, modelo a seguir durante siglos en la provincia.
Un anciano, un “abuelo” misterioso
talló y policromó (¡ni con máquina de puntos ni impresora 3D!) en una sola
noche sin hacer ruido la imagen. Como leyenda que es, pues yo la he escuchado
con cientos de variantes. Incluso en el programa de Canal Sur añaden aspectos
que nunca había escuchado como que el abuelo era un peregrino del Camino de
Santiago. Para mí, porque así me lo contó mi padre era el mismo Jesús, el que
incluso tenía la misma cara del abuelo… que no sería entonces tan anciano.
Entonces se cuenta, que con esta leyenda al pueblo le bastó con la exaltación
popular de sus pasiones para no solo aclamar al Señor, si no al que lo hizo en
su estación penitencial del Viernes Santo con un: “Viva el abuelo que te hizo”,
con lo que todo el pueblo coreó: “¡Viva el abuelo, viva el abuelo, viva el
abuelo!... y con El Abuelo se quedó el Cristo.
Hay más leyendas, que incluso
tendrían más razonamiento humano que esta historia, que como digo es la más
extendida. Otra decía algo así de que, en una casa en Jaén, un burro golpeó con
una coz una vieja pared y se derrumbó. Perdonen, pero estoy hablando de
memoria, y que se descubrió una habitación secreta donde se encontraba el Cristo.
No recuerdo si al propietario lo llamaban el abuelo o que era un abuelo, pero
de ahí venía el apelativo.
Pero las leyendas, son eso,
cuentos tal vez muy fantasiosos en un mundo tal vez más ignorante que el
actual, porque a veces lo dudo. Aún hoy es difícil arrebatar de la pasión del
pueblo estas leyendas místicas que llenan de divinidad sus sencillas vidas.
Porque luego llegaron los historiadores y sin papeles comenzaron a apuntar según
la impronta artística a la gubia de Sebastián de Solís comprándolo con otras
imágenes. Pero, aunque parezca increíble todavía nadie se ha detenido
fehacientemente a estudiar a un artista de este calibre como para poder
aseverar que es obra de Solís. Tal vez, el único que se ha acercado a una
posible teoría sustentada por la investigación científica fue Rafael Galiano
Puy que primeramente descubrió el nombre del fundador de la cofradía, D. Juan
de Orozco Godoy[1] y después cotejó una más
que posible estrecha relación entre este y el escultor Sebastián de Solís[2]. En
1592, Orozco ejerciendo como procurador recibió poderes por parte de Solís para
que compareciera en pleitos que tenía entablados el escultor. Según Galiano,
teniendo en cuenta que la referencia más antigua a la cofradía es de 1594 y que
estas relaciones ocurrieron en 1592, bien pudiera que Orozco fundase la
cofradía y encargarse la talla a Solís en aquel periodo. Como bien apunta
Rafael Galiano, probablemente sea imposible encontrar un documento que certifique
que Solís fue su autor, e incluso yo diría que cualquier otro, porque al menos en
Jaén, no se contrataban en escritura pública tantas imágenes como quisiésemos
los investigadores. Además, añade que la cofradía solía escriturar con un
escribano llamado Juan Jiménez del que no se conservan sus protocolos
notariales. Incluso, otra “leyenda” más reciente, apunta de que si algo
existiese o apareciese no se daría a conocer para no “cargarse” la leyenda. Que
en la restauración de Madrid salió algo y la hermandad lo guarda en secreto, leyenda
del pueblo sin duda que podría tener algo de verdad, como toda leyenda.
Pero hubo alguien que también puso
sus peros a la leyenda. Y lo hizo en la obra histórica más importante que hay
sobre la cofradía. Otro inolvidable historiador giennense, D. Manuel López Pérez,
junto a sus hijas Mª Amparo y Mª Teresa López Arandia[3]
documentan en el mismo libro de la historia de la cofradía que la leyenda es un
invento más del romanticismo decimonónico que tanto le gustó jugar con la
historia. El siglo XIX fue sin duda en un periodo muy novelesco, y la fuerza de
la naciente prensa tuvo mucha culpa al respecto.
Hay que advertir que los círculos
más intelectuales cofradieros de Jaén reúsan de llamarlo así, y prefieren el que
según ellos dicen es el apelativo popular más antiguo (además de Ntro. Padre
Jesús) que es: “Jesús de los Descalzos”. De hecho, en esta obra bibliográfica
apuntan a círculos más sencillos la utilización de “Abuelo” he incluso califican
el ya tradicional “¡Viva el Abuelo!” como de irrespetuoso.
Bien es cierto que las leyendas
suelen tener una parte de verdad, pero cuando de la leyenda nada se conoce en documentación
más antigua ya es motivo de sospecha, tal como nos indica López Pérez “careciendo
de arraigo histórico y de fundamento”. Incluso apostando que la mayoría de
la gente que lo llama “Abuelo” no sería capaz de conocer el por qué y la
leyenda.
