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domingo, 27 de diciembre de 2015

"CUANDO SAN JUAN BAJE EL DEDO..."

                                                                                                                                                                                                       
             
En plena vorágine navideña, un año más la iglesia universal y con ella las cofradías, rinde fiesta en honor de un personaje bíblico que no fue cualquiera. El último apóstol de nuestro Señor en morir y el único que no fue martirizado, tal como dije en mi pregón y no porque no quisieran… San Juan Evangelista. Como suelo decir hoy es mi segundo día porque alguien tan capillita llamado Juan debería tenerle más afecto al más predilecto amigo de Jesús, el que hundió su cabeza en su pecho en la última cena, el que también dejó solo a su maestro en Getsemaní pero que rápidamente volvió y estuvo lo más cerca de Él todo lo que pudo. Aquel que acompañó a María, la Madre de Dios en todo aquel triste momento aunque Ella desde su encuentro con Gabriel ya supusiese para que venía aquel al que debía llamar Jesús. 
San Juan es la figura secundaria de tal vez más alto rango en la iconografía pasionista, el que más suele aparecer en toda la geografía cofradiera tanto en las procesiones como en los altares o retablos de capillas, donde siempre ha de ser la tercera persona tras Jesús y María en figurar en los mismos si se cuenta con ella. San Juan que en muchas ocasiones está aunque solo sea para el culto privado. Pero en tierras del viejo Santo Reino de Jaén desde antaño fue imagen de procesión, normalmente en las cofradías o procesiones donde se representaba la subida al calvario de Jesús cargando con la cruz indicando el camino a la Virgen. Incluso alguna que otra cofradía se erigió nada más que para su culto, siendo aun así cofradía de penitencia ya que el joven de Cafarnaúm serviría para escenificar su participación en la pasión. 

En mi pueblo Bailén, qué duda cabe que ostenta aquel trozo de historia donde fue durante algunos siglos el único en los corazones de sus hermanos. Podría volver a citar su origen en aquella donación de María del Pozo, (viuda del Gabriel Alcóçer, mayordomo –administrador- del Duque de Arcos) a la cofradía de la Santa Vera Cruz en 1660, pero la investigación sigue su curso y se encuentran nuevos datos y con ellos nuevas piezas del puzle que conforma su historia, pero de eso se hablará cuando Dios lo disponga y en el medio que Él considere, si estamos aún aquí, espero poder contárselo. Es curioso que a finales del XIX y primera mitad del siglo XX, la figura de San Juan estuviese presente en otras ciudades de importancia de la provincia en muchas más cofradías que las de los Nazarenos, como Linares, Jaén, Baeza o Úbeda. 

