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viernes, 22 de julio de 2011

LA COFRADIA PERDIDA... MARÍA MAGDALENA.

Recordaba el pasado año por hoy la festividad que me recordó igualmente el otro día en la feria una vieja amiga, vieja porque hace ya diez años que nos conocemos por que la mujer está en la flor de la vida. Mi amiga Magdalena, capillita y cofrade de su “Amarrao” la cual recibe con gusto todo aquello que tenga que ver con el Soberano de San Gonzalo. Así que le dedico esta entrada como regalo por su santo contándoles a ustedes un poquito de historia de la piedad popular de mi pueblo. El año pasado la entrada versaba sobre la figura histórica y el culto a Santa María Magdalena en Bailén, y en ella nombraba que llegó a poseer cofradía propia, la cual si se hubiese reorganizado tras la guerra civil seria la sexta cofradía penitencial de la ciudad junto a la Mulica que sería la única fundada tras la contienda bélica hasta la fecha.
Poco se conoce sobre aquella cofradía, quizás su relativa corta existencia aria que sus pocos papeles desaparecieran para siempre en los incendios de la guerra civil o en las limpiezas del olvido a espera de una busca más exhaustiva en archivos públicos. Según me cuenta el amigo Juan José Villar Lijarcio, siempre ayudado por Miguel Ángel Perea grandes ratones investigadores de todo lo relativo a nuestro pueblo, aquella cofradía pudo surgir el último tercio del siglo XIX. Por entonces pertenece uno de los pocos documentos que nos habla de ella, concretamente del día 13 de marzo de 1887 esta hermandad elevó solicitud al párroco don Santiago Fernández para exponer al culto en la iglesia de la Encarnación la imagen titular de la enigmática figura de Santa María Magdalena, permiso que fue concedió para situarla “en el altar mayor de Nuestra Señora de Guía, y cuyas obras correrían a cargo del hermano Juan Palomo y del Mayordomo y familia”. Quizás esta petición pueda tratar sobre una cofradía nueva, que tras adquirir su imagen solicita “sitio” en la parroquia donde asentarse o quizás no, pudiendo tratarse de alguna imagen más antigua que sirviese de germen para la organización de la hermandad pero como he dicho, la nula existencia de documentación hasta la fecha deja a esta corporación un poco oculta de la memoria histórica bailenense, la cual muchos ignoran sobre todo los más jóvenes y muchos de los hijos y nietos de aquellos olvidados cofrades “magdaleneros”. Curiosamente este documento nos revela la existencia de una Virgen, letifica más que probable advocada como “Ntra. Sra. de Guía” en la parroquia de la Encarnación y que “moriría” igualmente en la llamas de la guerra civil y lo que es peor de la memoria de su pueblo. Sin que sepamos si se trataba de una imagen, una pintura o que simplemente la capilla o altar tuviese este título. Curioso que sea llamado “altar mayor”, dudando que se tratara el altar mayor de la iglesia junto al incomparable retablo de Solís y Figueredo.
Mi padre cuenta que su abuelo era hermano de aquella cofradía y que la túnica era similar a los colores de la túnica que vestía la imagen; amarillo y morado, colores que recreó tras la guerra civil Juan Francisco García con la nueva imagen que al parecer seguía la iconografía de la primitiva. Pero nuevamente Juanjo Villar, me aporta nuevos datos que nos habla de una túnica negra, probablemente de cola que se diferenciaba de las restantes cofradías por el tintado en color rojo del ceñidor o “cinturón” de esparto. Históricamente esta hipótesis tiene más fundamento al ser este el color histórico de las túnicas penitenciales hasta que llegasen los postulados del sevillano Juan Manuel Rodríguez Ojeda que lleno de color las túnicas de nazarenos y las reformó añadiéndole elementos como la capa, estilo que seguirían las cofradías bailenenses en los años del régimen franquista… como vemos Sevilla está más presente de lo que nos imaginamos en la influencia procesional bailenense, en la conformación de la “tradición propia”…
Imagen desaparecida de la patrona de Mengíbar

Actual imagen de Mengíbar.

Magdalena de Jaén.
Una hipótesis que yo me atrevo a exponer es que la fundación de aquella cofradía tuviese alguna connotación con la localidad vecina de Mengíbar, población muy vinculada a la vida de Bailén históricamente y no es de extrañar que cualquier mengibeño afincando en Bailén, por motivos matrimoniales con alguna moza local –como viene ocurriendo desde muy antiguo- promoviese el culto a la Santa de Magdala la cual es patrona en la localidad mengibeña. Una hipótesis que parte al encontrar paralelismo iconográficos con la imagen antigua, igualmente destruida en los sucesos anticlericales motivados por la explosión de la guerra civil y que algunos atribuyen a la escuela barroca granadina y otros al imaginero del siglo XVIII residente en la capital del Santo Reino Mateo Eustaquio de Medina Moreno, hijo del afamado José de Medina y Monzón que tallase para esta localidad una genial recreación de Cristo Amarrado a la Columna. Esta última hipótesis sobresale por los parecidos iconográficos y estilísticos con la imagen sobre la misma santa que realizase Mateo de Medina –nombre con el que sería reconocido, eliminando de su denominación su segundo nombre- para la parroquia del mismo nombre de Jaén capital, la cual procesiona en la actualidad aunque muy remodelada a los pies del Cristo de la Clemencia en la tarde-noche del Martes Santo jaenero. No es de extrañar que algún imaginero valenciano –escuela escultórica predominante en la provincia de Jaén a finales del XIX y medio siglo XX- fuese el autor de la primitiva “Malena” bailenense, ya que una vez en la capilla del Santo Cristo, el imaginero José Miguel Tirao Carpio al contemplar la talla de la Magdalena de Juan Francisco García, la tildó de pertenecer a la escuela levantina. Quizás “El Tomatero” siguiese tan fielmente los parámetros de la destruida aunque utilizase una modelo natural que le saldría una imagen acorde a un estilo al que no pertenecía ya que seguramente para realizarla se sirviese de alguna fotografía o de la pintura del viejo estandarte que consiguió salvarse y que guarda la cofradía de la Santa Vera Cruz tal como puede observar en cierta ocasión en un cajón de la ermita del Santo Cristo.
El estandarte o “gallardete” más un juego de horquillas y un arca seria lo que quedase de aquella cofradía que pasaría a formar parte de la cofradía de la Santa Vera Cruz, la cual también se encargó de rendirle culto a la nueva imagen de Santa María Magdalena que creó el ebanista Juan Francisco García al igual que San Juan Evangelista con la idea de que su cofradía renaciese de sus cenizas, algo que no ocurrió. De hecho aquella cofradía procesionaria con una misión similar a la de San Juan Evangelista, conformar los cortejos de Jueves Santo, procesión de la mañana y tarde del Viernes Santo como aparece en la noticia publicada en la ante-penúltima Semana Santa del periodo de la II República Española, es decir 1935 en las páginas de ABC de Sevilla como ya mostré en este mi blog.
Dicen que las cofradías sin actividad no son consideradas como extinguidas hasta que pasan cien años de su disolución y que por este motivo estas corporaciones tienen “menos complicado” su reorganización que las que se intentar organizar de nueva creación. No estaría nada mal que antes de 2036 volviese a renacer de sus cenizas, recreando por qué no un misterio del calvario. Esta idea me ronda a la cabeza cada vez que contemplo el crucificado de la Expiración del imaginero malagueño Francisco Palma Burgos, tan “solo” en la parroquia de la Encarnación... soñar es gratis ¿no? pues tomen un sueño donde inspirarse...


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