Al parecer, en un momento, no
anterior a 1870 algunos periodistas locales tirando del lenguaje romanticista
del periodismo comenzaron a referirse al Señor como un patriarca, más que un
padre, como “un abuelo capaz de convocar a los giennenses con idéntica
autoridad afectiva a como los abuelos convocaban en las familias del XIX a la
pléyade de hijos, nueras, yernos, nietos, sobrinos… por eso, para ellos,
Nuestro Padre Jesús es el abuelo que con la autoridad de su bondad es capaz de
aglutinar a todo el pueblo de Jaén”. Para entonces, la prensa comienza a
difundir la famosa leyenda. La primera referencia escrita sobre este “apodo”
aparece en la publicación de una poesía que publicó el periódico local LA
SEMANA en 1878. La firmaba Dª. Josefa Sevillano y llevaba una nota donde
decía que “…la autora dedicó esta composición a Jesús (El Abuelo) en el acto
de pasar la procesión por la casa que habita...”.
Con todo esto, no se generaliza
hasta entrado el siglo XX cuando se populariza el grito de ¡Viva el Abuelo! entre
la clase obrera y algunos estamentos del pueblo llano, y que se consolida
(según la obra de los López Pérez-Arandia) con la marcha de Emilio Cebrián que
se ve obligado a denominar su inmortal marcha con el título de “El Abuelo” por la leyes de la II República.
Aunque actualmente se la llama “Ntro. Padre Jesús”.
Muchas fueron las personas que
intentaron atajar esta nueva corriente de llamar al Nazareno de la Carrera de Jesús.
De las voces intelectuales sobresalió la de D. Manuel Mozas Mesa, que como cronista
de la Cofradía, publicó tanto en la prensa local como en la nacional reiterados
artículos en desagravio de que al Nazareno jaenero se le llámase “Abuelo”:
“Es necesario inculcar en el
corazón sano y sencillo del pueblo, que todo él en apretado haz se siente hijo
suyo, que destierre para siempre el título impropio de “El Abuelo”, que en
realidad, más que dictado de amor, da la impresión, bien desagradable por
cierto, de ser un apodo; no tiene justificación de ninguna índole ni viene de
tradición: es una innovación de pocos años hace y conviene abolirla por
completo.
Nuestro Padre Jesús no es “El
Abuelo”, no es un viejo con rostro rugoso y blancos cabellos, para que
mereciera tal apelativo, es un Padre, el Dios humanado, que ejerce su paternal
autoridad sobre todos sus hijos, los giennenses, sin excepción alguna.
Precisamente la bellísima
imagen representa a Jesús Nazareno con la cruz a cuestas; pues bien, no es un
anciano el que lleva la cruz, para que injustamente se le moteje con ese nombre
absurdo de “El Abuelo”; es el Redentor; que avanza por la vía dolorosa, para
consumar con su muerte la salvación de la humanidad.
La artística imagen encarna al
Dios-Hombre en su plenitud, a los 33 años, aunque agobiado por tantos ultrajes,
en aquellas amargas horas de su Pasión y por los innúmeros pecados de los
hombres, que simboliza la cruz; por consiguiente, no es un ser decrépito, y de
ahí la falsedad de ser designado como “El Abuelo”.
Son pocos, una minoría dentro
de la clase trabajadora y modesta de la capital del Santo Reino, los que para
manifestar el más entrañable y puro de sus afectos suelen dar entusiastas vivas
al “Abuelo”, en su recorrido procesional del Viernes Santo. Hay que llevarles
al convencimiento de que deben cesar ya de invocarle como al “Abuelo” y sumarse
a la inmensa mayoría que lo nombra con la expresión más posesiva y singular de
Nuestro Padre Jesús, no es siquiera Jesús Nazareno, es Nuestro Padre Jesús, al
ser suya toda la ciudad de Jaén y todos sus habitantes, le aclaman con el
nombre de Padre”.
[1] GALIANO PUY, Rafael: “Importante
documento sobre la cofradía de N.P. Jesús Nazareno de Jaén”. Alto
Guadalquivir, 2002, pp. 36-39.
[2] GALIANO PUY, Rafael: “El
convento de los Descalzos (Jaén), apuntes sobre su construcción y biografía de Juan
de Orozco Godoy, fundador de la cofradía de N.P. Jesús Nazareno”. Pasión y
Gloria. Agrupación de Cofradías de Jaén, 2015, pp. 36-41.
[3] LÓPEZ PÉREZ, Manuel; LÓPEZ
ARANDIA, M.ª Amparo; LÓPEZ ARANDIA, M.ª Teresa: “Nuestro Padre Jesús Nazareno
(Leyenda, Historia y Realidad de la Imagen y su Cofradía)”. Gráficas La Paz,
SL, Diario Jaén, 2005, pp. 599-601.
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