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lunes, 6 de junio de 2022

VIERNES SANTO EN SEVILLA 2022





















































 

A veces tengo ganas de decirlo, pero no sé si me matarían por ello… pero creo que el Viernes Santo de Sevilla es cada día más mi día preferido. Cómo explicar que lo luctuoso me llena de satisfacción. No sé si tendrá que ver con alguna reminiscencia psicológica de mi vida. A veces sin que lo sepamos guardamos inconscientemente lutos eternamente y la muerte se vuelve una placentera compañera. No lo sé, pero la estética creada para el dolor de la muerte de Cristo en Sevilla me traspasa sobre todas las cosas.

Y ese romanticismo de la muerte me empujó otra vez a Castelar por donde dos ladrones y un Mesías me traía La Carretería. Con la paliza de horas que me había pegado, con las pocas que dormí, otra vez volvimos a la vida. Desde 2018 si no recuerdo mal sin ver caminar al galeón de las pezuñas de bronce, el de los Toneleros, con ese aplastante son solmene que le imprime Las Cigarreras. Llegó el crucifijo de la Salud y la Virgen de la Soledad y me dijeron que me prepara porque volverían al irse la luz tan especial y única de este día, que volvería a entrar un ratito en la eternidad.

Por Carlos Cañal fuimos en busca de más paladar rancio y luctuoso. Qué pellizco el de las pequeñas hermandades. La Soledad de San Buenaventura nos llegó soberbia desde su recóndita casa. Aunque también este día ha subido en masa, nos quedamos un poco antes de la salida porque quería saborear la Virgen al pie del calvario cuando la Cavalleria Rusticana de la marcha de Abel Moreno sirve como telón a la dolorosa de Gabriel de Astorga. Caoba y plata, manto nuevo, y los trombones destrozando las fibras de mis emociones. Bajo las gafas de sol comenzó a emerger un símbolo de victoria y de despedida. Las lágrimas del adiós y de agradecimiento por poder volver a la vida.

A estas alturas, parecía que no había existido la pandemia. Que el año pasado también hubo procesiones. Curioso cómo podemos manejar el tiempo. Lo mismo nos parece eterno, que fugaz. Con los ojos escociéndome nos marchamos mientras en la revirá Margot me advertía que había llegado el día, pero eso sería después.

En una repleta plaza de San Pablo íbamos en busca del que quise haber visto en su barrio, y detrás su vecina hermandad de La O. Pero lo de jueves-madrugá lo evitó, así que en un lugar ya más que acostumbrado volvió Dios a detener el mundo. Nuevamente le sobró todo a este portento que solo ha visto el cielo azul de su tierra y las cosas más altas que se cruza por su camino… las tejas de la cava, el Giraldillo o la Inmaculada del Triunfo…. Qué duende tuvo Ruiz Gijón para tallar tu figura, y es que hasta me daban ganas de cantarte la sevillana de Pascual González. Sí, venía el Cachorro. Venía de estreno de modificación del paso. Yo me quedo con los cambios de candelabros y rebajarle un poco más el monte, que lo dejaba más suspendido si cabe en la soledad de la cruz. Lo demás, le ha quitado su personalidad. Su juego de faroles y sobre todo las peanas en que se asentaban era de lo mejor del paso. Que sólo venía con “Silencio Blanco”, cuanta excelencia en la talla que nos dejó a todos mudos. Estaba allí mi amigo Sergio con su familia que venía de ver el día anterior otro gran crucificado que algún día tendré que visitar. Dos polos opuestos, Mena de Málaga y Cachorro de Triana. La buena muerte para volver a la vida, porque el Cachorro nunca sabemos si muere o despierta a la vida…

Con sus hijos en brazos le hablaba a su Madre Patrocinio mientras les contaba a los niños que llegaba la Señorita de Triana. Que dulzura y que joyero de paso. Otro que a la gente pasa muy inadvertido. Entonces me mandaron el video de Bailén, me contaron la levantá y me preguntaba si lo había hecho correctamente. Estaba donde ansiaba y el Domingo de Resurrección, de vuelta en casa saqué sus claveles, y le dije: también es un enorme orgullo traerte cada año sus flores. Mi gran sueño ya lo cumplí, y mi gran sueño sigue siendo repetir, y desde allí arriba, hacen lo que puede para que lo cumpla.

Detrás venía el que lleva los pecados del mundo hechos de carey. Nazareno de la calle Castilla, Jorobaito de Triana con su andar poderoso marca Ariza, con una banda del Sol en modo clásico nos traspasó con la fugacidad de las cofradías que no se hacen insoportables. Como nos hunde la cruz Señor, que nos llevas jorobaos por este valle de lágrimas.

