Los niños hebreos traen la buena nueva, resonando en mi alma esa eterna partitura que nos habla de ese jubiloso comienzo de la que ya está aquí, nuestra gran semana, la de Dios… estos jovencísimos niños hebreros del colegio Sagrado Corazón de mi pueblo han llenado esta mañana de júbilo las calles de la ciudad con el primer pellizco de lo que está a punto de brotar de los templos para sumergirnos en aquella burbuja de la que les hablaba hace un año en la que el paso de Dios y su Madre bendita nos vuelve siempre a todos iguales. Estos niños hebreos que reciben al más bendito desde su inocencia, como un simple juego, sin saber que los mayores vamos a matarlo, en esta su inocente Semana Santa Chica, la que acertadamente el colegio de las “monjas” viene organizando desde hace unos años, para y no seré imparcial, inculcarles los valores de Cristo a estos niños, y la magia de una semana que en sus vísperas, en este día de las Dolores, donde antaño fue fiesta en mi casa, ya casi se puede decir aquello de… “hágase la Semana Santa”, y es que yo para esto no soy de esos que dicen: “cuando sean mayores que elijan ellos”.
Estos niños me han pegado el pellizco, aunque a esas horas estaba en la responsabilidad del trabajo. Un trabajo que algún año tendría que ser, me cambiaría la Semana Santa que más ansiaba. Y es que entre esos niños hebreos estaba mi sobrino participando por primera vez, o más o menos, en el éxtasis inexplicable de la Pasión de Cristo según Andalucía, que tanto le apasiona a este que les habla, que a su vez es un tito orgullo de verlo crecer cada año, que encima este año cumple sus cuatro años nada más y nada menos que el Domingo de Ramos. Y es que si en algo me alegro que su madre insistiera que fuese al colegio donde ella estudió, es por este motivo…
Ojalá en el futuro fuese otro jartible como yo de la pasión, y me pidiera que le contase mis viejas anécdotas viviendo la gracia cofradiera que Dios me ha permitido y ojala me siga permitiendo saborear y le pueda contar las de este año 2014. Este año mi gran meca, la que más deseo y la que me hace sevillano por una semana, será mucho menos, incluso he tenido que trabajarme poder estar el próximo domingo en la ciudad de los sueños. Mañana espero conocer nuevas estampas, de un Dios repartiendo Esperanza en lo alto de un puente, y no es de Triana, como contemplar una cofradía por el barrio que a muchos de mi pueblo les gustaría verse reflejados… San José Obrero. Si así lo ve conveniente el que todo lo puede comenzaré con vísperas y llegará el Domingo de Ramos, el domingo de la Effetá y la gracia bendita, y este año puede que lo viva muy diferentemente a todos los vividos, que incluso podré contemplar a la Estrella de mi amigo Miguelillo aunque ayer, en gran noche de retranqueo, le dijera que no me daría tiempo, porque cuando su hijo, el Zapatero de Triana parezca mirar a la torre Pelli en la noche desde el Baratillo habrá que volver para vivir una Semana Santa que no experimentaba desde 2008; trabajando.
Curioso, el año pasado por esta misma semana, el calor que casi roza los tiempos veraniegos inundó a Andalucía y pedíamos a Dios que este año se repitiera… pues parece que nos ha escuchado, parece que este año quiere devolvernos la normalidad y que sea histórico, por la simple razón de que la que no salga no será si el tiempo lo impide como en los toros. Semana Santa de incertidumbre, de que veré y donde estaré para dejarnos llevar hasta el interior de las cofradías y no ser sus espectadores, sino los actores que llevan a Dios al teatro de los sueños que es Andalucía bajo la luna llena del mes Nissán. Ganas de más Soberano, porque este año ha habido tanta positividad, energía e ilusión en los ensayos, que si el Prendimiento lo ve conveniente, puede que sea una tarde de Jueves Santo para la historia, como para la historia seguro que será la vuelta del Señor de la Compañía al Viernes santo de Córdoba, el refulgente y áureo catafalco manierista que volverá a asombrar y a enamorar a la ciudad califal. Será mi estreno en otro paso, en otra ciudad, en otras costumbres aunque similares, en otro canon, junto a grandes costaleros y renombrados capataces, una experiencia que pasó por delante mía, como un tren cargado de sueños, que no debía dejar pasar.
Pues nada, un año esperándola, aunque llevaba dos semanas con poca ilusión, ya ven el tiempo que he podido dedicarle a esta bitácora del capillismo, pero hoy era necesario el poder despedirme en este siempre fin de año para todo el que vive, siente y piensa en capillita… ¡a la gloria!
Foto: www.canalbailen.com
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