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martes, 23 de marzo de 2021

LA NOVENA DE LOS DOLORES DE BAILÉN

 




Inmersos en la semana previa a la Semana Santa, en los últimos coletazos de la cuaresma, después de la suspensión completa de todo acto cultual el año pasado, en este estamos al menos disfrutando de los cultos cuaresmales que darán paso a una nueva Semana Santa sin pasos en las calles.

El pasado sábado se deberían haber trasladado las imágenes de Ntro. Padre Jesús Nazareno y Ntra. Sra. de los Dolores a la parroquia de la Encarnación con su tradicional encuentro: “El Saludo”.

Este año las imágenes han sido trasladadas de forma privada y han sido dispuestas en un bello altar de cultos donde están este año presidiendo este antiguo culto de las cofradías bailenenses. 

¿Pero desde cuando y por qué se celebra? El septenario actual es el resultado de una antigua novena en honor de la dolorosa que nace en el siglo XVIII y a la que se le incorpora Nuestro Padre Jesús en el siglo XIX. A continuación, volvemos a recordar en estas páginas, lo ya publicado en el artículo sobre la historia de la Ermita de la Soledad, en Locuber vol. 3

La novena de los Dolores y la devoción de Manuel de Aguilar 

Después de siglos de devoción, la celebración de los Dolores de la Virgen por parte de los creyentes se vio recompensada cuando en 1727 el papa Benedicto XIII extendió a toda la Iglesia Católica la festividad del “Viernes de Dolores” o Viernes de Pasión, anterior al Domingo de Ramos. Así que a lo largo del siglo XVIII se incrementó notablemente la devoción por la Virgen de los Dolores, también en la parroquia de Bailén. Por ejemplo, en testamento de 30 de diciembre de 1735, don Luis Álvarez Tenorio, “cura de la Yglesia Parroquial de esta villa”, adjudicó una finca de cien olivas en el sitio de Valderrepiso a su sobrina doña Catalina Rosalía Pastor para “que solemnizase la fiesta de los Dolores que se hazía todos los años en Nra. Señora de la Soledad, extramuros de la villa”; encargando a su sobrina que “mientras Dios le diese vida se diga una fiesta llana menor en dicha hermita y en dicho día de los Dolores de Nuestra Señora”. [1] 

Esta “nueva” festividad del Viernes de Dolores se transformó muy pronto en solemne Novena de los Dolores, a la que se sumó con entusiasmo la propia Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad. Así por ejemplo, en acta de 2 de abril de 1741, en el ajuste de cuentas tomado al mayordomo saliente (Alonso de Arias), aparece una data de 104 reales “que tubo de costa la fiesta y procesiones de Nuestra Señora en su novena”. Recordemos que en su origen fundacional (1660) la hermandad servía por igual a las dos imágenes dolorosas existentes entonces en la parroquia de Bailén (Vera Cruz y Soledad), pero es en estas décadas centrales del siglo XVIII cuando la única “escuadra de la Virgen” comenzó a centrar su devoción en una única imagen de “los Dolores de Nuestra Señora”. Ya hemos visto como la hermandad renovó a su costa nuevas tallas de la Virgen en 1747 y en 1779, imagen titular que dejó custodiada en la ermita de la Soledad y que en las décadas finales del siglo XVIII acabó convertida en la única Dolorosa de la Semana Santa de Bailén.


 

Otra referencia al nuevo novenario de los Dolores lo encontramos en una manda testamentaria de María Rodríguez de 1748: “es mi voluntad que por cuanto de poco de tiempo a esta parte se ha empezado a hacer una novena a la Virgen de los Dolores en la iglesia parroquial de esta villa quiero ayudar por mi parte a este culto y quiero se haga una fiesta un día de los de la novena para siempre jamás perpetuamente pagando la limosna que fuese estilo y para ello cargo dicha fiesta sobre un olivar de ciento y veinte y nueve olivas que compre de don Bartolomé de Gámez las cuales se puedan vender con la carga de dicha fiesta”.[2] 

Es decir, para la década de 1740 esta fiesta de los Dolores, celebrada al principio en la ermita de la Soledad, ya se había trasladado a la iglesia de la Encarnación como solemne novena parroquial, sufragada a devoción de los feligreses, pues la hermandad nunca contó con suficientes recursos como para costear una celebración de semejante calibre. Consta que para presidir esta gran novena parroquial se trasladaba en procesión la imagen de Nuestra Señora de la Soledad desde su ermita hasta la iglesia de la Encarnación. 

