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martes, 17 de marzo de 2015

EL GRAN PODER EN LA VIDA DE ILLANES.


Tiene la inmensa fortuna la provincia de Jaén por contar en su catálogo artístico-religioso con una de las más portentosas obras que el siglo XX legó a las tierras del Santo Reino y más en concreto en la ciudad de Andújar. Siglo marcado por la destrucción iconoclasta del mucho material artístico creado durante siglos al servicio de la fe, no sería en esta ocasión el motivo para que uno de aquellos imagineros activos de posguerra, el umbreteño Antonio Illanes Rodríguez, gubiase la imagen que rinde culto en la iglesia de San Miguel, la cofradía de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder. Extraña circunstancia en el campo artístico que ocupó el artista sevillano, ya que la escuela sevillana no asomó hasta entonces en demasía por el oriente andaluz, siendo de las primeras incursiones de los artistas hispalenses por Jaén. Un artista como tantos otros que reconvirtió su ideario artístico, más afín al movimiento contemporáneo al que vivió en su época –incentivado a la creación imaginera por su amigo Antonio Castillo Lastrucci-, llevado por la necesidad de reconstruir lo que la Guerra Civil se había llevado, aunque anteriormente a la contienda bélica ya había realizado el crucificado de la Lanzada (1929) de Sevilla, dejando en nuestra tierra otra muestra de su arte con la reconstrucción de la Virgen del Castillo (1939), patrona de la localidad de Vilches.

Una de las facetas personales del artista fue la profunda veneración que sintió por la imagen hispalense de Ntro. Padre Jesús del Gran Poder, la cual conoció hasta el último rincón de sus detalles, ya que tuvo el privilegio de poder estudiar la talla, algo inusual que nadie, dicen, no ha vuelto a repetir. El año 1950 iba a ser un año crucial en la vida de Illanes junto a la advocación que surge de la Epifanía donde el Hijo de Dios manifestó por vez primera su Gran Poder. En aquel año realizaría dos nazarenos que siguen la advocación del Nazareno Mesino de la plaza de San Lorenzo, uno para Andújar y otro para Tacna (Perú). La imagen sudamericana, pedazo de continente donde por cierto desde el siglo XVII se le viene rindiendo culto a esta devoción surgida en Sevilla se trata de una de las más conseguidas copias de la imagen sevillana y a su vez de las más desconocidas obras de Antonio Illanes. El motivo para tan genial obra se debe a dos versiones. Una cuenta que Illanes compartían una gran amistad con el hijo del hermano mayor de entonces y este le permitía entrar de noche, cuando todos dormían en San Lorenzo, extasiado por la genialidad de sus grafismos artísticos y examinaba la imagen palmo a palmo, incluso se apunta que esto fue debido a una restauración que no está contrastada a cargo de nuestro protagonista, solo en las imágenes de la dolorosa y San Juan Evangelista.

La otra, nos habla de que la imagen fue un encargo del Excmo. Sr. Obispo de Tacna, en aquel entonces Mons. Carlos Alberto Arce Masías, primer Obispo de la Diócesis tacneña, con ocasión del Año Santo, tratando de enriquecer el patrimonio religioso de su Iglesia Catedral próxima a inaugurarse. Por esta razón, Antonio Illanes, según esta versión fue elegido por su amigo el doctor José Morón, hermano mayor entonces, para que realizara la copia exacta mediante sacado de puntos y moldes, para lo cual tuvo acceso directo a la imagen original gracias a la intervención previa del Gobierno del estado franquista, que hizo que la propietaria de la imagen, la Hermandad sevillana, permitiera que el artista acudiera cada noche a estudiar y trabajar sobre la efigie que Juan de Mesa elaborase en 1620. Fruto de aquel trabajo fue la talla que se expuso durante tres días en la casa de la Hermandad y que después se viajó a Tacna llegando en el año de 1954, coincidiendo con la inauguración de la Catedral. Para esto se contó con el apoyo del Excmo. Señor Embajador de España en Lima, doctor Tomas Suñer Ferrer, quien asumió la mitad del costo de la hechura de la imagen, y la otra mitad lo hizo el Excmo. Mons. Carlos Alberto Arce Masías mientras que el Gobierno del General Francisco Franco costeó su conducción al Perú. La Hermandad del Gran Poder de Sevilla obsequió la túnica, las potencias y los casquetes de plata.

