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lunes, 17 de septiembre de 2012

LOS NAZARENOS DE SOROLLA CAMINAN POR BAILÉN...

El pasado sábado tras la ceremonia religiosa donde contrajo matrimonio mi buen amigo Sergio con Nieves, tras las pertinentes fotografías con los recién casados en lo alto del presbiterio de la Encarnación, a los pies del modernista retablo que realizase Francisco de Paula Carulla i Serra en 1962 y que aun sigue sin gustar a nadie… bueno algún entendido en ese arte lo habrá y le gustará, mi mirada se dirigió hasta la puerta de acceso a la sacristía del templo, junto a la antigua capilla de la extinta Esclavitud o Cofradía del Rosario, donde hoy recibe culto nuestra genial y a la vez enigmática imagen de San Dimas, “el buen ladrón”, el cual, bueno lo comentaré pero aun tengo que atar cabos, según me han contado, el profesor de la Universidad de Granada Domingo Sánchez Mesa Martín adjudica al inmortal gubia del vallisoletano, Luis Salvador Carmona.
Al estar abierta de par en par –la puerta de la sacristía-, por haber estado los recién casados en su interior en el protocolo de firmas y demás observé al fondo, sobre una de sus paredes un lienzo que rapidísimamente llamó mi atención. En el mismo se visualizaba una procesión de Semana Santa que me sonaba muchísimo…


Así que aprovechando que conozco al sacristán, amigo de la familia, accedí a la misma para contemplar la que para mi fue una sorpresa… tenían ante mi el cuadro de los “Nazarenos” de Sorolla… claro está, que no es el original, si no una copia muy llamémosla diferente, porque si hubiese sido una copia más quizás no hubiese despertado mi interés como para mostrarlo en esta mi casa. El motivo es que el autor del lienzo bailenense, Bartolomé Recena, un pintor local aficionado –o eso creo, lo digo porque creo que no se dedica profesionalmente a este arte- ha utilizado como base el famoso cuadro de Joaquín Sorolla y Bastida (Valencia, 27 de febrero de 1863 - Cercedilla (Madrid), 10 de agosto de 1923), realizado en 1914 dentro de la colección “Visión de España” (1913-1919) que le encargó el estadounidense enamorado de España y muy especialmente de Sevilla; Archer Milton Huntington para la Hispanic Society of America de Nueva York, de la cual fue su fundador, para decorar la sala "Sorolla" de esta sociedad.
En el lienzo original, de gran tamaño –tres metros por tres, el bailenense es bastante más pequeño- se visualiza una estampa muy identificadora de la idiosincrasia de España, y más de la ciudad a la que pertenece: Sevilla. Sobre esto trataba el encargo, de que el gran Sorolla representase en catorce lienzos las estampas más costumbristas de la España de principios de la centuria pasada. En la obra podemos contemplar en primer plano a los protagonistas que le da nombre a la obra, los nazarenos, uno más bien penitente porque va portado una cruz entre las dos filas que custodian al fondo a un paso de palio, por las calles de Sevilla, rodeado del populacho –Sorolla incluyó a su cliente entre los espectadores- y como telón final, la Giralda para evidenciar de que ciudad se trataba. Muchos podrían pensar que seria el paso de una hermandad en su discurrir por la calle Placentines –calle cofradiera por la cual se vislumbra una irrepetible “toma” de la Giralda-, pero lo cierto es que Sorolla recreó su particular cofradía y entorno tomando inspiraciones de lo más variopintas o diferentes. Seguramente no se trate de la calle Placentines, sino otra calle popular de la ciudad, algunos apuntan al barrio de Santa Cruz o la calle Feria desde donde indudablemente no se ve la Giralda. El público fue elegido entre modelos elegidos por el pintor en la ciudad. Curiosamente se “machacó” la cabeza buscando un modelo perfecto para su nazareno, es decir que tuviese un rostro más que “apañao” para presidir su obra, dándose cuenta tras tanto quebradero de cabeza que el personaje debería ir con el rostro cubierto por el antifaz… es lo que tiene no ser capillita…


Archer Milton Huntington
Por la apariencia de los nazarenos, se puede entender que estamos ante una cofradía de negro, de cola, de las mustias aunque en esa época era lo que aun más abundaba, poco a poco estaban llegando las hermandades de capa o de barrio, las cuales al parecer a Sorolla no agradaban. La Cruz de Santiago en rojo en el antifaz nos delata a la hermandad de la Carretería, aunque hay quien apunta que por el tono del color y los matices pictóricos no es la túnica de la hermandad de los toneleros, quizás quiso plasmar la túnica de ruan, y la contemplación de la Cruz de Santiago en los “carreteros” –con túnicas de terciopelo- le inspirase para hacerle un guiño a uno de los pintores más grandes de todos los tiempos, nacido en Sevilla y curiosamente con titulo de “policromador de imágenes"… Diego de Velázquez, el cual el mismo se la pintó en el cuadro de la Meninas.
El paso palio podría tratarse de una sucesión de pinceladas que recrease el estereotipo de paso, con las formas de una dolorosa con manto negro, la candelería o el palio, pero este mismo en su bambalina frontal nos retrotrae al conjunto que entonces tenia la Virgen del Rosario de la hermandad de Montesión, unas bambalinas que recuerdan sobre manera a las realizadas por Eloísa Rivera para la corporación de la plaza de los Carros; el dibujo del bardado, la figura del corte de bambalina y sobre todo el escudo identifican por lo menos que Sorolla utilizó aquel palio, no completo –se deja la crestería- para su obra, que al parecer la hermandad dejó montado bastante tiempo en la capilla a donde el pintor valenciano iba cada día a tomar notas –por ello no es de extrañar que lo pintase posteriormente en más ocasiones desde diversos ángulos-, que sea la Virgen… dicen que las facciones de la misma se identifican claramente…




