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martes, 18 de septiembre de 2012

QUE DÍA EL DE HACE DIEZ AÑOS....

Una de mis primeras entradas en este blog, cuando aun no tenia claro cual debería ser el estilo del mismo y como podría insuflar una personalidad propia, que la verdad esa búsqueda sigue patente, aunque ya vaya tomando una forma y unas características bastantes reconocibles que han hecho que muchos de ustedes me marquen como un blog “diferente” y que aporta. Bueno todos esos calificativos les corresponden a ustedes. Cuando comencé a escribir pues, buscaba con pocas palabras intentar transmitir lo que mis ojos ven y mis sentidos perciben de la Semana Grande y en si de la religiosidad popular. Poco a poco fui comprobando que aquello eran tan complicado que decidí llevarme por la corriente y decidir que mientras siguiese escribiendo en Simplemente Capillita, lo haría dejándome muchas cosas, tiempo y ganas sobre todo para que simplemente la esencia que quería aportar con el blog por lo menos sirviese de algo… algunas cositas me han dado un continuo espaldarazo para seguir empujando fuerte en esta galera virtual y continuar la chicotá hasta que Él decida poner fin con la arriá que finalice esta estación de gloria que es hablar de cofradías. Una de ellas es ver como un amigo, cuando tendría que estar nada más que pensando en su inminente boda, se acostó y tuvo que volver a levantarse a emocionarse con unas simples y humildes palabras que le quise dedicar, porque para él tenia mucho más valor que el que yo le doy a todo esto.
A lo que iba, en el génesis de esta casa, volviendo a recordarlo hoy siento que no llegué a transmitir lo que hace 10 años me supuso vivir mi primera vez ante una cofradía de un lugar, que es como estar en el paraíso donde porque Dios lo quiso siempre he crecido, lo sé, en mi pueblo me llaman “flipao” de la Semana Santa, pero es que como decía mi recordado Capitán, me siento como se siente un torero, que es torero dentro y fuera de la plaza… así siento este mundo y no hay día en que no me acuerde del aroma que desprende la Semana Santa… en aquella ciudad donde soñé como un niño chico, la que sigo pisando y me es imposible observarla y no pensar que es la ciudad de la Semana Santa… Sevilla.
El sábado día 15 hizo diez años que se cumplió para mí y seguramente para mis amigos Vicente y Óscar un sueño, tal como titulé en aquella entrada, por el Cerro del Águila. Aun recuerdo recorrer Afán de Rivera, a las puertas del culmen en la jornada mientras un tipo vestido con camiseta sevillista, con gracia me decía que me quitase el pantalón por ser un chándal del Madrid. Era el día grande del barrio, bueno ese día es el Martes Santo, pero aquel 15 de septiembre de 2002, los vecinos se frotaban los ojos, como lo hicieron el año que sacaron a su dolorosa bajo palio en el mes de los siete dolores por primera vez, pensando que eso tan lejos del centro nunca se daría, con vecinos que quizás no se acercaban al sentir cofradiero, y que sin serlo comenzaron a respetar a su hermandad, porque poco a poco se convirtió en su mejor embajadora… luego llegaron a la catedral convirtiéndose en la hermandad que quizás más largo recorrido tiene en España, buscado una lógica, porque hermandades con un porrón de horas en la calle, pero con cuatro calles por recorrido también las hay. Luego romperían las normas establecidas, normas por las que sería criticado el cardenal Amigo, por coronar a una imagen de la Virgen con apenas cincuenta años a sus espaldas, quitándole pomposidad según los más reacios al “despiporre cofradiero”.
Así, aquel día viví un día de coronación, lejos del centro y contemplé un paso palio sevillano por primera vez que me dejó impactado para siempre… aun recuerdo “al facha” comentarme que pasaría si hubiésemos visto a la Macarena – aquel día, “Plata” me dijo: “déjala para lo último, por que si no todo te sobrará…”- , que por lógica su puesta en escena es más “poderosa” por decirlo de alguna manera. Aquella entrada que escribí surgió de la inspiración al encontrar un video de la salida de Ntra. Sra. de los Dolores en el Martes Santo de 2008 en la cual se repitió muchas de la sensaciones que vivimos aquel día de septiembre, pero hoy, tras un trabajo realizado por un buen amigo puedo mostrarles la salida aquella , imborrable en mi memoria de la procesión extraordinaria con motivo de la Coronación Canónica, unas imágenes que poseo en video, que he conseguido pasar al pc y colgar en YouTube para el disfrute de quien quiera, sin permiso de su autor aunque creo que no le importará, porque a él también le traerá gratos recuerdos, Manuel Ripoll Oliver.
