Buscar este blog

martes, 30 de junio de 2015

CIEN AÑOS DE ETERNO ALIENTO...

“Nunca estarán pagados los señores Martínez por luchar para que Tú figura se impusiera por ¡dos veces! para la fe de este tu pueblo”…

Puede ser que algunos no lo entendieran, pasado ya los meses de mi pregón de la Semana Santa de Bailén, sigo comprobado que el texto tal vez llegó a ser complicado de entender en todos los sentidos. Creyeron los que ahí me subieron que era un ideal pregonero por mi pasión a todo lo que huele a Semana Santa y eso intenté transmitir. Así que no me extrañaría que muchos no entendieran qué pudieron luchar aquellos señores Martínez - incluso los más jóvenes no sepan ni quienes fueron-, por el Cristo de la Expiración de Bailén y por dos veces. Y es que los señores Martínez y Ramón, una familia acaudalada y benefactora afincada en la ciudad a finales del siglo XIX y mediados del XX –su casa estaba situada donde hoy se levanta el Museo de la Batalla de Bailén, una construcción que siguió básicamente la idea arquitectónica de aquella- fueron los responsables de donar dos veces en poco más de veinte años las dos imágenes del Cristo expirante que ha conocido la religiosidad popular de este pueblo. Esta fue la historia, y la resumí en veinticuatro palabras, para no hacerme cansino…
Fue el amigo y siempre sorprendente investigador Juan José Villar Lijarcio el que me puso en sobre aviso de una curiosa circunstancia, que pudiera haber pasado desapercibida y que creo no debería ocurrir y por ello les cuento esta historia. Y es que la fe, en la hermandad de la Santa Vera Cruz a la iconografía del crucificado en su último aliento cumplirá el próximo año su primer centenario además de la sede que los guarda. Si aún tuviésemos la primera imagen pues obviamente también los cumpliría ella, pero la Guerra Civil se lo llevó arrastrándose como si fuera un simple mueble por esa cuesta por donde  entre Aquel y el que vino después, lleva despertando la más fuertes emociones de sus hermanos y más devotos, ya lo dije, para mí, en su hermandad, Él es el referente por encima del Señor de Bailén incluso, que lógicamente son los menos.
Y es que como bien me ha recordado el amigo Francisco Antonio Linares, fue en 1916, hace noventa y nueve años, cuando las familias Corchado y Barreda –otras dos familias acaudaladas y benefactoras del pueblo- donan la Ermita del Santo Cristo a la cofradía, un edificio que aunque data del XVII tuvo diversos menesteres y usos, no siempre religiosos hasta acabar convirtiéndose en un foco de devoción del bailenensismo. Ese mismo año, la familia Martínez y Ramón donan la imagen del Cristo de La Expiración que perece en las llamas, tras la mofa sacrílega, amontonado con todas las pertenencias en la misma puerta de la entonces aun nueva sede de la cofradía. Tras la contienda civil de las dos Españas la iglesia y con ella las cofradías vuelven a resurgir y a tener el protagonismo en la sociedad que le han conferido los siglos. Resurge la hermandad y los Martínez vuelven a donar la actual imagen del Cristo de la Expiración la cual igualmente estará de efeméride de fechas redondas, su setenta y cinco aniversario. Y es que navegando por la historia de la hermandad de la Santa Vera Cruz llegamos ante un momento de la historia donde a mí por lo menos me surgen dudas y preguntas a las que algún día habrá que darles respuesta, o eso creo. A finales del XIX y principios del XX se nos presenta una cofradía según el testimonio de un mítico hermano de los difíciles años anteriores y posteriores de la Guerra Civil, D. Bernardo Zagalaz, la cofradía residía en la Ermita de La Soledad, venerando en ella, junto a la titular de dicha ermita, a la Santa Vera Cruz y a la Santa Mujer Verónica. Su pasado glorioso con el Nazareno en su ermita de Consolación, incrementando titulares ya sea por donación o adsorbiendo hermandades extintas y rigiéndose por escuadras nos lleva a encontrarnos con una Santa Vera Cruz sin apenas nada de