Cuentan los descendientes de Illanes con un interesante álbum fotográfico donde aparecen varias fotografías sobre el proceso de ejecución de la copia del Gran Poder para Perú, donde podemos intuir el gran parentesco con la imagen sevillana tal como estaba en aquel periodo, defiriendo sin duda al aspecto actual tras la última restauración donde la limpieza de la pátina del tiempo nos mostró un “nuevo” rostro del Gran Poder. Resulta curioso que Illanes, en el mismo año realizase una talla del Gran Poder que serviría para suplir la ausencia en la distancia, de una familia devota del Cristo sevillano en Andújar y tras haber estudiado al icono primigenio apostara por insuflar su impronta y estética artística más personal, aunque dotando magistralmente a la imagen andujareña del “alma” del Cristo de Juan de Mesa. El giro de cabeza, las proporciones faciales y sobre todo el dibujo en el peinado de cabellera y barba, amén de la inconfundible corona de espinas serpenteante, fueron plasmadas en la hechura del Gran Poder de Andújar, obviando detalles como la espina que atraviesa la ceja izquierda de la que cuentan los eruditos podría tratarse de una especie de firma del cordobés en sus imágenes tras la coronación de espinas, quizás motivado por una posible veneración a la Reliquia de la Santa Espina que se veneraba en la iglesia y collación donde descansa el sueño eterno y a su vez tenía su obrador, San Martín. Por ello se apunta a su parentesco con otros Cristos del imaginero de Umbrete, sobre todo con sus Nazarenos de las Penas de Sevilla –hermandad de San Roque- o el Nazareno de Ciudad Real, pero con la particularidad de llevar sobre si, como apunté, el “alma” del devoto Cristo del Gran Poder. Particularidades  que igualmente se diferencian en la ejecución de manos y pies, en la disposición de los brazos para agarrar la cruz, la inclinación del cuerpo, algo más erguido, de más compostura y solemnidad, sin alcanzar el desgarrado caminar que se acentúa en la larga zancada que hace tan particular al Cristo hispalense, siendo la del Cristo iliturgitano algo más corta, más cercana quizás a la del otro gran Nazareno de la capital de Andalucía salido de las manos del maestro, Juan Martínez Montañés, el Señor de Pasión de la homónima cofradía establecida en la Colegiata del Divino Salvador.
Anecdóticamente, la esposa e incluso modelo de dolorosas de Antonio Illanes, Isabel Salcedo, donó los bocetos al entonces presidente del Real Betis Balompié, Manuel Ruiz de Lopera, reconocido devoto del Cristo sevillano y ella reconocida seguidora del equipo verdiblanco. Es curioso que el imaginero José Antonio Navarro Arteaga realizara para el Betis otra de las más conseguidas copias del Gran Poder y coetáneamente otra para la hermandad de Almería, quien sabe si no fue basándose en aquellos bocetos de Illanes, de unos trabajos que llegaron a hacer pensar a la junta de gobierno de la hermandad hispalense que alguien había permitido nuevamente que la imagen se estudiase palmo a palmo. He aquí la historia de Antonio Illanes con el Gran Poder de Dios, que significó el Señor de Sevilla en su vida y las significativas circunstancias que se dieron en él, en el año de 1950 en que gubió dos simulacros tan cercanos y a la vez distintos, que convivirían en el obrador y que incluso tuvieron que esperar hasta el año 1954 para poder ser venerados públicamente en Tacna y en Andújar.
JUAN PEDRO LENDÍNEZ PADILLA.


Artículo publicado en el boletín cuaresmal 2015 de la hermandad del Gran Poder de Andújar.

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