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Ermita de Santo Tomás de Aquino. Cortijo de la Toscana (siglo XVIII) |
“En el frente del caserío
destaca la fachada de una capilla con una composición de apariencia neoclásica y
remate de espadaña, que Linares Lucena considera obra del siglo XIX. El
complejo, que se encuentra en ruinas, consta de varias edificaciones y patios.
Destaca en especial el patio de entrada, con una nave con grandes contrafuertes
de ladrillo en un costado, un abrevadero en el contrario y, al fondo, la que
debió ser vivienda principal, con galería arquitrabada sobre columnas”. La poca
documentación histórica que utilizaron pertenecía a nuestro paisano Francisco Antonio
Linares Lucena, que no andaba desencaminado a la hora de datar la capilla.
Aunque no he estudiado en
profundidad aún este inmueble, puedo hacer referencia a la existencia en aquella
zona de un cortijo que perteneció a un baezano llamado Manuel de Cózar y Lillo según
su testamento en 1719. En el año 1700 es citado como teniente corregidor de Bailén
y mayordomo (administrador) del Duque de Arcos (desde 1698) en Bailén.
El dato más fehaciente que he
encontrado sobre este cortijo es un expediente posesorio instruido a instancia
de D. Pedro Gámez y Lillo (el del plano), que aparece citado como vecino de Baeza
y está fechado en 1868 para inscribir sus posesiones en el término de Bailén. En
el documento notarial, el secretario del ayuntamiento constitucional de Bailén,
D. Esteban de Espinosa, certifica que al número 1.261 del orden del
amarillamiento de riqueza de Bailén formado en 1861 se hallaba inscritas las
fincas de D. Pedro Gámez Lillo. Entre estas fincas de olivares y viñas por
aquella zona (Los Arenales) destaca este inmueble.
Expone don Pedro Gámez Lillo a
sus 48 años de edad ante el señor juez de paz de Bailén, D. Martín Costilla que
por fallecimiento de su tío, el doctor (presbítero) D. Eufrasio de Gámez el día
3 de julio de 1839 heredó y desde entonces poesía “la mitad proindivisa con
la otra mitad de mi hermano D. Eufrasio de Gámez vecino de Mengíbar, de una
casa de campo sin número, que comprende un molino aceitero con dos vigas, bodegas,
atrojeras, dos casas para aceituneros, cuadras, pajar, y dos patios en el
centro, todo en un solo edificio conocido por la Casería del Visitador, de
cincuenta metros, trescientos cincuenta milímetros de frente por igual fondo,
sitio de Los Arenales de este término [Bailén] linde por todos lados con
olivas de mi citado hermano D. Eufrasio de Gámez”.[1]
Así podemos intuir el origen
familiar a Baeza, o tan solo el asentamiento de alguna rama en la ciudad renacentista.
Es curioso que no nombra la ermita ¿pudiera ser de que aún no la hubiese construido?
Lo que sí cita es que tenía dos
casas para aceituneros. Esta circunstancia también la tenía el vecino cortijo
de La Toscana. Y es que, en aquellos tiempos, cuando llegaban estas fechas de
la recogida de la aceituna, las grandes cuadrillas de estos terratenientes
pasaban toda la temporada trabajando y viviendo cerca del “tajo”.
Volviendo al asunto de esta
entrada, esa fue una de las grandes excusas de Manuel de Aguilar para construir
la ermita de la Toscana (la otra es que fuera su primer panteón sepulcral que
finalmente cambió). Con esa intención, el personaje que descansa en la famosa
tumba de la ermita de La Soledad beneficiaba y ahorraba el problema a sus
trabajadores (la misa comenzaba a las 6 de la mañana y después a trabajar) aunque
luego durante el año también pretenderían continuar con el culto por las muchas
peticiones de misas, memorias, manifiestos eucarísticos y demás actos litúrgicos
que solicitaban al obispado y hasta a Roma. Como dije, existe mucha documentación
sobre distintas vicisitudes referentes al culto en la ermita de La Toscana. Incluso,
podemos decir que la capilla se convertía en la iglesia particular de la
familia, donde celebraban desde primeras comuniones hasta incluso casarse,
motivo para que algún que otro párroco se quejara de que querían convertir
aquel paraje en una nueva feligresía.
Pero de la ermita de la Casería
del Visitador o del “cortijo Lillo” solo pude encontrar una. Entra la correspondencia
de la parroquia mengibareña de San Pedro Apóstol encontré una petición firmada en
Mengíbar el 16 de abril de 1887 por don Ignacio Lillo Maldonado. A sus 83 años,
el mengibeño expuso que tenía en una casa de campo “situada a una legua y
media” de Mengíbar un oratorio “desde tiempo inmemorial” donde se
celebraba misa. Pero que después de aquello, por falta de eclesiásticos para poder
ir hasta allí a celebrar misa (gran problema que tenían en la Toscana también) y
un derrumbe que sufrió el edificio de una pared se dejó de celebrar en la capilla.