aquello, solo su histórico titular y una Santa Mujer Verónica que no sabemos aún qué sentido tendría que una hermandad de gran poderío con imágenes devocionales acabase procesionando, precisamente en la procesión de su primitivo titular – ya absorbido por la cofradía del Nazareno, nacida a su vez de la Escuadra de la Columna-, a una imagen secundaria refiriéndonos al rango divino de las mismas. Es un acertijo aun por estudiar y descubrir, qué pasó para llegar a aquello, un puzzle difícil aun por construir. Pero los datos están ahí, tal vez la Verónica llegó en un intento de retomar un esplendor pasado dentro de un cortejo, tal vez el más esperado por la localidad cada primera luna llena del mes Nissán judío en aquellos remotos años, como ya en otras localidades de cierto nivel cofradiero estaba ocurriendo como en Baeza, Úbeda, Linares o Jaén que desde los talleres valencianos adquiría   su actual y famosa “Santa Marcela” –que no sé dónde se sacan esta advocación-, la Verónica.
Pero como digo, y bajo mis suposiciones, la Verónica y la Santa Vera Cruz no tendría el poder de atracción de un Cristo o una dolorosa, por lo que no sé si sus cofrades o los benefactores pudieron pensar que hacía falta una imagen que pudiese levantar la veneración por esta cofradía. ¿Porque pensaron en un Cristo de la Expiración? No lo sé y no sé si lo sabremos algún día. Posiblemente, aquellas Semana Santas no contaban con un crucificado, no hay constancia de aquello a no ser que el Santo Entierro se hubiese estado descendiendo hasta 1916, algo que documentalmente en todas las épocas no consta, pero pudo pasar, las modas han funcionado siempre. Por ello se pudo pensar en un Cristo Crucificado, con la lógica por la que se rige Bailén de no repetir pasajes evangélicos de la pasión y que estuviese vivo, tal vez porque ya existiera un Cristo muerto, el Santo Entierro. Incluso por aquellas fechas, el culto cofradiero a esta iconografía había tomado fuerza en ciudades como Jaén y Linares donde se fundan cofradías del Cristo de la Expiración, por lo cual la fuente de inspiración pudo ser también esta. 
Observando fotografías de la imagen que se destruyó en la Guerra Civil en Linares podríamos sonsacar algunas posibilidades a la hora de reconstruir nuestra historia. Vemos una fotografía donde el crucificado de la Expiración linarense camina en su procesión en 1904 seguido de una imagen de San Juan, la Magdalena y una dolorosa, un cortejo muy similar a como el diario ABC del 20 de abril de 1935 nos relata la procesión del Jueves Santo bailenense. Hermandades linarenses de la época como Vera Cruz, Rescate o el Nazareno –incluso la procesión del Resucitado- cuentan igualmente con documentos gráficos de haber contado con cortejos de tantos pasos, como aún mantiene el “Abuelo” en Jaén y como en Bailén hemos conocido tantos años, pero con la salvedad de que esos cortejos lo formaban cofradías distintas, donde no faltara el San Juan, la Verónica o Magdalena –con su propia cofradía, hoy extinguida- y la dolorosa. No tendríamos que descartar el origen en esto, lo que podríamos llamar la desaparecida “Procesión General del Santo Entierro” –con su cenit en el final de la década de los ochenta del pasado siglo-, donde la cofradía de “La Cruz” aportaría: La Expiración – seguramente la siempre conocida como “Cruz sola”-, “Ntro. Padres Jesús: El Santo Entierro, y sus correspondientes cofradías; la Magdalena, San Juan y la Virgen de los Dolores. Tal vez con esa intención, de contar con una imagen de más “poderío” y atracción devocional, inspirándose en la corrientes cofradieras de antaño, sobre todo de la emergente y cercana Linares (toda una gran ciudad moderna gracias a la minería a comparación de alfarero y campesino pueblecito de casitas encaladas de Bailén, lejos aún de la fiebre del ladrillo), pudo llegar el Cristo de la Expiración a la más de cuatro veces centenaria Semana Santa bailenense.
Procesion del Resucitado de Linares. Princ. XX blog Humilitas.

