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jueves, 19 de marzo de 2015

¿A QUIEN BUSCAS EN EL CIELO?

Es inevitable que estés en mi mente en estos días que quedan. Ya fui a tu encuentro, sé que voy poco pero sabes que no tengo que explicártelo. Pero Tú y yo sabemos que no te he borrado de mi corazón, ¿esas cosas se pueden borrar? Yo por lo menos no lo quiero, ni me hace falta. Gracias a tu Padre sigues ahí, sigues recibiendo y sigues saliendo al encuentro de los que no saben visitarte, gracias a Dios noto que no me necesitas para ello, pero sé que me entiendes, que no me reprochas nada, siempre te alegras cuando nos vemos, aunque sea en la vacía habitación donde ya solo reinas Tú en un plano retrato de quien te enmarcó como su mayor símbolo en la tierra de lo que es del cielo. Quizás él era el que más te quiso y por eso lo igualaste en tu cuadrilla de ángeles costaleros. Yo sé porque miras tanto al cielo, sé que te hubiese gustado bajar la mirada y guiñarme el ojo, darme tranquilidad, darme sosiego y decirme que si algo falla Tú tomarás el mando. Sé que lo dejarás bajar para que me acompañe, que por un momento dejaras de buscarlo allí en tu reino, que aguantarás y lo dejarás que se aposte a mi lado, a él no le hará falta asiento, nadie podrá verlo, aunque seguro que habrá momentos en que las lágrimas nos dirán que está allí…


Cuanto tiempo ha pasado ya Mostrenco… Tú que eres el Dios de mi cuna, Tú que eras como ese familiar que estaba siempre ahí, el que nos emocionabas cuando te alzabas sobre tu joyero del maestro Roncero. ¿Recuerdas aquella noche que me subí con el Calvario a tu morada mientras Tú esperabas a Juan y a Maria Dolores? Recuerdas mi mirada entusiasmada cuando te abrías entre las tinieblas, con paso ligero de quien fueron tus mejores costaleros subiendo la calle que llaman como nuestro escudo, el que fue tu trono del martirio. Cuanta alegría y emoción despertaste en mi alma. Sabes que después no te reprochamos nada, algún enfadillo, pero poca cosa, sabes que cuando escuché aquella letra que decía… “al encuentro voy con el Dios de la vida” rompí a llorar, porque siendo un niño, sin saberlo ya entendía que quien cree en Ti, aunque muera, vivirá para siempre. Fuiste la esperanza de nuestras almas, sigues siéndola aunque ya te haya puesto un montón de caras, pero yo sé que es la tuya la que contempla tu costalero más bailenero, allá en cada eterno amanecer de tu reino. Llegará y pasará, y tu seguirás quedando… te hubiese escrito un pregón entero para ti solo, pero hay que repartir, ya sabes cómo funciona esto… hay que ver como lo dispones todo, quien me lo diría hace tantos años cuando… ¿con cuál de los cientos fogonazos de nuestra historia me quedaría? Con cuál de ellos para pensar como me tocaría hablarle a los demás de ti y de tu santa semana… lo demás seguirá quedando como desde hace tantos años, entre Tú y yo… porque yo sé a quién buscas en el cielo.

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