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domingo, 10 de mayo de 2015

EL CIRINEO DE OREA...

Al cederme el amigo Francisco Antonio Linares la fotografía que observan en esta nueva entrada, me he visto en la obligación de volver a retomar un tema que protagonizó una de las primeras destacadas entradas en la historia de este blog. En enero de 2010 (Pinche aquí) les mostraba para el conocimiento general, obviamente no solo de mi pueblo una de las imágenes que conformaron la Semana Santa de esta tierra a la que me ha tocado pregonar este año. Una fotografía de mi amigo –aunque me tiene olvidado…- Alfonso Piñero donde se mostraba el “famoso” Cirineo con que contó la hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno en los años ochenta de la pasada centuria y que prácticamente nadie de las nuevas generaciones conocían. Con esta fotografía volvemos a retomar aquel asunto, al contemplar una nueva perspectiva de cómo fue aquel paso, de un trono de sencillo baquetón morado y dorado impulsado por ruedas donde el de Cirene ayudaba a cargar con la cruz a la imagen que popularmente conocemos como “el nuevo”. Una fotografía de escasa calidad se vislumbra, la cual Paco consiguió a través de Facebook, no sé si es por el nimio escaneado o porque incluso pueda tratarse de una captura de algún posible video, ya que dicen que existen videos de aquellos años donde incluso lo podríamos ver en movimiento. Igualmente me gustaría destacar una cosa y es sin duda la influencia que desde los siglos ha insuflado la devota imagen del Abuelo de Jaén en la cofradía de los “moraos” baileneros, de la cual casi sin ninguna duda tuvo que partir la idea para que su cofradía decidiese crear este conjunto donde se representa unos de los pasajes pasionistas de los evangelios apócrifos, siguiendo el Cristo la estética dieciochesca que aún conserva el Nazareno jaenés aunque la imagen del campesino de Cirene no siga en nada las directrices del de la capital. Otro dato a tener en cuenta de esta influencia es el exorno floral, de atiborrado y alboroto de claveles de colores de largo tallo inundando toda la superficie del paso, seguramente clavados en “pellas” de barro recubiertas de papel de platino, siguiendo la estética tal como procesionaba en aquellos años el Abuelo de Jaén, incluso las tulipas de los escuetos candelabros siguen las formas de las que antaño iluminaban al Señor de Jaén, en aquella profusa candelería de tulipas que lo envolvían e iluminaban hasta que finalmente se optó por culminar el primitivo proyecto de paso de Pérez Calvo donde figuraban los actuales faroles y que dieron paso igualmente al tupido monte de clavel de esencia sevillana.



Pero en esta entrada les daré más, porque vengo a intentar completar un poco más la escueta entrada de antaño sobre esta imagen. En aquel entonces, observándola mi buen amigo Pedro Soriano y este servidor nos fue inevitable sentir el pellizco de la impronta artística. El pueblo decía que era feo, mal hecho, así lo interpretó su cofradía que lo llegó a eliminar aunque aún hoy entre muchos de sus hermanos se siga teniendo el sueño de que un cirineo más acorde a la estética del Señor lo ayude a cargar con la cruz por la cuesta de la Amargura. Me decía mi amigo que si Palma Burgos… y yo decía que casi imposible hasta que por fin saltó el “eureka” en mis ideas. La imagen atesoraba la impronta y similitud con el enorme crucificado que preside la iglesia de San José Obrero de la ciudad, por lo cual la atribución a la mano del que lo realizó quedaba definida. Recuerden que según mi padre lo hicieron en Andújar lo que acaba por confirmar que a falta de un documento o un testimonio que lo certifique aquella imagen era del artista contemporáneo Antonio González Orea y al parecer procesionó entre 1982 a 1986. He ahí que esto vendría a significar que la imagen no se la podría considerar una mala obra, sino al contrario, una gran obra sobre todo para aquellos amantes del arte contemporáneo que desarrolló artistas como este. En una de mis visitas a la iglesia de Santiago en Andújar casi cerré el circulo para mi idea al contemplar la imagen que da titularidad a aquella parroquia del barrio de la Lagunilla, salida igualmente de la mano de González Orea donde como pasa con el crucificado bailenense –prácticamente una copia del que preside la iglesia de San Bartolomé- se observan las características de este artista, en el modelado del cabello, las facciones, la mirada, la pronunciada nariz, una imagen que la verdad se aleja del arte admirado por los cofrades pero que viéndolo desde la óptica de la cultura hubiese conformado hoy un atractivo más dentro del patrimonio bailenense que por tristeza desapareció para siempre y ya solo nos quedan estos testimonios gráficos.




Fotos del Cristo de Sebastian Lijarcio.

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