Procesion del Rescate de Linares. Princ. XX. blog Humilitas.

Procesión de la Expiración de Linares. 1904. A. Padilla Cerón.
A partir igualmente de aquella imagen linarense podríamos también situar el taller donde pudo nacer aquel Cristo del que tristemente no se cuenta con fotografías. Cuando la turba exterminadora asestó el duro golpe a la ermita y cofradía de la Santa Vera Cruz, mi abuela materna (que sé que Dios la tiene en su gloria), entonces una niña, era vecina de la collación en la calle Cervantes, así que tuvo que conocer aquella ermita e imagen perfectamente. En cierta ocasión le pregunté pero ella rehuía a recordar aquellos episodios, diciendo que ella no salió de su casa. Mi abuela obviamente no era experta en fijarse en esos detalles que solo tristemente unos pocos nos fijamos, pero me dijo que la imagen era exactamente igual a la que tenemos hoy. La actual imagen no hay duda de que se trata de una imagen de serie, de escaso valor artístico – no de valor sentimental- aunque ella contenga esa mayor prestancia que tuvieron este tipo de imágenes en aquellos tiempos a comparación de la actual donde la calidad aun es mucho más inferior. Según la casa de Arte Cristiano de Olot (Gerona), este modelo de imagen no pertenece de nunca a su catálogo y la verdad es que muy pocos ejemplos del producto sacado del mismo molde me he encontrado por la geografía española. No habría que descartar que la imagen llegase de Valencia o Madrid, donde los Martínez y los Corchados adquirieron muchas de las piezas que luego regalaron a las cofradías bailenenses.

Observando la imagen de Linares en fotografías más cercanas, podemos contemplar que aquella imagen también fue de serie o en todo caso de talla de los talleres valencianos, los cuales inundaron con sus productos a la iglesia y cofradías de la provincia a finales del XIX hasta bien entrada la España franquista. En Linares, según Andrés Padilla Cerón me cuenta, tuvo que existir otra imagen de la Expiración anterior a esta, la fundacional, ya que cuenta una tradición posiblemente cierta que la imagen tuvo que ser articulada para escenificar una teatral ceremonia donde el Cristo bajaba la cabeza en ademan de morir. Una cofradía fundada por carboneros bañuscos – de Baños de la Encina- a finales del XIX que cuenta con dos imágenes de cristo antes de la Guerra Civil. Posiblemente esta nueva imagen llegase a principios del XX –documentada ya en 1904-, la cual revisten de pelucas, faldellines-sudario e incluso velos para la cruz.
Resucitado de Bailén realizado en 1904.
Teniendo en cuenta que en 1903 en Bailén llega un Resucitado con todas las características propias de la escuela valenciana, ya que contamos con una fotografía del mismo y que en 1917 llega un nuevo Cristo amarrado a la Columna, que seguramente hubiese sido de la misma escuela, es lógico pensar que el Cristo de la Expiración de 1916 pudiese ser muy similar al de Linares, e incluso que los Martínez fuesen asesorados por cofrades de la vecina ciudad. La posibilidad de que quisiesen imitar aquel cortejo de Linares, con un rezumante y nuevo Cristo podría ser un gran motivo para que hoy estemos a un solo año de celebrar cien años de Expiración en Bailén.
La posguerra y las penurias económicas forjaron hacer el “agosto” a los talleres seriados, más baratos y rápidos que los imagineros, que prácticamente tomaron las imágenes valencianas como modelos de donde sacar sus moldes. Seguramente en talleres como los de Santa Rufina en Madrid pudieron encontrar un Cristo de la Expiración similar al destruido –si no es que en veinticinco años estuviese aun el mismo negocio en pie y comercializado la misma imagen, Santa Rufina se abre en 1886 con el nombre de “Casa Arteaga”- y que primigeniamente regalaron, y así pudo llegar en 1941, según los datos que aporta la hermandad en su web, la actual imagen.



