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jueves, 7 de julio de 2011

EL HONOR DE PASEAR AL HIJO DE DIOS...

Por casualidad me encuentro en estos días de calor veraniego, en un mes que por lo menos era muy especial para mí leyendo un buen libro, como indique hace unos días, que nos habla de las cofradías sevillanas en los tiempos de la II República Española. Curiosamente el nefasto culmen a aquellos días seria en este mismo mes, justamente cuando en mi pueblo empezaban las fiestas conmemorativas de la batalla de Bailén cuando España se dividió y se enmaraño en la seguramente guerra más cruenta de nuestra historia. La idea antirreligiosa de la ideología izquierdista fue desde el comienzo de la republica hasta el final de la guerra civil un movimiento activo que se palpaba en la sociedad más cuando el patrimonio y la integridad de los religiosos fueron atacados.
En Sevilla, en las vísperas del infeliz desenlace comenzó una nueva hornada de ocultamientos de imágenes las cuales gracias a esto hoy las podemos seguir venerando, no pudiendo decir lo mismo de aquellas que no pudieron ser escondidas a tiempo. Una de ellas fue el “Moreno de Triana”, entonces vecino de la calle Pagés del Corro cuando residía la hermandad de la Esperanza de Triana en la hoy vacía de cofradías iglesia de San Jacinto. El Santísimo Cristo de las Tres Caídas, tras estar su madre bendita a salvo y oculta fue trasladado a la calle Betis nº 26, casa donde vivía el entonces mayordomo segundo Francisco Gordillo Barea. El encargado del transporte seria su amigo y compadre José Medina Amoreti, carreo de profesión para que diese menos el “cante” aquella operación.
Este valiente sevillano aprovecharía sus buenas relaciones con el sereno, llamado Manuel que era respetado en el arrabal para que les ayudara al amanecer con el traslado de tan ilustre pasajero, aprovechando un porte al mercado de Abastos de Triana, escondiendo al Señor entre patatas, envuelto con sábanas y sacos. Completaron el fácil trayecto entre San Jacinto a Betis pero al llegar al Altozano, un grupo revolucionario dio el alto al transportista, pero gracias a Manuel el sereno que avalo al carreo pudieron continuar su camino. El Señor del “Compás” fue ocultado en un hueco de escalera –como ocurriese con tantas otras imágenes en otros lugares, como los titulares de mi hermandad en Linares- que posteriormente seria tapiado hasta que en el mes de octubre saliese de aquel poco propicio lugar para una imagen sagrada.
Este hecho marcó a su valiente salvador, que cada año tras dejar de vestir la túnica de la hermandad esperaba al Señor de las Tres Caídas en el Altozano en la mañana del Viernes Santo, en el mismo sitio donde fue parado por los extremistas republicanos donde le rezaba:

“Señor, gracias por el honor con que me premiaste.
Pocos hombres pueden decir como yo, que un día
cualquiera, di un paseo en mi carro con el Hijo de Dios”.

Por eso a veces no hace falta ser costalero ni Viernes Santo para que el Señor salga a la calle, en situación poco deseada eso sí, pero en la cual llenó el alma de un cofrade suyo que sería amortajado el día de su muerte con la misma sabana con la que aquel día de julio cubrió al Dios que cae bajo el peso de la cruz en Triana… seguro que ya se lo habrá agradecido…

2 comentarios:

  1. excelente entrada. me recuerda a las historias de la Hermandad de la Estrella, a la que se le llama "la valiente". hace pensar que en cada sitio, en cada rincon, calle, ciudad, hay una historia diferente que puede hacer apodar a cada particular como "valiente" al que tocó vivir el drama de un tiempo en el que los ignorantes campaban a sus hanchas y deshacian tanto trabajo bien hecho.... (creo que aun quedan secuelas de esos ignorantes)
    buen trabajo, sigue así

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  2. Tiene que ser que, en el Cielo, hasta los que somos nazarenos, debajo del Señor de Triana,...¡hasta tenemos un relevo!

    Felices Vísperas, compañeros.

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