Había mucha gente. La incertidumbre de la vuelta a la normalidad no despareció hasta el Domingo de Resurrección. Siempre era ¿Cómo estará este año? Y el lugar estaba marcado en el mapa. Nos dejamos a la expectación de Triana, Virgen de la O, pero la Carretería iba de vuelta. Y comenzó la carrera, atravesando lo que hiciera falta, caminando entre los músicos casi y nos colocamos donde en 2018 tuve una de las raciones de eternidad más grandes de mi vida. Hasta la capilla de los Toneleros, momento “Crucifixus” de locura de las trompetas, la estrechez de Rodo, y muchas cosas más. Solo sé que Él me estaba esperando porque sonó “Madre Cigarrera” nada más llegar y sabe que en la cuaresma de 2020, antes de que llegara la pesadilla esa marcha me derrotó en un concierto en el Cachorro el día que vine de Santiago de abrazar al que cierra España. No les cuento nada, se queda para mí no vaya que lo ponga de moda y me arrebaten mi romance de amor con mi amada Carretería.

Es vigilia, pero el placer del pescaito de la Puerta de Arenal, hace de todo menos un sacrificio. Entre adobos nos llegó el Dios de la cava siempre mirando al cielo, esta vez negro de las tinieblas. ¿Qué diantres es la muerte que hasta Dios llora por ella? Sevilla un año más le devolvía a Triana a su Cachorro vivo. ¡malas puñalás gitanas si lo dejaran morir! Y de genialidad a otra. Para mí, Conversión es el mejor de Mesa y desde el cruce en la avenida volvió a apagar mi mente paladeando sus últimas palabras perdonando a mi querido Dimas. Buscamos al caído de San Isidoro. Hermandad también de calle, no sirve para videos ni fotos. Esta hay que verla para volverse loco. Me volví loco buscando una acera para poder caer de rodillas como Él pero al observar la genialidad del cirineo. Fue en la salida de Francos. Buscábamos al Cachorro anciano, pero no pudo ser. Como digo, la masa también ha trastocado un poco esta jornada que es dulce entre otras cosas por no tener a mucha gente en las aceras. La Reina del plus ultra solo la vería detenida en el silencio de la misa de resurrección sobre su casita de oro. Y había que volver al otro lugar elegido. Hay que ver aquel 2008 donde apenas había unos cuantos y ahora se te hace más complicado ver de cerca a Monserrat en Molviedro. Que delicia de paso de cristo. Si va un Mesa arriba poco se puede decir, pero Triana no me dio por el gusto, con lo bien que debe de quedar ahí “En manos de Jesús” en la revirá. Otra vez “Silencio Blanco” … solo me gusta con el Herodes, que le vamos a hacer.

Con que amor mira el Señor a Dimas ¡y compasión! Cuanto amor tiene Jesús en su corazón para anteponerlo a todos los orgullos. Nunca duda en perdonar, su apuesta es siempre amar, y cuanto me cuesta imitarlo, aunque siempre me digo, que oye, que Él esperaba que le pidieran perdón, no iba buscando a los pecadores para perdonarlos. Después volvió el rito, siempre igual siempre distinto. La alegría que nos produce esta escena de tristeza no hay palabras que lo expliquen. Crestería de plata, cajón en las bambalinas, flores borbónicas y Tejera se convirtió en cuadrilla de ángeles para hacer sonar Margot y crear otra vez la burbuja donde todo se apaga y vivimos. Ojalá pudiésemos vivir siempre como conseguimos en esos instantes.

Otra caminata, cruzando todo el centro. Del Arenal a Boteros donde en un reluciente paso recién dorado venía la segunda Piedad de Sevilla. La que anda en silencio rodeada de todos los suyos preparando el amortajamiento de un rey. Qué diferente sería en aquella losa de Jerusalén que toqué con mis manos. Silencio, los justos por fin y La Mortaja se diluyó con la rapidez con que nos llegó. No era muy tarde para nuestra sorpresa. Creíamos que sería el final, pero pensé que a Monserrat le podría quedar un rato para entrar. Allá que fuimos, ya que teníamos la cama cerca pero el misterio ya había entrado y con muchísima más gente que aquel 2018, la Moreneta hispalense se nos marchó al son de “Virgen del Valle”. Por fin volví al viernes que no es simple viernes. Llegó ese culmen en que la cabeza comienza a decirte que todo ha terminado, aunque aún queden dos jornadas. En esas en las que luchas por gozar y a la vez no querer desconectar. Se fue el gozo, pero aún quedaban algunas lágrimas más que derramar…

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