La cual procesionaría los Viernes Santos y los Miércoles y Jueves Santos incluso, formando el conjunto del Calvario donde incluso dicen que si incluía la imagen de San Juan de la homónima cofradía. Seguramente en andas, incluso en la manos de sus cofrades como si fuese un vía crucis, después en el trono de ruedas adquirido al Nazareno de Úbeda, de Díaz Gil y Trillo Olivares y después en uno de los mejores pasos que han procesionado en Bailén, las andas del cordobés Díaz Roncero, en los últimos años solo desde que dejara la procesión del Santo Entierro, ya que en una misma tarde procesiona dos veces, en el Calvario a ruedas y después sobre su monte de clavel por sus “costaleros” hasta llegar a la actualidad donde se asienta sobre un nuevo paso que está realizando José Miguel Tirao Carpio siguiendo el modelo sevillano, portado desde su interior aunque no a costal y volviéndose a escenificar el paso de misterio del Calvario pero esta vez con las imágenes del misterio del Descendimiento - apartado del procesionismo por el momento-, del mismo autor, que cuenta con la Virgen de la Penas, la Magdalena y San Juan evangelista. Una imagen que sería restaurada y repolicromada con muy poco acierto en 1997 por Tirao Carpio tras sufrir la capilla un incendio y dejarla cubierta totalmente de hollín, intervención que vino a enmendar en 2013-14 con una nueva policromía de más alto nivel artístico, dotándolo de más matices y realismo, devolviéndolo algo más al aspecto original, donde remodela el cordón del sudario, dota la cabeza de potencias y corona de espinas de orfebrería y realiza una nueva cruz arbórea que sustituye a la original, la cual es dotada con casquetes o cantoneras en sus extremos.
En esta historia querría igualmente añadir una hipótesis a la llegada de una imagen al pueblo que podría tener relación con el culto a la Expiración y la cofradía de la Santa Vera Cruz. De muchos de ustedes ya es sabido que en la iglesia de la Encarnación existe en una capilla un retablo que contiene un crucificado expirante todo ello salido de las manos de Francisco Palma Burgos. El mismo es advocado como Cristo de la Expiración– por lo que hay dos Cristos de la Expiración en el pueblo-  y por lo menos a mí me choca que el promotor de su venida, D. Francisco Caballé lo trajese simplemente para el culto interno y encima lo advocase como una imagen ya existente en el pueblo. Visto que entonces “recomendó” la sustitución del busto de la imagen de San Juan Evangelista porque no la consideraba propia para el culto, no extrañarse de que este Cristo también trajese alguna intención de sustituir a la imagen seriada que aun hoy procesiona, y no llegase a buen puerto ante una posible negativa de la cofradía, aunque todo esto son suposiciones.







Serán cien años de Expiración, cien años de Santo Cristo y setenta y cinco años cumplirá el próximo año Aquel que llamamos como llamamos porque pesa como el mismo mundo, para eso lo creó en siete días, como según la tradición, le dijera a aquel que entre las aguas no podía con su simple infancia, aquel que llamó “el portador de Cristo”, el patrón de los transportistas… San Cristóbal, y es que por lo menos yo sé que hay un Cristóbal allá donde clava su mirada, que sigue siendo su portador y que tiene la suerte de ver sonreír  a su Mostrenco…para siempre.

Nota: Podría haber elegido una más actual y mejor fotografía que abriese esta entrada, pero este cuadro pertenece a una lámina que mi hermano compró el único año que lo sacó en este mundo, la cual clavó con unas chinchetas en su habitación como si un poster de Queen se tratase. Mi madre le dijo que así no, que se lo enmarcaría y así fue y ahí lleva desde entonces colgado. Hoy que duermo en su cuarto, tras unas reformitas lo he vuelto a colgar nuevamente en su lugar junto a esas otras tantas devociones que me pegan junto al Él el pellizco del alma, porque recuerden mi pregón; “mi Cristo no tiene cara, tiene tantas”…

No hay comentarios:

Publicar un comentario