En aquel siglo, entre los feligreses más devotos por la Virgen de los Dolores encontramos a don Manuel de Aguilar Cueto y Marroquí (1722-1789), hijo de don Miguel de Aguilar y doña María de Almansa, que fue un hacendado riquísimo, administrador de la Real Renta del Tabaco y agregados en la villa de Bailén (1751). Manuel de Aguilar vivió soltero, aunque cercana ya su muerte (+13 de junio de 1789), contrajo matrimonio con doña Joaquina de Arnedo, con la que no tuvo hijos. 

Tanto Manuel de Aguilar, como su padre Miguel de Aguilar, fueron cofrades de la escuadra de Nuestra Señora de la Soledad. En 1770 don Manuel de Aguilar fundó una ermita pública en su cortijo de la Toscana bajo la advocación de Santo Tomás de Aquino, capilla que todavía se conserva. El mayorazgo fundado por don Manuel de Aguilar, cuyo centro de poder -material y espiritual- giraba en torno a este famoso cortijo de la Toscana, fue heredado por su sobrino Pedro Vicente Soriano y Aguilar (1753-1800), primogénito de su hermana doña María de Aguilar. 



En su testamento de 1780 Manuel Aguilar pidió ser enterrado en su ermita de la Toscana, pero poco antes de su fallecimiento, por codicilo de 22 de febrero de 1789, cambió su lugar de enterramiento, ordenando que “la sepultación de su cadáver [...] se haga en la hermita de Nuestra Señora de la Soledad, extramuros de esta villa; y que sobre su sepultura se fixe y ponga una lápida de jaspe blanco de dos varas de largo y una de ancho con un epitafio o inscripción que diga así: aquí ya hace Manuel de Aguilar, natural de esta villa de Baylén: pidan a dios por él; qui post tenebras esperat lucem”.31 Este sepulcro (aunque de mármol negro) todavía se conserva intacto en el centro de la nave la ermita, con su epitafio y esqueleto saludando a la posteridad: “Qui post tenebras, sperat lucem” (“El que después de la oscuridad, espera la luz”), en referencia al famoso verso bíblico del santo Job (Job 17, 12), resumen universal del mensaje católico de Esperanza (Muerte y Resurrección) que todavía simboliza la bailenense ermita de la Soledad, junto al cementerio parroquial de la villa. [3]

Como ya hemos explicado, gracias las disposiciones testamentarias de Manuel de Aguilar también hemos podido documentar que poco antes de su fallecimiento (1789) tenía contratado “la formación del retablo de Nuestra Sra. de la Soledad, que se venera en su hermita extramuros de esta villa”. Y consta que su heredero Pedro Vicente Soriano cumplió con el encargo de pagar la finalización y dorado de este nuevo retablo mayor.

Tan profunda era la devoción de Manuel Aguilar por la Virgen de la Soledad, que él mismo se hizo cargo de sufragar todos los gastos por la celebración de la solemne novena parroquial del Viernes de Dolores. Como colofón, el novenario a cargo de Manuel Aguilar quedó instituido como memoria de misas mediante manda testamentaria de 1780:

 Y también declaro [que] hace algunos años, que por la mucha devoción que siempre he tenido y tengo a María Santísima bajo el título preciosísimo de Dolores, de que he experimentado especiales favores, he costeado a mis expensas un novenario de fiestas mayores a canto de órgano, con campanas, en la dicha parroquia en los ocho días antecedentes a el [día] en que Nuestra Santa Madre Iglesia celebra su festividad, en el mismo día de ésta [Viernes de Dolores], pagando por la limosna de cada una de dichas nueve fiestas catorce reales de vellón, y también he costeado seis velas de a media libra de cera cada una, que han ardido en el altar en que se pone la Sagrada Imagen por las tardes de dichos nueves días, interin se reza la novena dispuesta a tan santo doloroso simulacro, el Santo Rosario, y se canta por la música el Stabat Mater Dolorosa y la Salve. Y deseando promover en los fieles tan santa devoción, quiero y es mi voluntad se sigan todos los años perpetuamente las dichas nueve fiestas, novena y canto con la misma solemnidad y aparato en dicha parroquia Iglesia, y que por mis herederos y sucesores que posean mi Cortijo de la Toscana de este término se paguen por derechos de dichas nueve fiestas ciento veinte y seis reales de vellón, y a la música por su asistencia y canto de por las tardes ochenta reales de vellón la misma moneda, lo propio que yo he pagado hasta aquí, y que se costee las tres libras de cera labradas en seis velas de media libra cada una, cuyo importe de todo cargo sitúo sobre dicho mi cortijo”. [4]