Exponía al igual que hacían entonces
los Soriano Marañón con su ermita de la Toscana, que ante el acrecentamiento de
caserías en la zona y el aumento de personas llegado el tiempo de la recolección
de aceituna, pretendía reconstruirla y recibir la autorización para ello y que
se pudiese celebrar nuevamente la misa en el oratorio para dar ese auxilio
espiritual a todas aquellas gentes.
El 18 de abril, el por entonces famoso
secretario eclesiástico, el licenciado Fernández, desde el obispado daba autorización
pero que quedaría completada cuando el párroco de Mengíbar examinara la obra y
que el lugar de culto contase con todo el ornamento y utensilios necesarios
para las celebraciones litúrgicas.
También hemos sabido que no hace muchos años el inmueble estaba arrendado al coto de caza "Los Arenales". Hoy la fachada se ve que hace las veces de mera pared de una cochera con tejado de uralita que se tuvo que construir no hace muchos años, pero todo parece indicar que el cortijo se encuentra muy abandonado. Es decir, de aquella ermita solo nos queda su fachada e incluso aún no hemos podido documentar si los Lillo la dedicaron a alguna advocación. Valga esto como una primera página para seguir la investigación…
Las fotos que ilustran esta
entrada pertenecen a Miguel Ángel Perea Monje y Juan Simón García.
Anexo-transcripción:
Carta sobre la ermita del
cortijo Lillo. 1887
Ignacio Lillo Maldonado
natural y vecino de esta villa de 83 años de edad a Vuestra Señoría Ilustrísima
reverentemente expone: que en una casa de campo de su propiedad situada a una
legua y media de esta villa tiene un oratorio en el que de este tiempo
inmemorial se ha celebrado el Santo sacrificio de la misa, pero después, ya por
falta de eclesiásticos y por haberse desprendido un pedazo de pared dejó de decirse
misa, pero habiendo aumentado considerablemente las caserías en aquel sitio y
reuniéndose una porción de familias especialmente en la recolección de aceituna
y deseando el que suscribe que los fieles allí reunidos oiga misa en los días
de precepto.
Suplica a su excelencia
Ilustrísima se digne autorizarle para reparar dicho oratorio a fin de que con
su autorización pueda celebrarse el Santo sacrificio.
Gracia que no duda obtener de
la notoria bondad de su excelencia Ilustrísima cuya vida guarde Dios muchos
años.
Mengíbar 16 de abril de 1887
Excelentísimo e Ilustrísimo
Señor
Ignacio Lillo [rúbrica]
***
Jaén 18 de abril de 1887.
Damos comisión en forma al Sr.
Cura párroco de Mengíbar para que terminadas las obras de reparación que se
indican, pase y visite el oratorio público a que se refiere la precedente
instancia, informándonos si está con arreglo a rúbricas y provisto de
ornamentos y vasos sagrados, con todo lo demás necesario para la celebración
del Santo Sacrificio de la Misa, y en su vista se proveerá.
Lo acordó su excelencia Ilma.
El Obispo mi Sr. De que certifico.
Licenciado Fernández
[rúbrica]”
Petición de Agrela de permisos
para trabajar los días festivos en las fábricas y recolecciones de cereales y
aceituna. 1915
Muy respetable y distinguido
Señor.
Con motivo del nuevo año que
entra hoy le manifiesto a V.E. en nombre de esta Señora Dª. Josefa M.ª Agrela,
y en el propio qué alegrándonos mucho de su completa mejoría, le deseamos felicísima
entrada de año y completa salud para el bien de Ntra. Santa Iglesia, y de las
Almas que el Señor le tiene encomendadas, rogándole nos de su paternal Bendición.
Habiendo terminado el año [19]14,
y con él mismo el permiso concedido por V.E. para poder trabajar en la fábrica de Bailén, y aquellas labores, como así mismo en las de La Purísima de Gil
Olid, molestando nuevamente la atención de V.E. le suplicamos tenga la bondad
si lo cree conveniente de darnos el permiso anual, para poder trabajar en los días
festivos y después de oír la Santa Misa a todos los operarios de ambas fincas únicamente
en la recolección de cereales y aceituna, elaboración de aceite, y siembra en
general, por todo lo que le anticipamos gracias, reiterándole nuestro afecto y
la consideración más distinguida de su affmo servidor que besa su anillo y
mano.
Lorenzo Villarejo [rúbrica]
***
Jaén 4 enero de 1915.
Prorróguese en el presente
año, con las mismas consideraciones impuestas en el año anterior.
El gobernador eclesiástico. S.
P.
Niceto Sánchez de la Nieta
[rúbrica]”