En si estamos ante una obra inspirada del natural pero idealizada en el genio de Sorolla, donde nos muestra a la que ya entonces, pero sobre todo desde entonces era la Semana Santa más mediática del mundo, y que ya encandilaban a los primeros extranjeros que no se sentían indiferentes ante el fenómeno de ver una cofradía en la calle, más en aquel periodo heredado del romanticismo, como nos muestra la esencia del paso de palio, en colores y diseños coetáneos a los palios de la Estrella, Carretería, Subterráneo, etc…
Así que en la para mí humilde obra bailenense –obviamente está lejos del nivel del lienzo de Sorolla dicho desde todos los respetos- podemos contemplar como su autor se ha servido de base con esta reconocida obra para recrear una procesión por Bailén. Podríamos tomar similares ideas a las de Sorolla, de realizar una especie de “collage” que rápidamente nos situara en una procesión en un determinado lugar. En este curioso lienzo, tenemos al fondo a la iglesia de la Encarnación y su inconfundible torre campanario, vista desde una posición en concreto, desde la perspectiva que se recrea si subimos la calle de la Iglesia, en el ángulo que se crea en la confluencia de la vía mencionada con la calle Nueva, donde prácticamente se contempla toda la iglesia desde ese ángulo, mientras en el lienzo de Sorolla apenas se vislumbra el campanario de la Giralda. La idea de perspectiva del lienzo bailenense esta lejos de la recreada por Sorolla y apenas se vislumbra el detallismo en los edificios de la calle, los cuales poseen balcones con colgaduras muy similares a las que en los últimos años se han puesto de moda en los días santos bailenenses – en muchos casos otra moda sevillana para la “tradición” de Bailén-. Obviamente el paso y los nazarenos son evidentemente influidos por los de Sorolla. Nazarenos como esos no hay en Bailén, es decir de cola con las características de este tipo de túnica, mucho menos con la cruz roja de Santiago aunque en el nazareno que encontramos en nuestra derecha según visualizamos el cuadro, con tonos más claros y provisto de mayor cantidad de luz vemos que ha recreado el tipo de antifaz bailenense, con la “baberola” muchísimo más corta que apenas tapa hasta el cuello mientras la sevillana llega a tapar toda la frontalidad del cuerpo como si ha representado en el nazareno que le hace pareja. En el palio recrea la bambalina de Montesión aunque mucho más escueto en detalles como la candelería y la distribución de la cera, carente de jarras con ramos cónicos de flor blanca y  donde si se hace más densa la visualización de lo que serian los respiraderos y unos faldones burdeos que no aparecen en el lienzo de Sorolla. Sigue prácticamente los mismos dictámenes con el populacho que contempla la procesión, con las mujeres de mantilla, el guardia civil o el sacerdote delante del paso de palio, incluso creo que se vislumbra el caballero que en un extremo de la obra se hace sombra con su sombrero, más pendiente del hipotético “fotógrafo”, que en realidad seria el pintor, en este caso Sorolla, que del paso de la procesión. Ese caballero seria el estadounidense Archer Milton Huntington, el que como constaté, le encargó la colección a Sorolla.
Archer Milton Huntington en el lienzo.
Al igual que ocurre con el lienzo de los “Nazarenos” de Sorolla, no podríamos encontrar un lugar determinado en el discurrir de las cofradías de Bailén en el lienzo bailenense, aunque pareciese que nuestro pintor local hubiese querido recrear la bajada de la calle Iglesia tras la salida de la misma, en busca de la famosa calle Amargura, de la cofradía del Cristo del Buen Morir y Ntra. Sra. de los Dolores –la cual ha celebrado el mismo sábado pasado su festividad y velada corporativa- en la mañana del Viernes Santo, obviamente de su paso de palio, a veces con los claros del día como queda representado en el cuadro. Los nazarenos pues no se corresponden con los de la hermandad, que aunque de negro, ese día salen con capa aunque en tiempos lejanos, sus túnicas puede que se pareciesen más a estas, aunque tristemente aun no se conozca un ejemplo de esto que nos ha transmitido el “boca a boca” o una más que lógica línea investigadora de la historia. El palio por su forma puede asemejarse al de la Virgen bailenense, no así el dibujo de los bordados y mucho menos, la hermandad bailenense no lleva lógicamente el escudo de Montesión, además de que el paso del lienzo, deja más patente que incluso en la obra de Sorolla, que el paso es portado desde el interior mientras el bailenense lo hace con varales exteriores, al modo malagueño. Como ultimo detalle, me ha llamado la atención la inclusión del artista bailenense de las típicas cadenas que se atan a los tobillos los penitentes en Bailén, algo que no figura en el lienzo que disfrutan los americanos y que en 2008 estuvo expuesto en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

1 comentario:

  1. impresionante labor de investigacion en esta entrada Juan Pedro. has conseguido describir cada detalle de las dos obras para que entendamos cada sentimiento que cada autor ha querido imprimir en cada una de ellas. muchas gracias por ejemplarizarnos de esta manera. mi mas sincera enhorabuena

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