En Bailén hasta donde sabemos, solo la cofradía de la Ermita de la Limpia y Pura aportaba la figura del amado discípulo a la pasión local, algo lógico si tenemos en cuenta que el poderío poblacional del pueblo era muy inferior a aquellas poblaciones que he citado. Aquel San Juan que no sabemos cómo era porque tristemente no aparece ninguna fotografía, solo nos queda la pintura del viejo estandarte o gallardete, como se le suele llamar más comúnmente a esta insignia, de un valor representativo de una trascendencia en la historia de las cofradías bailenenses que muchos no alcanzan a valorar… piensen que en la guerra antes se intentó salvar estas insignias que las propias imágenes.
Se perdió aquella imagen y un carpintero local, más hábil de lo normal en su trabajo lógico, pero nunca imaginero, realizó una nueva imagen, de la que no tenemos firmemente constancia del año en que se realizó porque aunque se apunta 1940 como el año del encargo, parece ser que hasta 1944 no pudo procesionar por las calles del Bailén de posguerra, aunque hoy mismo su cofradía arranque una serie de celebraciones para conmemorar ese número redondo de los setenta y cinco años entre nosotros. “El Tomatero” nos entregó una imagen que debemos suponer debería recordarnos a la que se perdió, una imagen de la que por el momento solo podemos constatar su hechura por un imaginero desconocido en el año que murió el genio Diego de Velázquez o San Vicente de Paul; 1660.
Tomó un modelo del natural para su rostro pero ¿y la iconografía? Esa imagen embutida en su iconografía hagiográfica del tetramorfos más alejada de la iconografía convencional de la pasión, donde aquí por Jaén normalmente se le representaba indicando el camino a la Virgen por donde iba su Hijo, normalmente extendiendo el brazo y sobre todo el dedo indicador y como ejemplo el famoso San Juan de la cofradía del abuelo de Jaén. ¿Pudo tener Juan Francisco alguna fotografía para ello? O ¿le bastó el estandarte que seguramente se tuvo que pintar en las décadas predecesoras siguiendo posiblemente los trazos de una fotografía? Así nos legó una imagen que portaba en sus manos un misal o evangelio y en la otra la pluma que lo identifican iconográficamente con un evangelista a lo que se le añadirá con toda probabilidad las vestiduras en tonos verdes y rojos para señalar definitivamente los signos que los identifican. Aquella pluma que se movía entre la brisa hasta que Arjona Navarro se la sustituyó por una tallada y estofada. 
Aquella pluma que sostenía con su mano donde una particularidad de la misma hizo levantar entre el populacho una de estas tantas citas que conforman la idiosincrasia del lugar. Es raro que con esta iconografía, el San Juan bailenense estuviese indicando, pero el dedo lo tenía bien “tieso”. Al ser una imagen de madera, siempre congelada en el tiempo, rápidamente el pueblo comenzó a utilizar la cita “cuando San Juan baje el dedo” ante circunstancias de desconfianza que aludiesen a la dificultad de que se realizase una acción. Una frase equivalente más extendida en la geografía podría ser “cuando las ranas críen pelos” o aquella que citó el galés John Benjamin Toshack, cuando entrenaba al Real Madrid, ante unas ordenes de silencio de la directiva a la que se negó acatar diciendo que “antes verían cerdos volar por el Bernabéu”. La frase del dedo ha sido durante décadas una cita popular del bailenensismo, hoy la verdad muy en desuso y que pudo surgir con la imagen tallada por Juan Francisco García con la ayuda de su hijo Paco García o incluso con la anterior, ya que una historia surgida del pueblo cuenta que una mujer, en la profanación de la imagen en 1936, vistió su túnica y peluca, cogió sus atributos y se mofó de la imagen caminando imitando el balanceo de las andas, mirando al cielo y con el dedo “tieso” y que pasado un tiempo comenzó a padecer una enfermedad degenerativa que la hacía caminar como en aquella mofa y con las extremidades engarrotadas donde su cabeza miraba hacia la dirección de su mofa y aquel dedo se le quedo “tieso” hasta el final de su vida.
Fue siempre una cita que consideré puramente surgida de las circunstancias que conforman la idiosincrasia de mi pueblo hasta que hace pocas fechas, el amigo linarense Andrés Padilla Cerón me regalase un ejemplar de su magnífico libro dedicado a la historia del Nazareno de Linares (Linares Nazareno) y al hablarnos de las imágenes de San Juan con las que ha contado esta cofradía, me diese cuenta que ya a la antigua imagen, de la que les dejo una escueta fotografía, los linarenses también utilizasen la curiosa cita popular de “cuando San Juan baje el dedo”. Un dato que hunde más si cabe la estrecha relación e influencia entre ambas ciudades, no pudiendo descartar que la cita viniese de allí donde sí existieron desde finales del siglo XIX varias imágenes de San Juan conformando los cortejos del cofradías hasta que solo la del Nazareno conservase este antiguo modo procesionista de la provincia de Jaén hasta que los misterios de Víctor de los Ríos incluyesen a San Juan nuevamente en más representaciones plásticas de la pasión y el Prendimiento comenzara al rendirle culto tal como los cánones hispalenses siguen exportando por toda la geografía.
Sin duda que con la nueva imagen de Víctor de los Ríos, San Juan en Linares por fin bajó el dedo y hace justamente veinte años, la imagen que tal vez cumpla este próximo año que está a la vuelta del esquina, 75 años, tras la profunda intervención a la que fue sometido por el cordobés Miguel Arjona Navarro, también bajó el dedo tras la realización de una nuevas manos donde el naturalismo de sus dedos inspiran más un apose de coger la pluma con la punta de los dedos, aunque eso sí, el populacho local más viejo sigue apostando a su verdad manteniendo que San Juan no baraja el dedo…

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