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domingo, 31 de mayo de 2015

GRANADA CORONÓ A SU AMARGURA...

Justamente fue un año después cuando inmersos en el principio de la gran montaña a escalar para alcanzar la cima de la gloria, aun en la misma primavera que intentamos volver a conquistar en el alto pico de la gracia, la espera se hizo nuevamente más agradable cuando todo pareció que volvió a hacerse. No se hizo la Semana Santa como me tocó este año pregonar en un rincón de Andalucía, en el mismo que me vio nacer y desde donde escribo lo que les empiezo a contar. Pero en nuestra tierra volvía a hacerse la magia de Dios y su magnetismo lo volví a sentir en el balanceo mimoso y sublime de unas bambalinas donde su Madre volvía a alzarse como Reina de su tierra, para eso la llaman de María Santísima. Que mejor ocasión, aunque fuese algo fugaz para enamorarse nuevamente por las calles de aquella que como dijo el pregonero, pequeño y grandioso pregonero parece siempre “dormida bajo el hombro de la luna”, pareció que nuevamente allá por los confines zaidineros que pintara el maestro Pradilla nos esperaba Boabdil como en los atardeceres de los tiempos esperó a Fernando y aquella que se llamaba con el sublime nombre de mi abuela y nos dijera aquello de “tomad las llaves del paraíso”.
Volví fugazmente a la bella e enigmática, vieja y aun con retazos de eterna chiquilla, siempre sensual… Granada, la de los “malafollás” y la de la multiculturalidad, la que aun rezuma a Alá y la que florece al Dios de los Raxis, Siloé o Mora por las esquinas. Ante su magna diosa, montaña hueca de piedra renacentista que embelesaba a mi buen amigo Cristóbal que rememoraba aquel día de la última cena y tal vez como yo, en cada segundo se enamoraba más de ese no sé qué, que aunque no sea Sevilla, tiene Granada. Y es que la vieja tierra nazarí volvía a rezumar a los días de la gracia y a los días de fiesta. ¿Cuál fue la última procesión triunfal de coronación a la que asistí? ¿Palma del Buen Fin? No lo sé… si yo supiera –como dijo otro enorme pregonero-, pero otra vez volví a sentí el amor de esta tierra andaluza y su forma de sentir a la hora de querer a María, y es que su Hijo, pongámosle la cara agónica del que ora con los grafismos de Sánchez Mesa,  nos dijo: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo” y eso ¿excluye a Dios y María? Que vá señores y señoras, podemos colarnos lo que queramos queriendo a María, que queriendo a su Madre, Jesús ya se siente reconfortado. Ayudemos y es que ayudamos al prójimo, pero somos así andaluces de Jaén, de Sevilla, de Málaga o de Granada, nos gusta así demostrar cómo queremos a María. El murmullo incesante en Pasiegas y las copas de balón haciendo de la suyas, salía el cortejo, tarde, entre aplausos, se pueden creer que el paraíso que decía Boabdil se acurrucaba entre relámpagos, pero quiso salir María, tras un largo cortejo de banderas corporativas y salió la Amargura  de los granadinos a zambullirse con ellos de amor y también por qué no a seguir ayudando a aquel que lo necesita de esta sublime Dama divina que nació de esa nueva conversión del paraíso que trajo el rey de castilla, crestería y bambalinas que pareciesen bordadas por los conventos de los decimonónicos tiempos a orillas de la Alhambra, pero son de ahora, tras “superarse” la mera copia, ahora Sevilla es el canon y Granada la fuente. Pero aún queda… costó callar a los de la copa de balón que discutían y discutían de banalidades cofradieras mientras la Amargura casi se les va entre el cantar de la saeta del que pregonó su coronación, como hacían los viejos pregoneros, desde un balcón y un recital que emergía entre la multitud de una chavala que el “metralleta” de Salteras casi se encarga de tapar mientras la misma banda que justamente un año antes me hizo sentir el aliento materno del cielo ponía banda sonora, con sendas marchas himnos donde el cante llenó de júbilo glorioso el penar de Maria, pero hoy si le cabía, hoy era fiesta, hoy era María, daba igual si lloraba, hoy Ella estaba en la gloria y ese sabor de Andalucía le encajaba tan bien como esa gloria de plata en el cielo de su palio.