 




Esta “Novena de Nuestra Señora de los Dolores” fue mantenida y costeada por los descendientes de don Manuel de Aguilar a lo largo del siglo XIX (familias Soriano Aguilar, Soriano Marañón y Soriano Arellano). En la segunda mitad del siglo XIX se consolidó como solemne novena parroquial preparatoria de la Semana Santa, cultos a los que empezó a unirse la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno (al menos desde 1877). “El Saludo”, popular acto cofrade hoy convertido en gran pórtico anunciador de la Semana Santa de Bailén, debió surgir en aquellas décadas finales del siglo XIX, tal cual y lo conocemos hoy: un encuentro de Jesús Nazareno con la Virgen de los Dolores durante el traslado de ambas imágenes hasta la iglesia de la Encarnación, para presidir conjuntamente la gran Novena [hoy Septenario] de Pasión.


 
Dª. Mariana Soriano Arellano

En su testamento otorgado el 12 de diciembre de 1913, doña Mariana Soriano Arellano (1848-1913), bisnieta de Pedro Vicente Soriano y Aguilar, estableció el siguiente legado:

 

Es su voluntad legar y lega la casa que habita, situada en la calle Rafael Gasset [actual calle Isabel la Católica] de esta ciudad, a una comunidad religiosa que elegirá su albacea y herederos, entendiéndose que es tan sólo el edificio, sin ninguno de los muebles que en el existen y con la condición de que la carga o memoria de 3.933,33 pesetas de principal por una Novena y nueve fiestas que se celebran anualmente a Nuestra Señora de los Dolores y que gravita dicha carga sobre una finca llamada de La Toscana, propiedad de Don Manuel Corchado, se libre dicha finca de este gravamen y recaiga sobre la casa que lega a la comunidad religiosa”.5 


Este es el legado testamentario que hizo posible la llegada a Bailén de “las monjas” del Colegio Sagrado Corazón, del que recientemente se ha celebrado el centenario de su apertura (1916-2016).

Casa de Mariana Soriano Arellano
Foto: http://bailenysupatrimonio.blogspot.com/2010/02/el-patrimonio-de-bailen-10.html


Notas:

1. AHPJ, Protocolos Notariales (Bailén), legajo 6019, folio 181rº. 

2. AHPJ, Protocolos Notariales (Bailén), legajo 6022, folio 105vº. 

3. AHPJ, Protocolos Notariales (Bailén), legajo 6079, folio 77vº. Puede compararse con lo dispuesto en el testamento cerrado de don Manuel de Aguilar (firmado en 16/02/1780 y depositado ante notario el 18/02/1780), que fue abierto y leído el mismo día de su fallecimiento (+13/06/1789): AHPJ, Protocolos Notariales (Bailén), legajo 6056, folios 123rº-159vº. 

4. AHPJ, Protocolos Notariales (Bailén), legajo 6056, folios 124rº y vº.

En codicilo de 22/06/1789 Manuel Aguilar confirmó este memoria de la siguiente manera: “Que el enunciado don Pedro Vicente Soriano y Aguilar [su heredero], durante el disfrute de dicho su vínculo [mayorazgo sobre el cortijo de la Toscana], ha de ser obligado, y los demás poseedores subcesivos que sean a él, a costear la Novena de Dolores que se ha de celebrar perpetuamente en esta Iglesia Parroquial a Nuestra Señora de la Soledad, trayendo a esta Sagrada Imagen, como se acostumbra, desde su Hermita a dicha Iglesia sin que en esto haya omisión alguna, según lo tiene dispuesto en el citado testamento.” AHPJ, Protocolos Notariales (Bailén), legajo 6079, folio 78vº. 

5. AHPJ, Protocolos Notariales (Bailén), legajo 83228, folio 1345rº.

 

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