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domingo, 3 de mayo de 2015

...NUEVOS ICONOS DE PAPEL.

Quise saborearla tanto para mí, esa mí ansiada semana que me quise olvidar de todo y de todos, que mi alma fuese el único cajón donde se guardasen los recuerdos. ¡Qué semana por Dios! porque Él me la concedió y darle gracias sigue sabiéndome a poco que si hubiese requerido no hubiese ni dormido impregnándome de ella que tan lejos me queda en este tiempo de tanto vacío y resignación. Por eso este año el papel sagrado comenzó tarde, aunque el lunes buscara el Yo Soy ansiado en una larga espera en la calle de Publio Elio… Adriano, emperador que no manda na´ teniendo por vecinas a las baratilleras. Un niño un poco cansino me incentivó a la pedida del papel sagrado, ese que parece que los nazarenos nunca quieren dar menos si ven al famoso periodista cofrade de turno o a su misma majestad el Rey de España. La primera fue curiosa, mientras el niño se llevaba un extenso álbum de fe de la hermandad de San Esteban a mí me hacían viajar al pasado con una estampa que rememoraba los tiempos del color sepia. Curiosa fue la segunda donde en Martes Santo un costalero del Cerro me regaló a su otro Cristo del lunes; Redención y en Sevilla me entregaba a su otro también Cristo, el que nos hizo conocernos, el Señor de la Cena de Almería. Grandes estampas repartían los hermanos bofeteros de la que últimamente renombran también a su cofradía, el Dulce Nombre, saliendo nuevamente de un amigo por esto de vivir la gracia bajo las trabajaderas y es que Ella es tan guapa que al sacarla en un bar los camareros me la “robaban” así que si quieren ver las otras tendrán que buscar el bar de las papas amarillas y los mejores caracoles baileneros. Estampas de la Bofetá, del Señor que salió con la cara fresca y recién lavá que me dio otro de sus peones en la espera de la gracia bajo el Soberano de Linares, donde el Miguel me entregó a su madre bendita, en este día de la madre que tanto se quiere en esta hermandad y que el universo se rinde llamándola Estrella, es curioso, este año ha portado a dos de las grandes devociones de Antonio Garduño. Esa Virgen del Rosario de la foto clásica del clavel que se me escapó de las manos, como la de su Hijo de la mítica foto de Fernán que repartí hasta quedarme sin ninguna. Acuña me llamaba rancio que solo me quedé con la que me regaló German y nuestro querido aguaor y hermano, las que promovió Ricardo se perdieron completamente por los bolsillos y carteras de quien buscó al Soberano el Jueves Santo del que ya toca hablar. Rancio y a mucha honra y orgullo del éxtasis que volvió a producirme los Servitas sevillanos, pidiéndole a esos jovencísimos monaguillos mi querida Piedad pero fue Soledad la que se quiso ir conmigo mientras la magnitud espigada de la Giralda se iluminaba con el primer sol recibiendo la resurrección, y ella junto a la Aurora se marchaba para mi bolsillo en un primer Domingo de Resurrección eterno, el que acabó como espero contarles besándole el pie al Dios que también resucita cada Domingo de Resurrección aun clavado a la cruz de los confines de la cava…

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