Fue un día intenso, de confraternización, de hacerme más amigo de mis hermanos y compañeros en la banda del Rosario. Aquella primera Cartuja que tantas veces después he pisado, aquel día en autobús, después con mi propio coche… y que a la Virgen de los Dolores le sigo pidiendo para que me proteja cada vez que decido viajar para visitar su ciudad como a cualquier otro lugar claro. Ese repelús de visualizar en el horizonte una cúpula, pequeña, un cartel de tráfico indicaba “el Patrocinio” y un azulejo trianero nos señalaba que cerca estaba el mejor gitano que entrega su vida al Padre en Triana, al que apodaron el Cachorro. Aquella larga avenida que no me sonaba a la Triana de siempre donde desembocaba en una plaza de abastos donde se organiza una larga cofradía y que tan solo ver el nombre de la misma volvió a erizar el pelo capilar… San Gonzalo, detrás vivía el Soberano, aun le doy gracias a mis hermanos por llevarme en esa primera vez hasta el barrio León y contemplar a ese otro Soberano que muchos adoran. Como olvidarme de la vergüenza que pasé cuando la capilla de la Estrella se encontraba a rebosar en plena misa –algo que tampoco es complicado conseguir por su capacidad- y que la visita no podía quedarse en ver de lejos a la simpar dolorosa del Domingo de Ramos. Si aquel sacerdote me lee, le pido disculpas cuando nos pusimos junto al él, como aguantó no echarnos a Óscar y a mí, pero entienda que esa “L” que hace la planta de la capilla es un problema y era mi primera vez con el Zapatero…
O cada vez que abro la puerta de mi casa, cada vez que he tenido que arreglar aquel llavero con ancla que voy a tener que buscar un orfebre para que le quite la pátina de una década. Tocarlo, mirarlo me hace volar al día que les cuento, por eso sigue siendo mi llavero, por mejores o más bonitos que sean los que me encuentre, pero aquel llavero fue el primer recuerdo que me llevé de una casita llena de pureza, de una Reina morena que llena de Esperanza a todo aquel que se planta ante Ella. Estábamos en la casa de la Señora de Triana y muchos fueron los que se extasiaron contemplado al “Moreno del compás”, Él ya arrasaba en los hogares andaluces cada Madrugá, donde un VHS siempre estaba grabando su entrada en Campana… y cruzar el puente, mirar hacia la Giralda atravesando el Arenal… si me tocara la lotería me compraría una casa en la calle Betis, tan solo por asomarme y perderme la horas contemplando esa estampa. Y Ripoll nos guiaba por Sevilla, que impresión la Magdalena, que “chico” me pareció el Calvario, que portento de Descendimiento… “igual que… he Vicente”. El Cristo de Burgos y sobre todo aquella pobre Santa Catalina, que a veces pienso que dejarán morir… diez años sin ver al Cristo de la Exaltación. Después fuimos en busca de la morada del Gitano de Sevilla y su Madre Angustias pero ya era tarde y Sevilla cerró sus iglesias, como cada pueblo de la España profunda, Sevilla creo que sigue sin entender que es tan sublime que tiene que estar abierta para ser conocida.
Y esa primera vez en la Campana, es como cuando un padre lleva a su hijo al estadio de su equipo, similar fue como cuando conocí el Bernabéu, que al igual que el estadio, vacío me parecía más pequeño que en la tele. Allí nos encontramos con Encarni, que no se bien que le pasó, pero creo que se había extraviado con los que iba que se quedó con nosotros para comer en el “Pans and Company” de la Campana, comida de marketing mientras mirábamos la añeja plaza sevillana. Aun me rio al recordar como pensamos aquella tarde que nos habíamos colado en la catedral, cuando al parecer entonces era de entrada libre los domingos y aquella subida a la Giralda, donde nos inmortalizamos para la posteridad, más jóvenes, quizás con menos kilos todos y este aun con algo de flequillo que atusaba cada mañana.
Poco después buscamos el rio, Encarni supo guiarnos –Óscar como ves yo también aprendí un día, de los que antes aprendieron y lo que me quede- porque a las plantas de la Torre del Oro el autobús nos esperaba para llevarnos, comiendo calle, como los pasos del barrio al que íbamos, al Cerro del Águila…
Cuanto ambiente tres horas antes de la salida, quizás mientras nos perdíamos en la inmensidad del horizonte sevillano apoyados en las vallas protectoras del campanario de la Giralda, la cuadrilla de la Virgen estaba llevando el paso montado hasta la reluciente nueva parroquia, porque por motivos de espacio, tuvieron que subir a la Virgen tras la ceremonia de coronación. Eran tiempos en los que mi información sobre Sevilla no iba tan al día como hoy día con esto del internet y hubo tantas cosas nuevas que la estampa que me esperaba no conseguía casi reconocerla. Por ejemplo, el estreno de la bambalina frontal del palio, el cual seguía la línea del mismo pero enriqueciéndola con el escudo, casi haciéndole un guiño histórico al estilo en que esta basado, el romántico, donde se crearon mustios palios negros de figura a los que cuales les siguió los escudos y coronas reales o el sin duda único manto, que ni me convenció ni me convence. Hoy observándolo, creo que su autor, “Paquili” se basó en unas formas geométricas del techo palio de la hermandad de Jesús Despojado, antaño de la Carretería, buscando innovar en el estilo también llamado “decimonónico”, las cuales en este mes, el Boletín de las Cofradías de Sevilla nos indica y nos enseña que están basadas en un estilo artístico llamado “Arts and Crafts”, “Artes y Oficios” en castellano, surgido a mediados del siglo XIX en Inglaterra.

