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lunes, 28 de junio de 2010

NICODEMO EN EL RENACER DEL HOMBRE...Y LA MADERA.

Ayer y tal como diría mi madre que se suele decir mi sobrino dejó de ser “moro” para ser cristiano, es decir ayer y en la iglesia donde hemos sido bautizados tantas generaciones recibió el agua bendita sobre su cabecita.
Pero el motivo de esta entrada fueron las palabras del sacerdote -entre el poco respeto y saber estar del casi analfabetismo religioso que padece nuestra sociedad- en referencia a un versículo del evangelio en la que se relata una conversación entre Jesús y Nicodemo.
Nicodemo era un rico fariseo perteneciente al Sanedrín que se sentía atraído por las palabras del Nazareno y una noche fue al encuentro del Hijo de Dios para hablar con Él.
Jesús le habló sobre la conversión, sobre el nuevo renacer de los hombres y se sorprendió al ver como un maestro de Israel no comprendía sus palabras.
La figura de Nicodemo es conocida en el mundo cofrade por su participación en el descendimiento y entierro del Señor ya que según los evangelios Nicodemo se hace presente para colaborar generosamente con cien libras de mirra y áloe para el embalsamamiento del cuerpo de Jesús según la costumbre Judía.





Por este motivo querría dedicarle esta entrada a un misterio admirado, sorprendente que no deja a nadie indiferente como es el Descendimiento de Jerez de la Frontera, un misterio que se centra sobre todo en el conjunto que forman los Santos Varones y Jesús. Un espectacular y pesado conjunto de talla completa que según me contó un amigo jerezano, la junta de gobierno al recibir el conjunto de manos de su autor Luis Ortega Bru, le dijeron al de San Roque: “Maestro le pedimos un paso, no un retablo”.
Corría el año 1950 cuando el genio del dramatismo gubiado trabajaba en los talleres de arte Granda de Madrid cuando realizo este “rompedor” conjunto que mezclaba el arte antiguo con el moderno, realizando las dos espectaculares imágenes de José de Arimatea y Nicodemo descendiendo al Señor que recuerda mucho más el que muchos llaman su “estilo andaluz”.
Este conjunto hace que su paso sea famoso por su peso siendo temido en épocas pasadas en el mundo de la carga -en este caso con molía jerezana- cuando sale a la calle en la tarde del Viernes Santo sobre una de las andas procesionales más conseguidas del Manuel Guzmán Bejarano y rompiendo esa idea de muchos de que los “descendimientos” tienen que andar en silencio.

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