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lunes, 6 de abril de 2020

AQUELLOS LUNES DE ORACIÓN Y LA SAETA DEL CAUTIVO...


Esto del internet ya le ha quitado el encanto a muchas cosas. Se pensaba mi padre que iba yo a estar en la semana santa del confinamiento viendo las retransmisiones repetidas de años atrás del Canal Sur cuando por esto de la red ya está uno borracho todo el año de ver videos. No sabe que a estas alturas ya llegamos hartos. Pero hace un rato he escuchado el sonido de la campana, y parece que el de la túnica blanca me ha llamado. Estaba el Canal Sur echando una retransmisión del Cautivo de Málaga de hace unos años, y sentados en el sofá hemos rememorado los Lunes Santo de nuestra infancia.
Corría los primeros años de los 90. Entonces todo era muy distinto. El lunes era día grande. Nos estrenábamos en la semana santa enarbolando al aire la blanca capa de la túnica de “penitente” de nuestra amada cofradía. Qué nacionalistas somos los cofrades. La cofradía es como la misma patria de nuestra vida. Aquellos años que vivía tan intensamente cuando aquel Cristo dibujaba la curiosa estampa orante ante el pequeño ángel que bajaba del cielo a reconfortalo junto a una rama de olivo, que dice mi padre traía siempre el hermano de “Nofre”. Siempre me llamaba la atención aquel sistema de sujeción a un pequeño tronco de oliva. Recursos genuinos de la gente del campo que aún entendían poco de troncos realizados por tallistas. Fue el día de mi estreno siendo muy pequeño, el de mis hermanos, el de tantos niños que soñaban ser penitentes “de la que más salía”, populismo puro que va desapareciendo…. Era una fiesta. Estrenábamos el “blandón” que había comprando en “Mari Pepa” (nos traía la ilusión de los regalos de navidad y el cirio de semana santa) o en la casa del “Cojo”, auténtica “sacristía” de la ermita en aquellos años. Yo prácticamente ya recuerdo la época de los floristas, con esos centros de claveles más perfectos que sustituía a las pellas de barro liadas en papel Albal que les llevaba mi padre. Que olor a flores más inolvidable… aún cuando voy por el campo y veo ese “monte” silvestre, lo corto y lo huelo para viajar a esos momentos.
Lunes del viejo barrio del Santo Cristo, por los confines de Vista Alegre y las viejas hazas de Costilla donde se levantaron en la segunda mitad del siglo XIX las calles de los Campos (Casas del Campo), Jardines, Cervantes, Costilla y esa calle que la memoria histórica de unos universitarios situaba en 1936… la calle Ancha, 19 de julio (pero de 1808) en los papeles. Por ahí subía y bajaba el Cristo a ruedas en su pequeño trono y la antigua Virgen bajo esa inolvidable estampa del palio negro de algo así como de cajón. Olores de la cera de aquellos días inundan mis sentires cada vez que paso por esas calles y el estruendo de los tambores que llenaban de “ruido” los días de la pasión. La procesión del Lunes Santo ha sido siempre, como en una norma no escrita, la procesión algo menor que antecedía al gran Martes Santo cuando repetíamos (como se sigue repitiendo) con el Señor de Medinaceli. Por eso era más corta, más rápida y se recogía antes, sobre las once de la noche.
La vuelta a casa, aquella primera, rememoraba el rito esperado cada año, de la vuelta cansada de cada jornada juntos a otros penitentes que vivían por nuestro barrio. Y en la televisión nos esperaba el Señor de la túnica blanca “que parecía que andaba” …
Todo eso ha venido a mi mente sentando en el sofá viendo al Cautivo de Málaga por la calle Larios. Me ha hecho ver a mis hermanos pequeños, despeinados por el capirote viendo como la túnica del Cautivo se balanceaba al viento (ahora me he enterado que hay una leyenda malagueña que afirma que lleva un ventilador debajo…) y nos dejaba boquiabiertos. Mi padre ha vuelto a repetir por enésima vez que el trono era como el nuestro (el que tuvimos hasta hace pocos años) y yo por enésima vez le he dicho que no tienen nada que ver. La mirada dulce y resignada del Cautivo me ha llevado al día que me encontré frente a Él en San Pablo hace pocos años y me he preguntado ¿algún año seré capaz de bajar a verlo? Que cosas del confinamiento, que nos haga volar a aquellas anécdotas en las que nos embobamos de la grandiosidad de esas semanas santas que nos mostraba el naciente Canal Sur, pero que aún así, no podíamos dejar nunca de salir con la nuestra. Teníamos menos recursos, y todo cambió, hasta las promesas de fidelidad…
Gracias al internet eso sí, hace unos meses pude por fin encontrar algo que se nos clavaba en el alma aquellos Lunes Santo terminando con el Cautivo malagueño. Esa saeta que el cantaor y saetero malagueño Pepe Campillo le lanzaba al Dios del barrio de la “Triniá”. Esa saeta que nos tirábamos canturreando varios días después… rememorando aquellos días (la saeta suena en el min. 1:01:10) le pido al Cautivo malagueño, del barrio de la Triniá, que nos libre de este cautiverio… y nos de la libertad.
Foto: https://andaluciainformacion.es/andalucia/820808/una-semana-santa-en-la-que-las-criticas-siguen-tras-su-fin/
Video: Nostalgia Cofrade

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