Los toldos anuncian los tiempos sofocantes y el día grande de una ciudad que ya comienza a saborear el paladar de la eucaristía con forma de noria allá en el norte de Almanjáyar anunciando que pronto tendrá la salida la custodia divina, portadora del Dios verdadero que me comanda el bueno y dicharachero capataz Pepe Carvajal. Bajo esos toldos de gloria caminó María al son profundo del Carmen de Salteras, por Dios que profundidad, como se nota, las bandas de Sevilla y perdónenme nuevamente la idolatría, y es que hasta maestro Alonso, impregnado en la piedra de la catedral comprendía el sabor de aquella tierra donde lo enseñaron a ser eterno. Qué cosas, ahora rememorándolo, venia María bajo palio coronada y sonaba “Coronación” del maestro Marvizón, sabias Amargura que ya estaba allí, ya nos habíamos hablado y entre los cirios de tu candelería ya me vislumbraste la frente despoblada y sonó pues la marcha de mi primera coronación en aquel sueño en el moderno barrio que se levanta sobre el Cerro de las Águilas de Sevilla.
La hermandad del Huerto, la del convento de las Comendadoras de Santiago coronaba canónicamente a su bella Virgen, joya que saboree y paladee cada vez que pasó delante mía, genialidad de esa escuela barroca de la ciudad que nunca debe pleitear con la de la otra orilla de la A-92, simplemente deben unirse para elevar el éxtasis de los que amamos a Dios a través del arte. El dolor contenido de su sonrosada cara se movía bajo un palio que conocía por vez primera, el que antes me parecía algo bajo aunque más bien creo que el efecto lo produce el considerable tamaño de las nuevas bambalinas como nos pasa en Linares con el del Rosario. Por la Alhóndiga nos venía rompiendo con “Triana de Esperanza” buscando las puertas de San Antón, rememorando aquel agosto de juventud y Papa con Jesús Despojado en mi mente. En la revirá sonó su marcha, que la está haciendo universal mientras Granada parecía gritarle “Mi Amargura” que detuvo los pulsos, que casi calló el fin de Recogidas, que casi parece hacernos sentir que ya es la hora, pero no era la hora, era otra cosa… a través del whatsapp cumplía mi promesa a mi amigo Guerrero y escuchaba como el redoble de Salteras mecía el palio a su antojo, como diría mi amigo Mondéjar, llenando de arte y gracia, y belleza la encomienda de embellecer el compás de María, larga propuesta de pericia con las muñecas que me pareció al Corredera Bailenés que desembocó en “Coronación de la Macarena”, la que acertaba Cris en un arrebato de telepatía con María, como un año antes donde hasta la España del pasodoble suspiró ante la Madre de Dios. Un año después y hoy lo admito estoy atrapado por la marcha de aquel cincuentenario, sabiendo que estaba Salteras no me quería ir sin escucharla y la Amargura granadina me lo permitió mientras se despedía del templo de San Antón, las cornetas se alzaron y su alma militar volvieron a traerme esa marcha, del corte tan macareno y dulce que desde el maestro Morales pocos han llegado a alcanzar, “Como Tú, ninguna” abrió el frasco de las fragancias granadinas mientras mirando al este se marchó como “Estrella Sublime” que atravesó la ciudad. Esa ciudad que en su este tiene el mayor tesoro de su esencia, cómo estar cerca y no volver a pisar su calle más inmortal para algo la catalogan como la más bella del mundo.








Subir y bajar, solamente, por sus adoquines, ante sus iglesias, Cristóbal absorbía información ante una nueva experiencia, Granada en su Carrera del Darro bien merece la pena, contemplarla sentado en la lonja del rio sin reloj y sin calendario. En el bronce Isabel y el colono, uno de los mayores hitos de la historia mientras por San Matías la Amargura hacia historia al coronarse como Reina del paraíso que los morenos del islán dejaron por donde hoy se alza el Zaidín. La Virgen entraba en su barrio que huele a gracia aunque sea el mismo centro. La cuesta nos traería el adiós a este momento fugaz donde intentamos calmar la espera. En el convento carmelita esperaba su hermandad que tenía a su Madre, bendita y sublime Virgen de esa inmortal escuela escultórica. Capitanía General parecía indicarnos que más capitana que la que esperaba en el umbral y la que venía bajo palio coronada no podía caber. La Merced salió al encuentro, ensimismada en su pena y acompañada del discípulo predilecto que se revestía y se hacía fraile carmelita… no sé yo hasta donde esto se puede considerar propio y acertado. Tocaba el fin cuando Salteras emuló su cita de cada Jueves Santo con los angelitos negros de Sevilla mientras Cris me hablaba de cómo era el palio de la “Virgen de los Ángeles” la que sonaba tras la Amargura granadina y aun estando en la universal ciudad universitaria eran las marchas hispalenses las que no cesaron, otra vez “Coronación de la Macarena”, para que no se me olvidara a quien visité justamente un año antes llegando hasta las plantas de Merced donde se cantó la salve, por cierto con fray Ricardo de Córdoba en las representaciones. No me gustó el detallito de una cámara, por pequeña que fuese en el paso, que el altar errante de María no es ninguna máquina de hacer cine y como ven, lo que causó rechazo en algunos ejemplos por Andalucía al final se sigue repitiendo. Se alzó el palio de canon como siempre he dicho de Granada, entre su esencia y Sevilla, por cierto la cuadrilla me gustó, tiene Granada buenos costaleros, que no les quepa la duda y sonó nuevamente himnos de San Gil, el del maestro Gámez Laserna, cornetería de la banda de la Macarena con “Pasa la Virgen Macarena” y la Virgen y la experiencia se nos fue yendo poco a poco, gota a gota y el trio nos sumergió en la burbuja, verdad Cris ¿Qué pareció que todos fuimos iguales? Enhorabuena Amargura, una de las Reinas del Realejo fue también coronada y todo acabó como tenía que acabar, con la marcha que suena allí arriba en su alcoba, de Pedro Morales, “Esperanza Macarena”, así fue como la Virgen me dijo, buen viaje. Lo único malo es que en un televisor de un bar incipiente de noche y fémina belleza granadina ganaba el Barca la copa a la que otra vez pitaron, no podía ser todo perfecto… que se le va hacer.

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