Llegó la hoy extinta banda de Corona de Espinas de Pino Montano –en realidad hoy es una nueva versión de la banda de Jesús Cautivo de Santa Genoveva- que levantaba la expectación de mis compañeros más enamorados de la parte musical que componen el mundo cofradiero. Y la magia comenzó a surgir, en septiembre se hizo la Semana Santa parafraseando a Barbeito. Los silencios luchaban contra los aplausos y el eco del llamador enmudecía a la muchedumbre. La primera sorpresa grata es comprobar que hoy perfectamente vuelvo a sentir el tintineo del palio en mis oídos, eso quiere decir que muchísimas personas me enseñaban a ver Semana Santa en silencio, sea el tipo de cofradía que sea. Apareció el palio y poco a poco el paso…
Quien le iba a contar a Vicente aquella tarde apoyado en la valla que años después tocaría en la Nieves de Olivares que lo cautivaron, hoy Antoñin puedes ver el video de lo que escuchaste por el móvil. Sonó su acostumbrado himno de Andalucía, el pueblo andaluz fue uno de los padrinos de la coronación pero sigo diciendo que el himno de España o Marcha Real no es comparable con ningún otro himno, que la esencia no es la misma. Fue el himno al que pitan los catalanes y vascos el que levantó la algarabía, que placer ver unas bambalinas moverse a su compás, seria por entonces el palio más completo que habría visto en directo. Diez años viendo perfectamente como la boca de Vicente se habría hasta cada oreja con tan solo escuchar la percusión de Olivares y sonar una marcha que no conocíamos pero que nos encandiló, no se si por buena o por esa primera vez… Juan José Puntas y Marvizón se salieron del parche. Siempre digo que las marchas “macarenas” solo le sientan bien a la Macarena, algo similar me pasa con aquella marcha, “Coronación” que parece que solo le siente magníficamente a la Reina del Cerro.


La esencia de Sevilla nos envolvía, era un sueño, así lo siento diez años después, nada se asemejaba de lo vivido en mi vida atrás. Recuerdo que en mi pueblo me repateaba escuchar “Campanilleros” y al sonar en la siguiente chicotá casi me arranco a llorar de alegría, porque ese día hasta la Señora lloraba de alegría con su barrio, este es el poder de las cofradías que embriagó a ese cura del que muchas veces les he hablado, un poder que aria que un sevillano fundase una cofradía en el Moscú comunista si se lo hubiese planteado y hubiese surgido.
La noche de septiembre nos envolvía y el barrio estaba hasta la bandera, de vecinos, sevillanos y de muchos visitantes como nosotros. Hubo un tiempo que seguimos bastante a la banda que abría el cortejo, los corneteros buscaban más la música –que cabreo se pilló German cuando un mes después no pudimos organizar el viaje a la salida, en este caso de la coronación de la Virgen del Valle, porque la misma no llevaría banda abriendo-, la que esta más de moda, negativamente obviando al verdadero protagonista, aunque seguimos contemplando más chicotás como esa impresionante revirá al compás de “Reina de San Román”, una marcha muy de moda por entonces. Que añoranza de aquellos días, contando con 20 años con la ingenuidad de casi un niño que comienza a conocer el mundo. Y forjé mi gran amistad con dos grandes capillitas como es Rubén Gómez y mi compadre Cristóbal con los que seguí siendo jartible hasta en el viaje de vuelta, en el cual al salir a la SE 30 en busca de la nacional IV pudimos despedirnos de la Virgen de los Dolores Coronada que iba sumergida en un ascua de luz que era su palio decimonónico del siglo XXI por una de esas calles en la que quizás, aquellos cofrades que levantaron la Semana Santa de las Semanas Santas en las profundidades del tiempo, nunca llegaron a pensar hasta donde se extendería la palabra de Dios y el amor a su Madre bendita a través de las cofradías.

















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